ZEPPELIN ROCK: ÑU - No hay ningún loco (1986): CRÍTICA Review

sábado, 19 de junio de 2021

ÑU - No hay ningún loco (1986): CRÍTICA Review

 


por Rockología (@RockologiaTwit)
del blog Rockologia

Ya sabréis que Jose Carlos Molina, líder, cantante, flautista y principal compositor de los Ñu, fue siempre un tipo particular y controvertido, con una forma de lidiar con la música siempre atrevida. Tras cuatro discos en estudio, y tras romper su contrato con Chapa, decidió meterse en la sala Canciller de Madrid dos noches con un montón de músicos amigos a recoger las que, hasta entonces, consideró sus mejores canciones. Lo curioso es que casi todos los invitados habían tocado en algún momento en los discos de estudio o las giras de la banda e interpretan las mismas partes que en su día grabaran. Entre esos músicos encontramos a nombres tan conocidos como Jero Ramiro (Santa, Saratoga) o Eduardo Pinilla (Burning, Coz, Luz Casal) a las guitarras, Chiqui Mariscal (Leño) al bajo, Miguel Ángel Collado (Casablanca, Sangre Azul, Santa) a las teclas o Enrique Ballesteros (Coz, Banzai, Bella Bestia) a la batería.



La mayoría de los cortes pertenecen a sus discos más recientes. De Fuego (1983) rescata Nessa, La bailarina, Fuego y Más duro que nunca; y de Acorralado por ti (1984), Perseguido, Una noche más, Ella y Más quiero más. Pero, ¡sorpresa!, presenta cuatro nuevos temas: No hay ningún loco, Prometo besar, Los ojos de la zíngara y Sé quién. Producido por Mariano García, estrenando su discográfica Barrabás, se grabó con la unidad móvil de los Estudios Kirios. Lo cierto es que el sonido general es bastante flojo y  en ocasiones deja bastante que desear. El doble directo llegó a disco de oro en España, lo más vendido de Jose Carlos Molina.



Tras una introducción enlaza Cuentos de ayer y de hoy con Preparan, interpretadas con garra, para después lanzarse a uno de sus temas imprescindibles, el debutante No hay ningún loco. Ese estribillo y el trabajo de melódico es simplemente excelente. Tras la delicadeza de Prometo besar (algo floja) entramos en uno de mis momentos favoritos del directo, la unión de La bailarina y El flautista mediante un solo de flauta, en el que Molina (protagonista de esta sección) vacila al personal e interpreta tonadas infantiles incluso. La canción de Nessa junto a Fuego cierran lo que era el primer disco. La rudeza y la velocidad se imponen y las guitarras y una batería más heavy nos trasladan a aquellos años donde la música dura dominaba las calles, aparecía en los programas musicales de la televisión y sonaba en las emisoras de radio. Increíble la zona central con Molina, Collado y Jero intercambiando solos.

El segundo disco comenzaba con otra de las canciones estrella de Ñu, en una de sus versiones definitiva. Ella tiene ese toque intenso con el que siempre coqueteaba Molina sin perder el hálito comercial necesario para llegar al mayor número de oídos con una letra original de entrega y amor (o desamor, aún no lo sé). No creo que pueda presumir de ser un gran cantante, en cuanto a técnica, pero lo palia con entrega y un aprovechamiento inteligente de sus recursos. Otra gran interpretación para Perseguido, tema que gana (como la mayoría) en este directo, una de esas canciones al alcance de pocos compositores de la época, jugando con el progresivo al estilo Ñu. Encontrar en este punto un tema anti-clímax como Los ojos de la zíngara me hace sonreír, cómo mezcla el ritmo de rock y la melodía de inspiración árabe y un toque andaluz con la presencia del cantaor Ángel Moreno. La épica medieval se cuela en Sé quién (“tiene la espada que vencerá, la llave de una ciudad”) con otra línea melódica impoluta. Para arrastrarnos hasta el final,  la trilogía “Más”. Más duro que nunca, traca metalera donde Molina se confiesa: “ahora dime quién te ha contado que esto se acabó (…) más duro que nunca tú me haces vivir”. El saxo de Pepe Moreno nos da la bienvenida a Más quiero más, quizá de lo más comercial de Ñu, con un aire a la música que hacía Miguel Ríos en los primeros ochenta. Y el cierre a caballo del teclado y el bajo de Una noche más, con intercambio de solos y adornos.

Uno de los grandes discos en directo de los ochenta (a pesar del sonido y la mezcla final) con la caña, el buen hacer y la genialidad algo loca de Jose Carlos Molina, quien recuerda al público que “colaboró extraordinariamente” y dedica la obra a su madre “que me estará escuchando” y a la Guardia Civil “que me estará buscando”. Un imprescindible.

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