ZEPPELIN ROCK: Armageddon - Armageddon (1975): Crítica del disco y full album

miércoles, 6 de septiembre de 2017

Armageddon - Armageddon (1975): Crítica del disco y full album



por Alberto Iniesta (@A_Maqueda_8)
del blog Discos





...O la historia del supergrupo eternamente olvidado. Bien, de acuerdo, la historia de la música está llena de ellos. Reconozcamos, por qué no, que ahí también reside parte de su encanto. Que levante la mano el que nunca haya disfrutado por haberle recomendado un disco “desconocido, raro de cojones (llámalo como quieras) a un colega. Las labores de arquerocklogía son un clásico entre los que nos gusta la música, y ahora con internet ni te cuento. Pero, en fin, al lío. Pocos, muy pocos han oído hablar de este lujazo de banda formada por Keith Relf (voz de los Yardbirds y en los inicios de Renaissance), Martin Pugh (a las seis cuerdas en ese discazo de Rod Stewart llamado An Old Raincoat Won't Ever Let You Down), Louis Cennamo (bajista también en Renaissance) y Bobby Caldwell (baquetas y metrónomo de los enormes Captain Beyond). 



La alineación, como se puede comprobar, era de grupo grande, aunque la música si por algo se caracteriza es por carecer muchas veces del más mínimo atisbo de justicia (o, dicho de otra manera, con demasiados grupos se pasa de hija de…), algo que comprobaron en sus propias carnes estos tíos. Con ellos no se cumple ni siquiera la regla del aumento de popularidad por defunción: un año después de este disco, tras un par de meses desde la separación del grupo, Keith Relf se murió electrocutado, hecho que no derivó ni mucho menos en un aumento de popularidad de este disco. Que, por qué no, empecemos a llamarle como lo que es: un discazo.




Nos encontramos cinco canciones con unos toques entre progresivos a lo King Crimson, riffs como lo que salía del Master Of Reality y líneas de bajo que podrían haber salido de los mismísimos dedos del maestro John Entwistle. Quien se esfuerce por encontrar algún parecido entre los discos de los Yardbirds y esta mezcla explosiva, que mejor se dedique a poner los discos de Judas Priest al revés. Con Buzzard la cosa empieza bien fuerte, como debe empezar un disco, que en sus ocho minutos hay veces que da la sensación de que los tíos estaban improvisando. Pero hablamos de una jam cojonuda, vaya. En el siguiente tema, Silver Tightrope, llega algo más de pausa, acompañada de los toques progresivos a los que hacía mención unas líneas más arriba, si es que estabas todavía despierto. Con Last Stand Before llega un blues que gana enteros con la armónica de Keith, pero lo mejor llega al final. Apunten su nombre: Basking In The White Of The Midnight Sun, dividida en cuatro fragmentos que juntos constituyen los minutos de mayor calidad del disco, en una especie de A Quick One While He’s Away mezclado con el Shine On You Crazy Diamond. Un cóctel que nunca se prueba sin repetir.

Y ahora llegamos al momento de la verdad. Perdóname, Lemmy, porque he pecado. Reconozco que la primera escucha de este disco me dejó a medias, no me convenció. Decidí (aprender a hacerme yo la maleta) que no lo volvería a escuchar. Pero cómo nos gusta llevar la contraria, incluso a nosotros mismos… cuando volví a oírlo me di cuenta de lo buenísimo que es, y desde entonces lo he disfrutado muchas, muchísimas veces. Un disco para paladares con muchos acordes en su historial, y con el hambre de rock and roll del que acaba de descubrir el primer disco de Led Zeppelin. Gracias, rock and roll, por existir. Inolvidables Armageddon.

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