ZEPPELIN ROCK: LAS MEJORES COMEDIAS DEL CINE DE LOS AÑOS 30

domingo, 26 de abril de 2020

LAS MEJORES COMEDIAS DEL CINE DE LOS AÑOS 30


por MrSambo (@Mrsambo92)
del blog CINEMELODIC



La década donde se sentaron las bases de la gran comedia, de la comedia más pura y matizada, de la más brillante y nunca iguala. La screwball, la comedia sofisticada, la comedia romántica con los pioneros, Lubitsch, Capra, los Hermanos Marx… El germen, en más de una ocasión sublime, exquisito y virtuoso, atrevido, elegante y sofisticado, que alcanzaría su cenit en la siguiente década. Locura y distinción, en unos años 30 que cogían lo mejor del mudo en el ingenio físico para añadir el verbal. Una locura virtuosa y caótica que dejó innumerables obras maestras antes de ir asentándose en los 40.


Las mejores comedias del cine de los años 30



AL SERVICIO DE LAS DAMAS (1936), de Gregory La Cava. 

Quizá es la gran película de Gregory La Cava, una excelsa comedia sofisticada, ejemplo de alta comedia. Una gran pareja, William Powell y Carole Lombard, como protagonistas. Hablamos de una de las mejores comedias del Cine Clásico, es decir, de la historia del cine. No se la pierdan.


ARIZONA (1939), de George Marshall. 

Original y sorprendente. Western atípico y comedia. James Stewart y Marlene Dietrich formando una imposible pareja. Absolutamente deliciosa e imprevisible.


¡AY, QUE ME CAIGO! (1930), de Clyde Bruckman. 

Harold Lloyd y las alturas. Ya se sabe que por amor cualquier cosa. Otra gran comedia del magnífico cómico americano del mudo. En esta ocasión habla, siguiendo los pasos de la legendaria “El hombre mosca”. Una actualización.


BOUDU SALVADO DE LAS AGUAS (1932), de Jean Renoir. 

Entrañable, divertida y conmovedora comedia de Jean Renoir. Un vagabundo que se tira al Sena con la intención de suicidarse al desaparecer su perro, un librero que le salva y acoge en su casa, la magia… Corran a buscarla.


CANDIDATA A MILLONARIA (1935), de Mitchell Leisen. 

El señor Mitchell fue uno de los grandes maestros de la comedia en el Hollywood clásico, aunque está tremendamente infravalorado. Es por ello que me enorgullece traer esta simpática y atractiva comedia sofisticada como ejemplo de su arte, aunque no sea de sus grandes obras.


CENA A LAS OCHO (1933), de George Cukor. 

Pocos se movían como él en el drama y la comedia, así como en su fusión. Elegancia a raudales y una dirección de actores ejemplar, destacando, como casi siempre, las mujeres. Este año es obligado traer algunas de este maestro incontestable.


CERO EN CONDUCTA (1933), de Jean Vigo. 

Los recuerdos infantiles de este gran director (sólo con cuatro películas en su filmografía por su pronta muerte), en la que cuatro chavales se rebelan contra el estricto sistema educativo que sufren.





CURVAS PELIGROSAS (1934), de Billy Wilder. 

Os traigo esta película por ser la primera de Billy Wilder… y poco más. Muchos encontrarán su encanto en ella y la mirarán con simpatía por su director, pero es un popurrí alocado y una mezcolanza de géneros que fluctúa de la comedia al drama y al thriller sin excesivo sentido, como si se hubiera querido meter todo un universo creativo en una sola película. Se parece poco al cine posterior del genio, pero sirve para pasar el rato y, desde luego, es interesante para todo cinéfilo.


DAMA POR UN DÍA (1933), de Frank Capra. 

Aunque en 1961 el maestro Capra volvió a rodar esta historia en “Un gángster para un milagro”, mejorándola además, es justo reconocer a la primera, que desde luego también es estupenda. Véanlas en orden y disfruten, no pueden ser más encantadoras. Puro Capra.


DAMAS DEL TEATRO (1937), de Gregory La Cava. 

Los grandes años de Gregory la Cava. Otra de las grandes comedias de su década, una joya repleta de elegancia y calidad. Nos regaló este olvidado director varias joyas para el recuerdo, de las que no deben olvidarse.


DESEO (1936), de Frank Borzage. 

Drama y comedia con la figura de Lubitsch aportando su toque desde la sombra (productor y guionista no acreditado). La Dietrich y Cooper ya coincidieron en “Marruecos”, otra cinta que traje por estos lares. Merece la pena por su encanto.


EL CONFLICTO DE LOS HERMANOS MARX (1930), de Victor Heerman. 

