ZEPPELIN ROCK: Crítica de "Por un puñado de dólares" (Sergio Leone, 1964): Review

lunes, 5 de febrero de 2018

Crítica de "Por un puñado de dólares" (Sergio Leone, 1964): Review

por Möbius el Crononauta



Habría que empezar desde el principio. El nacimiento de ese subgénero conocido como spaghetti western tuvo lugar antes de que Sergio Leone siquiera se planteara rodar una película de tal género. Antes de que el director italiano decidiera rodar una historia ambientada en el viejo Oeste norteamericano, alrededor de 25 películas de western habían sido filmadas en Italia por directores y equipos italianos (incluido el padre del propio Leone, Vincenzo). Sin embargo, la obra de Leone marcó un punto de inflexión: aun con pocos medios, el director logró componer una magnífica obra que se distanciaba de la mayoría de films anteriores, no sólo por tener mayor calidad, sino por un gozar de un tratamiento distinto, muy personal, cercano a los "westerns" maduros como Solo ante el peligro.





A partir de la década de los 50 las coproducciones entre Italia, España y Alemania fueron muy frecuentes. La principal razón para tal colaboración era el abaratar costes y facilidad para asumir los riesgos económicos de cualquier película que se llevara a cabo. Aquel método se vio renovado cuando Samuel Bronston desembarcó en España para una serie de megaproducciones de diverso género. Bronston trajo dinero y equipamiento americano, construyó estudios, platós, y, aún más importante, llevó el método de Hollywood a España. Toda una serie de técnicos y cineastas se formaron bajo la tutela de Bronston. Y aquél fue un caldo de cultivo enormemente importante para el paso que iba a dar Leone en su carrera. España era el sitio perfecto para rodar un western: tenía los paisajes, los medios y los técnicos. Y pueblos enteros dedicados a la industria del cine. A principios de los años 60 el decorado estaba preparado. Sólo hacía falta una historia.




El western, como mito, había sido abandonado por los propios americanos. El género subsistía, aunque en 1963 representaba un 9% del total de producciones en Hollywood. Cada vez era menos rentable, y los productores de los grandes estudios preferían otro tipo de historias. Los creadores del invento lo habían abandonado a su suerte. El testigo debía ser recogido por otros. Artistas y cineastas de otros países, que habían crecido viendo westerns en el cine, y que habían bebido de las fuentes de John Ford y el resto de grandes directores hollywoodienses. Y la historia que debía servir de inspiración para el comienzo de la Trilogía del dólar vino del lugar más insospechado: el lejano oriente.




El director de Yojimbo (El mercenario), el japonés Akira Kurosawa, reconoció la influencia que el western había tenido a la hora de rodar el film. Entre otros factores y razones, Kurosawa se apropió de la imaginería del lejano Oeste, del mito hollywoodiense de los cowboys y los héroes solitarios, y lo tamizó para adaptarlo al consciente y a la historia del Japón. Adaptó una novela policíaca (Red Harvest, de Dashiell Hammett), la trasladó al Japón medieval y la rodó a la manera del western, como si recreara Raíces profundas con samuráis en vez de con pistoleros.




Sergio Leone encontró en El mercenario la historia que buscaba. Mientras la veía en el cine decidió adaptar la historia y convertirla en un western. Se cerraba así el círculo: una historia de gángsters pasa a ser una historia de samuráis para acabar siendo una historia de pistoleros en el lejano Oeste. El mito era revisionado una y otra vez. Leone siempre afirmó estar "traduciendo" al italiano, más que simplemente copiar el film de Kurosawa. Sin embargo, tras el estreno, Kurosawa (con toda la razón) demandó a Leone por haber copiado su film sin adquirir derecho alguno o haber mediado conversación alguna. Los tribunales le dieron la razón, y Kurosawa y sus socios percibieron un 15% del total de la recaudación del film y los derechos exclusivos del film en Taiwan, Japón y Corea.




