ZEPPELIN ROCK: ANGEL WITCH - Biografía y discografía del grupo: el lado oscuro de la NWOBHM

jueves, 17 de abril de 2025

ANGEL WITCH - Biografía y discografía del grupo: el lado oscuro de la NWOBHM

 

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ANGEL WITCH: El Lado Más Oscuro de la NWOBHM

Angel Witch es una de esas bandas que se han convertido en piedra angular para comprender la evolución del heavy metal a comienzos de la década de 1980, especialmente dentro del marco de la New Wave of British Heavy Metal (NWOBHM). Aunque su reconocimiento a veces ha permanecido en un plano más “de culto”, la influencia de su sonido y la intensidad de sus composiciones resuenan con fuerza en distintas generaciones de aficionados y músicos.


Fundada en Londres en 1977, Angel Witch se convirtió en protagonista de la escena emergente que buscaba revitalizar el metal tras el empuje de leyendas como Black Sabbath, Judas Priest y Motörhead. Este nuevo movimiento, posteriormente etiquetado como NWOBHM, albergó numerosas bandas que aportaron un enfoque fresco y acelerado, prefigurando algunos de los rasgos que darían lugar al posterior desarrollo del speed metal, el thrash y, más tarde, el power metal. Dentro de ese diverso mosaico, Angel Witch destacó por su atmósfera oscura, sus letras con temáticas ocultistas y sus melodías impregnadas de un halo místico, consolidando su álbum debut—Angel Witch (1980)—como una referencia esencial.

La banda no solo dejó huella por la calidad de sus composiciones, sino también por la impronta de Kevin Heybourne, su líder y único miembro constante a lo largo de una historia llena de altibajos, cambios de formación y breves separaciones. En este artículo se presentará una visión lo más exhaustiva posible de su recorrido, incidiendo en los aspectos musicales, las influencias, las disputas internas y la posterior consagración de Angel Witch como una leyenda viviente del heavy metal británico.

El contexto histórico de la New Wave of British Heavy Metal (NWOBHM)

Para entender la relevancia de Angel Witch, resulta fundamental enmarcar su nacimiento y desarrollo en el contexto de la New Wave of British Heavy Metal. A finales de la década de 1970 y comienzos de los 80, el rock y el heavy metal estaban en una encrucijada. El auge del punk en Inglaterra y el éxito de bandas que renovaban el hard rock y el metal tradicional hacían pensar que surgía una nueva generación de artistas sedientos de velocidad, agresividad y temáticas más contundentes. Así, además del empuje de los “padres” del género—como Black Sabbath, que había sentado las bases del heavy metal en los 70—un contingente de grupos emergentes comenzó a desarrollar una versión más rápida e intensa del metal, fusionando ocasionalmente elementos del punk o del hard rock.

La NWOBHM estuvo poblada por nombres que hoy son leyendas: Iron Maiden, Diamond Head, Saxon, Tygers of Pan Tang, Samson, entre otros. Este movimiento se caracterizaba por varias particularidades:

  • Un acercamiento independiente al mercado discográfico: muchas de estas bandas daban sus primeros pasos con sellos pequeños o autofinanciando sus grabaciones, lo que otorgaba cierta libertad creativa y un espíritu de “hazlo tú mismo”.

  • Enfoque en la velocidad y la contundencia: a diferencia del blues rock y el hard rock de la década anterior, la NWOBHM aumentó los tempos y la agresividad de la música, lo que se percibía en riffs más contundentes y baterías con mayor protagonismo.

  • Temáticas variadas: desde las letras inspiradas en la historia y la fantasía de Iron Maiden hasta las referencias místicas y oscurantistas de bandas como Angel Witch, el abanico lírico se amplió notablemente.

Angel Witch, por su parte, se distinguía no solo por su propuesta más sombría, sino también por un misticismo y una atmósfera que les confería un carácter casi de culto. Mientras otras agrupaciones del movimiento perseguían un sonido épico o narrativo, Angel Witch prefería sumergirse en cuestiones más esotéricas, reforzadas por una música que, aun siendo veloz, no perdía la oportunidad de deslumbrar con pasajes melódicos y envolventes.