La segunda película de los geniales hermanos, la primera que traigo a una de estas listas. Puro frenesí desquiciado con gags y diálogos antológicos marca de la casa. La comedia.


EL CRIMEN DEL SR. LANGE (1936), de Jean Renoir. 

Ironía, vivacidad, picardía… una magnífica comedia de Renoir, que tuvo un año inspiradísimo. Sin renunciar a reflexiones políticas, sociales y humanistas, estamos ante uno de esos desconocidos trabajos que espero los más cinéfilos disfruten.


EL FANTASMA VA A OESTE (1936), de René Clair. 

Una comedia de género fantástico. No la traigo porque sea una obra maestra, sino por su encantadora mezcolanza de géneros y originalidad. Un hombre compra un castillo en Escocia, que desmontará y trasladará, pieza a pieza, hasta América… La cosa es que con las piedras también viene el fantasma que moraba en el castillo.


EL HOTEL DE LOS LÍOS (1938), de William A. Seiter. 

No es de las predilectas entre los fans de los Hermanos Marx, pero sigue siendo otra de sus joyas. Ya saben.


EL JUEZ PRIEST (1934), de John Ford. 

Os traigo un título de John Ford, porque siempre que se pueda es obligado. Nos retrata la vida de un honesto y dedicado juez de un pueblo sureño, con todos sus problemas, los más dificultosos y los más divertidos.


EL SECRETO DE VIVIR (1936), de Frank Capra. 

Una joya del que fue considerado el mejor director de su época, uno de los más grandes de la historia. Un ingenuo Gary Cooper, papel que hacía a la perfección, la protagoniza junto a Jean Arthur. Es una comedia romántica encantadora, perfecta, de las que hace mucho tiempo que no se hacen, y al más puro estilo Capra.





EL TENIENTE SEDUCTOR (1931), de Ernst Lubitsch. 

Una encantadora película del maestro, con su atrevimiento y toque habitual. Vean la escena en la que una chica hace una llamada especial al apartamento del protagonista, que hizo caso omiso al sastre que llamó antes… cómo sin palabras se entiende todo, cómo Lubitsch sienta cátedra.


HE NACIDO PERO… (Y SIN EMBARGO HEMOS NACIDO) (1932), de Yasujiro Ozu. 

Adoro a Ozu y esta película es una debilidad. Una de sus primeras obras maestras, que tiene algunos movimientos de cámara, de los que prescindiría casi por completo según fue depurando su estilo, para retratar con un vigor y vitalidad inusitada la infancia. Muchos no la conocerán, algo que sólo perdonaré si le ponen remedio rápido.


LA CENA DE LOS ACUSADOS (1934), de W.S. Van Dyke. 

Una joya imperecedera de modernidad asombrosa. La química entre la pareja protagonista, William Powell y Myrna Loy, no ha sido igualada. Intriga y comedia sofisticada siguiendo un texto de Hammett. No se la pierdan.


LA COMEDIA DE LA VIDA (1934), de Howard Hawks. 

Los diálogos desenfrenados de Howard Hawks, donde los actores se interrumpen y comen las últimas palabras del otro, tienen aquí su primer exponente. Sin ser de las grandes obras maestras de Hawks, es un buen título.


LA FIERA DE MI NIÑA (1938), de Howard Hawks. 

Una de las mejores comedias de la historia. Punto. Casi todo lo que hace de Howard Hawks uno de los más grandes directores de todos los tiempos, posiblemente en el Top 3, está ya aquí. Y eso que a él no le convencía del todo… Una pareja eterna, la guerra de sexos, las mujeres fuertes y los hombres en su cómodo mundo burbuja que la fémina destrozará. Véanla hoy mismo, la hayan visto ya o no.





LA GRAN AVENTURA DE SILVIA (1935), de George Cukor. 

Tampoco es de lo mejor de sus responsables, aunque desde luego es un buen trabajo. El caso es que los responsables de los que hablo son George Cukor en la dirección y Katharine Hepburn y Cary Grant en los papeles protagónicos, una de las parejas eternas del celuloide, de las que hicieron de él lo que es. Quizá la mejor pareja que ha habido. Casi nada.


LA JAULA DE ORO (1931), de Frank Capra. 

Temprana screwball comedy del maestro Capra, lo que es todo un aliciente. Una opción de lo más agradable con uno de los más grandes en la dirección.


LA KERMESSE HEROICA (1935), de Jacques Feyder. 

Obra maestra absoluta y sorprendente por su atrevimiento, descaro, visión positiva de los españoles e ingenio. Comedia que bien podría estar realizada por Lubitsch, tranquilamente, por sus juegos y sugerencias sexuales primorosamente mostrados. El toque estaba en Feyder. De obligado visionado.


LA OCTAVA MUJER DE BARBA AZUL (1938), de Ernst Lubitsch. 

