Por Esteban Martínez (@EMartineC)

Si he de ser sincero, ya os digo que no hay mucho que analizar respecto al más reciente álbum de Ghost. Conocido es que los de Tobias Forge comenzaron a realizar un giro en su sonido con Meliora (2015), siendo este el parteaguas en la carrera de los suecos. En aquel trabajo, si bien la banda seguía conservando cierta oscuridad en su propuesta, esta se conjugó con una búsqueda de canciones melódicamente más atractivas y luminosas respecto a lo que fueron sus primeros dos discos (temas como 'Majesty' o 'Absolution' parecieron marcar la ruta que seguir). Y lo que vino ya es parte de la historia contemporánea: un sólido Prequelle (2018), el éxito en tik tok de un golazo como 'Mary on a cross' y la definitiva consolidación mediante el excelente Impera (2022). Hoy, la máquina está plenamente engrasada y funciona como reloj, de ahí un disco de clara continuidad como Skeletá, un puñado de buenas canciones que se dejan oír sin problemas y que te gustarán si te gusta el Ghost de estos últimos años. Sin más.
La partida es débil, digámoslo, 'Peacefield' (con claro aroma en los coros a 'Separate ways' de Journey) es un tema correcto, pero no posee la impronta de 'Rats' ni mucho menos la fuerza avasalladora de 'Kaisarion'; sin embargo, desde entonces, la banda sabrá desenfundar una seguidilla de singles (as usual...) realmente incontestables que por sí solos logran que la experiencia salga a flote. En dicho sentido, Tobias Forge es un tipo inteligente y sabe muy bien acá lo que tiene, nos instala, por tanto, y de entrada, las dos canciones más pegajosas del álbum, 'Lachryma' y 'Satanized'. En ambas, disfrutamos del tino melódico y la gracia de una banda que entiende a la perfección donde está jugando, insinuando un peso en las guitarras para acabar desenfundando un verdadero homenaje al estrofa/puente/coro de alto nivel, a la radio-fórmula recordable. Luego, el manual dice que tras los singles debe venir la balada y ellos muy obedientes así hacen mediante 'Guiding lights', donde van a las cuerdas y pretenden la emoción que en el pasado lograron con cosas como 'He is' (probablemente la mejor canción en la carrera de Ghost), y casi casi que la alcanzan, porque el coro (y ya van...) es buenísimo. Sin embargo, se pasan de azúcar entrando al solo y ese final abrupto deja la sensación de que no han sabido como cerrarla.
Entrando al nudo, la sensación que transmite este Skeletá es que las cartas ya se han mostrado, por lo que solo resta poner el piloto automático. De ahí que (demasiado pronto) comiencen a a sucederse canciones correctas que no impactan, pero tampoco molestan; ahora, ahí es también donde se verifica que este álbum está un par de peldaños por debajo de Impera, cuya segunda línea era implacable. Dicho en simple: acá no encuentras un 'Hunter's moon', un 'Watcher in the sky' ni un cierre del nivel de 'Respite on the spitafields', más bien cositas agradables como 'Cenotaph' o 'Marks of the evil one', siendo la dinámica de 'Umbra' el único momento del álbum en que sientes que el asunto sale de la zona segura, particularmente en ese minuto (post 3:30) donde incluso meten un teclado en el solo y por única vez suenan algo más espontáneos y no tan cerebrales.
"Equipo que gana, repite..." - decimos los futboleros. Y de eso se trata Skeletá. No es en absoluto un mal disco, pero la sensación de que estiran la cuerda es bastante clara y ciertamente: otro disco en esta línea sería de plano asumir que lo mejor de la banda ha quedado atrás y ahora solo queda repetir el esquema. Veremos..
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