RAVEN: Historia completa de una leyenda de la NWOBHM
Raven es una banda inglesa de heavy metal formada en 1974 en Newcastle, liderada por los hermanos John y Mark Gallagher, inspirados por bandas como Status Quo, Queen y Deep Purple, decidieron formar su propio grupo. Considerados pioneros de la New Wave of British Heavy Metal (NWOBHM), desarrollaron un estilo propio apodado “athletic rock” o rock atlético, combinando la velocidad y potencia del metal tradicional con una puesta en escena enérgica y excéntrica. A lo largo de cinco décadas de carrera –con altibajos, cambios de formación y desafíos– Raven ha influido profundamente en el desarrollo del thrash metal y el speed metal, al punto de ser reconocidos como “padrinos” del thrash por muchos seguidores del género. En este extenso recorrido, exploraremos la historia completa de Raven desde sus inicios hasta la actualidad, analizando su discografía, su evolución musical, su papel en la NWOBHM y el legado que han dejado en el heavy metal.
Formación e inicios (1974–1980)
La historia de Raven comienza en el noreste de Inglaterra a mediados de los años 70. En 1974, los hermanos John Gallagher (bajo y voz) y Mark Gallagher (guitarra) decidieron formar su propia banda de rock en Newcastle, inspirados por las grandes figuras del hard rock y el rock progresivo de la época. Reclutaron inicialmente a un guitarrista rítmico, Paul Bowden, y más adelante completarían formación con distintos bateristas en sus primeros años (entre ellos Paul Sherrif, Mick Kenworthy y Sean Taylor) antes de consolidarse como trío. Desde el principio, Raven mostró una fuerte ética de trabajo y una voluntad de experimentar musicalmente. Sus primeras composiciones mezclaban el hard rock típico de los 70 con pasajes complejos de estilo progresivo, pero siempre con una energía desbordante y poco convencional en escena.
Pronto comenzaron a destacar por sus conciertos intensos en clubes y pubs locales del noreste de Inglaterra. Raven desarrolló una imagen escénica única, descrita como “atlética”, en la que los músicos salían al escenario ataviados con equipamiento deportivo: usaban cascos, hombreras, coderas e incluso máscaras de hockey como parte del espectáculo. En algunos shows, John Gallagher golpeaba los platillos de la batería con protectores de hockey, enfatizando la naturaleza física y extravagante de sus presentaciones. Esta teatralidad, sumada a la agresividad juvenil de su música, les hizo ganar notoriedad en la escena underground. Eran conocidos por su actitud feroz, hasta el punto de que no era raro verlos terminar los conciertos destrozando sus amplificadores en un arranque de adrenalina.
En esos años previos a su primer disco, Raven tocó incansablemente en el circuito local, enfrentándose a un panorama musical dominado por el punk rock. La explosión del punk a finales de los 70 había relegado temporalmente al heavy rock, y en ciudades como Newcastle el público parecía más interesado en la actitud rebelde de bandas punk que en el virtuosismo de los grupos de rock duro. John Gallagher recuerda lo “difícil” que era ser una banda de metal en plena era punk: “En Newcastle, todos querían escuchar punk. Tuvimos que luchar”, comenta, relatando incluso peleas campales entre punks y metaleros en las que él llegó a romperse un brazo defendiendo su bajo. Aquella rivalidad, sin embargo, también sirvió de acicate para Raven y otros jóvenes músicos. En palabras de Gallagher, muchos chicos de su generación que “no soportaban el punk” decidieron contraatacar creando su propia música. Así germinó la NWOBHM: “Hubo un montón de bandas como nosotros –y como Iron Maiden, Diamond Head, Venom...– que dijeron: ‘Al diablo con esto, toquemos la música que nos gusta’”.
Raven tomó sus influencias del heavy rock de los 70 (desde Deep Purple y Judas Priest hasta AC/DC, Montrose o Sweet) y las llevó al extremo. John y Mark admiraban los temas más rápidos e intensos de esas bandas clásicas –como “Fireball” de Purple o “Exciter” de Priest– y querían llevar esa velocidad un paso más allá. En sus primeros conciertos versionaban canciones a un ritmo mucho más acelerado que el original; por ejemplo, tocaban “Highway Star” de Deep Purple de forma endiablada mientras otras bandas locales se conformaban con “Smoke on the Water”. Esa mentalidad de “acelera y endurece todo” fue el sello distintivo de Raven desde sus inicios. Para 1979 ya habían consolidado su formación clásica como power trío: John Gallagher al bajo y voz, Mark Gallagher en la guitarra líder, y Rob “Wacko” Hunter en la batería (apodado Wacko por sus disparatadas travesuras en el escenario, como tocar vestido con traje de hockey).
Ascenso con la NWOBHM
(1980–1983)
A finales de 1979, el movimiento de la Nueva Ola del Heavy Metal Británico comenzaba a cobrar fuerza con bandas emergentes por todo el Reino Unido. Raven se unió a esa oleada y consiguió su primer contrato discográfico con Neat Records, un sello independiente de Newcastle especializado en heavy metal. Con Neat lanzaron en 1980 su sencillo debut “Don’t Need Your Money”, una explosiva carta de presentación que les dio visibilidad en la escena metalera británica. Gracias a este sencillo y a su demoledora reputación en vivo, Raven obtuvo oportunidades para telonear a grandes figuras del rock: abrieron conciertos para Ozzy Osbourne (en la gira de Blizzard of Ozz), Motörhead, Whitesnake e incluso para Iron Maiden, que por entonces también despuntaba en la NWOBHM. Para una joven banda aún sin álbum publicado, tocar junto a esos nombres fue un gran impulso de confianza.
En 1981 llegó por fin el esperado álbum debut de Raven, Rock Until You Drop, editado por Neat Records. Grabado con un presupuesto mínimo pero rebosante de pasión, el disco logró capturar en vinilo la energía cruda y festiva de sus directos. Canciones como “Hard Ride”, “Hell Patrol” o “Rock Until You Drop” presentaban riffs agresivos, ritmos veloces y los característicos agudos desgarrados de John Gallagher. La prensa especializada británica recibió el álbum con entusiasmo: la prestigiosa revista Sounds, a través del crítico Geoff Barton (quien acuñó el término NWOBHM), lo proclamó “el mejor LP salido de la NWOBHM desde Wheels of Steel de Saxon”. Gracias a esas reseñas positivas, Raven comenzó a trascender su escena local y a girar por Europa, con presentaciones en países como Italia y Holanda poco después del lanzamiento del álbum. El heavy metal británico vivía un momento de auge y Raven se posicionó a la vanguardia de esa nueva generación.
El siguiente año, 1982, la banda redobló la apuesta con su segundo LP, Wiped Out. Si el debut había sido intenso, Wiped Out resultó sencillamente arrollador: una descarga sónica aún más rápida y furiosa que sorprendió a todos. Desde la pista de apertura, “Faster than the Speed of Light”, quedó claro que Raven había llevado la velocidad del heavy metal a un nivel sin precedentes para la época. No en vano, décadas después esta canción sería reconocida como uno de los temas proto-thrash por excelencia, un claro antecedente del estilo que bandas como Metallica o Slayer adoptarían poco después. La influencia de Wiped Out en el desarrollo del thrash/speed metal es incuestionable: su combinación de riffs ultrarrápidos, doble bombo machacante y desenfreno general sentó las bases sobre las que se construiría buena parte del metal extremo de mediados de los 80. En el momento de su lanzamiento, el disco incluso logró entrar fugazmente en las listas británicas –alcanzando el puesto 63 de álbumes, la única vez que Raven ha figurado en los rankings del Reino Unido– señal del impacto que causó entre los fans del metal.
Con Wiped Out, Raven se había consolidado en la cima de la NWOBHM junto a Iron Maiden, Saxon, Diamond Head y otras luminarias del movimiento. Su estilo, sin embargo, se destacaba por ser aún más acelerado y agresivo que el de muchos contemporáneos. Esto llamó la atención al otro lado del Atlántico: el incipiente público metalero de Estados Unidos empezaba a fijarse en las nuevas bandas británicas. En 1983, Raven recibió la propuesta de firmar con Megaforce Records, el sello neoyorquino de Jon Zazula que se especializaba en sonidos duros (y que ese mismo año lanzaría el debut de Metallica). Zazula estaba impresionado con la potencia de Raven y no tardó en editar en EE.UU. el tercer álbum del trío: All for One (1983). Este disco, publicado por Neat en el Reino Unido y por Megaforce en América, cerraba la trilogía clásica de Raven con broche de oro. All for One ofrecía himnos como “Take Control”, “Mind Over Metal” o la propia “All for One”, combinando la fiereza de Wiped Out con estribillos más elaborados y ganchos memorables. La producción mejorada y la madurez compositiva hicieron de este álbum uno de los favoritos de los fanáticos, y representó el paso decisivo para la proyección internacional de la banda.