Joya de la comedia del maestro Lubitsch, donde su afamado toque deslumbra en un buen número de ocasiones. Humor fino, irónico, pícaro y sugerente con una inolvidable pareja: Gary Cooper y Claudette Colbert.


LA PÍCARA PURITANA (1937), de Leo McCarey. 

Impagable comedia de uno de los directores que más brilló en la comedia y el melodrama, situado en el top histórico de los grandes realizadores con comodidad y merecimiento. Prototipo de la comedia sofisticada. Es la comedia hecha elegancia, como no podía ser menos estando Cary Grant aquí. El irrepetible galán hace una memorable pareja con Irene Dunne, que ha quedado para el recuerdo. Con esta película quedó definida la personalidad del actor, que alcanzó el Olimpo para no descender jamás. Sus trabajos con McCarey son historia del cine (Tú y yo).


LA REINA DE NUEVA YORK (1937), de William A. Wellman. 

Aún recuerdo cuando vi esta película una madrugada gaditana. No es una obra maestra, lo sé, pero sí francamente apreciable. Es raro que Wellman falle. Comedia, drama y enredo. Uno de esos clásicos títulos que no pueden dejarse de disfrutar.


LA REGLA DEL JUEGO (1939), de Jean Renoir. 

El inconmensurable Jean Renoir entregando una de sus grandes obras de arte. Una de sus películas más prestigiosas y recordadas. Comedia, drama, trascendencia y mensaje eterno. Otra obra maestra incontestable que sumar a este mítico año.





LA VIUDA ALEGRE (1934), de Ernst Lubitsch. 

Un habitual de estas listas, el maestro de la comedia Lubitsch. Aquí os traigo esta ligera comedia musical que dista de ser una de sus joyas, pero que resulta encantadora.


LUCES DE LA CIUDAD (1931), de Charles Chaplin. 

Una de las grandes obras maestras del año y de todos los tiempos. La historia de amor que cuenta Chaplin entre un vagabundo y una chica ciega es simplemente eterna. Sensible y maravillosa. Si no la han visto ya tienen deberes.


MEDIANOCHE (1939), de Mitchell Leisen. 

La obra maestra de Leisen, ese maestro infravalorado del que os he hablado en otras ocasiones. Comedia excelsa y crítica social para uno de los títulos que están en el Olimpo del género. Y es que Billy Wilder y Charles Brackett están en el guión. No digo más.


MUJERES (1939), de George Cukor. 

Cukor en su salsa. El mundo femenino, actrices a las que sacar el máximo partido, la alta sociedad y una comedia elegante y sofisticada. Pocas cosas podían salir mal. Gran reparto.


NINOTCHKA (1939), Ernst Lubitsch. 

La película más recordada del maestro junto a “Ser o no ser”. La Garbo ríe, anunciaban con la película. Como para no… Yo carcajeé con ganas en la memorable escena donde ella lo hace. Impecable, lúcida, inteligente, de una ironía fina, sutil, pícara, cuidada… Top de la comedia.





NO SOY NINGÚN ÁNGEL (1933), de Wesley Ruggles. 

Traigo esta película porque me hace ilusión incluir una de ese increíble personaje que fue Mae “cuando soy buena, soy muy buena, pero cuando soy mala, soy mejor” West, que además viene con Cary Grant, ambos en los inicios de su carrera, aunque sólo la primera como gran estrella. Aquí tenemos ese descaro y picardía de la actriz, su sensualidad, manteniendo aventuras con hombres ricos de todo tipo, haciendo valer su estatus de estrella de circo.


PISTOLEROS DE AGUA DULCE (1931), de Norman Z. McLeod. 

Un poco de los hermanos Marx, que en estas fechas que vamos transitando es visita ineludible, aunque no sea de las mejores que realizaron.


PLUMAS DE CABALLO (1932), de Norman Z. McLeod. 

Casi como cada año aquí traigo un título de los Hermanos Marx. En esta ocasión la liarán en el mundo deportivo universitario. No es uno de sus títulos más destacados, pero contiene momentos y diálogos brillantes, como casi siempre.


PYGMALION (1938), de Anthony Asquith y Leslie Howard. 

El mito que eternizó Ovidio, que George Bernard Shaw convirtió en obra de teatro y que se hizo inmortal musical en 1964 gracias a George Cukor tuvo esta primera versión sin música, que, sin duda, es inferior al clásico protagonizado por Rex Harrison y Audrey Hepburn, pero tiene un indudable interés por su carácter referencial.


SOPA DE GANSO (1933), de Leo McCarey. 

No podían faltar. Los Hermanos Marx, y con una de sus grandes obras maestras, quizá su mejor obra, lo que no es raro al coincidir con un maestro de la talla de Leo McCarey.