Orígenes de Angel Witch: la forja de un sonido único

La génesis de Angel Witch se sitúa en el Londres de 1977, un momento álgido para la efervescencia musical del Reino Unido. La banda fue inicialmente formada por el guitarrista y vocalista Kevin Heybourne junto a Rob Downing también a la guitarra, complementados por diversos músicos que se sumaban y salían en búsqueda de la formación ideal. En un principio, el grupo llevaba otro nombre (“Lucifer”), pero pronto optaron por “Angel Witch” para reflejar las dualidades de su sonido y estética: el contraste entre un imaginario angelical y una atracción por lo oculto y lo brujeril.

En esta época, el panorama musical británico oscilaba entre el legado del rock setentero y el ímpetu del punk; en consecuencia, Angel Witch recogía la energía del punk en su inmediatez y potencia, pero le añadía la base sólida del heavy metal que venía cultivándose desde inicios de los 70. Kevin Heybourne, fascinado desde joven por la imaginería oscura y los riffs contundentes, supo traducir esos gustos en composiciones directas y con un matiz sombrío. Esta marca distintiva, con letras que coqueteaban con lo oculto y lo sobrenatural, y la apuesta por melodías intrigantes, llamó la atención de la escena underground de Londres.

Además de Heybourne, la formación original que grabó el legendario primer disco incluyó a Kevin Riddles al bajo y voz secundaria, junto con el batería Dave Hogg. Este trío se consolidó como el “núcleo” durante aquellos primeros pasos de la banda. Con un repertorio que incluía temas de factura más épica, solos de guitarra con influencias que iban desde el hard rock setentero hasta la incipiente ola de metal británico, Angel Witch comenzó a realizar presentaciones en pequeños locales londinenses. La energía de sus conciertos y la atmósfera que generaban los consolidó como una de las propuestas más prometedoras de la incipiente NWOBHM.

La reputación de Angel Witch creció gracias a la potencia de su directo, lo que derivó en que, en 1979, firman con la discográfica Bronze Records (si bien el sello más conocido con el que aparecerían sería EMI a través de algunos sencillos y participaciones en compilaciones). Esa firma culminaría en la salida al mercado de su primer y más aclamado álbum de estudio.

El estilo musical: entre la oscuridad y la melodía

La música de Angel Witch se caracteriza por una notable dualidad: por un lado, la banda abraza con firmeza la tradición del heavy metal británico, heredera directa del legado de Black Sabbath y Judas Priest, con riffs cortantes, solos vertiginosos y un uso prominente de la guitarra líder que canaliza una energía cruda y visceral, como puede apreciarse en temas emblemáticos como "Angel of Death" o "Atlantis"; por otro, incorpora una atmósfera lúgubre, casi espectral, que la conecta con los primeros indicios de lo que más tarde sería reconocido como doom metal e incluso como proto-black metal melódico. Esta tensión entre fuerza y oscuridad se ve acentuada por una estética lírica y visual cargada de ocultismo, misticismo y simbolismo arcano: elementos que se entretejen en las letras, las portadas y el imaginario general de la banda, configurando una propuesta artística coherente y profundamente evocadora.

En cuanto a la interpretación vocal de Kevin Heybourne, se trata de un registro agudo y estridente, típico de la NWOBHM, pero que adquiere una dimensión expresiva particular gracias a un tinte dramático y casi teatral que intensifica el carácter inquietante y emocional de las composiciones. Su manera de cantar no solo transmite agresividad, sino también una sensación de desesperación o angustia latente que resuena con las atmósferas oscuras de la música. A ello se suma su labor como letrista, cuyas composiciones están cargadas de referencias al esoterismo, la magia ritual, la mitología pagana y el horror sobrenatural. Estos elementos no solo configuran uno de los rasgos distintivos de la banda, sino que también posicionan a Angel Witch como una propuesta singular dentro del espectro de la NWOBHM, diferenciándose notablemente de otros grupos coetáneos más centrados en temáticas bélicas, históricas o de crítica social.