Con el apoyo de Megaforce, Raven emprendió su primera gira por Norteamérica en 1983, en lo que se conoció como el tour “Kill ’Em All for One”. Este nombre combinaba el título del álbum de Raven (All for One) con Kill ’Em All, el entonces recién lanzado debut de Metallica. Y es que, notablemente, Metallica fue la banda telonera de Raven en esa gira, la primera gira nacional de Metallica en Estados Unidos. Por aquel entonces Metallica era un joven grupo de thrash prácticamente desconocido fuera de California, pero Jon Zazula pensó que la dupla sería perfecta: los públicos de Raven y Metallica compartían gusto por la velocidad y la agresión en la música. John Gallagher ha contado que cuando escucharon la demo de Metallica por primera vez, pensaron que “sonaba como Motörhead tocado a la velocidad equivocada”, lo cual les encantó. Decidieron llevarlos de gira inmediatamente. Así, noche tras noche en 1983, Raven presentaba su arsenal de heavy metal británico mientras abrían concierto unos primerizos Metallica llenos de energía. El tour fue caótico, frenético y muy divertido, recuerda Gallagher. Esta gira conjunta es un hito histórico: no solo marcó el desembarco de Raven en América, sino que simbolizó el paso de antorcha entre la NWOBHM y la naciente escena thrash metal estadounidense. Metallica, Anthrax, Slayer, Megadeth –todas esas bandas que formarían el Big Four del thrash– han citado a Raven como influencia directa en sus inicios. La mezcla de speed metal y heavy tradicional de Raven fue uno de los modelos que inspiraron a esos grupos a llevar el metal a territorios más extremos. En resumen, para 1983 Raven ya era reconocida mundialmente como una fuerza innovadora: una banda de la NWOBHM que, con sus tres primeros discos y sus giras incendiarias, ayudó a allanar el camino para el thrash metal a nivel global.
Etapa americana y experimento comercial (1984–1987)
El éxito underground de Raven en Estados Unidos llamó la atención de las grandes discográficas. Jon Zazula, su representante en América, estaba convencido de que Raven tenía potencial para dar el salto al mainstream. Así que mantuvo a la banda de gira constante por Norteamérica en 1983 y comienzos del 84, generando expectativa hasta que finalmente varias compañías importantes entraron en una pequeña puja por contratarlos. El ganador fue Atlantic Records, sello gigante que ofreció a Raven un contrato mundial a mediados de 1984. Para entonces, John y Mark Gallagher incluso trasladaron su residencia permanente de Newcastle a la ciudad de Nueva York, estableciendo allí la base de operaciones de la banda. Era el comienzo de una nueva etapa: Raven había pasado de la escena independiente europea a la maquinaria de la industria musical estadounidense.
Antes de entrar al estudio con Atlantic, Raven lanzó un álbum en vivo que capturaba la fiereza de sus conciertos de la era NWOBHM. Live at the Inferno (1984) es un doble LP en directo, grabado durante sus frenéticas giras, que sirvió tanto para cerrar un capítulo como para presentar al público internacional el poderío escénico del trío. Con Atlantic detrás, Raven podía aspirar a mayores audiencias, pero también enfrentaría presiones para suavizar y comercializar su sonido, como pronto descubrirían.
En 1985 salió al mercado su cuarto álbum de estudio, Stay Hard, primero bajo el paraguas de Atlantic. La producción fue claramente más pulida y profesional que en sus trabajos con Neat, con un sonido acorde a los estándares de la época. Stay Hard logró un éxito moderado, principalmente gracias al sencillo “On and On”, un tema de heavy metal melódico que se convirtió en el mayor «hit» de Raven hasta la fecha. El videoclip de “On and On” rotó en MTV y permitió que la banda sonara en radios rock de Estados Unidos, ampliando su base de oyentes. Sin embargo, debajo de ese logro comercial latía una cierta tensión: Atlantic veía a Raven como un producto con potencial masivo y les instó a orientar su música hacia terrenos más accesibles, alejados del caos speed metal de discos anteriores.
El punto álgido (y polémico) de esa dirección comercial llegó con el siguiente lanzamiento, The Pack Is Back (1986). En este álbum, Raven realizó un giro estilístico notorio: redujeron la velocidad, incorporaron elementos más hard rock e incluso teclados, y en general adoptaron un tono más festivo y asequible. La portada misma mostraba a los Gallagher con un llamativo atuendo a lo “ciencia ficción deportiva” (acorde a su imagen atlética pero aún más caricaturesco), lo cual ya anticipaba que el contenido sería diferente. Entre los temas se incluyó un inusual cover del clásico pop “Gimme Some Lovin’”, reflejando la intención de atraer a un público más amplio. Pero el resultado no fue el esperado. Muchos de los fanáticos die-hard que Raven había ganado con sus discos anteriores se sintieron decepcionados y alienados por la producción tan pulida y el enfoque ligero de The Pack Is Back. En vez de potenciar su popularidad, el álbum terminó alejando a parte de su base. La prensa tampoco fue benévola, y Raven empezó a enfrentar críticas por haberse “vendido” a las tendencias comerciales de mediados de los 80. Cabe señalar que no todo el material del disco fue negativo –canciones como “Hyperactive” aún contenían riffs potentes–, pero en conjunto la obra carecía de la ferocidad que había definido a la banda.
Consciente de este traspié, Raven trató de rectificar rápidamente el rumbo. A finales de 1986 publicaron el EP Mad (1986), un disco corto donde retomaban un sonido más duro y directo, como para recordar a los fans que seguían siendo los mismos wild rockers de siempre. Este EP, junto con los intensos conciertos que Raven continuaba dando, sirvió de anticipo a **_Life’s a Bitch_** (1987), su siguiente LP. Life’s a Bitch representó un retorno deliberado a las raíces metaleras de la banda: las canciones recuperaron la velocidad (“Blast Me”*, “Thrash til the Death”), los tonos se oscurecieron y la actitud general fue más agresiva, con una producción menos saturada de brillo comercial. Muchos seguidores recibieron este álbum como una vuelta al buen camino, e incluso la crítica reconoció que Raven había “recuperado la forma”. Aun así, las ventas no fueron particularmente altas, y la relación con Atlantic ya se había desgastado tras las desavenencias por la dirección musical. Finalmente, después de Life’s a Bitch, Raven negoció su salida de Atlantic en 1988, poniendo fin a su etapa con una multinacional. Los años con Atlantic habían sido un arma de doble filo: si bien les dieron su mayor exposición mediática (con Stay Hard) y recursos de producción, también coincidieron con los momentos menos inspirados creativamente (The Pack Is Back). Como reflexionaría John Gallagher, fueron “los años menos estelares” en la trayectoria de la banda, aunque dejaron lecciones importantes.
Antes de cerrar esta etapa, Raven afrontó otro cambio significativo. A finales de 1987, tras la gira de Life’s a Bitch, el carismático batería Rob “Wacko” Hunter anunció su salida de la banda. Wacko decidió retirarse de las giras para pasar más tiempo con su esposa e hijos, poniendo fin a casi ocho años tras los tambores de Raven. Su desempeño loco en escena (llegó a tocar con una cazuela en la cabeza en algún show) y su pegada potente habían sido parte integral del sonido y la imagen de Raven, por lo que su partida marcó el fin de una era. Hunter posteriormente se dedicaría a la producción musical y la ingeniería de audio, trabajando incluso con artistas de jazz como Branford Marsalis y Harry Connick Jr.. Pero para Raven suponía encontrar un reemplazo que estuviera a la altura tanto en habilidad como en química.
Renovación y resistencia
(1988–1994)
Recién salidos de Atlantic y con un nuevo baterista, Raven encaró el fin de los 80 con el espíritu de un renacimiento. El elegido para ocupar la vacante de la batería fue Joe Hasselvander, veterano músico estadounidense conocido por su paso por la banda de doom Pentagram. Hasselvander se unió a finales de 1987, aportando un estilo más pesado y contundente, ideal para la visión que Raven tenía de su futuro inmediato. Liberados de las presiones comerciales, John y Mark decidieron también dejar atrás la imagen estrafalaria: fuera cascos y accesorios deportivos, dentro el clásico look de denim and leather (vaqueros y chaqueta de cuero) más acorde al metal tradicional. De muchas maneras, Raven quería demostrar que volvían a lo básico y auténtico.
En 1988 lanzaron su séptimo álbum de estudio, Nothing Exceeds Like Excess. Este disco fue auto-producido por la banda, reflejando la confianza renovada en su propio criterio musical. Y ciertamente, Nothing Exceeds... recuperó la velocidad vertiginosa y la agresividad técnica que habían caracterizado a Raven en los primeros 80. Era también el primer álbum con Hasselvander, quien demostró encajar perfectamente –la batería suena atronadora y precisa en temas como “Die For Allah” o “Into the Jaws of Death”. La frase que da título al álbum, un juego de palabras que podría traducirse como “nada excede como el exceso”, parecía un manifiesto: Raven abrazaba nuevamente el exceso de volumen, de velocidad y de desenfreno metalero. Canciones como “Gimme a Break” o “Lay Down the Law” mostraban a un trío técnicamente afilado y lleno de inspiración. El álbum salió bajo sellos independientes (Combat Records en EE.UU. y Under One Flag en UK), y aunque con distribución más modesta que en la época Atlantic, les devolvió credibilidad en la escena underground. Raven volvió a girar intensamente: abrieron shows en EE.UU. para bandas de thrash emergentes como Testament, y en Europa se unieron de teloneros de los alemanes Kreator, integrándose bien en ese circuito más extremo que ellos mismos habían ayudado a gestar años atrás. Incluso aparecieron en el recopilatorio en vivo Ultimate Revenge II (1989) –grabado en un concierto en Filadelfia– junto a bandas puramente thrash (Death, Dark Angel, Forbidden), donde Raven destacó con un puñado de temas demostrando que podían compartir escenario con la nueva generación de metal pesado sin desmerecer.