SUCEDIÓ UNA NOCHE (1934), de Frank Capra. 

Obra maestra de la comedia romántica, quizá la piedra filosofal del género, o una de ellas. Llena de encanto, carisma, ingenio y gracia. Con dos protagonistas estelares y una dirección sublime.


SUCEDIÓ UNA VEZ (1935), de Gregory La Cava. 

Gran talento tenía La Cava en la comedia sofisticada y elegante, como bien demostraría al año siguiente con “Al servicio de las damas”. En esta ocasión cuenta con Claudette Colbert y Melvyn Douglas para contar esta encantadora historia donde también subyace la lucha de clases.


TIEMPOS MODERNOS (1936), de Charles Chaplin. 

Incontestable obra maestra imperecedera y plenamente vigente, en la que se demuestra que en plenos tiempos modernos no hace falta mediar palabra para saber contar y decir las cosas. Lúcida, sensible, profunda, divertida, total. De obligado visionado.


UN DÍA EN LAS CARRERAS (1937), de Sam Wood. 

Clásico absoluto de la comedia y otra de las grandes obras maestras de los imprescindibles hermanos. Dirigida por el infravalorado Sam Wood, director a tener en cuenta.


UN LADRÓN EN LA ALCOBA (1932), de Ernst Lubitsch. 

Como traje un drama en representación de Lubitsch, el remordimiento me lleva a enmendarme y traer también una comedia, su especialidad. Encantadora muestra de todo el talento de su director y su afamado toque. La trama se daba a ello: carteristas, ladrones y enredos amorosos. La sugerencia, la picardía, la ironía y la sutileza de un director único. ¿Qué más podemos pedir?




UNA CHICA AFORTUNADA (1937), de Mitchell Leisen. 

Otra magistral clase de cómo hacer comedia por parte de Mitchell, uno de los grandes maestros olvidados del género. Como suele acostumbrar, mete ingredientes de conciencia social y de clases en una comedia tan encantadora como elegante.


UNA CHICA ANGELICAL (1935), de William Wyler. 

Gran comedia del sensacional William Wyler. La inocencia (no indefensa) desconcertando al cínico entorno que la rodea. Muy interesante en su reflexión y agradable en su visionado.


UNA NOCHE EN LA ÓPERA (1935), de Sam Wood. 

Está difícil decidir cuál es la mejor de los eternos hermanos, pero esta está, sin lugar a dudas, en el selecto grupo de las indispensables e imprescindibles. Si hablo de “la parte contratante” y del “camarote” seguramente no tenga que explicar nada más.


UNA MUER DIFAMADA (1936), de Jack Conway. 

Encantadora comedia con enredos amorosos y los usos periodísticos en plena guerra de sexos. Cinismo, ironía y buenos diálogos en otro ejemplo de comedia de calidad en el cine clásico americano. Poco conocida, pero merecedora de todo el interés.


UNA MUJER PARA DOS (1933), de Ernst Lubitsch. 

Puro Lubitsch. Uno de esos títulos que definen su toque. Ironía, sugerencia, picardía, ritmo, sofisticación. Buena opción para empezar con él.


UNA TARDE EN EL CIRCO (1939), de Edward Buzzell. 

Los Hermanos Marx ahora en el circo. Cada uno tendrá sus favoritas, si bien esta no suele estar en la terna principal, pero indudablemente se disfruta como un enano con ella.


VIVA LA LIBERTAD (1931), de René Clair. 

Estupenda película sobre la amistad de René Clair, que además fue la primera película nominada sin ser de habla inglesa. Una película deliciosa.


VIVE COMO QUIERAS (1938), de Frank Capra. 

Capra, un imprescindible, entregando una majestuosa comedia alocada y sofisticada. James Stewart y Jean Arthur hacen una pareja inolvidable, en lo que es un nuevo clásico realizado por uno de los directores más brillantes de la historia del cine. Una de las comedias que figuran en cualquier antología del género.





VIVIR PARA GOZAR (1938), de George Cukor. 

Y de una obra maestra de la comedia a otra para redondear este estupendo año de cine. Una de las grandes comedias sofisticadas y elegantes que ha dado la historia del cine con uno de sus mejores valedores, el gran George Cukor, otro de los directores que figura en el Top de los esenciales. En este caso la pareja es Cary Grant y Katharine Hepburn, por lo que tratándose de la mejor pareja cinematográfica de la historia, poco más hay que decir…

5 comentarios:

  1. seguro que Buster Keaton no hizo nada memorable en este tiempo? mmm...

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    1. en 1930 no hizo nada,mirate la filmografia.....en el 29 y en el 33 si hizo......

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    2. reftifico......solo hizo una en los años 30

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  2. Que curioso que siempre hay alguien dando por saco :)

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