ZEPPELIN ROCK: LAS MEJORES PELÍCULAS MUSICALES de los AÑOS 50: El mejor cine musical de la década

domingo, 14 de marzo de 2021

LAS MEJORES PELÍCULAS MUSICALES de los AÑOS 50: El mejor cine musical de la década

 

Cantando bajo la lluvia

por MrSambo (@Mrsambo92)
del blog CINEMELODIC



Hoy dedico la lista a la década del musical (también lo fue del Western, entre otros géneros). Los 50, una de las décadas más gloriosas del cine. Rica, variada, excelsa en cuanto a cantidad y calidad de obras maestras como pocas o ninguna. Tras la 2ª Guerra Mundial la gente buscaba evasión y el musical dio en el clavo de las necesidades de la audiencia. Tramas ligeras (a menudo sólo en apariencia), virtuosismo visual, coreografías sublimes, riqueza de puesta en escena, artistas inmortales que se convirtieron en iconos... Un mundo especial que llevaba a los espectadores lejos de problemas y realidades desagradables para hacerlo vivir una experiencia verdaderamente única. Sus melodías, canciones y escenas son aún recordadas… y lo serán.

Los caballeros las prefieren rubias

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Las mejores películas musicales de los años 50


ALTA SOCIEDAD (1956), de Charles Walters. 

Remake musical de “Historias de Filadelfia”, agradable y simpático, que hace pasar un indudable buen rato.

BODAS REALES (1951), de Stanley Donen. 

Encantador musical de grandes números y escenas para el recuerdo. El clásico aroma de los clásicos del género… sin ser de los mejores.



BRIGADOON (1954), de Vincente Minnelli. 

Otro clásico del musical con Minnelli a los mandos y la maravillosa pareja formada por Gene Kelly y Cyd Charisse deleitándonos con su arte. Una delicia llena de magia.

CANTANDO BAJO LA LLUVIA (1952), de Stanley Donen, Gene Kelly. 

Obra maestra absoluta del musical. Para no pocos es el mejor de todos los tiempos. Las coreografías son grandiosas, su lado cómico excelso y su reflexión sobre un arte crepuscular y los nuevos tiempos (el paso del mudo al sonoro), magistral. Sencillamente imprescindible. Sigue tan vigente y fresca como el primer día.

CARMEN JONES (1954), de Otto Preminger. 

Preminger en clave de musical. Manipulaciones amorosas, seducciones, pasiones desatadas con un poderoso personaje femenino. Sin ser de lo mejor del director, tuvo éxito y prestigio.

EL REY Y YO (1956), de Walter Lang. 

Y nuestro calviguapo preferido vuelve a desbordar romanticismo, en esta ocasión junto a Deborah Kerr en este exitoso y conocido musical. Además Brynner ganó el Oscar con este papel. Ingrid Bergman lo logró por Anastasia, la otra película comentada en la que participó Brynner, precisamente. Deliciosa.

EL TROMPETISTA (1950), de Michael Curtiz. 

Jazz, Blues, música, alcoholismo, talento… Gran película de Curtiz, en un tono no tan acostumbrado en el director, con un estupendo Kirk Douglas. El sufrimiento del creador y del talento. Poco conocida, pero notable.



ELLOS Y ELLAS (1955), de Joseph. L. Mankiewicz. 

Musical que era saludado como uno de los grandes cuando me zambullí en la adolescencia en esto del cine. Película encantadora con mezcla de géneros, excelso reparto y un director maravilloso.

FRENCH CANCAN (1955), de Jean Renoir. 

La película que supuso el regreso de Renoir a Francia. Un encantador musical sobre la creación del Moulin Rouge y el fascinante mundo bohemio parisino.

GIGI (1958), de Vincente Minnelli. 

Exitoso y oscarizado musical (9 consiguió) de gran elegancia que se beneficia de las virtudes estilísticas de Minnelli. Un clásico.

HA NACIDO UNA ESTRELLA (1954), de George Cukor. 

La mejor versión de todas. La enfermiza relación entre una joven cantante y actriz que llega a estrella y un actor estrella y alcohólico que la encumbra. Las relaciones y la vocaciones, los deterioros… narrados con la maestría habitual de Cukor. Una historia que ha tenido muchas versiones, la última para este 2018. Un clásico absoluto.



INVITACIÓN A LA DANZA (1956), de Gene Kelly. 

Arriesgó Kelly con esta cinta que dirige y protagoniza. Tres historias independientes y ni una palabra. Todo es música y danza.

