ZEPPELIN ROCK: Crítica de "Star Wars: El despertar de la fuerza" (J. J. Abrams, 2015): film review

domingo, 27 de diciembre de 2015

Crítica de "Star Wars: El despertar de la fuerza" (J. J. Abrams, 2015): film review



por MrSambo (@Mrsambo92)
del blog CINEMELODIC

“Star Wars” siempre será especial para mí. “Star Wars” era ver mis sueños y los más increíbles mundos paridos por mi infantil y juvenil imaginación plasmados en celuloide. Literalmente.

Cosas que había imaginado las vi recreadas en la saga original para mi pasmo y sorpresa. Una mirada maravillada que quedaba saciada en un diálogo íntimo que parecía imposible.

Curiosamente, quizá por no centrar mis peticiones en su merchandising, por desconocimiento, no terminé convertido en un friki, sólo en un apasionado de las películas.



Tras dos trilogías llega la tercera con J. J. Abrams, sabedores de que se haga lo que se haga, el cinismo y las imitaciones, el hecho de que cada uno haya convertido a este icono de la cultura popular en algo propio, jamás saciará por completo las expectativas ni aquella sensación de maravilla que tuvimos en nuestro desvirgamiento estelar. Quizá sí lo apreciemos en la mirada de los niños, de nuestros hijos, si inician su experiencia con la Fuerza y el Lado Oscuro con esta nueva entrega.

J. J. Abrams ha sido inteligente en su propuesta. Quizá temeroso en el planteamiento (decidió no arriesgar), echó el resto en la puesta en escena y la dirección, asegurándose que nadie pueda decir que es una mala película porque lo que ha hecho es renovar la original, con lo que tan solo podrían acusarle de eso, de conservador.




“Star Wars: El Despertar de la Fuerza” es una secuela/remake, una idea no del todo original, pero que funciona muy bien, especialmente si aceptas este juego de espejos en que Abrams ha convertido esta primera entrega de la tercera trilogía.

Detrás de todo el negocio y la parafernalia, los que de verdad sienten el cine, sienten su niño interior y recuerdan quiénes fueron, lo que sintieron, prefiriendo dejarse llevar en vez de intelectualizar el asunto, se reencontrarán con una historia de fascinación, de descubrimiento, de magia e ilusión donde todo, absolutamente todo, es posible. Esa magia que conectó con el imaginario colectivo allá por 1977.




Porque sí, Abrams ha recuperado aquel espíritu, sin riesgos, pero está presente. El director americano se ha dejado llevar por eso, sin más, añadiendo un ligero y necesario poso nostálgico (que quizá lo pongamos nosotros en realidad, porque no somos los mismos y el pasado marca), renunciando a todo cinismo, tan en boga en estos tiempos.

Abrams ha facturado una magnífica película de aventuras galácticas que honra a la franquicia más exitosa de todos los tiempos, a su leyenda, a pesar de tener ciertos defectos.

Son las virtudes lo que predominan, por lo que invito a hacer el ejercicio de abstracción mental, que no es complicado, de no dejarse influir en esas dos horas por todo lo anterior que nos entregó la saga.




La fisicidad ha vuelto a “Star Wars”, y con más intensidad que nunca. La última trilogía dirigida por Lucas resultaba rígida y agarrotada, con unos actores que parecían más pendientes de no salirse de la marca y la pantalla verde, rodeados de escenarios virtuales que restaban autenticidad. En esta nueva entrega, con la mezcla de efectos especiales de primer nivel integrados en escenarios auténticos, como el desierto, o interiores creíbles, como en el Halcón Milenario, se dota de realidad de nuevo a “Star Wars”, que vuelve a ser algo tangible y genuino.

El polvo, la arena, la suciedad, vuelven a aparecer y más real que nunca, y no sólo como recurso estético, sino simbólico. Cuando el Halcón Milenario emprende el vuelo por primera vez en esta nueva entrega de la saga, lo hace quitándose el polvo y la arena de encima, las telarañas tras tantos años parados, iniciando el viaje para reencontrarse con viejos amigos, con nosotros, los espectadores, y sus legítimos dueños, Han Solo y Chewbacca.




J. J. Abrams demuestra en esa puesta en escena tan física, con los decorados y un mundo real, así como en las excelentes secuencias de acción, el vigor de la juventud, que parecía haberse perdido.

Clava las escenas de acción, mucho más salvajes, agresivas y, de nuevo, físicas, especialmente en los duelos, pero también en las que recurren a los efectos, como esos extraordinarios combates aéreos. Ya se intuía en los trailers, pero son un goce. Abrams sostiene los planos para que disfrutemos de las persecuciones y los vuelos, usa el plano general como base de todo para que apreciemos bien la acción, y luego nos deleita con mucha imaginación para resolverlas. Magníficamente rodadas, siempre sabemos dónde está cada cosa, por dónde va cada personaje, cada vehículo…




Sí, Abrams desempolva la leyenda y desde el máximo respeto (puede que incluso demasiado desde el guión, como comenté), se entrega a su esencia más pura, diciendo adiós al cinismo y dando la mano a la fascinación, la diversión y la ingenuidad que enamoraron desde los 70.

Muchas de las frases recitadas por los personajes son guiños, memorables manifestaciones de los pensamientos de los propios espectadores, e incluso de los mismos actores que interpretan a los personajes, fascinados por reencontrarse con un mito al que han echado de menos.

Plantea el director americano un juego de espejos, un diálogo reverencial y respetuoso a la par que juguetón y lleno de energía entre el pasado y el futuro como clave de su apuesta. Un ejemplo paradigmático. Ese plano de BB-8 llamando a R2-D2.