Otro aspecto clave es la estructura de las canciones, donde Angel Witch demuestra una notable habilidad para modular la intensidad y el ambiente sonoro. No es extraño encontrar composiciones que transitan con fluidez entre secciones vertiginosas, marcadas por riffs galopantes y baterías enérgicas, y pasajes más lentos, introspectivos y cargados de atmósferas etéreas. Este recurso no solo enfatiza las dinámicas internas del tema, sino que crea una narrativa musical que sugiere un trayecto emocional, casi cinematográfico. El contraste se ve reforzado por el uso deliberado de cambios de tono, modulaciones inesperadas y arpegios sombríos que construyen tensión antes de liberar la energía contenida en estallidos de distorsión. En suma, la banda se nutre de una paleta expresiva amplia y matizada, siempre atravesada por un halo de misterio y melancolía que la ha caracterizado desde sus inicios y que refuerza su identidad como pioneros de un metal con sensibilidad narrativa.

Giras y actuaciones destacadas

Si bien las giras de Angel Witch no alcanzaron la envergadura comercial de otras bandas contemporáneas, sus presentaciones en vivo siempre tuvieron un encanto especial que trascendía lo meramente visual. Desde sus primeros conciertos en pequeños clubes londinenses —donde la cercanía con el público generaba una atmósfera electrizante— hasta sus actuaciones en festivales internacionales, la banda ha sabido construir una identidad escénica basada en la autenticidad. Su puesta en escena, deliberadamente sobria, prioriza la crudeza y potencia del directo, desmarcándose de otras bandas de la NWOBHM que apostaban por elementos teatrales, luces intensas o cambios de vestuario. En lugar de recurrir a la espectacularidad visual, Angel Witch opta por un enfoque minimalista que enfatiza la intensidad emocional de la música. La austeridad del escenario refuerza la atmósfera sombría y melancólica que caracteriza a muchas de sus composiciones, permitiendo que los riffs pesados, los cambios de ritmo abruptos y las letras cargadas de simbolismo cobren protagonismo sin distracciones. permitiendo que las guitarras afiladas, las líneas de bajo densas y la voz inconfundible de Kevin Heybourne sean los verdaderos protagonistas. Lejos de los fuegos artificiales y el espectáculo pirotécnico de otras formaciones, Angel Witch ha convertido la honestidad musical en su sello distintivo sobre las tablas.

Giras iniciales: en 1980 y 1981, Angel Witch compartió escenario con grupos emergentes de la NWOBHM como Diamond Head, Samson o Tygers of Pan Tang, estableciendo una red de colaboraciones y rivalidades que marcarían el desarrollo de la escena. Su presencia en locales históricos como The Marquee Club en Londres, el Music Machine o el Ruskin Arms no solo les permitió forjar una base de fans leales, sino que también les dio la oportunidad de demostrar su propuesta musical en entornos íntimos y cargados de historia. Aunque no gozaban del presupuesto de otros conjuntos, la intensidad de sus actuaciones, el carisma en escena de Kevin Heybourne y la cohesión del grupo en directo fueron elementos clave para consolidar su reputación como una de las bandas más prometedoras del movimiento.

Regreso en los 80: con los lanzamientos de Screamin’ ’n’ Bleedin’ (1985) y Frontal Assault (1986), Angel Witch intentó recuperar el impulso perdido tras la disolución inicial de su formación clásica. Estas obras, más cercanas al heavy metal tradicional que a la oscuridad mística de su debut —reflejada en temas como "Angel of Death" o "White Witch" con sus atmósferas lúgubres y letras esotéricas—, adoptaron una estructura más directa y riffs más centrados en la contundencia rítmica, como puede apreciarse en "Evil Games" o "Nightmare". Este cambio estilístico marcó un intento de adaptación a las tendencias dominantes de mediados de los 80, marcaron un intento de adaptación a las tendencias dominantes de mediados de los 80. La banda emprendió giras menores por Reino Unido y partes de Europa, presentándose en clubes, salas de tamaño medio y algunos festivales locales. Aunque lograron generar entusiasmo en ciertos sectores del público underground, las constantes rotaciones de miembros y la falta de apoyo firme por parte de discográficas limitaron su impacto. La inestabilidad interna —con frecuentes cambios de formación y visiones creativas enfrentadas— impidió que el proyecto se consolidara, dejando esta etapa como un esfuerzo valiente pero marcado por la turbulencia.

