ZEPPELIN ROCK: Las mejores películas de 1924 y 1925 - Lo mejor del cine de los años 1924 y 1925

domingo, 3 de diciembre de 2017

Las mejores películas de 1924 y 1925 - Lo mejor del cine de los años 1924 y 1925

Los Nibelungos.

por MrSambo (@Mrsambo92)
del blog CINEMELODIC



Sí, los americanos y, por supuesto, los alemanes, siguen copando con sus títulos las mejores obras de los años 20, aunque grandes talentos de otras latitudes traen aportaciones imprescindibles para la narrativa cinematográfica o, simplemente, para la historia del cine con obras maestras imperecederas. Rusos, suecos… Y es que el talento se desbordada en estos años…



El navegante.



Las mejores películas de 1924 y 1925
(Lo mejor del cine de los años 1924 y 1925)

1924

EL CABALLO DE HIERRO (1924) de John Ford.

Posiblemente sea la película más conocida y reputada del maestro de maestros en la época muda. Centrando su mirada en el ferrocarril, ese caballo de hierro que cambió la historia y que divide el western, no puedo más que exigiros que la veáis para disfrutar del talento ya emergido del más grande en esta epopeya épica y espectacular.


EL LADRÓN DE BAGDAD (1924) de Raoul Walsh.

Uno de los más grandes narradores de todos los tiempos, quizá el director más trepidante de la historia del cine. Es alucinante que muchos lo tengan olvidado o se les escape al mencionar a los grandes cineastas clásicos. Este es uno de sus imprescindibles clásicos, una de sus primeras joyas, protagonizada además por Douglas Fairbanks, mítica estrella e ídolo de masas, que por si fuera poco firma el guión.


EL MODERNO SHERLOCK HOLMES (1924) de Buster Keaton.

Una de las grandes obras de Keaton, un mediometraje de 45 minutos sin desperdicio, donde la imaginación para el gag y el talento del actor y director provocan la carcajada sin esfuerzo. Sorprende la modernidad de su humor.


El caballo de hierro.


EL NAVEGANTE (1924) de Buster Keaton y Donald Crisp.

Sin querer copar la lista con el gran Buster Keaton, hay algunas que no pueden faltar. Esta, que es una obra maestra, además era de las favoritas del genio. No dejen de verla, por favor.


EL QUE RECIBE EL BOFETÓN (1924) de Victor Sjöström.

¿Os suena el león de la Metro? Pues apareció por primera vez en esta película protagonizada por el imprescindible Lon Chaney, que ya traje a estas listas. No pudieron elegir mejor. Un brillante título sobre el fracaso, el desencanto, el desamor, de fuerza arrebatadora, dirigido por el excelente, y también desconocido para muchos, aunque espero que tras leer estas listas menos, ya que incluí otra película suya, “La carreta fantasma” (1921), hace un par de semanas, director sueco Victor Sjöström.


El último.


EL ÚLTIMO (1924) de F. W. Murnau.

Descomunal y referencial obra del expresionismo alemán dirigida por uno de sus más grandes exponentes. La degradación, el fracaso, el desengaño, retratados con una potencia visual inaudita. Técnicamente impecable es una de las mejores obras del autor y del movimiento expresionista, con grandes hallazgos visuales y técnicos, donde los movimientos de cámara se muestran como pocas veces antes, donde la iluminación y las angulaciones son pura expresividad. Puro cine.


LOS NIBELUNGOS I y II (1924) de Fritz Lang.

Uno de sus grandes portentos, menos conocidas que otras suyas de la época. Dos obras abrumadoras, espectaculares, grandiosas, técnicamente deslumbrantes, en consonancia con la capacidad narrativa del magistral director. En la cima en todas las épocas.


Avaricia.


1925

AVARICIA (1925) de Erich von Stroheim.

Desgraciadamente mutilada por la censura, Stroheim narró en esta obra maestra arrolladora, con un poderío dramático difícil de igual, la caída a los infiernos que provocan los más insanos pecados. Qué bueno era Stroheim, qué poco complaciente.


BEN-HUR (1925) de Fred Niblo.

Muchos conoceréis la épica cinta clásica de William Wyler. Pues deberían ver esta, porque es absolutamente increíble. Si la carrera de cuadrigas de la adaptación de 1959 es legendaria, deléitense con esta rodada en 1925, porque no desmerece en absoluto. Incluso la batalla naval tiene momentos donde supera a la de Wyler con una puesta en escena deslumbrante.


EL ACORAZADO POTEMKIN (1925) de Sergei M. Eisenstein.

Obra capital en la historia del cine. Propaganda comunista, pero técnicamente impecable, visionaria, adelantada a su tiempo, referencial. El montaje alcanzando la edad adulta. Con esta película el director ruso revolucionó la narrativa cinematográfica y el ritmo con su portentoso montaje, definiendo el suspense dilatando el tiempo, mezclando situaciones y peripecias, haciéndolo elíptico a voluntad… Imprescindible como testamento fílmico, imprescindible como testamento técnico. Hay que conocerla para entender la evolución del montaje y la narrativa cinematográfica. No queda otra. Da igual, como en el caso de “El nacimiento de una nación” (1915) de Griffith, que el contenido histórico sea falso y manipulador e ideológicamente resulte más que cuestionable, porque aquí prevalece el arte.


El acorazado Potemkin


EL FANTASMA DE LA ÓPERA (1925) de Rupert Julian.

De nuevo Lon Chaney y el terror. Adaptando a Leroux, es una estupenda elección para saborear el cine de terror que se hacía en la época con su impagable actor protagonista.


EL GRAN DESFILE (1925) de King Vidor.

Me da rabia la caída en el olvido de este magnífico director, uno de los grandes en los inicios del cine y que además siguió entregando joyas década a década hasta los 50 (luego su producción fue más escasa y discreta). Aparecerá más en estas listas, pero no pienso resistirme a incluirle con esta gran obra bélica de estética deslumbrante que será difícil no les emocione.


LA QUIMERA DEL ORO (1925) de Charles Chaplin.

Nadie logró mezclar la carcajada y la lágrima como él. Lo acusaban de sensiblero (como a otros indiscutibles como Capra o Spielberg), pero el tiempo pone a los grandes, a muchos, en su sitio. Chaplin nunca lo perdió. Seguro recordáis el baile de los panecillos con los tenedores, tantas veces imitado… Pues es de esta película. Una de las grandes del maestro, poco más que decir.


El fantasma de la ópera


SIETE OCASIONES (1925) de Buster Keaton.

Ponemos una (o varias) de Keaton en cada año. Es un acaparador. Casarse en tiempo récord para heredar 7 millones de dólares… Ya saben lo que pueden encontrar con Buster Keaton en una situación así. ¡Disfruten!


VARIETÉ (1925) de Ewal André Dupont.

Quizá no os suene mucho, pero esta película, de extraordinaria fuerza dramática, es una de las favoritas de Billy Wilder (este seguro que sí os suena). ¡Ay, el expresionismo alemán! ¡Cuánto bueno!



Podría poner unas cuantas más de directores como Dreyer (“El amo de la casa”), Murnau (“Tartufo o el hipócrita”), Lubitsch (“El abanico de Lady Windermere”) o Browning (“El trío fantástico”), pero lo mismo el jefe me mata por incluir todas las realizadas en estos dos años…

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