ZEPPELIN ROCK: Kashmir - Trespassers (2010): Crítica review

sábado, 11 de febrero de 2017

Kashmir - Trespassers (2010): Crítica review


por Edy Fernandes (@edylefer)
del blog Soonatas



Durante los primeros días del año de 1991, en la cautivadora ciudad de Copenhague, tres jóvenes daneses, Kasper Eistrup, Mads Tunebjerg y Asger Techau formaron una banda que por su estilo ha sido categorizada como “rock alternativo”, cuando en realidad estos chicos lo que estaban haciendo era música heavy y blues. Lo anecdótico para la historia del rock es que estos chicos decidieron llamar a su agrupación Nirvana. En efecto, llegaron a tener el mismo nombre de aquella banda encabezada por Kurt Cobain, que apenas se estaba consolidando en Seattle y toda su área de influencia en el noroeste de los Estados Unidos.



Cuando una de las agrupaciones banderas del “grunge” lanzó Nevermind en septiembre de 1991, alcanzaron un gran éxito gracias a la canción y el vídeo de “Smells Like Teen Spirit”, logrando un impacto global por la gran difusión que le dio la radio y en especial la televisión. En solo semanas los chicos que tocaban en Seattle se hicieron famosos. Ahora los jóvenes nórdicos saben de la existencia de la “Nirvana” norteamericana obligándoles a cambiar el nombre de su banda; a partir de ese momento el título de una canción de Led Zeppelin los identificará para siempre: Kashmir.

“Kashmir” es una banda interesante, muy experimental, cuando los escuchas hay momentos que te pueden sonar a Radiohead, Coldplay, Porcupine Tree o David Bowie, realmente hay una mezcla de ellos pero con un toque muy personal, muy propio de la cultura nórdica. Cada disco tiene su propia marca, evitan repetir lo que hicieron anteriormente. Es una gran aventura el poder viajar por las melodías registradas por este grupo danés, que desde el 2001 pasó a ser un cuarteto gracias a la incorporación del tecladista y guitarrista sueco Henrik Lindstrand. En los 26 años que tiene la antigua “Nirvana” danesa han publicado ocho discos de estudio, alguno de ellos puede lograr una conexión rápida y fascinante, con otros se debe nadar un poco más lento y profundo para comprender esas heladas aguas.




Hoy nadaremos por Trespassers, el séptimo álbum de estudio de “Kashmir”. Es el disco que más he disfrutado de ellos, posiblemente por su sonido menos complejo, por la armonía de sus guitarras que te trasladan a caminar por los jardines de Tivoli, como en el tema “Bewildered In the City”. Ha sido toda una experiencia escuchar cada una de las piezas que pertenece a esta producción del año 2010, pero es su primer track, “Mouthful Of Wasps” el parapente que te hace ver desde arriba el Kastellet, el imponente puente Øresund que comunica a Dinamarca con Suecia, es contemplar a los generadores de energía eólica ubicados en el mar girando sin parar. Si escuchas esta canción entenderás que se trata de las emociones, de la necesidad de liberarte de los malos pensamientos, evitar la carga de odio en tu alma, lo mejor es dejar salir lo que sientes y evitar que te ahogues.

El inicio de “Mouthful Of Wasps” con su sutil redoblante va marcando el ritmo de los pasos que damos para contemplar la profundidad del ser, el sonido del bajo acompaña los latidos del corazón haciendo que la emoción se expanda, te hace sentir cerca de “St. Alban’s Church”, ves el agua brotar de la “Gefionspringvandet” (Fuente de Gefion) esa escultura inspirada en la mitología nórdica, sobre el origen de Selandia, leyenda contada en el poema Ragnarsdrápa del siglo IX, donde Gefjun, la diosa de la procreación, convirtió a cada uno de sus cuatro hijos en bueyes para poder arar más territorio, lanzarlo al mar y así hacer mucho mayor la tierra que le dio el Rey Gylfi. Las gotas de la fuente se confunden con las de la lluvia, alegría y tristeza se mezclan, estar ahí y volver: “Put it on the vast choir sings let the Broncos run wild again wipe it off that purgatory grin because it's all too convincing. Show me that it's easy say that you are in need of me don't talk of the costs with a mouthful of wasps time is up so let them all fly up in the sky. (Pon a los grandes coros cantar. Deja que los broncos vuelvan a correr salvajes. Límpiate esa mueca de purgatorio porque todo es muy convincente. Muéstrame que todo es fácil, di que me necesitas. No hables de precio con la boca llena de avispas, el tiempo se ha ido, así que déjalas volar hacia el cielo)”.




La parte mencionada de esta canción pareciera que se escribió para este momento, para decirle a Gefjun que Copenhague nos necesita sin pedir nada a cambio, que abran las puertas porque vamos llegando para sentirnos libre mientras andamos en bicicleta, es sentir que el viaje es eterno, el tiempo y el lugar es el que nosotros queramos. La pieza no es sobre una ciudad, no es sobre la capital danesa, pero es una liberación de emociones, y en lo personal me ubica en un lugar en el que me sentí muy especial.

