ZEPPELIN ROCK: Imelda May - Tribal (2014): Review. Crítica del disco

miércoles, 21 de mayo de 2014

Imelda May - Tribal (2014): Review. Crítica del disco


por Addison de Witt (@Addisondewitt70)




¿Cómo olvidar aquella calurosa mañana de hace unos años en la plaza de la Virgen Blanca de Vitoria? Era la edición del Azkena Rock Festival de 2010 y sobre el escenario a punto de salir una tal Imelda May, me habían hablado bien de ella, que si le daba al rokcabilly y al blues, que si porta jazz y un aire savoir faire muy cool y a la vez rústico...


Pues sí, más o menos eso es lo que apareció aquel mediodía en el escenario gasteiztarra, una mujer de rompe y rasga con los dientes afilados dispuestos a devorar todo tímpano hostil que se le pusiese por delante, ceñida en un vestido vintage, empapada de sur americano a pesar del fuerte acento irlandés, pandereta en mano que usaba para armonizar mas aún el contoneo de sus caderas, miradas lascivas al guitarrista de la banda, afortunado esposo de la diva y gran guitarrista Darrel Higham, y la voz...aquella voz infectada de intención y fuego, como una amante visceral nacida en pleno y salvaje Mississippi, aquella voz gélida que congelaba los corazones con su color de mujer fatal, aquella voz sensual, aquella voz hierática...aquella voz.



Me quedé prendado de la dama, de su música también, de su carisma, de su presencia, de su impostura…
Fue llegar a casa y hacerme con Love Tattoo que no paró de sonar en varias semanas, fue uno de los discos de aquel verano, menos conseguido su segundo disco: Mayhem hacía de este lanzamiento prueba de fuego para esta fuerza de la naturaleza que con la reciente maternidad no era extraño pensar que se mostrase tocada de una suerte de ternura en la voz de la que adolecía en anteriores entregas que bien empleada podría dulcificar su propuesta haciéndola ganar enteros, pero que llevada al extremo de paz y golosonería de carácter, perfectamente comprensible de los instintos maternales, resultaba mas verosímil que dieran al traste con su concepto musical racial y enérgico, había pues, miedo por mi parte ante este tercer LP.

El miedo para los cobardes, y el temor para los inseguros, mamá Imelda nos muestra su cara mas fiera, su actitud mas agresiva y determinante en este Tribal; su voz suena silvestre, arenosa como los senderos resecos del lugar de proveniencia de sus canciones, imparable como una nube de polvo amarillo levantada por el remolino de caliente aire que atraviesa ciertos caminos.

En esta tercera entrega destacan los temas desbocados sobre los calmos, las percusiones ametrallantes sobre las escobillas que besan los parches, los contrabajos girando sin parar sobre los jazzisticos y acompasados pellizcos.



Así lo demuestra desde el primer tema, ritmo vivo y guitarras afiladas para que cabalgue la brillante voz de Imelda sobre el conjunto en Tribal que abre brillantemente el disco, más velocidad y vértigo en melodías y guitarras para la sísmica y nerviosa "Wild Woman" un título muy apropiado y sorprendente la destreza a las seis cuerdas del feliz papá. Más guitarras de rotundo vibrar en la sincopada y tabernaria "Helfire Club", rockabilly clásico al poder de un vozarrón rural y genuino. Tremendo trabajo de la base rítmica formada por Al Gare y Steve Rushton contrabajo y batería respectivamente, así lo demuestran en cortes como la imparable "Five Good Men", la de tendencias mas modernas y eléctricas que alimentan la estupenda y contagiosa "Round The Bend" y en el cañonazo que cierra el disco: "Right Amount of Wrong", un trío realmente poderoso el que acompaña al terremoto irlandés.

Ritmos del gusto de pioneros cincuenteros en "I Wanna Dance" y buen rollo en la divertida y ligera melodía de agradable buquet del primer single "It's Good To Be Alive".

Oscura y pesada como una losa de sonido: "Gypsy in Me" pretende conquistar espacios llenos del humo de los cigarros envenenados fumados por Billie Holiday y a punto esta de conseguirlo, unas copas de las que hacen arder las heridas aún húmedas del corazón sufriente parecen deslizarse por las venas de este tema, tremenda guitarra de Darrel Higham, corte irresistible.

Mas dulce y lírica, voz angelical y guitarras amables y acariciadoras en la cincuentera "Little Pixie", como si la cantase mientras la luz de la luna derramase su mágica luz sobre su cuerpo en contacto con la nocturna brisa estival.

Mas blusera y lineal suena "Ghost of Love", ritmo machacón y guitarras que marcan diferencias, y fin de fiesta con la jazzistica letanía de la ambiental y gaseosa sonoridad de un trombón lejano para dar carácter a la terca melodía de "Wicked Way".

Aprobado y con nota para la exuberante dueña del rockabilly que confirma una carrera que da el salto a feliz realidad, dejando atrás el no siempre grato papel de promesa, muchos, entre ellos yo, lo celebrarán a buen seguro.

©Addison de Witt

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