by King Piltrafilla (@KingPiltrafilla)

Voy a hablaros hoy de la delgada
isabelita, una de mis bandas preferidas. Concretamente os quiero comentar un
álbum injustamente vilipendiado por la opinión general, ante la que no me
queda otra cosa que decir: Padre, perdónalos porque son unos hijnorantes.
Estamos a principios de 1981 y nos encontramos con un Phil Lynott triste,
deprimido incluso, con un carácter cambiante e irascible a causa del consumo
de alcohol, marihuana, cocaína y heroína, que se muestra contrariado por el
auge de la denominada New Wave Of British Heavy Metal que está captando el
interés de los más jóvenes en detrimento de bandas como la suya. Así, tras
editar el año anterior el estupendo Chinatown –del que ya os di cuenta aquí- Lynott decide no perder tiempo y grabar rápidamente un nuevo elepé de Thin Lizzy junto a
Kit Woolven en las Bahamas y, al mismo tiempo. las canciones del que sería su segundo
disco en solitario.
Las sesiones continuaron en Londres, pero Woolven se enfadó con Lynott
por culpa tanto de la dirección musical de la banda como del sonido que
debía tener el álbum en solitario del vocalista. Así que el productor se
centró en el disco de Phil Lynott y un joven Chris Tsangarides se hizo cargo
del sucesor de Chinatown en la discografía de Thin Lizzy. Entre el
comportamiento errático de Lynott, sus problemas de salud y el trasiego de
músicos en los estudios londinenses y en las Bahamas –amigos como Midge Ure,
Gary Moore, Mark Knopfler o Jimmy Bain, la mayoría con las mismas o parecidas adicciones
que Lynott, contribuyeron en diversas partes de la grabación–, Tsangarides
llegaría a declarar que hasta el final no tuvo claro qué temas de los que
estaba grabando eran para uno u otro proyecto. De hecho, el mismísimo Brian
Downey comentó que cuando tocaba no sabía para qué disco lo estaba haciendo.
Sea como sea, finalmente se alcanzó el objetivo marcado y Renegade fue el
resultado.
Grabado entre los Compass Point studios de Nassau y los londinenses
Odyssey y Morgan studios con el mencionado Chris Tsangarides a los mandos, la banda estaba
compuesta por Phil Lynott al bajo y voces, Scott Gorham y Snowy White –este
por última vez– a las guitarras y coros, Brian Downey a la batería y
percusión y Darren Wharton a los teclados, órgano y sintetizadores en la que
–pese a llevar tiempo en la banda– sería su primera participación como
miembro oficial acreditado de Thin Lizzy, algo que sin embargo no evitó que
a la hora de poner en la contraportada del disco las fotos de los
integrantes de la banda no se le tuviese en cuenta. Un tema desagradable,
ciertamente, pero normal en un momento en que Thin Lizzy era un puto
caos.
Así, con una controvertida portada de Graham Hughes –al parecer, el
habitual portadista de la banda Jim Fitzpatrick ya había realizado algunos
bocetos, pero el sello discográfico no estaba dispuesto a pagar un artista
externo–, el disco del que poseo la edición neerlandesa salió a las tiendas
con el siguiente track list:
A
Angel of death
Renegade
The pressure will blow
Leave this town
B
Hollywood (Down on your luck)
No one told him
Fats
Mexican blood
It’s getting dangerous
El disco comienza con Angel of death, con un inicio –salvando las
distancias– a lo Tarot woman de Rainbow. Se trata de un hard rock potente,
con buenas guitarras y la carismática voz de Phil, que sigue ahí aunque más
castigada. A mí me encanta. Le sigue el tema título, un Renegade que también
me gusta mucho –de hecho, ponedme a Gorham y Lynott juntos y raro será si el
resultado no me agrada–, que comienza reposada aunque va in crescendo
adquiriendo energía. The pressure will blow tiene ese sonido típico de
dobles guitarras de anteriores grabaciones, es el tema más thinlizzyano de
los escuchados hasta el momento. Por contra, Leave this town tiene una
producción algo alejada del sonido habitual, más bluesy en cuanto al sonido
de guitarra y voces, e incluso con unos coros tirando a poppy. Vamos, que si
una cosa está clara al finalizar la primera cara es que no se trata de un
disco que siga un estilo único, sino que posee variados matices.
En la cara B encontramos en primer lugar Hollywood (Down on your
lucky), otra tonada con sonido marca de la casa, temazo con buenos coros y
buenas guitarras a la que sigue No one told him, otro tema que encuentro
super thinlizzyano, aunque en un registro diferente. Las guitarras me
parecen estupendas. Fats es quizás la canción que tenga un sonido menos
reconocible, un experimento jazzy que no está mal, pero tiene difícil encaje
en el conjunto del álbum. Mexican blood es una estupenda composición de
Lynott –su título inicial era Mexican girl– en la que hasta la voz de Phil
parece más cristalina y fresca que en la mayoría de temas del disco. Sin
duda, un highlight del álbum. Y después de esta joyita sencilla aunque
preciosa, el disco finaliza con It’s getting dangerous, otra canción con
sonido diferente y una producción más limpia y menos hard rockera de lo
habitual que pone la guinda a una obra variada –algunos dirán irregular–,
con más nivel del que se le ha querido reconocer históricamente y en mi
opinión del todo imprescindible para los amantes del hard rock de los
ochenta en general y de la banda irlandesa en particular.
Está claro que no es de los mejores trabajos de Lynott y compañía, por
supuesto, pero su valía es indiscutible y –para un enamorado de la banda–
resulta siempre un placer dedicarle una escucha. Hacedme caso y recordad: de
Thin Lizzy, hasta los andares.
¡Feliz viernes!
@KingPiltrafilla
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