ZEPPELIN ROCK: Crítica de DOS HOMBRES Y UN DESTINO (George Roy Hill, 1969): Reseña

martes, 10 de marzo de 2020

Crítica de DOS HOMBRES Y UN DESTINO (George Roy Hill, 1969): Reseña


por Möbius el Crononauta



Dos hombres y un destino es un clásico del cine de todos los tiempos y una de las mayores meadas en las traducciones de títulos que ha visto este bendito lugar. 

Si hubo un director en la década de los 70 que supo retratar de forma amable a forajidos, ladrones, estafadores, deportistas de tercera y demás parias de la sociedad, ése fue George Roy Hill, un director que tras foguearse en la televisión se labró un estatus en Hollywood con títulos como Reajuste matrimonial, El irresistible Henry Orient o Millie, una chica moderna. Aun así tuvo que luchar por ser aceptado como director, y lidió con los productores por tener en el film a un por entonces semidesconocido Robert Redford o al director de fotografía Conrad L. Hall, cuyo talento tuvo mucho que ver en el éxito artístico del film.



La idea inicial de la 20th Century Fox al comprar el guión, basado ligeramente en las andanzas reales de dos de los últimos forajidos del Viejo Oeste, era que fuera protagonizado por Paul Newman y Steve McQueen. Pero tras varias discusiones y sus habituales exigencias egocéntricas McQueen dejó el proyecto, con lo que el papel del sosias de Newman, Sundance Kid, fue a parar a Redford tras la insistencia del director, después de que fallaran nombres como el de Brando o Warren Beatty. Y así fue como nació una de las parejas cinematográficas con más química que el ser humano haya visto. Lamentablemente sólo coincidieron otra vez más, de nuevo bajo dirección de Hill, pero esas colaboraciones valen por carreras enteras de otros actores menos carismáticos. Diablos, si por mí fuera podrían haber protagonizado veinte pelis más.




Tanto Dos hombres y un destino como El golpe tienen mucho en común, marcadas por el estilo de Roy Hill: un fino humor, escenas desenfadas mezcladas con escenas de acción fabricadas más en el montaje que ante el visor de la cámara, música de pianola, escenas con color mate, fotografías de época color sepia, y, en resumen, una gran clase. Por no hablar de las interpretaciones de Newman o Redford, que son sencillamente perfectas. Creo que desde lo de Adán y Eva no se veía una cosa así.

Y es que pocos comienzos hay mejores y con más encanto que esa proyección de cine mudo representando escenas de acción de los bandidos, con el único sonido del viejo proyector de fondo. Las escenas fueron rodadas por el director de la segunda unidad Michael D. Moore (obviamente nada que ver con el rollizo documentalista), que se había criado en los platós del Hollywood mudo al ser su hermano una estrella infantil de los años 20.




Y a partir de ese comienzo no hay mucho que se pueda decir, salvo que todo en esta película encaja a la perfección: la soberbia dirección de George Roy Hill, el mano a mano de esos dos actorazos, la esmerada actuación de la delicada Katharine Ross, los secundarios, los diálogos inteligentes, la fotografía, las escenas inolvidables (para el recuerdo ese famoso gran salto, o la espectacularidad de esos cazarrecompensas desmontando del vagón a caballo, la escena de la bici a ritmo de Burt Bacharach, etcétera etcétera). Mucha tela que cortar, vamos.




Y hasta los problemas de rodaje dieron grandes secuencias, como prueba el hecho de que ante la negativa de los estudios de dejar rodar a George Roy Hill en los decorados neoyorquinos para Hello Dolly improvisó el viaje del trío protagonista a Bolivia mediante fotografías trucadas insertadas en fotografías reales de la época, en lo que es una escena deliciosa y sin duda mucho más romántica que lo que podría haber sido una secuencia normal. Y Roy Hill hasta sobrevivió a un furibundo espasmo mientras rodaban en las colinas, debido a su maltrecha espalda, con lo que pasó una semana dirigiendo el film desde una camilla improvisada, haciendo jurar entre dolores al jefe de producción que no diría una palabra a los estudios, por temor a ser sustituido. Un tipo duro el amigo Hill.

Dos hombres y un destino es una maravilla de principio a fin, y quien ose decir lo contrario, probará los argumentos de mi Colt.

1 comentario:

  1. Dedica algun dia,un post, a las mayores meadas de titulos traducidos al español

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