Ahora escucharemos al fondo una nota del teclado que queda fija, sobre ella ese riff suave de una guitarra acústica que te atrapa, llega un intruso que pasa sin problemas, se queda permanente en tu mente, es sutileza con colores de otoño, te va diciendo que es necesario revisar los espacios libres, comenzar a llenarlos y ordenarlos. “Intruder” es una canción esperanzadora, una metáfora entre las estaciones con sus distintos climas y las emociones de las personas.




Este segundo track es la historia de alguien que no espera nada en particular, sabe que llegó ese intruso, un sol que se asoma en otoño, alguien que deberá usar “los estantes vacios de aquella tienda que abrió su puerta, deberá llenar los espacios mientras pueda, porque solo hay una última fracción, un nuevo tiempo distinto al ya comenzado, porque al final solo espera hacer una buena recolecta”.

Ahora llega una hermosa letra que lleva por nombre “Mantaray”, un paseo mágico por cielos y mares, es un hombre que coloca sobre el papel múltiples metamorfosis para poder describir todas esas sensaciones increíbles que son producidas por una chica que llegó a su vida, el pide como prueba que ella pueda hacer todas esas transformaciones para mostrar que es real, que no es virtual.




La música es un juego de suaves notas que salen del teclado, pinceladas de sonido electrónico solo para marcar diferencia con lo escuchado hasta ahora. Llegan las guitarras, el bajo hace vibrar creando las olas por donde la mantarraya volará brillando bajo los rayos del sol, sin embargo esta pieza te va llevando a lo profundo del ser, de alguien que parece estar vacio, lleno de miedo, viendo como al frente esta esa chica, el solo desea que está sea real: “Now it's your sun, iI's my moonn and it's our earthquake. Kick off your camouflage, just one small glimpse of where you are, show me I'm not an apparition girl (Ahora eres mi sol, eres mi luna y es nuestro terremoto. Saca tu camuflaje, es solo un pequeño vistazo de dónde estás, muéstrame que no eres el “espíritu” (fantasma, anima) de una chica)”.

Los últimos treinta y cinco segundos es descarga, es fuerza, son emociones ratificadas en la batería de Asger Techau, pero cuando parece terminar, que llega la suave calma, de inmediato se escucha esas notas de piano como si provinieran de un viejo disco de vinilo, las guitarras van trayendo la pieza más experimental del disco, “Pallas Athena”, con solo leer el título uno se traslada a la antigua Grecia, el nombre de la diosa de la sabiduría, de las artes, de la justicia, como también de la civilidad y la guerra. La corta letra es una petición a esta Atenea que se levante y desnude para mostrar su tesoro. El bosque y todo lo que adora arderá. Abrigado en caricias, enterrado en el placer, envuelta en sus hojas quiere más nunca soltarse de ella. ¿Una canción de amor? ¿Pasión desbordada? ¿Se trata de pedir justicia? Es difícil llegar a una única interpretación.




El quinto track es una melodía sabrosa para escuchar mientras vas manejando el auto, recorriendo las carreteras, dejándote llevar por las rápidas imágenes de las postales que consigues en el camino. “Still Boy” es un viaje en el tiempo, una lucha entre aceptar o negar el paso de los años, el reconocimiento de no hacer las cosas en su momento, o no contar con los días suficientes para aprender lo necesario: -“Hiding out behind the birch and frozen lakes the view of things seems clearer here and my mistakes don't fill out the capacious bags that I dragged upstairs gives me time to grow a love where I had fear. How long will you wait at the shady end of the slope am I already late with my pyramid sized hopes. (Escondido detrás de los abedules y lagos congelados la visión de las cosas parecen más claros desde aquí incluyendo mis errores, no llené las grandes bolsas que arrastre escaleras arriba, me da tiempo para hacer crecer un amor pero tuve miedo. ¿Cuánto tiempo esperarás en el sombrío final de la pendiente? Ya es tarde en mi pirámide dimensionada de esperanzas)”.

Musicalmente “Still Boy” juega con muchos sonidos que nos hace volar la imaginación, al inicio de la pieza pareciera que estamos frente a una pantalla donde se proyecta una vieja película en formato “Súper 8”, después las maravillosas guitarras nos hacen sentir que vamos de la infancia a la vejez, un sonido como el de un viejo reloj parece marcar el tiempo.




“Bewildered In the City” es una bella canción, se entiende como el sentimiento que tiene alguien por una ciudad, es una mezcla de nostalgia y admiración, muchas de esas emociones muy propias de la gente de los países nórdicos, sutil y fuerte al mismo tiempo. Las notas de piano envuelven el ambiente para esperar que se abra la cortina dando entrada a tan cautivadora lirica; en el fondo están esos arreglos de cuerdas, es toda una experiencia que te genera tantas sensaciones difíciles de explicar: -“Meandering through your streets of maple shade oh, caving in, deep beneath your ponderous blades. Your days are short, your nights are smothered with exhaust and framing lights burning up the homesick thoughts (Serpenteando entre tus calles de color arce oh, cediendo, por muy debajo de tus pesadas hojas. Tus días son cortos, tus noches son cubiertas con exhausto, luces llameantes quemando los pensamientos nostálgicos)”.