Sin embargo, a finales de los 80 el panorama musical volvía a cambiar. El thrash metal que Raven había influenciado ahora dominaba la escena, y nuevos estilos asomaban en el horizonte. En 1990 su sello Combat Records se disolvió en medio de problemas financieros, dejándolos de nuevo sin apoyo discográfico estable. Además, en Seattle comenzaba a gestarse el movimiento grunge, que en pocos años revolucionaría el rock y desplazaría a muchos grupos clásicos de metal. Anticipando la tormenta, Raven concentró sus esfuerzos en mercados donde aún tenían seguidores fieles: Europa continental y Japón, evitando depender de la volátil industria estadounidense.
En ese contexto, Raven viajó a Alemania para grabar su siguiente álbum, Architect of Fear (1991). De nuevo autoproducido, este disco exploró el lado más pesado y oscuro del grupo. Las guitarras de Mark adoptaron afinaciones algo más bajas y riffs más densos, y la voz de John sonó más agresiva, acorde con la tendencia más thrash de principios de los 90. Architect of Fear confirma a Raven como una banda camaleónica capaz de adaptarse a tiempos más duros sin perder su esencia. Temas como “Architect of Fear” o “Disciple” prácticamente coquetean con el speed/thrash de la época, demostrando que Raven no se había quedado anclada en la nostalgia de la NWOBHM sino que competía de tú a tú con grupos jóvenes. El álbum se lanzó a través del sello alemán SPV/Steamhammer, y fue bien recibido en el circuito europeo. Para promocionarlo, Raven realizó giras por Europa en 1991 abriendo para la banda germana Running Wild, y al año siguiente encabezaron conciertos con apoyo de grupos de thrash europeos menos conocidos (como Risk). También en 1992 publicaron el EP Heads Up!, con cuatro temas nuevos y algunas grabaciones en vivo, un aperitivo para mantener la presencia de la banda en el mercado.
A pesar de su perseverancia, la fortuna pareció jugarle una mala pasada a Raven en los años siguientes. En 1993, mientras componían material para otro álbum, John Gallagher sufrió un grave contratiempo personal: un incendio consumió su casa, y entre las pérdidas estuvieron varias de sus guitarras y equipamiento musical. Para empeorar las cosas, los restos que pudieron rescatar fueron robados por saqueadores tras el incendio. Este golpe dejó a la banda momentáneamente paralizada. Sin instrumentos y con John reubicándose, Raven detuvo las grabaciones planeadas. No obstante, lejos de rendirse, los Gallagher reagruparon fuerzas al año siguiente. Consiguieron un contrato con un sello japonés llamado Zero Records, reflejo de la importancia que su base de fans en Japón había cobrado. Gracias a ello, en 1994 viajaron a EE.UU. para registrar un nuevo disco en los estudios Showplace de New Jersey, tomando ellos mismos las riendas de la producción. El resultado fue Glow (1994), quizás el trabajo más experimental y diverso de toda su discografía. En Glow, Raven incorporó nuevos matices a su sonido: además de temas duros como “Altar” o “Enemy” que mantenían la fiereza habitual, se atrevieron con algunas power ballads (algo inédito en ellos hasta entonces) y hasta incluyeron un cover de Thin Lizzy –una versión del clásico “The Rocker” de Phil Lynott– como tributo a sus raíces rockeras. Este abanico de estilos mostró a un Raven inquieto, explorando territorios diferentes en plena década de los 90, cuando muchos grupos veteranos trataban de redefinirse. Glow puede considerarse un álbum de transición: no tuvo gran impacto comercial fuera de Japón, pero mantuvo vivo el nombre de Raven en tiempos difíciles para el heavy metal tradicional (recordemos que en 1994 reinaban el grunge y el rock alternativo). Aún así, la banda aprovechó para tocar en vivo donde podía: en 1994 participaron en el festival/convención Foundations Forum en Los Ángeles compartiendo cartel con bandas tan dispares como Korn, Yngwie Malmsteen o Machine Head, y en 1995 lograron por primera vez girar por Japón, donde fueron recibidos con entusiasmo por fans que llevaban años esperando verlos. También continuaron presentándose en Europa de forma intermitente en clubes y festivales.
En 1996, Raven decidió conmemorar su reciente incursión nipona con un nuevo álbum en vivo. Publicaron Destroy All Monsters – Live in Japan (1996), grabado durante sus conciertos japoneses, que incluye canciones de Glow junto a clásicos de los 80 como “For the Future”. Este disco en vivo captura la mezcla de épocas en el repertorio de Raven para entonces: temas nuevos conviviendo con viejos himnos, todos interpretados con la potencia intacta de la banda sobre las tablas.
Por su parte, el siguiente álbum de estudio, Everything Louder (1997), supuso un retorno al trabajo frenético que caracterizaba a Raven. Grabado nuevamente con sellos independientes (Massacre Records en Europa, por ejemplo), Everything Louder fue producido de forma casi artesanal: se registró en un pequeño estudio en Virginia (EE.UU.), propiedad del guitarrista Pete Evick, en sesiones contrarreloj que ocuparon apenas cuatro fines de semana. Sin mucho tiempo para pulir o sobre-producir, Raven optó por capturar la inmediatez y crudeza de su sonido en vivo directamente en cinta, buscando esa sensación en directo en el estudio. El resultado es un álbum sencillo pero efectivo, con 15 canciones de heavy metal sin adornos, fiel a su título: ¡Todo más fuerte! Destacan piezas como “Raw” o “Hear Me”, que muestran a unos Raven enérgicos y revitalizados, a pesar de llevar más de veinte años en activo. Para promocionar Everything Louder, se embarcaron en una gira europea junto a otras leyendas del metal: compartieron cartel con Tank (otro veterano de la NWOBHM) y con los entonces emergentes HammerFall (banda sueca de power metal), en una curiosa alineación que reunía distintas generaciones de metaleros.
Cerrando la década, Raven planeó lanzar en 1999 un box-set recopilatorio con rarezas y material de archivo, en colaboración con el sello neoyorquino Spitfire Records. Sin embargo, diferencias de comunicación frustraron el proyecto; en lugar de ello, John Gallagher tomó las grabaciones inéditas (demos, temas en vivo, etc.) y las compiló por su cuenta en un CD titulado Raw Tracks (1999). Así, los fans pudieron acceder a una colección de joyas perdidas que abarcaban desde 1984 hasta esa fecha. Pero más importante aún, Raven se reunió ese año con un productor de renombre para trabajar en un nuevo álbum de estudio: Michael Wagener, famoso por sus producciones con Accept, Dokken y otros gigantes de los 80, se sentó tras la consola para el siguiente disco de Raven. El resultado fue One for All, grabado en los estudios Wireworld de Wagener en Nashville y lanzado en 2000 bajo Metal Blade Records en EE.UU. (y Massacre en Europa). One for All fue un intento deliberado de Raven por recapturar la magia de sus primeros tiempos, pero con la experiencia acumulada de los años. Wagener aportó un sonido potente y claro; las composiciones, firmadas íntegramente por los Gallagher, mostraron un balance entre la melodía y la velocidad. Canciones como “Seven Shades” o “Top of the World” tienen ese sabor clásico de NWOBHM pero con producción del año 2000. Si bien no supuso un boom comercial, One for All recibió reseñas decentes en medios especializados y demostró que Raven todavía tenía combustible en el tanque para seguir adelante. Tras su publicación, la banda giró acompañando al legendario Udo Dirkschneider (ex vocalista de Accept) tanto en Europa como por Estados Unidos en 2000, regresando así a escenarios importantes y conectando con aficionados del heavy tradicional.
Contratiempos, pausa y regreso triunfal (2001–2014)
Justo cuando Raven parecía retomar estabilidad entrando en el nuevo milenio, ocurrió un suceso que casi acaba con la banda. En 2001, durante unos trabajos de construcción, un muro colapsó sobre Mark Gallagher causándole heridas gravísimas: sus piernas quedaron aplastadas bajo los escombros. La situación fue crítica y por un momento se temió que pudiera perder la movilidad. Este accidente mantuvo a Mark hospitalizado y posteriormente en larga rehabilitación, forzando a Raven a entrar en una pausa forzosa. Entre 2001 y 2004 prácticamente cesaron toda actividad, salvo contadas excepciones, mientras Mark luchaba por recuperar la capacidad de caminar. Fue una época difícil; sin embargo, los hermanos Gallagher dejaron claro que Raven no se disolvería. A pesar del parón, nunca contemplaron poner fin al grupo. La prioridad era la salud de Mark.
Milagrosamente, Mark Gallagher logró recuperarse después de múltiples cirugías y terapias. Contra pronóstico, para 2004 ya podía volver a tocar la guitarra, aunque inicialmente necesitó hacerlo sentado en silla de ruedas. Ese año Raven dio sus primeros conciertos de regreso, con Mark actuando desde su silla en algunos locales del noreste de Estados Unidos. La respuesta de los fans fue muy emotiva: ver a Mark sobre el escenario, perseverando pese a sus limitaciones, encarnó perfectamente el espíritu nunca rendido de Raven.
