ZEPPELIN ROCK: Crítica de La gran enfermedad del amor (The Big Sick) (Michael Showalter, 2017): Review

domingo, 24 de septiembre de 2017

Crítica de La gran enfermedad del amor (The Big Sick) (Michael Showalter, 2017): Review


por MrSambo (@Mrsambo92)
del blog CINEMELODIC



Los amantes de la comedia romántica están de enhorabuena porque esta película es una de esas que dignifican a un género tan vapuleado, que además ha recibido el beneplácito de la crítica. Bien es cierto que es más bien una comedia dramática, porque ahora casi todas las comedias que quieran tener algo de prestigio tienen que ser dramáticas, pero también es romántica, no se asusten.

La gran enfermedad del amor cuenta la historia real de Kumail Nanjiani en su relación con Emily, una joven estudiante de psicología, siendo de distintas culturas, él musulmán con una familia muy estricta en cuestiones religiosas y raciales, racistas, vamos, y ella una blanca occidental americana.



Como toda comedia romántica su final es predecible, habida cuenta de que sólo pueden ocurrir dos cosas, pero eso, el final, jamás define la previsibilidad de un film, aspecto que no me canso de resaltar. Es el proceso, las circunstancias del camino, su honestidad, su originalidad, su autenticidad, su sinceridad… y eso, con muchísima frescura además, es lo que tiene esta película dirigida por Michael Showalter, que el propio Kumail interpreta y escribe.

Su mirada es tan crítica como amable y entrañable con todos los personajes y problemas, por intolerantes y complejos que parezcan, rezumando un cariño sincero a esa familia del protagonista que se opone a una relación con alguien no concertado por ellos y que responda a su credo.

Diálogos frescos, irónicos, moderadamente transgresores, ingeniosos, que son la clave, especialmente en la primera fase del film, pero apareciendo durante todo el metraje, de una película tranquila, relajada, que no necesita de excentricidades, exageraciones o vulgaridades para sacar la sonrisa y, finalmente, también la lágrima. Diálogos potenciados con lagos planos sostenidos o sobrios plano-contraplano de un humor que se usa como terapia en los conflictos y momentos complicados.




La dirección de Showalter está en consonancia, sin ninguna ínfula artística ni pretensión al respecto, poniendo un estilo invisible al servicio de la historia, lo que podría resultar convencional o falto de estilo, pero este está en el ritmo del que dota al interior de los encuadres, siempre depurados, precisos, invisibles, en los breves silencios que mejoran los gags en los diálogos y la velocidad de los mismos, saltando al plano general en medio de las escenas con un sentido muy correcto dentro de la narración y la coherencia de dicho diálogo. Son, por tanto, los diálogos la pieza clave en la que se sustenta el estilo del film, lo que hace que las apariciones de los shows de comedia y los monologuistas (dedicación de varios de los personajes, incluido el protagonista), tengan plena coherencia. Serán en esas actuaciones donde se disparen los giros de la trama y definan o den vuelcos las relaciones; incluso en ellas, a modo de confesionario, se desnudará Kumail (la bronca de los padres, el encuentro de la pareja, el éxito…).

Ese estilo invisible en ocasiones torna en discreción casi oriental, con algunos planos semidocumentales, espía, en la lejanía, enmarcados, para momentos de cierta tensión o dramatismo, respetando esa conversación o momento incómodo, acudiendo a la cercanía cuando ese momento cesa.




Otro rasgo estilístico, muy moderado, es el uso del montaje fragmentado, elíptico, para el paso del tiempo, a modo de transición, que aparece en varias fases el film, tras decisiones drásticas de los personajes.

“La gran enfermedad del amor” es una película que ansía, y logra, captar pequeños retazos de vida, lo más sinceros posible, con pequeñas estampas llenas de autenticidad que pido observen con atención, porque merecen la pena y conectan con el espectador de una manera muy íntima y especial.

Hay multitud de referencias cinéfilas o culturales, desde “El coche fantástico” a Daniel Day Lewis, pasando por Hugh Grant, “La noche de los muertos vivientes”, “Forrest Gump”, “Beetlejuice”, “El Gran Lebowski”, Vincent Price, “Expediente X”…




La película, en su debe, verbaliza ciertos aspectos que no hacía falta, ya que quedaban bien plasmados en la misma trama, del mismo modo que se alarga en demasía sin necesidad, aunque el agradable conjunto no hace de esto un defecto grave. Las digresiones, en ocasiones culpables de esa extensión del film, proceden de gags que en apariencia no aportan a la trama, sino que tienen la intención de aligerar, pero en un análisis más profundo a menudo son las que exponen más claramente las emociones de los personajes.

Por otro lado, esa mayor reflexión, ese realismo en las decisiones que separa o une a los personajes, ese mimo por la elaboración de esos conflictos, alarga necesariamente el film, aunque, como digo, es un aspecto que se podría haber depurado en varias escenas.

No se arrepentirán, especialmente si les gusta el género, pero si no les gusta, con más motivo, porque es una buena apuesta. Una joyita que espero tenga un merecido éxito.

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