Kasper Eistrup nos regala esta riqueza poética que se conjuga con sencillas pero penetrantes melodías, el trabajo que hace Asger Techau en la batería tiene mucha clase, mueve adecuadamente los tiempos, se van levantando los edificios, encendiendo las luces, moviéndose los automóviles por las autopistas. El cierre “Bewildered In the City” tiene efectos sonoros, posiblemente sonidos de esa ciudad que tanta nostalgia y pasión genera en su autor.

“Pursuit Of Misery” es una de mis favoritas, letra compleja, profunda, el riff de la guitarra es ya toda una adicción, el bajo de Mads Tunebjerg le da mucha fuerza, es una de las piezas más fuertes del disco. El solo de guitarra que arranca al minuto es descarga, es la expulsión de energía que había estado represada. La búsqueda de la miseria ¿A cuál se refiere? La letra es una gran juego de palabras que permite todo tipo de interpretaciones pero eso final en el que dice “el tiempo no va a escuchar; tiempo en el tiempo te hará escuchar” creo que es lapidario, el ahora no va a oír las necesidades, pero el buen uso de los momentos hará que pueda escucharse los urgidos llamados.




Hace acto de presencia “Time Has Deserted Us”, recuerda por momentos a Radiohead, pero no se trata de una imitación de estilo, no, es un sonido muy propio de Kashmir, pero hay momentos que puedes creer que son una banda haciendo algún tipo de tributo. Las guitarras suenan tan compenetradas, juegan con las formas, de una letra que parece aclarar las dudas que quedaron de la canción anterior: “Time has deserted us, so have our days. The author has written us out of his play and without a sound I'll slowly glide away. (El tiempo nos ha abandonado, también lo han hecho nuestros días. El autor nos ha echado de su obra y sin sonido me iré lentamente)”. El reclamo está ahí, hay un inconformismo con el mundo de hoy, algo no está bien, y por eso prefiere alejarse sin decir a donde.

La penúltima canción es “Danger Bear”, otra gran letra que juega con los recuerdos, las sensaciones dejadas por la inocencia, los días de la feliz infancia que se aleja rápidamente. Estamos en un nuevo viaje en el tiempo, la nostalgia por los días de la sencillez, donde solo existen los pequeños “grandes” problemas, horas de magia, donde vuelan los superhéroes, de la búsqueda de los tiernos osos peligrosos.

La última frase que pronuncia Kasper Eistrup es “So lean back tuck in and drift off”, y con esa última palabra se corta la canción, como si se hubiese apagado el interruptor. Magnifico, solo se puede entender al escuchar esta genial pieza acompañada por piano y arreglo de cuerdas.




El cierre del disco es apoteósico, “The Indian (That Dwells Inside Thist Chest)” es una gran composición, el riff de la guitarra acústica es contagioso, parece estar escuchando una pieza de la banda de rock progresivo Porcupine Tree, es delicadamente profunda, tiene capaz que se van abriendo lentamente adornadas por un gran trabajo orquestal, el instrumento de las seis cuerdas sigue moviéndose para hacerte saltar al vacío mientras esperas que se abra el paracaídas, esos segundos que te colocan entre el cielo y el suelo.

Llega el último minuto y medio, aquella orquesta de cuerdas te hace levitar, es como si te flotaras en el aire, estás viviendo el salto, sientes que eres parte del aire, aun no jalas la cuerda, nada te detiene, te sostiene el tiempo, eres parte de un fracción de segundos convertida en minutos.

“I'm afraid to admit all the things I regret, now it’s said but the night came too soon and the days running late its hard to change the Indian that dwells inside this chest (Tengo miedo de admitir todas las cosas que lamento, ahora está dicho pero la noche llegó demasiado pronto y los días que llegan tarde, es difícil de cambiar, el indio que mora dentro de este cofre)”. Estas líneas que resumen mucho de lo que encontramos en este encumbrado disco, tiempos cortos, pocos espacios, necesidades de buscar más de lo conseguido, las edades de la comprensión, la inocencia, la nostalgia, la búsqueda de esperanza. La música termina como si fuera el final de un film clásico, el punto culminante de una grande y triste historia.

“Trespassers” son los mejores intrusos que podemos dejar pasar a nuestro reproductor, montarnos en este ir y venir de emociones, una rueda del tiempo que hace ver toda la película de una vida. Kashmir realizó un disco que merece toda la atención, solo debemos dejarnos llevar por todo el ambiente que comienza con los colores de otoño y termina con esa herida producida por una flecha, que es en sí mismo el tiempo que se despide como las grandes obras, con violines y cellos.

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