Extraños
DE nuevo regresaba a casa, cansado del trabajo, conduciendo su coche y escuchando otra vez aquel viejo disco de jazz. Llegó al fin, aparcó el vehículo, quitó el contacto y se dirigió silbando hacia la puerta de entrada. Mientras abría, pudo observar la huida furtiva de un extraño vestido con sus ropas, y que escapaba por entre el seto del jardín. Dudó. Se adentró en la vivienda no obstante, vio luz en el comedor, oyó el televisor encendido y avanzó presuroso por el pasillo. Desde el umbral de la puerta, observó incrédulo su propio cuerpo desangrado sobre la moqueta y una copa de coñac sobre la mesa. No había nada que hacer; la deuda estaba saldada. Sonó el teléfono con un reclamo terrible que se desvaneció enseguida. Es que hoy llegaría tarde a casa.
ÁCS
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