A partir de 2004, el trío empezó poco a poco a reactivar su carrera. En 2005 y 2006 fueron invitados a festivales europeos clásicos de heavy metal, como Bloodstock Open Air en Inglaterra y Bang Your Head!!! en Alemania. Frente a audiencias ávidas de metal ochentero, Raven recordó a todos que seguían tan enérgicos como siempre. Estas presentaciones marcaron un renacimiento: la banda recuperó la confianza y además notó que había un resurgir de interés en los grupos de la NWOBHM, impulsado por la nostalgia de viejos fans y el descubrimiento por parte de nuevas generaciones.
Con la moral en alto, Raven se propuso grabar material nuevo después de casi una década sin sacar disco de estudio. El fruto de ese esfuerzo fue Walk Through Fire, publicado inicialmente en Japón a finales de 2009 (de nuevo a través de King Records) y luego lanzado en 2010 en Europa (por SPV) y en América (por Metal Blade). El título “Caminar a través del fuego” parecía aludir metafóricamente a lo que habían pasado. Y en efecto, el álbum fue celebrado como un triunfo sobre la adversidad. Walk Through Fire combina elementos de todas las eras de Raven: contiene piezas veloces que podrían haber encajado en Wiped Out, medios tiempos pesados con el filo de Architect of Fear, e incluso algún toque melódico recordando Stay Hard. La crítica especializada lo recibió positivamente y, más importante, los fans lo aclamaron como el mejor álbum de Raven en muchos años. Temas como “Against the Grain” y “Under Your Radar” se convirtieron en fijos de los setlists, demostrando que la banda aún podía componer heavy metal relevante. Impulsados por esta buena acogida, John, Mark y Joe emprendieron una gira mundial que los llevó a lugares que nunca habían visitado. Por primera vez tocaron en Sudamérica, con muy buena convocatoria en países como Brasil, Chile y especialmente en una recordada fecha en Quito, Ecuador. También regresaron con gloria a Japón, donde el público les dio una bienvenida de héroes.
El momentum continuó en los años siguientes. En 2013, Raven celebró su larga trayectoria lanzando un documental en DVD titulado Rock Until You Drop – A Long Day’s Journey. Este DVD retrospectivo incluyó grabaciones de archivo inéditas desde 1982 en adelante, así como entrevistas con figuras ilustres del metal que ofrecieron sus testimonios sobre Raven. Aparecen nada menos que Lars Ulrich (batería de Metallica), Dee Snider (Twisted Sister), Dave Ellefson (Megadeth), Chuck Billy (Testament), el propio Jon Zazula y hasta Chris Jericho (vocalista de Fozzy y famoso luchador) hablando de la influencia y anécdotas en torno a Raven. Que miembros de Metallica y otros gigantes participaran del homenaje es un reflejo del respeto y admiración que Raven se había ganado en la comunidad metalera. Ese mismo año, Raven volvió a realizar una gira completa por Estados Unidos –la primera como cabezas de cartel desde los 80–, tocando en la costa Este, y juntándose con sus compatriotas Diamond Head para co-encabezar shows en la costa Oeste. La vieja NWOBHM volvía a rugir en vivo en territorio americano. Para finales de 2013, también realizaron una gira europea junto a otra banda mítica, Girlschool, cosechando reseñas muy favorables por la energía y entrega que Raven demostraba sobre las tablas, compitiendo con grupos mucho más jóvenes y dejando el pabellón bien alto.
En 2014, Raven no mostró señales de frenar. En enero formaron parte del crucero-festival 70000 Tons of Metal, tocando a bordo junto a decenas de bandas ante fanáticos de todo el mundo. Y en marzo de ese año vivieron un momento especialmente emotivo: Metallica –aquellos jóvenes que habían sido sus teloneros en 1983– los invitó a abrir su concierto en el gigantesco Estadio Morumbi de São Paulo, Brasil. Raven tocó ante cerca de 70.000 personas aquella noche, compartiendo escenario con Metallica más de 30 años después de aquella famosa gira conjunta. Fue un reconocimiento público de Metallica hacia quienes en su día les dieron una oportunidad; un guiño de que Raven seguía en plena forma y merecía presentarse en un estadio. John Gallagher describió la experiencia como “increíble” y anecdóticamente bromeó que después de tocar incluso sintieron un leve terremoto de 6.2 grados en Colombia durante esa gira –nada podía ya sorprenderlos.
Con tantos proyectos, Raven aún se dio tiempo para entrar al estudio de nuevo. A finales de 2014, anunciaron que trabajaban en un próximo álbum titulado ExtermiNation. Para financiar parte de la grabación recurrieron a una campaña de crowdfunding en Kickstarter, demostrando su habilidad para adaptarse a los nuevos tiempos y al apoyo directo de los fans. Como recompensa a los mecenas, incluso grabaron un álbum exclusivo de versiones (Party Killers, con covers de canciones clásicas que influenciaron a Raven). Finalmente, _ExtermiNation__ salió a la luz en abril de 2015, bajo el sello SPV/Steamhammer. El álbum contiene 14 canciones llenas de furia y metal sin concesiones, incluyendo un tema extra divertido llamado “Malice in Geordieland” donde John canta íntegramente con acento geordie de Newcastle. ExtermiNation fue aclamado como uno de los trabajos más sólidos de Raven en mucho tiempo, con críticas destacando la producción poderosa, los riffs inspirados y la intensidad que remitía a sus primeros años. De hecho, muchos comentaron que era el mejor disco de Raven desde los 80, señal de que la banda vivía una segunda juventud creativa. Temas como “Destroy All Monsters” o “Tank Treads (The Blood Runs Red)” golpean con la misma fiereza que cualquier clásico antiguo, pero con sonido actualizado. Raven acompañó este lanzamiento con giras mundiales: en 2015 tocaron por primera vez en países como Colombia, Corea del Sur y ampliaron su presencia en Europa con una extensa gira de más de 40 fechas, llegando incluso a ciudades donde jamás habían estado. La llama de Raven ardía más fuerte que nunca en su cuarta década de vida.
Nueva sangre, nuevas conquistas (2015–presente)
Tras el exitoso ciclo de ExtermiNation, Raven se encontró ante un desafío inesperado en 2017. En mayo de ese año, en plena preparación para una tanda de conciertos en EE.UU. y Europa, el baterista Joe Hasselvander sufrió un infarto que le impidió continuar de inmediato. Con preocupación por la salud de su compañero y comprometidos con los conciertos en cartera, los hermanos Gallagher recurrieron rápidamente a varios bateristas amigos para cumplir con las fechas: en Chicago tocó Jimmy Mess, en algunos shows estadounidenses se les unió Mike Heller (batería de Fear Factory y Malignancy), en un festival en Suecia contaron con Fabio Alessandrini (de Annihilator) y en la gira europea de ese verano tocó la batería Mike Chedrick. Gracias a estas soluciones de emergencia, Raven logró no cancelar sus compromisos. Sin embargo, quedó claro que Hasselvander necesitaría un largo tiempo de recuperación y posiblemente ya no podría seguir el ritmo frenético de giras. Así pues, la banda invitó a Mike Heller a unirse de forma permanente, impresionados por cómo había encajado en los conciertos que cubrió y considerando que su estilo técnico y agresivo era “perfecto” para Raven. Con Heller como nuevo miembro oficial, Raven arrancó una nueva etapa con energías renovadas. Ese mismo 2017 hicieron una extensa gira europea de 70 fechas, 50 de ellas abriendo para la gira “Back to the Roots 2” de Udo Dirkschneider (cantando temas de Accept) y 20 como shows propios encabezando cartel. La incorporación de Heller aportó un aire fresco: su juventud y habilidad añadieron aún más pegada a los directos, y los Gallagher encontraron en él a un colaborador entusiasta.
La siguiente meta fue plasmar esta renovada formación en un disco de estudio. Pasaron cinco años desde ExtermiNation, pero finalmente en septiembre de 2020 Raven lanzó su decimocuarto álbum, Metal City. Publicado nuevamente con SPV/Steamhammer, Metal City fue el primer álbum con Mike Heller a la batería, y la expectativa era alta por ver cómo influiría en el sonido clásico del trío. El resultado no defraudó: la prensa especializada lo describió como un disco que “retoma fuertemente la vena de Wiped Out en cuanto a velocidad, poder e insania, dando un salto cuántico en lo técnico y creativo para lograr quizá el álbum definitorio de su carrera”. Esta grandilocuente descripción del sello refleja que Metal City fue concebido casi como un homenaje a la era dorada de Raven, pero con la ejecución impecable de músicos veteranos. Temas como “Top of the Mountain”, “Human Race” o “Battlescarred” desprenden esa vibra ochentera de “todo o nada” pero sonando frescos en pleno 2020. La crítica y los fans elogiaron especialmente la energía desbordante del álbum y la química con Heller, considerándolo una de las mejores entregas de Raven en muchos años. Canciones como “Metal City” o “Crash Bang Wallop” (esta última tomando título de un viejo EP de 1982) son verdaderas celebraciones de su propio legado. Lamentablemente, la pandemia de COVID-19 impidió que Raven pudiera girar ampliamente para presentar Metal City tras su salida, pero aun así dieron algunos conciertos aislados y se mantuvieron activos en redes, etc., hasta que las giras internacionales se reanudaron.