El personaje principal del film, el Forastero, el hombre sin nombre, debía ser interpretado por un norteamericano. Leone tuvo en mente a Henry Fonda como su Forastero: preveía un efecto sorpresa que causaría sensación. Sin embargo, el agente de Fonda ni siquiera se dignó enseñarle el guión que Leone le había enviado. Leone intentó entonces conseguir a James Coburn, pero era demasiado caro. Después, Charles Bronson rechazó el papel, afirmando que el guión era "simplemente de lo peor que he leído nunca". Sin embargo, afirmó más tarde: "Lo que entonces no entendí es que no era el guión lo que importaba. Era la forma en que él iba a dirigirlo lo que constituiría la diferencia". Finalmente Leone encontró a su hombre en una serie de televisión ambientada en el Oeste llamada Rawhide. Allí, una joven promesa de "mirada vacía" parecía que podía encajar en el papel. Su nombre era Clint Eastwood. Al parecer, Leone no parecía muy convencido, pero la posibilidad de que el caché del actor subiera en los próximos meses convenció a los productores de que Eastwood debía ser el hombre. Tonino Valerii, director asistente de Leone, afirmó: "No recuerdo que Leone dijera nunca realmente 'sí' a Clint Eastwood". En cambio, Eastwood, interesado por el guión, si que aceptó la oferta de Leone. A ello también contribuyó el deseo de su esposa de pasar unas vacaciones en España e Italia.




Eastwood no sólo se dedicó a interpretar a el Forastero, también ayudó a diseñarlo. Él compró los pantalones negros en una tienda de Hollywood Boulevard. El sombrero lo consiguió en Santa Mónica, y al parecer su famoso poncho lo adquirió en España. También fue idea suya la de tener constantemente un cigarro en la boca. También se ha dicho su característica mirada y esos ojos entornados fueron producto del sol y de las luces de alto voltaje que se utilizaron para la iluminación.




Leone, quién ya había trabajado en España con anterioridad en los comienzos de su carrera, hizo de Almería (y también de Burgos y la sierra madrileña) su lejano Oeste. Muchos de los emplazamientos para sus escenas ya los conocía de sus anteriores visitas. Otros surgieron por casualidad mientras viajaba, y otros surgieron tras la búsqueda de localizaciones. Pero lo cierto es que la Trilogía del dólar y España quedaron indisolublemente unidos.

El último elemento característico de la trilogía en discordia fue la música. Ennio Morricone, que había sido compañero de clase de Leone, no fue la primera opción del director. Sergio Leone no estaba impresionado por el trabajo anterior de Morricone, y se entrevistó con el compositor tras ser presionado por los productores. Sin embargo, decidió darle una oportunidad.




Leone quería un ambiente musical que recordara al sur de Tejas, con esa particular mescolanza de cultura mejicana y estadounidense. Y, aunque tanto Leone como Morricone no querían una banda sonora influenciada por los films norteamericanos, el director sí estaba interesado en usar el degüello, una especie de canto fúnebre mejicano, un toque de trompeta militar que se usa para anunciar al enemigo que no habrá cuartel ni prisioneros. Dicho toque se usó en la batalla El Alamo. Dicho leifmotiv fue utilizado en el film de Howard Hawks Rio Bravo. Leone quería que Morricone lo adaptara para el film, pero éste se negó. Entonces Leone le pidió que compusiera él mismo el motivo musical siempre que sonara como un degüello. Para ello, Morricone decidió basarse en una antigua composición suya, una canción de cuna que había escrito para una obra teatral.




El último paso de Leone respecto a la música vino de su deseo para hacer de la banda sonora algo tan único y distintivo como su propio film. Cuando Morricone le entregó la pieza de coro acabada a Leone, éste ordenó que eliminara la voz del tenor que se había encargado de las partes vocales. Más tarde, Leone escuchó la pista vocal. Impresionado, le dijo a Ennio: "Ya has hecho el film. Vete a la playa. Tu trabajo ha terminado. Eso es lo que yo quiero. Simplemente consígueme a alguien que sea bueno silbando".

La crítica no acogió bien el film. La mayoría de comentarios acusaban a Leone de copiar los western norteamericanos. La respuesta del público en principio fue también bastante pobre. El film tenía un presupuesto de serie B, y la publicidad fue mínima. Fue muy difícil encontrar distribuidores, pues todos daban por muerto al género del western. Cuando se estrenó la película, un fin de semana de agosto, la recaudación fue muy pobre. Sin embargo, el lunes el cine se llenó. Fue una de esas veces en que se demuestra que el "boca a boca" funciona. A partir de entonces, Por un puñado de dólares se convirtió en un éxito por toda Italia, éxito que se fue extendiendo por el resto de Europa.




Si quieres saber más: Frayling, Christopher; Sergio Leone: Algo que ver con la muerte, T&B Editores, 2002.

No hay comentarios:

Publicar un comentario