Período de silencio: durante el final de los 80 y prácticamente toda la década de los 90, Angel Witch entró en un prolongado letargo artístico, con escasas apariciones en vivo y sin lanzamientos discográficos relevantes. Esta ausencia prolongada, lejos de diluir su legado, contribuyó a forjar un aura mítica en torno a la banda. En los círculos más devotos del metal británico, especialmente entre los coleccionistas y fanáticos de la NWOBHM, comenzó a circular material inédito, grabaciones en vivo de baja fidelidad y relatos orales que alimentaban su leyenda. La figura de Kevin Heybourne se convirtió en objeto de especulación y reverencia, especialmente tras una prolongada ausencia que dio pie a rumores sobre su retiro definitivo o incluso problemas de salud mental. Una anécdota recurrente en foros especializados contaba que un fan lo había encontrado trabajando en una tienda de discos en California, donde se negaba a hablar de su pasado musical. Aunque nunca fue verificada, esta historia alimentó el misticismo que rodeaba su figura y reforzó la percepción de Heybourne como un talento esquivo, ajeno a los dictados de la industria. siendo percibido como un artista maldito cuyo genio había sido incomprendido o saboteado por las circunstancias de la industria. Este silencio, cargado de misterio y nostalgia, preparó el terreno para un eventual regreso que sería recibido con entusiasmo por una nueva generación de oyentes.

Resurrección a partir de 2000: con el auge del interés por la NWOBHM, reavivado por reediciones, documentales y el culto creciente en torno a bandas clásicas, Angel Witch comenzó a ser redescubierta por nuevas generaciones de oyentes y por nostálgicos del sonido original. La banda reapareció progresivamente en festivales especializados como el Keep It True en Alemania, el Sweden Rock Festival y el Hellfest en Francia, donde su actuación fue recibida con entusiasmo tanto por veteranos como por un público joven sorprendido por la vigencia de su sonido. La edición de As Above, So Below en 2012 marcó un punto de inflexión: con una producción moderna pero fiel al espíritu oscuro y épico de sus inicios, el disco fue celebrado como un retorno a la forma. Esta etapa trajo consigo una formación más estable, destacando la incorporación del bajista Will Palmer, cuyo compromiso ha sido clave en la cohesión del grupo, así como del batería Fredrik Jansson, exmiembro de Witchcraft, que aportó una base rítmica firme y consistente. Estos cambios permitieron a Heybourne concentrarse plenamente en la composición y en su papel como frontman, consolidando una alineación que ha perdurado durante más de una década, una estrategia renovada de promoción y un reconocimiento tardío que colocó a Angel Witch entre los pioneros mejor reivindicados de la NWOBHM en el siglo XXI.

En los últimos años, se han organizado giras conjuntas con otros referentes del heavy metal clásico —como Raven, Satan o Blitzkrieg—, así como con bandas jóvenes deseosas de rendir tributo a sus influencias, lo que ha generado un cruce generacional muy potente en cada espectáculo. Estos conciertos no solo han servido como una reivindicación histórica del legado de Angel Witch, sino también como espacios de descubrimiento para una audiencia más joven que encuentra en el grupo una autenticidad difícil de replicar en el panorama actual. Además, su inclusión en carteles de festivales como Roadburn, Up the Hammers o incluso ediciones temáticas del Wacken Open Air, ha permitido que su propuesta alcance públicos más diversos. Estas actuaciones han consolidado a Angel Witch como un grupo que no solo ha sobrevivido al paso del tiempo, sino que ha sabido reafirmar su relevancia artística en cada nueva etapa. Su presencia continua en los escenarios internacionales, acompañada por el respeto de músicos contemporáneos y el fervor de los seguidores más jóvenes, demuestra que el legado de la NWOBHM no solo se preserva, sino que se reinventa a través de ellos. Angel Witch representa hoy no solo una pieza clave en la historia del heavy metal británico, sino también un símbolo de integridad artística que sigue inspirando a nuevas generaciones de músicos y oyentes. que, pese a las adversidades y los cambios en la industria, mantiene intacta su vigencia, magnetismo y poder de evocación sobre el escenario.

Anécdotas y curiosidades

La historia de Angel Witch está plagada de episodios curiosos y, a veces, rocambolescos que reflejan lo convulso del camino recorrido:

  1. El origen del nombre: la dicotomía entre ángel y bruja describe a la perfección la mezcla de luz y oscuridad presente en su propuesta musical y lírica. Algunas fuentes indican que Kevin Heybourne eligió el nombre al considerar que sonaba enigmático y representaba la dualidad de su música.

