ZEPPELIN ROCK: Crítica de "The Eternal Idol" (1987), de Black Sabbath: Reseña

sábado, 2 de julio de 2016

Crítica de "The Eternal Idol" (1987), de Black Sabbath: Reseña


por TheOutlaw76 (@TheOutlaw76)
del blog THE OUTLAW




Ocurre que, cuando se habla de Black Sabbath, uno piensa en la época Ozzy o en la época Dio, pero, como bien saben los seguidores de la saga, Black Sabbath es mucho más complejo.

En el año 1987 Tony Iommi intentaba mantener a flote el nombre de Black Sabbath. Las idas y venidas de diferentes cantantes (Ian Gillan, Glenn Hughes, Ray Gillen) y los problemas con la discográfica no le ponían las cosas nada fácil al bueno de Tony.




La grabación del disco fue muy costosa y agotadora por varias razones: Ray Gillen se marchó a mitad de grabación del disco, hasta tres productores pasaron por la mesa de sonido, baile de bajistas y baterías... desde luego no era la mejor situación para que Iommi pudiese grabar un disco de forma placentera. Finalmente fue Chris Tsangarides el productor que, en aquella época, estaba muy cotizado y consiguió un sonido realmente compacto y poderoso. Tony Martin fue el elegido para las voces y regrabó las pistas de voz que había dejado ya grabadas el genial Ray Gillen. Bob Daisley y Dave Spitz al bajo, Geoff Nicholls a los teclados y Eric Singer a la batería conformaban estos nuevos Black Sabbath. La gira fue también un constante cambio de músicos, a excepción de Martin y Nicholls que se mantuvieron en Sabbath durante algunos años.

Con todo, y pese al buen nivel de las composiciones y la buena voz de Tony Martin, el disco fue un fracaso en ventas, tanto en USA como en Inglaterra, lo que propició la salida de Black Sabbath del sello Warner.




El inicio del disco no podría ser mejor, con una poderosa y épica The Shinning, cuyo riff puede mirar de tú a tú a los Black Sabbath de la época Dio.

Unos enigmáticos teclados dan paso al siguiente tema, Ancient Warrior, con otro riff inspiradísimo de Tony Iommi. La voz de Tony Martin se ajusta como un fino guante y demuestra que puede llevar las riendas de Black Sabbath con mucha dignidad.

Glory Ride es uno de mis temas preferidos. Un tema duro, con un riff grandilocuente y, de nuevo, un solo inspiradísimo de Iommi, apoyado por los teclados de Geoff Nicholls.

Scarlet Pimpernel es un tema instrumental con teclados y guitarras acústicas con cierto aire medieval. Un interludio mágico y tranquilo que abre paso al tramo final del disco, con la rápida Lost Forever.

The Eternal Idol es el tema que cierra el disco. A falta de la fantasmagórica voz de Ozzy, los teclados de Nicholls ayudan a crear la atmósfera siniestra que requiere el tema. Un tema denso y pesado, puro Sabbath.


The Eternal Idol fue el primer paso que encaminó a Black Sabbath hacia una nueva etapa, en la que llegarían a grabar hasta cinco discos con Tony Martin a las voces. Es de agradecer que Iommi tuviese la fuerza de voluntad para tirar adelante el proyecto Sabbath.

Quizás sea porque fue mi primer vinilo de Black Sabbath, pero para mí es el mejor disco de su época con Tony Martin (todo y que he de reconocer que tanto Headless Cross como Tyr son dos grandes discos).


En 2010 se editó una Deluxe Edition con un CD que incluía todo el disco grabado íntegramente por Ray Gillen, que hasta entonces corría de forma no oficial. Una buena oportunidad para escuchar el buen trabajo que hizo el malogrado Gillen con estas canciones. Pocas veces se tiene la oportunidad de escuchar dos discos grabados por dos cantantes diferentes. Cosas del inconmensurable universo Sabbath.

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