Salvo algún villano, como Hux, todos los personajes, nuevos y viejos, son muy notables, matizados, ricos e interesantes. Se huye de lo plano sin incurrir en grandes complejidades. Héroes con defectillos y villanos con dudas. Un buen trabajo que resalta enormemente en ese Han Solo maduro y enriquecido. Leia, en cambio, tiene poco protagonismo desgraciadamente. BB-8 es un auténtico hallazgo.

Los personajes clásicos quedan brillantemente desparramados y diluidos en los nuevos, adquiriendo muchos de los rasgos de aquellos, siendo reconocibles nuevamente como un juego de espejos los unos en los otros. Actitudes, gestos y rasgos que nos remiten a los que hicieron de esta saga una leyenda. Finn (John Boyega) tiene cosas de Han Solo (Harrison Ford) o Luke Skywalker (Mark Hamill) en su ingenuidad; Pou Dameron (Oscar Isaac) también tiene cosas de Luke en su pureza heroica, aunque puja por ser el nuevo Han Solo; Rey mezcla rasgos de Han y de Leia (Carrie Fisher)…




Hay defectos, muy claros y que en absoluto se pueden obviar. Lo que más críticas ha despertado es que el guión de la película, la historia que cuenta, es calcado a la película original, “Una nueva esperanza”, aspecto que ciertamente no me incomoda e incluso me parece inteligente y entrañable como idea inicial, pero que se excede. No sólo calca el planteamiento (robots que huyen con un mensaje codiciado por los villanos y se encuentra con el héroe de la película), es que lo hace con toda la estructura y la historia, incluyendo los golpes de efecto e impactos dramáticos durante el desarrollo.

Todo esto hubiera sido disculpable si no fuera por el clímax final, que termina lastrando todo el conjunto. Un clímax defectuoso además, con incoherencias absurdas (el duelo decisivo y un uso de la fuerza francamente ilógico). Esta falta de imaginación en el clímax es el mayor defecto, el más estrepitoso, y debería haberse evitado.




Teniendo esto en cuenta, no pueden resaltarse defectos estructurales, en ese sentido es perfecta, ya que calca e incluso mejora el ritmo de la original, aunque perjudicando ciertos aspectos por la falta de matices. Matices necesarios para dar más cohesión y corregir ciertas incoherencias. Una falta que se aprecia, por ejemplo, en el contexto social y político.

Falta dimensión socio-política, no entendemos cual es la situación, queda confusa y poco definida. En la trilogía original aceptas el planteamiento inicial porque es el planteamiento original, precisamente, no es indispensable conocer cómo se llegó ahí, se acepta tal cual se presenta porque es el inicio de todo, como es lógico. Aquí no estamos en el inicio, es la séptima entrega, sabemos de dónde venimos y, por tanto, se necesita una mayor definición de las cosas. Todo tiene un aire excesivamente repentino. No ha pasado el tiempo necesario… Confiemos en que esto se corrija en las siguientes entregas.




Además, en la original la situación queda perfectamente expuesta y definida, el Imperio gobierna y manda y existe una Resistencia que aspira a derrocarlo… Aquí no, se supone que el Imperio quedó derrocado, pero se sigue hablando de Resistencia y no entendemos ni sabemos cómo están las fuerzas en ese momento. Todo aparece diluido y disperso, poco claro, lo que hace necesaria una mejor explicación. Vemos miseria en muchos planetas y falta de organización y control… Se intuye poco trabajo en ese sentido, que no se lo han planteado siquiera.

También hay ciertos defectos dramáticos en alguna trama o relación entre personajes (Han y Leia, los dos protagonistas…).




Tampoco encaja bien el paso del tiempo en esta continuación. Es un gran detalle que se vuelva a incluir en la narración temas como los mitos y leyendas referidos a los Jedis, pero encaja mal que pocos años después del derrumbe del Imperio gracias a unos héroes famosos por toda la galaxia, que aún siguen vivos de hecho, la gente los considere mitos de dudosa existencia. No termina de ser creíble ni de tener sentido.

En cambio sí se insinúan interesantes reflexiones sociales en la construcción de ese Imperio con postulados platónicos y nazis. Esos Stormtrooper o soldados imperiales que son separados de sus familias para servir al Imperio, por ejemplo.

El guión acierta al seguir los temas familiares que vertebran esta epopeya espacial, donde la mayoría de los personajes son seres desarraigados, sin padres o familia, que buscan sus raíces o lograr integrarse en una.

Tras muchos sucedáneos e imitaciones, algunos verdaderamente talentosos, llega la original, la opera espacial eterna y definitiva, la que creó George Lucas, y lo hace por todo lo alto, orgullosa de ser una secuela y a la vez un remake/homenaje. Así que disfruten el aroma clásico, esto es historia del cine e imprescindible cultura popular.

No, no llega a las mejores de la saga, pero es una más que digna sucesora.

Jorge García

4 comentarios:

  1. Excelente tu reseña! Mi aporte: esta es la única de las 7 películas de SW en la que el director usa lentes, desplazamientos de eje y colorimetria de modo narrativo, la fotografía es excelente.... y es la mejor actuada. Abrazos desde Argentina!

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  2. Muchas gracias por el aporte, Tony. Un fuerte abrazo!

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  3. Me gusta la reseña, se parece mucho a lo que yo he vivido. Lo peor de la película, el guión, un recorta y pega de la trilogía original con diálogos y estructuras calcadas. Lo mejor, el entretenimiento, la puesta en escena y la entrega de los nuevos protagonistas. Y las escenas de batalla. Me parece que sé cómo va a acabar esto...

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  4. Muchas gracias, amigo mío. Está usted certero en el análisis :)

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