Castillos del alma
SE propuso construir un castillo con palabras. Desde luego la palabra castillo por sí misma no valía, pues su concepto tan solo es una entelequia, como todo el mundo sabe. De modo que empezó a transportar palabras en una carretilla: trajo la palabra tierra y la palabra piedra, también la palabra madera, y otras como argamasa, hierro, teja, foso, muro, almena, adarve, barbacana, puente, torre, corredor, saetera. Las fue acumulando en lo alto de una roca. Pero el castillo aún no adquiría una forma precisa. Sumó bufón, noble, reina, mazmorra, rejas y siervo, y poco a poco se fue vislumbrando cierta figura. Sólo cuando añadió guerra, castigo, tortura, rencor, sumisión y muerte, el castillo comenzó a dibujarse, levantándose desde su concepto como un fruto hortense. Así quedó medio trazado, como a carboncillo. Seguro que aún faltaban algunas otras palabras para que el castillo, por fin, cobrase un perfil y un volumen definitivo.
Ángel Carrasco Sotos
En los tiempos que corren, podemos construir un castillo con menos palabras incluso: ruinas y parador. Un abrazo.
ResponderEliminar