ZEPPELIN ROCK: IOTA - Iota (1969): CRÍTICA Review

sábado, 1 de agosto de 2020

IOTA - Iota (1969): CRÍTICA Review


por Rockología (@RockologiaTwit)
del blog Rockologia




Iota fue un grupo buenísimo con una mezcla de Iron Butterfly y Blue Cheer y un ramalazo a Ten Years After: rock ácido, blues psicodélico y riffs macizos que solo pueden encallar en estribillos memorables. Cuatro tipos de Texas que se marcan diez canciones contundentes en poco más de treinta minutos. Grabado en los Royal Studios de Memphis mientras vivían de recoger basura y hacer otros trabajos menos legales.




Carl Neer componía los temas, cantaba y le daba al bajo. Intentaba dar a las letras un toque de protesta, característico de la época, que lastró un poco a la banda en las radios comerciales. Su voz resulta, sin embargo, bastante accesible, y recuerda un poco a Jim Morrison o, incluso, a Jagger. A la guitarra un desconocido pero fenomenal Mark Evans, conciso, sobrio incluso, pero muy eficaz, marcándose algunos buenos solos y apoyando siempre a la melodía vocal. El encargado del órgano, Steven Phipps, daba el toque distintivo al grupo, y en temas como Sing for you puedes deleitarte con su buena ejecución. A la batería Rick Ramaka, cumplidor, machacando estupendamente, aunque sin lucimientos, da siempre con la clave para mantener el tema.




En el álbum se encuentran diferentes influencias de la época. Temas ambientales como Precints, deliciosa intro con pausa, muy cercana a los Butterfly, o Better place podrían haber sido buenos singles para degustar en fiestas hippies. Otro single pop lo tenemos en I’m gonna be a man, buen teclado y delicioso desarrollo melódico.

Algo más macarras se muestran en Glymless psico, rock con guitarra ácida, muy hard rock, igual que Bottle baby, aunque esta con mayor protagonismo de las teclas. Y con una guitarra un poco más heavy saltamos a The world are true, el más largo y con el solo de guitarra más logrado.

Otros temas no desmerecen. RIP gira alrededor de un riff de guitarra y teclado estupendo, donde Neer se luce hasta llegar a un estribillo sencillamente genial y un solo increíble. Love come wicked resulta de lo mejorcito: todos los instrumentos de diez, buena línea vocal y un aire pop en los arreglos muy jugoso.

La producción queda algo floja en el resulta final y los temas se cortan a veces de manera abrupta (Love come wicked, Glymless psico); algunos hubieran ganado con otra mezcla, quizá problemas de presupuesto o malas decisiones técnicas, quien sabe hoy en día. Sin embargo, esta banda que tampoco tuvo suerte, y se disolvió meses después, nos ha dejado este estupendo disco de rock clásico, lleno de semejanzas con otros artistas coetáneos. Buen rock, buen rollo.

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