Son dos de los microrrelatos que podemos leer en esa antología que más de una vez he traído por aquí, titulada Quince Líneas, publicada por Tusquets en 1996. El primero, "El francés", tiene por autores a Angélica Álvarez y Bruno Marcos (así figura al pie), y es la historia, la imagen, de una batalla perdida (una de esas pequeñas batallas que perdemos durante el día, rutinariamente, a veces sin ser conscientes de ello, aunque en este caso se trate de una muy particular). "Atún", el segundo de los micros, pertenece a Rafael Rodríguez, y es una muy bella y sabrosa historia de amor. Os emplazo a su nutritiva lectura.
El francés
Aquel francés apodado "el Morís" había dejado sus maletas sobre los asientos del departamento cuando Clara Márquez entró tempestuosamente con los ojos irritados, gritando y en bragas, sus minúsculos pechos saltaban frenéticamente como si quisieran salirse de su mera condición de pechos. De pronto se detuvo y los pezones duros, puntiagudos y amenazantes, quedaron apuntando a los ojos de aquel hombre. El francés desvió la mirada hacia otra parte. Aquellos dos pezones habían ganado la batalla.
Angélica Álvarez y Bruno Marcos
Atún
Atún. Me encantan el atún. Como bocadillos de atún a todas horas. A veces pienso que debo tener el récord mundial de bocadillos de atún comidos y me siento orgulloso por ello. En ocasiones también pongo mahonesa y aceitunas y tomate de ensalada y cebolla en vinagre e incluso lechuga y carlota.
Pero desde hace unos días algo ha cambiado. También como sobrasada y cocido de arroz, y la culpa es de ella. Es tan guapa que me ha hecho olvidar el atún. Nunca pensé que fuera posible, pero ha ocurrido y tengo que asumirlo. Cuando escucho su voz es como el tierno crujido que inundaba mis oídos al mordisquear levemente el pan con atún.
Sí, lo reconozco, he conocido a alguien que me gusta más que los bocadillos de atún.
Rafael Rodríguez
ÁCS
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