La obra, metida en el hard rock melódico de finales de década, tiene algunos momentos brillantes. La cara A contiene tres composiciones de Larsson, lo mejorcito del disco, con buenos estribillos y guitarras, sobre todo Can't get you out of my mind y Dance, dance (con un rollo Ratt). Hay una versión del Hey bulldog de los Beattles pasable y una final, Rain, acústica, olvidable. La cara B está compuesta por Lodin, a excepción de The blues is just the same, a cargo del teclista invitado Ulf Wahlberg, un blues en toda regla muy apañado pero que pega poco con el resto. Salvo la inicial Ballerina (quizá la mejor del disco), el resto cumple sin más. La verdad, una pena que en la producción buscaran el lucimiento de Lodin, porque las guitarras suenan bastante bien.
Consiguió cierto éxito en Suecia y países aledaños, lo que les permitió firmar un contrato más largo y editar una continuación de título Freak. Tras él Thomas Larsson se marchó de la banda para convertirse un tipo de referencia en la escena, principal responsable del resurgimiento de Glenn Hughes a mitad de los noventa colaborando con él en el fantástico Fom now on... (1994) y en la gira posterior; Glenn siempre habla de este momento como el pistoletazo definitivo a su confianza tras la larga travesía del desierto que fue su desintoxicación y caída a finales de los ochenta. Si os interesa, Larsson realizó un estupendo disco titulado Freeride con Goran Edman a la voz. Por su parte, Lodin se mudó a Finlandia y reclutó al guitarrista búlgaro (también emigrado) Nikolo Kotzev, otro tipo curioso; tras dos discos con Baltimoore formó su propio supergrupo, Brazen Abbot, donde compartió estudio con gente como Joe Lynn Turner, Tony Harnell, Jorn Lande, Ian Haughland o Jon Leven. En mi blog le dediqué una entrada, que os enlazo aquí.
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