LA BELLA DE MOSCÚ (1957), de Rouben Mamoulian. 

Pues es un remake, en versión musical, de Ninotchka, ahí es nada. Y con una de las grandes parejas de la historia del musical: Fred Astaire y Cyd Charisse.

LA MELODÍA INTERRUMPIDA (1955), de Curtis Bernhardt. 

Un biográfico de la cantante de ópera Marjorie Lawrence. Clásica cinta de talento y superación, solvente y sin alardes.

LAS GIRLS (1957), de George Cukor. 

Comedia y musical donde Cukor se encuentra muy a gusto, demostrando lo buen director de mujeres que era. Hace pasar un buen rato con las grandes virtudes de unos géneros que el cine estadounidense manejaba con asombrosa naturalidad y brillantez.



LILI (1953), de Charles Walters. 

Entrañable y encantador musical, tierno y dulce, casi hasta el empalago, pero finalmente amorosa. De esas que dan buen rollo.

LOS CABALLEROS LAS PREFIEREN RUBIAS (1953), de Howard Hawks. 

Exitoso y celebrado musical de Howard Hawks, y eso que no está entre sus mejores obras. Aún así es un auténtico triunfo, como en cada género, que fueron todos, que frecuentó. Hawks no sólo es uno de los cinco más grandes directores de todos los tiempos, era el más versátil. Marilyn Monroe y Jane Russell para deleitarnos con su presencia y algunas míticas canciones.

LOS CUENTOS DE HOFFMANN (1951), de Michael Powell y Emeric Pressburger. 

Adaptación de la ópera homónima por dos directores extraordinarios, de un gusto estético indiscutible. Ballet y amor en un film elegante y virtuoso.

MELODÍAS DE BROADWAY 1955 (1953), de Vincente Minnelli. 

Clásico del musical con Fred Astaire y Cyd Charisse, bajo la colorista batuta de Minnelli. Cima del género y referente absoluto. Una obra maestra más.



MI HERMANA ELENA (1955), de Richard Quine. 

Remake en clave de comedia musical de la película de 1942 “Los Caprichos de Elena”. Es una agradable curiosidad protagonizada por Janet Leigh y Jack Lemmon.

MÚSICA Y LÁGRIMAS (1953), de Anthony Mann. 

Otra con la alianza Mann-Stewart fuera del western. Biopic sobre Glen Miller, mito del Jazz y el swing, desde sus inicios hasta el éxito. Gran musical y un James Stewart fantástico, como de costumbre.

NAVIDADES BLANCAS (1954), de Michael Curtiz. 

Bing Crosby y Danny Kaye haciendo un poco el loco, cantando y bailando tras la 2ª Guerra Mundial para alegrar el espíritu, sobre todo en las fechas navideñas. Título entrañable.

PAPÁ PIERNAS LARGAS (1955), de Jean Negulesco. 

Fred Astaire deleitándonos con su habitual elegancia en un título menos destacado dentro de su filmografía. Su compañera aquí es Leslie Caron, una fantástica bailarina. Una historia con encanto.



REPERTORIO DE VERANO (1950), de Charles Walter. 

Esta es menos conocida aún. La definiremos como musical agrario con la Garland y Gene Kelly. Un musical clásico, eficaz.

SIEMPRE HACE BUEN TIEMPO (1955), de Stanley Donen y Gene Kelly. 

Musical clásico de gran calidad con los eternos Gene Kelly y Cyd Charisse de protagonistas. Soldados, amistad y baile, un cóctel clásico perfecto, sobre todo si está a la órdenes de Donen.

SIETE NOVIAS PARA SIETE HERMANOS (1954), de Stanley Donen. 

Clásico absoluto del musical de inmenso éxito. Entrañable, encantadora, colorista, vitalista, simpática y enérgica. Joya eterna del género con un Donen que no solía fallar en estas lides.



UN AMERICANO EN PARÍS (1951), de Vincente Minnelli. 

Obra maestra del musical en la década de su esplendor. Gene Kelly en plena forma y enmarcado en el colorista estilo de Minnelli. Un título imprescindible para los amantes del género.

UNA CARA CON ÁNGEL (1957), de Stanley Donen. 

Musical a mayor gloria de Audrey Hepburn. Ciertamente hay pocas caras con más ángel que la de ella. Guiada por el maravilloso Fred Astaire, tenemos un pequeño clásico del musical con el mejor director posible. Encantadora.

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