En 2022 llegó otro hito significativo: Raven anunció que había firmado un nuevo contrato discográfico con Silver Lining Music, sello que en años recientes se ha hecho cargo de lanzamientos de veteranos del metal como Saxon o Europe. Como parte de ese acuerdo, emprendieron en el Reino Unido la gira del 40º aniversario de All for One, tocando íntegramente aquel álbum clásico de 1983 para deleite de los nostálgicos. Y, por supuesto, se pusieron manos a la obra con material nuevo. Fruto de ello, en 2023 Raven lanzó su decimoquinto álbum de estudio, titulado All Hell’s Breaking Loose (publicado el 30 de junio de 2023 a través de Silver Lining). Este trabajo continúa la racha creativa de la banda en el siglo XXI, presentando a unos Raven que suenan tan combativos como en sus inicios pero con la solidez que da la experiencia. De hecho, Mark Gallagher ha llegado a afirmar que sus álbumes más recientes igualan o incluso superan a sus viejas glorias de los 80, y es muy posible que se refiriera en concreto a All Hell’s Breaking Loose. El disco muestra a Raven explorando diversas facetas del metal: desde trallazos speed desenfrenados hasta medios tiempos robustos, siempre con ese sello de diversión y poder que caracteriza al trío. Con este lanzamiento, Raven celebró 49 años de carrera ininterrumpida, una longevidad al alcance de muy pocos grupos de metal.
A día de hoy (2025), Raven continúa en activo, sin dar señales de detenerse. John y Mark Gallagher –los incansables hermanos fundadores– junto a Mike Heller siguen girando alrededor del mundo y llevando su athletic rock a escenarios grandes y pequeños. Han sobrevivido a los cambios de modas, a accidentes casi fatales, a altibajos comerciales, y han salido fortalecidos. Ya sea ante multitudes en un festival europeo o en un club abarrotado de fanáticos acérrimos, Raven entrega shows de alto voltaje, con John y Mark todavía corriendo por el escenario, haciendo malabares con el bajo y la guitarra, recreando ese espíritu juvenil de hace décadas. Como dijo John Gallagher recientemente, “tenemos una larga historia, pero de ninguna manera somos una banda de legado; nunca nos verán viviendo solo de tocar el primer álbum en un casino… Siempre miramos hacia el futuro, y estamos recibiendo mejores críticas ahora que nunca”. Esta filosofía de no conformarse y seguir empujando límites resume por qué Raven ha logrado perdurar y seguir siendo relevante.
Legado e influencia en el heavy metal
El impacto de Raven en la historia del heavy metal es significativo, aun cuando nunca alcanzaron el estatus masivo de algunos contemporáneos. Como parte de la primera oleada NWOBHM, su música y actitud capturaron la esencia DIY (hazlo tú mismo) de aquel movimiento cultural: jóvenes hambrientos de crear música poderosa a su manera, en reacción tanto al estancamiento del hard rock de fines de los 70 como a la aridez del punk. Raven destacó entre sus pares por llevar esa energía al extremo, acelerando el tempo e intensificando la agresión. Por ello se les reconoce frecuentemente como precursores del thrash metal. De hecho, numerosas bandas fundamentales del thrash y speed metal han citado a Raven como influencia directa e inspiración. Grupos del Big Four americano como Metallica, Slayer, Megadeth y Anthrax, así como pilares del thrash europeo (Kreator, Sodom, Destruction) y del americano (Testament, Exodus, Overkill, Death Angel, etc.), han rendido tributo a Raven por mostrar el camino a seguir. “Esencialmente han sido adoptados por thrashers de todos lados como padrinos de la escena, y con razón”, escribe un medio al referirse a Raven y su temprana contribución. Canciones como “Faster than the Speed of Light” (1982) son mencionadas entre los posibles “orígenes” del thrash metal, gracias a su riffing y batería absolutamente desquiciados para la época.
Pero la influencia de Raven no se limita únicamente al aspecto musical. Su actitud lúdica y su teatralidad –ese athletic rock que combinaba humor, espectáculo y bravura metalera– dejó huella en cómo las bandas podían interactuar con el público. Si bien otros grupos de la NWOBHM también tenían elementos visuales (Iron Maiden con Eddie, por ejemplo), Raven se diferenció con un estilo menos serio, más fiestero, que luego veríamos en ciertas bandas de thrash de la costa Este de EE.UU. e incluso en el speed metal europeo de los 80.
Además, Raven encarna la figura de los sobrevivientes del metal. Pocos de sus coetáneos de la NWOBHM han continuado grabando y girando de forma consistente durante 50 años. Su perseverancia es un ejemplo para bandas posteriores de que el amor por la música pesada puede ser un estilo de vida duradero. Han influido en grupos de speed/power metal (por ejemplo, Helloween o Blind Guardian han reconocido deuda con la NWOBHM) e incluso en el resurgimiento del heavy clásico en los 2000, con escenas revival que reivindican a las bandas ochenteras.
Raven también deja un legado tangible en forma de una discografía amplia y variada, que abarca desde el heavy metal más primigenio hasta experimentos en cada década. Sus primeros álbumes son considerados clásicos de culto del metal británico. Rock Until You Drop (1981) y Wiped Out (1982) aparecen con frecuencia en listas de los mejores discos de la NWOBHM, y son referencia obligada para entender la evolución hacia subgéneros más extremos. All for One (1983) consolidó un sonido que inspiró a muchas bandas jóvenes en los 80. Incluso trabajos como Nothing Exceeds Like Excess (1988) o Architect of Fear (1991), aunque menos conocidos por el gran público, son apreciados entre aficionados al thrash/speed como joyas ocultas que vale la pena descubrir. Su etapa reciente, con álbumes como Walk Through Fire (2009), ExtermiNation (2015) o Metal City (2020), ha demostrado que Raven puede competir en calidad con su propio legado histórico, lo cual es un logro enorme. En palabras de Mark Gallagher: “los primeros discos fueron icónicos, pero finalmente decidimos: ‘¡Vamos a sacar álbumes que sean mejores que aquellos!’ Y lo hicimos”.
Por último, Raven deja la inspiradora historia de dos hermanos –John y Mark– que juntos cumplieron su sueño adolescente de hacer rock, y que a pesar de todos los obstáculos (industria cambiante, tragedias personales, modas pasajeras) nunca claudicaron. Su historia es la de la pasión por la música pesada mantenida contra viento y marea. Y su legado se percibe cada vez que una joven banda de garage toca más rápido de lo habitual, o cada vez que nombres gigantes del metal mencionan a “esos locos de Raven” en una entrevista con una sonrisa. Raven es, en definitiva, sinónimo de Heavy Metal sin domesticar, del espíritu rebelde y divertido que hizo grande a este género. Su lugar en la historia está asegurado, y su influencia seguirá notándose en todas esas bandas que, como ellos, deciden rockear hasta caer.
ANÁLISIS DE LA DISCOGRAFÍA
“Rock Until You Drop” (1981)
El álbum debut de Raven, “Rock Until You Drop”, es una joya del Heavy Metal temprano que marcó el inicio oficial de su carrera discográfica. Publicado en 1981 bajo el sello Neat Records, es un disco que encapsula perfectamente la esencia DIY y la rebeldía de la NWOBHM. Desde la portada, de apariencia sencilla pero contundente, hasta la producción sin demasiados arreglos ostentosos, todo en este álbum grita auténtico “Heavy Metal” de principios de los años 80.
Producción y sonido
“Rock Until You Drop” fue grabado con un presupuesto limitado y en un periodo de tiempo relativamente corto. Sin embargo, estas circunstancias no impidieron que la banda demostrara su poderío. La producción es cruda, la batería resuena como si fuese un martillo neumático y las guitarras tienen un filo agudo que denota la urgencia juvenil de la banda. Para muchos, este tipo de producción es la adecuada para un debut en el metal: suena real, cercano y sin pretensiones.
Recepción e influencia
Si bien la NWOBHM ya había empezado a generar un movimiento creciente, este disco ayudó a afianzar la reputación de Raven como una banda imperdible dentro del circuito británico. Las críticas fueron en su mayoría positivas, elogiando la intensidad del grupo. En un panorama saturado de formaciones emergentes, Raven logró sobresalir por su dinámica escénica y un sonido que coqueteaba con lo que después se convertiría en Speed y Thrash Metal. Bandas jóvenes que surgirían a mediados de los 80, especialmente en Estados Unidos, verían en Raven un referente de cómo combinar melodía y velocidad de forma eficaz.
“Wiped Out” (1982)
Al año siguiente, Raven regresó con “Wiped Out”, un segundo álbum que confirma el talento de la banda y consolida su posición dentro de la escena emergente. Publicado también bajo Neat Records en 1982, “Wiped Out” exhibe una versión aún más veloz y desenfrenada de la banda. Muchos fanáticos lo consideran incluso superior al debut por su energía salvaje y su ejecución más pulida.
Producción y atmósfera
En “Wiped Out”, se percibe una ligera mejora en la producción en comparación con “Rock Until You Drop”, aunque sin perder el toque crudo y directo que caracterizó a ese primer trabajo. La banda amplía sus recursos sonoros, experimentando con cambios de ritmo más marcados y una mayor variedad de estructuras en sus composiciones. El sonido es más nítido, y se aprecia una compenetración mayor entre guitarra, bajo y batería, probablemente fruto de la experiencia adquirida en la gira promocional de su primer álbum.
