ZEPPELIN ROCK: Crítica de la película Birdman (Alejandro González Iñárritu, 2014)

sábado, 17 de enero de 2015

Crítica de la película Birdman (Alejandro González Iñárritu, 2014)



por Savoy Truffle (@CarlosLorenteR)


"Usted es una celebridad, no actor". Una frase que resume la esencia de lo que Alejandro González Iñárritu quiere mostrarnos en Birdman, es decir, las consecuencias que el miedo al fracaso, a no dejar ninguna huella, provoca en nuestro interior, y por tanto hacia los de nuestro entorno, por creernos las opiniones de los demás.

Riggan Thomson (Michael Keaton) espera que encabezando una nueva y ambiciosa obra en Broadway logrará, entre otras cosas, dar nueva vida a su moribunda carrera. En muchos sentidos es un iniciativa profundamente insensata, pero el antiguo superhéroe del cine (que rechazó hacer Birdman 4) tiene grandes esperanzas de que esta idea creativa le legitimará como artista y demostrará a todos (incluido él mismo) que es algo más que una vieja gloria de Hollywood.




Al llegar la noche del preestreno de la obra, el actor principal de Riggan resulta fatalmente herido en un increíble accidente durante los ensayos, por lo que ha de ser sustituido rápidamente. A sugerencia de la primer actriz, Lesley (Naomi Watss), y ante la insistencia de su mejor amigo, productor, abogado y mil cosas más Jake (Zach Galifianakis), Riggan contrata al principio con ganas, luego a regañadientes a Mike Shiner (Edward Norton), un elemento conflictivo que tiene a su favor la garantía de venta de entradas y una elogiosa crítica en el New York Times. Por si fuera poco, a Riggan se le acumulan los problemas, ya que debe vérselas con su novia y coprotagonista, Laura (Andrea Riseborough), con su hija, que trabaja para él (es su asistente personal), recién salida de un tratamiento de rehabilitación, Sam (Emma Stone), así como su exesposa, Sylvia (Amy Ryan) que aparece en momentos puntuales y clave para ser la balsa de aceite que el protagonista necesita.




Una de las interpretaciones más portentosas de los últimos tiempos por parte de Michael Keaton, y una réplica bestial de Edward Norton hacen de esta película una de las mejores que haya visto en mucho tiempo. Por otro lado, la película es un plano secuencia continuo, en algunos momentos empalmados digitalmente, casi sin que se note, pero que le da una realidad tremenda a la película, ya que vivimos a cada instante lo que le pasa a todos los miembros de la obra, tanto en el escenario, como, sobre todo, entre bambalinas y detrás del mismo, en sus camerinos, sus comidas de tarro, sus subidas y bajadas.




La película, que pugnará por una estatuilla dorada, tiene dos o tres cosas tremendas: primero ritmo, nunca decae, de hecho lo del plano secuencia continuo es un gran recurso que hace que la película no acelere en demasía, pero que no decaiga, un guión realmente apabullante y con muchos recursos y por último unos actores a la altura y que están dispuestos a reírse de si mismos, con lo que todo ese cóctel conforma una de los mejores films que se pueden ver en la actualidad.

©Carlos Lorente

No hay comentarios:

Publicar un comentario