
Como la luna siempre me sabe a poco, un par de días antes tocó una banda espectacular en el Half Moon para los escasos veinte seres humanos que decidimos mejorar nuestra vida con sus canciones. La banda se llama Garcia, y vinieron a recordar un par de cosas: la primera, que poner a Taste y los Quireboys juntos a centrifugar siempre es buena idea; la segunda, que pocas cosas hay en la vida como una sala pequeña. Pero espera un momento Doc, ¿no decías que saber demasiado sobre el futuro podría ser peligroso? ¿No era esto una publicación para defender los conciertos en estadios? ¿No ponía en el Sheer Heart Attack aquello de que no se usaban sintetizadores?
Mientras el Out of the Grey de los Dream Syndicate se encarga de volarme en estos momentos la cabeza, creo que, como Amaral, no sabría qué hacer con mi vida si me viese forzado a quedarme únicamente con conciertos de salas o de estadios. Ver a los Libertines en el Forum de Melbourne, ver a los Libertines en el Gunnersbury Park, esa es la cuestión. Algunos de mis conciertos favoritos han sido en estadios, ¿verdad Bruce, Red Hot Chili Peppers o Taylor? Pero algunos de mis conciertos favoritos han sido en salas, ¿verdad Luback, Morgan o Tangerine Flavour? Por no hablar de ese glorioso homenaje a mis amados Kinks que anualmente tiene lugar en el Clissold Arms. Así que, si he de escoger (entre ellos y el rock, elegiré…) entre salas y estadios, elegiré… se terminó la cara A, tengo que darle la vuelta al disco.
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