Recepción y legado
La crítica especializada recibió “Wiped Out” con entusiasmo, destacando la coherencia y consistencia de la banda. Al contar ya con una base de seguidores afianzada, Raven se embarcó en giras que los llevaron a cruzar el Atlántico, incrementando su popularidad en Estados Unidos. Este disco, en particular, reforzó la conexión con los fanáticos que amaban la velocidad y la agresividad, asentando una reputación que más tarde sería esencial para comprender la influencia de Raven en el Thrash Metal. Si el debut había puesto en el mapa a la banda, “Wiped Out” se encargó de remarcar que Raven no era un mero fenómeno pasajero, sino un verdadero peso pesado de la NWOBHM.
“All for One” (1983)
En 1983, Raven lanzó “All for One”, álbum que para muchos es la consolidación de su etapa temprana y la culminación de su trilogía inicial con Neat Records. Producido por Michael Wagener (famoso más tarde por su trabajo con bandas como Dokken y Skid Row) y la propia banda, este disco equilibra la velocidad y la agresividad de “Wiped Out” con un toque de madurez compositiva.
Grabación y evolución musical
“All for One” muestra una banda que, sin renunciar a su espíritu frenético, comienza a refinar algunos aspectos de su sonido. Hay una mayor atención a los coros y estructuras más definidas, lo que hace que las canciones sean más accesibles sin caer en lo comercial. El sonido general es más poderoso y redondo. La guitarra de Mark suena particularmente nítida y la batería cobra un protagonismo destacado.
Recepción y tour
Este álbum fue el primero que permitió a Raven girar de manera más extensa en territorio estadounidense, incluyendo actuaciones con bandas emergentes de la costa oeste. La crítica alabó el crecimiento artístico, y muchos consideran “All for One” como uno de los puntos culminantes de la discografía de Raven. El éxito del disco propició que la banda fuera fichada posteriormente por el sello Megaforce, un paso importante que los acercó a la audiencia norteamericana y a la floreciente escena del Thrash. El periplo de la NWOBHM comenzaba a evolucionar y Raven parecía dispuesto a conquistar territorios más allá de Inglaterra, manteniendo su compromiso con la velocidad, la melodía y la pureza del Heavy Metal.
“Stay Hard” (1985)
Después de la poderosa trilogía inicial y de la expansión de su popularidad, Raven afrontó un cambio de aires. “Stay Hard” llegó en 1985 bajo el sello Atlantic Records, una discográfica más grande que Megaforce, lo cual implicaba mayores recursos de producción pero también mayores expectativas comerciales. Este periodo supuso una etapa de transición donde la banda experimentaría ajustes en su sonido para competir en un mercado cada vez más saturado de propuestas de Hard Rock y Heavy Metal.
Contexto y producción
Durante la primera mitad de los 80, muchos grupos de la NWOBHM se movieron hacia un sonido más accesible, influidos por la creciente popularidad de bandas de Glam Metal en Estados Unidos y por la presión de las discográficas que deseaban ampliar el alcance de sus artistas. “Stay Hard” exhibe un cambio notable hacia composiciones más amigables para la radio, con coros pegadizos y un mayor énfasis en la melodía. No obstante, Raven no abandonó del todo su espíritu agresivo; la producción es más pulida, pero se percibe aún la fuerza característica del grupo.
Recepción y controversia
Aunque “Stay Hard” logró colocar a Raven en una posición más visible en el circuito internacional e introdujo al grupo a una audiencia nueva, muchos fanáticos de la primera hora recibieron el disco con recelo por considerar que se estaba “suavizando” el sonido. Las críticas estuvieron divididas: algunos medios elogiaron la evolución de la banda, mientras otros consideraron que se habían vendido a la corriente mainstream. Aun así, “Stay Hard” contiene momentos que prueban la versatilidad de Raven y su capacidad para fusionar la fiereza del Heavy Metal con la inmediatez del Hard Rock. En perspectiva, este álbum es un testimonio de cómo la banda intentó hallar un equilibrio entre las presiones comerciales y su identidad metalera, un dilema que no pocos grupos vivieron durante esa década.
“The Pack Is Back” (1986)
Un año después de “Stay Hard”, Raven volvió al estudio para grabar “The Pack Is Back”, también bajo el paraguas de Atlantic Records. Este álbum ahonda aún más en la faceta comercial que la banda había comenzado a explorar, generando quizás la mayor controversia de toda su carrera. Para algunos fans, “The Pack Is Back” representa el punto álgido de la desviación del estilo original; para otros, es un experimento interesante que, si bien no siempre acierta, muestra la ambición y valentía de la banda para probar nuevas direcciones.
Estrategia comercial y estilo
La discográfica buscaba posicionar a Raven en el mercado norteamericano, donde grupos de Hard Rock y Glam Metal dominaban las listas de éxitos. La producción de “The Pack Is Back” es aún más pulida que la de “Stay Hard”, con guitarras menos crudas y una batería que se percibe menos agresiva en la mezcla. Los coros son más prominentes, y la banda apuesta por melodías fácilmente coreables.
Crítica y consecuencias
La respuesta de la prensa y de los fanáticos fue polarizada. Algunos valoraron el atrevimiento, mientras otros denunciaron la aparente rendición a las exigencias del mercado. Aunque “The Pack Is Back” logró atraer a un número de oyentes que se inclinaban por el Hard Rock de la época, gran parte de la base metalera de Raven sintió que la banda se alejaba de sus raíces. A nivel comercial, el disco no cumplió las expectativas de Atlantic Records, lo cual generó una presión creciente sobre el grupo. Con todo, “The Pack Is Back” conserva un lugar singular en la discografía de Raven: es una ventana a los experimentos y sacrificios que muchos artistas hicieron en los 80 para mantenerse relevantes en una escena musical competitiva y, a veces, despiadada.
“Life’s a Bitch” (1987)
Tras las reacciones encontradas que provocó “The Pack Is Back”, Raven decidió dar un giro y recuperar parte de la fiereza que sus seguidores echaban de menos. “Life’s a Bitch”, lanzado en 1987 también bajo Atlantic, refleja un reencuentro parcial con la agresividad y un enfoque más cercano al Heavy Metal tradicional, aunque todavía con ciertos tintes de Hard Rock. Se trata de un álbum que, si bien no llegó al impacto de sus primeros trabajos, reconcilió a parte de la base de fanáticos que ansiaban la versión más ruda de la banda.
Grabación y sonido
En “Life’s a Bitch”, Raven buscó una producción más cruda y directa, aproximándose a la estética de los primeros discos sin deshacerse del todo de la limpieza que caracterizaba sus lanzamientos más recientes en Atlantic. El resultado es un sonido híbrido, donde la contundencia de los riffs y la potencia rítmica ganan protagonismo, pero se mantienen coros trabajados y estribillos concebidos para el directo.
Respuesta del público y la crítica
Aunque “Life’s a Bitch” no alcanzó las ventas esperadas, sí fue mejor recibido que “The Pack Is Back” entre la base histórica de seguidores de la banda. La crítica especializada vio en este álbum una señal de que Raven no estaba dispuesta a convertirse en una copia más de las bandas de Hair Metal que dominaban la escena estadounidense. Aun así, el desgaste era evidente, y la relación con Atlantic Records se volvió tirante. “Life’s a Bitch” funciona como un manifiesto de resiliencia: muestra que Raven, pese a las presiones, seguía teniendo la convicción de preservar su identidad metalera, aunque con concesiones que en ocasiones diluían la contundencia de su propuesta original.
“Nothing Exceeds Like Excess” (1988)
Con el fin de su contrato con Atlantic, Raven se encontró en una posición de mayor libertad creativa, pero también con el desafío de relanzar su carrera discográfica en un mercado cambiante. “Nothing Exceeds Like Excess” vio la luz en 1988 a través del sello Combat/Under One Flag, y supuso un paso significativo para la banda. Con este álbum, Raven regresó a un sonido más cercano al Speed/Thrash Metal, en sintonía con la escena que en esos momentos florecía en Estados Unidos.
Producción y agresividad recuperada
Este disco se graba con un presupuesto más modesto que en la era Atlantic, pero esa misma modestia se traduce en una mayor crudeza y un espíritu más auténtico. El resultado es un álbum que suena poderoso, con guitarras frontales y una batería que marca ritmos veloces. La voz de John Gallagher se siente más combativa, a tono con la dirección más pesada de las composiciones.
Acogida e importancia
Si bien “Nothing Exceeds Like Excess” no fue un fenómeno masivo, representó una suerte de “vuelta a casa” para muchos fans, que aplaudieron la agresividad renovada de Raven. La crítica también se mostró más favorable, reconociendo que la banda recuperaba su esencia y se alineaba con la corriente más intensa del metal de finales de los 80. El álbum permitió a Raven embarcarse en giras con grupos de Thrash y Speed Metal, consolidando su estatus como uno de los pioneros que habían influido en la generación de metal extremo que despuntaba. Este periodo marcó un renacimiento creativo y demostró que la banda aún tenía mucho que ofrecer dentro del panorama del Heavy Metal, incluso tras la incertidumbre comercial que habían vivido.
