ZEPPELIN ROCK: LOS RODRÍGUEZ - En Las Ventas (2020): CRÍTICA Review

jueves, 10 de septiembre de 2020

LOS RODRÍGUEZ - En Las Ventas (2020): CRÍTICA Review


por Alberto Iniesta (@Radiorock70)
del blog Discos




Nada más llegar a casa después de haber comprado el disco en Nakasha, la emoción ante el momento de que empezara a sonar de una vez sigue siendo tan especial como la primera vez. Nuestra querida música tiene ese algo especial que nos acompaña, como las buenas amistades, en los momentos buenos y en los no tan buenos. En esencia, las canciones pasan a formar parte de nuestras vidas casi sin preguntar, hasta el punto de que no pensamos si nuestro día a día sería peor sin ellas: esa posibilidad ni siquiera existe, porque no nos la planteamos.



Los Rodríguez forman parte de mí, por lo que lanzamientos de estas características sacan mi lado más moñas, por qué no decirlo, y también despiertan el hambre que, insaciable, pide a gritos más directos del grupo, más rarezas y material de una banda que, recordemos, solo tuvo tiempo de editar tres discos de estudio (y qué discos). De la maravillosa charla mantenida el pasado viernes con Arancha Moreno (https://www.youtube.com/watch?v=CvG5ihmx9jU&t=5310s) se puede deducir que esas grabaciones verán la luz en algún momento. En cuanto a un hipotético last dance del grupo en un escenario, dejaron la puerta entornada con su habitual forma de actuar: ellos nunca dicen adiós, dicen hasta luego.

El disco En Las Ventas (Madrid 7 Sep 1993) es una puta gozada. Sin perdón, si se me permite ponerme en clave Clint Eastwood. El interior de la carpeta gatefold contiene una fotografía excelsa de Andrés, Ariel, Germán y Julián, aunque se echa en falta a Daniel “Pato” Zamora, uno de los tres bajistas que pasaron por los Rodríguez, pero en ningún caso un músico más. El concierto ya habíamos podido escucharlo en la edición especial de Sin Documentos hace unos años, mientras que los vídeos del mismo llevan algún tiempo también en el canal de YouTube de los archivos de Warner. ¿Es necesaria entonces esta nueva edición? Llámenme romántico, moñas, soñador o inserten el adjetivo que prefieran, yo cuando haya un vinilo de por medio siempre diré que sí.

Me encanta el sonido del LP porque es auténtico, se escuchan las interacciones de la banda con el público y se mantienen errores puntuales como ese fallo de Calamaro al cantar la segunda estrofa de Dulce Condena. Eso es el rock and roll, música tocada por seres humanos que cometen errores, no por robots. Del listado de canciones podría quejarme por la ausencia de 7 Segundos, balada tremenda con ese sello marca de la casa de Calamaro, o de Mi Rock Perdido, mi favorita del Sin Documentos, pero es algo que no deja de ser habitual en bandas con un repertorio tan descomunal: muchas veces hay canciones que no caben, hay que cuadrar tiempos y decidir qué canciones se quedan fuera no es una tarea sencilla ni agradable. El resultado final, evidentemente, es una gozada. Esa interpretación a fuego lento de Mi Enfermedad es de las que sobrecogen el alma, mientras que canciones como Me Estás Atrapando Otra Vez se convierten en himnos al instante cuando suenan de esa manera tan rotunda. Lo que hace Ariel Rot con cada canción que toca bien puede considerarse una clase magistral continua, que lo confirma sin ninguna duda como una de las mejores cosas que le han pasado a la música, así en general. Dulce Condena es una puta maravilla para los sentidos, con ese puente marca de la casa que tan bien dominaron los Rodríguez que remata en un estribillo único. También triunfan canciones en clave de rock acelerado con aroma Stone, como ese Canal 69 (guiño, guiño) que solo se concibe para triunfar sin mayores miramientos o el Na, Na, Na cuyo riff es tan afilado que casi te puede cortar cuando lo escuchas. Los guiños a Tequila y Moris (esto último también lo disfrutamos en el concierto que dio lugar, precisamente, a la última fiesta de Tequila) revelan un poco cuál es el punto de partida de una banda única, y son realmente espectaculares.

Palabras más palabras menos, se trata de un directo para no olvidar de un grupo sin documentos que nunca jamás puede decir tal vez ni adiós, si no hasta luego. Buena suerte, compañeros… nos siguen debiendo todavía una última canción de amor.

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