“Architect of Fear” (1991)
La llegada de los 90 trajo consigo un cambio significativo en el panorama musical: la irrupción del Grunge y la consolidación del Death Metal pusieron en jaque a muchas bandas clásicas de Heavy Metal. En ese contexto, Raven no se amilanó y lanzó “Architect of Fear” en 1991 a través de SPV/CBH. Este álbum es un paso más hacia la consolidación del sonido agresivo que la banda había recuperado en “Nothing Exceeds Like Excess” y, para muchos, se convirtió en uno de los trabajos más sólidos de su trayectoria.
Producción y elementos destacados
El disco cuenta con un sonido denso y oscuro, más próximo al Thrash que al Hard Rock, evidenciando la capacidad de adaptación de Raven a las nuevas tendencias más pesadas. La voz de John mantiene su característico tono agudo, pero con un matiz más rasgado. Los riffs de Mark suenan contundentes, incorporando progresiones más complejas y ritmos sincopados que demuestran la evolución técnica del grupo.
Recepción y relevancia en la década
Aunque la escena musical de los 90 no fue la más favorable para las bandas clásicas de Heavy Metal, “Architect of Fear” recibió elogios de críticos y fanáticos que apreciaron la honestidad y la intensidad del grupo. Muchos valoraron que Raven se mantuviera fiel a su identidad, sin claudicar ante las tendencias dominantes de la época. Aun así, las ventas fueron moderadas, algo lógico considerando el cambio de paradigma musical. Con todo, “Architect of Fear” consolidó a Raven como una banda longeva y adaptable, capaz de mantener su esencia metalera y de seguir creando música relevante en medio de un mercado que, por entonces, se mostraba más receptivo hacia el Grunge y el Alternative Rock.
“Glow” (1994)
A mediados de los 90, la mayoría de bandas clásicas de Heavy Metal atravesaba momentos de redefinición. Raven no fue la excepción, y en 1994 editaron “Glow” bajo el sello CBH, un disco en el que se percibe cierta experimentación con sonidos más contemporáneos, sin abandonar por completo la potencia de su propuesta tradicional.
Exploración y experimentación
“Glow” presenta una producción un poco más clara y pulida que “Architect of Fear”. Si bien conserva riffs pesados y la base rítmica enérgica, se aprecian arreglos y melodías que coquetean con el Rock alternativo de la época. Algunas canciones incorporan secciones más melódicas y compases menos ortodoxos para Raven, señal de que la banda estaba dispuesta a integrar elementos modernos en su fórmula.
Recepción
Como sucedió con muchas bandas veteranas, “Glow” no logró un gran impacto comercial. Tampoco fue un fracaso en términos absolutos, pero se movió en un terreno incierto. Una parte del público agradeció la valentía de experimentar con sonidos más contemporáneos, mientras que otra consideró que Raven debía mantenerse fiel a la agresividad que los había caracterizado en los 80. A pesar de estas divisiones, “Glow” demostró que Raven seguía siendo capaz de componer música interesante y se negaba a estancarse en un único molde, aun a riesgo de perder a algunos aficionados más puristas.
“Everything Louder” (1997)
En 1997, la industria musical estaba dominada por el auge del Rock alternativo, el Nu Metal y otros subgéneros que volvían a situar las guitarras pesadas en primer plano, pero de un modo diferente al Heavy Metal clásico. Para Raven, esto representaba una oportunidad de seguir compitiendo en un mercado que oscilaba entre la nostalgia de los 80 y la búsqueda de nuevas expresiones extremas.
Características sonoras
“Everything Louder” es un título que refleja bien la propuesta de la banda: un intento de elevar todos los elementos de su música al máximo. Se percibe un retorno a la contundencia frontal, con riffs más gordos y distorsionados. La base rítmica suena pesada y la voz de John, aunque madura, no renuncia a sus característicos agudos cuando la canción lo requiere. La producción, en manos de la propia banda junto con ingenieros especializados en metal, otorga un toque moderno sin sacrificar la garra esencial.
Reacciones y balance general
Para muchos fans que llevaban siguiendo a Raven desde sus inicios, “Everything Louder” fue una bocanada de aire fresco. No llegó a las cotas de popularidad de sus discos ochenteros, pero sí logró cierto aplauso dentro de la comunidad metalera que apreciaba la resistencia de las bandas veteranas ante un panorama cambiante. La crítica se mostró razonablemente favorable; algunos periodistas vieron el disco como una amalgama de lo mejor de Raven con las sensibilidades modernas de finales de los 90. Sin embargo, la competencia era feroz, y muchas bandas de la NWOBHM se estaban quedando rezagadas. Pese a no convertirse en un gran éxito comercial, “Everything Louder” cimentó la posición de Raven como un grupo que se negaba a renunciar, persistiendo con un espíritu incansable e incombustible.
“One for All” (2000)
El cambio de milenio trajo consigo nuevas esperanzas y renovaciones para el Heavy Metal clásico. Mientras corrientes como el Power Metal y el Metal progresivo ganaban fuerza en Europa, en Estados Unidos florecía una escena de Nu Metal y Metal alternativo. En ese marco, Raven presentó “One for All” en el año 2000, un álbum que busca sintetizar la experiencia acumulada y brindar un repaso de todos los matices de la banda, desde el Hard Rock más accesible hasta la fiereza metalera más pura.
Producción y composición
La grabación muestra una banda madura que ha absorbido influencias variadas a lo largo de los años. La producción es sólida, equilibrada, y realza tanto la potencia rítmica como las melodías en las guitarras y la voz. A nivel compositivo, Raven mantiene su inclinación hacia riffs pegajosos y coros potentes, sin renunciar a pasajes más veloces e intensos.
Respuesta de fanáticos y medio
Si bien “One for All” no supuso un bombazo en la industria, recibió un buen nivel de reconocimiento por parte de los seguidores de culto de la banda. La crítica valoró la consistencia de un grupo que, a pesar de los vaivenes de la moda y las presiones de la industria, perseveraba en la creación de nuevo material de calidad. El álbum también les permitió retomar giras de alcance medio por Europa y América, reforzando el vínculo con su base de fans más acérrima. En perspectiva, “One for All” actúa como un testigo de la longevidad de Raven y de su capacidad de mantener la llama encendida, adaptándose a las tendencias sin traicionar su ADN metalero.
“Walk Through Fire” (2009)
Tras varios años sin lanzar un nuevo álbum de estudio, Raven regresó en 2009 con “Walk Through Fire”, publicado bajo el sello King Records (en Japón) y Metal Blade en otros territorios. Este trabajo marcó un retorno triunfal, confirmando que la banda aún tenía mucho que decir en la escena metalera internacional.
Renacimiento y producción
“Walk Through Fire” exhibe un sonido renovado, con guitarras afiladas y una sección rítmica repleta de vitalidad. La producción, a cargo de la propia banda en colaboración con ingenieros de sonido experimentados, logra capturar la energía en bruto de Raven, algo que siempre había sido uno de sus principales atractivos en directo.
Recepción y repercusión
La crítica especializada reaccionó positivamente, celebrando la vitalidad del trío y su capacidad para mantenerse relevante tras décadas de trayectoria. Para los seguidores, “Walk Through Fire” se convirtió en una suerte de recordatorio de que Raven seguía viva, dispuesta a batallar contra viento y marea. Si bien las ventas no fueron masivas en un mercado saturado de propuestas nuevas, el álbum reforzó la reputación de la banda como adalides del Heavy Metal clásico, un grupo que no se rinde y que conserva la determinación de seguir expandiendo su legado.
“ExtermiNation” (2015)
Pasados seis años desde su anterior producción, Raven editó “ExtermiNation” en 2015 con el sello SPV/Steamhammer. Para entonces, el mercado metalero había experimentado el auge de redes sociales y plataformas de streaming, que permitían a grupos veteranos conectar más fácilmente con una audiencia global ávida de nuevos lanzamientos.
Características del álbum
“ExtermiNation” es un disco que recupera la velocidad y la energía frenética de los primeros años de la banda, sin renunciar a una producción moderna y pulida. El trabajo de Mark Gallagher en la guitarra es especialmente destacable, ofreciendo solos elaborados y riffs que se mantienen fieles al espíritu Raven: potencia, melodía y un toque de locura controlada. La sección rítmica, reforzada con la batería de Joe Hasselvander (quien había estado con ellos durante largos periodos), encarna la solidez que caracteriza al trío.
Repercusión en la escena actual
La recepción de “ExtermiNation” fue en su mayoría positiva, celebrando la capacidad de Raven de mantenerse fiel a su legado y, a la vez, lucir actual. Fans nuevos y antiguos se unieron para elogiar la coherencia del disco, que abarca lo mejor de su vertiente rápida y agresiva sin descuidar los coros pegadizos y los estribillos memorables. El lanzamiento se vio apoyado por extensas giras internacionales, que los llevaron a festivales de renombre donde compartieron cartel con bandas de distintas generaciones. Para muchos, este álbum demostró que Raven podía seguir compitiendo al más alto nivel sin sonar a una caricatura de sí mismos, ni dejarse arrastrar por la nostalgia.
“Metal City” (2020)
El año 2020 sorprendió al mundo con desafíos globales, pero también sirvió como marco para el lanzamiento de “Metal City”, publicado a través de Steamhammer/SPV. Este álbum muestra a Raven como un trío renovado, tras la salida de Joe Hasselvander y la incorporación de Mike Heller en la batería. El disco fue grabado antes de la pandemia, pero lanzado durante los primeros meses de confinamientos y restricciones, lo que limitó las posibilidades de promoción en directo.
Sonido y espíritu
“Metal City” es un título que habla por sí mismo: el disco se concibe como un tributo al género y a la ciudad (metafórica o real) en la que habitan los amantes del metal. La producción, nuevamente a cargo de Raven, es nítida y contundente, enfatizando los graves y dándole mucho espacio a la guitarra y la batería. Mike Heller, proveniente de bandas de metal extremo, inyecta un nuevo dinamismo con su técnica vertiginosa, mientras John y Mark mantienen su compenetración habitual, una simbiosis forjada tras décadas de tocar juntos.
Recepción crítica y del público
A pesar de las limitaciones para realizar conciertos, “Metal City” encontró una calurosa acogida en la prensa especializada y en la comunidad metalera de internet. Muchos elogiaron la incombustible energía de Raven, preguntándose cómo era posible que una banda con tantos años de trayectoria sonara tan fresca y vibrante. El álbum debutó con buenas cifras en las listas de rock/metal de varios países europeos, consolidando la idea de que Raven seguía siendo relevante y capaz de producir música competitiva y llena de pasión. Además, el disco sirvió como evidencia de que la banda no se rendiría ante las dificultades de la época, sino que aprovecharía cualquier resquicio para seguir haciendo historia en el Heavy Metal.
“All Hell’s Breaking Loose” (2023)
El más reciente trabajo de Raven, “All Hell’s Breaking Loose”, lanzado en 2023 también a través de SPV/Steamhammer, refrenda la idea de que la banda ha entrado en una etapa de revitalización creativa, impulsada por la estable formación de John Gallagher (bajo/voz), Mark Gallagher (guitarra) y Mike Heller (batería). Después del impulso que significó “Metal City” y de la complicada situación mundial que limitó las giras, Raven volvió al estudio con renovadas ganas de demostrar su vigencia.
Producción y dirección musical
La producción de “All Hell’s Breaking Loose” da continuidad al sonido poderoso de “Metal City”, pero con una mayor sofisticación en las texturas de guitarra y un trabajo vocal más variado. Se mantiene la combinación de velocidad, contundencia y estribillos memorables, sello inconfundible de Raven. No obstante, se percibe un mayor equilibrio entre temas directos y composiciones más elaboradas, con riffs que muestran la veteranía de Mark y arreglos de batería donde Mike Heller puede lucir sus habilidades extremas sin sacrificar el groove clásico de la banda.
Recibimiento y perspectivas de futuro
La prensa especializada ha acogido “All Hell’s Breaking Loose” con entusiasmo, destacando la vitalidad sorprendente que aún emana Raven. El álbum ha conseguido una notable visibilidad en medios online, podcasts metaleros y redes sociales, donde fanáticos de varias generaciones comparten su admiración por la persistencia y el espíritu rebelde de la banda. Este trabajo confirma que, casi 50 años después de su fundación, Raven sigue siendo un referente del Heavy Metal, capaz de ofrecer producciones de calidad y una energía sobre el escenario que desmiente su veterana trayectoria. El futuro del trío luce prometedor, con planes de gira mundial que, de concretarse plenamente, continuarán forjando el legado de estos pioneros.
Los siguientes temas representan la evolución musical de Raven a lo largo de su carrera, desde sus primeras etapas, caracterizadas por su energía cruda y velocidad, hasta sus esfuerzos más recientes para adaptarse a los cambios en la escena del metal. Cada tema refleja su capacidad para reinventarse sin perder su esencia, lo que les ha permitido mantenerse relevantes dentro del género. Aquí un dejo un breve comentario sobre cada uno de ellos:
- "Rock Until You Drop" (1981) – Un himno de la banda que encapsula el sonido más puro de Raven en sus inicios. La intensidad de la canción, con sus riffs veloces y crudos, establece la base para lo que se convertiría en su marca registrada dentro del heavy metal.
- "All for One" (1983) – Con este tema, Raven no solo consolidó su presencia en el metal, sino que también presentó una declaración de unidad y lucha, características clave en su estilo. Su velocidad y agresividad la hacen una de sus canciones más destacadas.
- "The Pack Is Back" (1986) – Una respuesta a un período de transición en la banda, con una estructura más accesible y una mezcla de agresividad que mantiene la esencia del sonido clásico de Raven. La canción refleja la capacidad de la banda para adaptarse mientras sigue siendo fiel a sus raíces.
- "On and On" (1994) – Aquí, Raven se adentra en un sonido más melódico, pero sin perder su energía característica. La canción muestra la habilidad de la banda para evolucionar dentro del metal, adaptándose a las tendencias de los 90 sin perder su identidad.
- "Mind Over Metal" (1982) – Este tema es un ejemplo del virtuosismo de la banda, especialmente en sus solos de guitarra. Con una estructura más técnica y agresiva, "Mind Over Metal" se convierte en un clásico instantáneo para los seguidores del heavy metal más puro.
- "Crash Bang Wallop!" (2009) – Con un enfoque más moderno pero manteniendo su estilo clásico, esta canción demuestra que Raven sigue siendo una banda energética y vibrante. Aunque sus sonidos evolucionaron, la actitud de la banda sigue siendo la misma.
- "Faster than the Speed of Light" (1983) – Con sus riffs velocísimos y su lírica intensa, este tema captura la esencia de la velocidad y el poder, haciéndolo uno de los himnos más populares de Raven en los años 80.
- "Battle Zone" (1986) – Con una interpretación épica y melódica, "Battle Zone" presenta la parte más combativa de Raven, con una mezcla perfecta de agresividad y musicalidad que sigue siendo un favorito entre sus seguidores.
- "Stay Hard" (1985) – Un tema lleno de energía y vibrante, que refleja la actitud positiva y perseverante de la banda. Este tema se destaca por su combinación de heavy metal clásico con toques de hard rock.
- "Breaking the Chain" (1994) – Un ejemplo de cómo Raven se mantuvo fiel a su sonido a pesar de los cambios en la escena del metal. La estructura más compleja de la canción y su energía frenética la convierten en un tema esencial para los fanáticos de la banda.
Conclusión: el legado inquebrantable de Raven
Repasar la discografía completa de Raven es adentrarse en la historia viva del Heavy Metal, desde los días seminales de la NWOBHM hasta el presente, marcado por la fusión de estilos y la proliferación de subgéneros en la era digital. A lo largo de su trayectoria, la banda ha mostrado múltiples caras: desde el Speed Metal endiablado de sus primeros álbumes como “Rock Until You Drop” o “Wiped Out”, pasando por los coqueteos comerciales de “Stay Hard” y “The Pack Is Back”, hasta la posterior reafirmación de su agresividad en discos como “Nothing Exceeds Like Excess”, “Architect of Fear” o “ExtermiNation”. En el siglo XXI, con “Walk Through Fire”, “Metal City” y “All Hell’s Breaking Loose”, Raven ha demostrado que su fuego creativo sigue vivo, desafiando las barreras del tiempo y las transformaciones de la industria.
Si algo define la discografía de Raven es la coherencia de una banda que, incluso en sus épocas de mayor presión comercial, nunca ha perdido de vista su esencia: la pasión por la velocidad, la melodía y una intensidad escénica inconfundible. John y Mark Gallagher se han mantenido como el corazón y el alma del grupo, impulsados por un amor genuino hacia el Heavy Metal. Su influencia se ha extendido mucho más allá de las fronteras de la NWOBHM, inspirando a bandas de Thrash, Speed, Power y otros estilos, que reconocen en Raven a uno de los catalizadores de la explosión metalera de los 80 y 90.
En la actualidad, con un escenario musical fragmentado y competitivo, Raven sigue siendo un referente para nuevas generaciones de músicos y fans que se sienten atraídos por la fuerza primigenia del Metal. Sus conciertos, cargados de adrenalina y actitud, confirman que la edad no ha minado su entrega. Al contrario, cada vez que suben a un escenario, reproducen la misma energía que mostraban en sus años mozos, adaptada a la experiencia acumulada en casi medio siglo de carrera.
La discografía de Raven refleja la evolución del Metal en su conjunto: desde la excitación juvenil de la NWOBHM hasta la consolidación de múltiples subgéneros, la lucha contra la moda en los 90 y el renacimiento del interés por lo clásico en los 2000 y 2010. Con cada álbum, la banda ha ido dejando un rastro de riffs potentes, estribillos coreables y una filosofía de trabajo incansable. Aunque no siempre han alcanzado el éxito comercial de algunos contemporáneos, su estatus de culto e influencia en bandas de renombre es incuestionable. Quien desee entender la historia del Metal no puede obviar a Raven.
En suma, la discografía de Raven es un viaje apasionante, un testimonio de perseverancia y convicción artística. Cada álbum cuenta un capítulo de la historia de este trío británico que, con humildad y ferocidad, ha sabido sobreponerse a los cambios de época para seguir cumpliendo su misión: transmitir, a través de sus acordes, la llama eterna de un género que, como ellos, se niega a envejecer. Desde “Rock Until You Drop” hasta “All Hell’s Breaking Loose”, Raven sigue rugiendo con la fuerza de un cuervo metálico que jamás deja de alzar el vuelo.
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