  2. Kevin Heybourne y Dave Mustaine: se cuenta que, en algún momento, Dave Mustaine (líder de Megadeth) manifestó admiración por la NWOBHM y por Angel Witch en particular. Aunque no existe colaboración oficial, es sabido que Mustaine incluyó a Angel Witch en la lista de bandas británicas que influenciaron su forma de componer.

  3. En directo con Iron Maiden: en la fase más temprana de ambas bandas, Angel Witch llegó a compartir escenario con Iron Maiden en clubes del East End londinense. Hoy, para muchos fanáticos, imaginar a estos dos gigantes del metal en un mismo local de reducidas dimensiones es una auténtica joya histórica.

  4. Los distintos sellos discográficos: la banda pasó por sellos como Bronze Records, Killerwatt y GWR, entre otros. Esto provocó que parte de su material quedara disperso, dificultando la coherencia de su catálogo y, a menudo, la disponibilidad de sus discos.

  5. El culto a la portada del debut: la carátula de Angel Witch (1980), con ese demonio alado envuelto en llamas, se ha convertido en un ícono dentro del diseño de portadas de heavy metal. Innumerables tatuajes, parches y camisetas rinden homenaje a esta ilustración, prueba de su impacto y atemporalidad.

Recepción crítica y contrastes con otras bandas de la NWOBHM

Si bien la crítica especializada reconoce la importancia de Angel Witch en el desarrollo de la NWOBHM, también se han dado comparaciones inevitables con otras formaciones contemporáneas que lograron mayor éxito comercial. En muchos análisis, se destaca que bandas como Iron Maiden o Saxon supieron consolidar sus carreras gracias a una estructura organizativa más sólida, una mayor inversión en giras y promoción, y una alineación más estable, lo que les permitió generar una base de fans en constante crecimiento. Angel Witch, en cambio, sufrió constantes interrupciones en su trayectoria: cambios frecuentes de formación —como la salida temprana del baterista Dave Hogg y del bajista Kevin Riddles, que afectaron la cohesión del grupo—, conflictos contractuales con discográficas como Bronze Records, que no supo promocionar adecuadamente el álbum debut ni gestionar con eficacia su distribución, y decisiones de gestión poco afortunadas, como rechazar oportunidades de giras internacionales en momentos clave, que limitaron su proyección global que impidieron una proyección sostenida. Todo ello repercutió en su visibilidad y en la capacidad de capitalizar el fuerte impacto que había generado su álbum debut.

En contraste, se elogia la coherencia de la propuesta de Angel Witch y su originalidad para la época, aspectos que se manifestaban tanto en su sonido como en su estética visual. Mientras Iron Maiden optaba por un enfoque más narrativo en sus letras, con referencias literarias y épicas históricas, y una producción progresivamente más cuidada que buscaba captar públicos más amplios, Angel Witch se mantenía firme en una propuesta centrada en la oscuridad, lo oculto y lo esotérico, tanto lírica como musicalmente. Esta elección, lejos de limitar su impacto, le granjeó un grupo de seguidores muy comprometidos y, en cierto modo, "elitistas", que valoraban precisamente esa resistencia a la comercialización. Consideraban a Angel Witch una propuesta más genuina, alejada de las concesiones comerciales habituales, y por ende, más auténtica dentro del panorama del heavy metal británico emergente.

A partir de la década del 2000, con la perspectiva que da el tiempo y el surgimiento de nuevas generaciones de críticos e historiadores del género, el primer álbum de Angel Witch ha sido objeto de una reevaluación profunda. Esta obra, originalmente lanzada en 1980, ha pasado a considerarse un pilar fundamental del sonido NWOBHM, como lo señala la revista Kerrang! en su retrospectiva de 2010, donde calificó el álbum debut de Angel Witch como "una obra maestra infravalorada cuya influencia se extiende mucho más allá de la NWOBHM" gracias a su atmósfera sombría, sus riffs incisivos y una lírica cargada de simbolismo ocultista que influyó directamente en el desarrollo posterior del doom y el black metal, como han reconocido bandas como Candlemass y Watain, quienes han citado a Angel Witch como una influencia fundamental en la construcción de sus respectivos sonidos. Muchos especialistas lo colocan hoy al nivel de obras seminales como Lightning to the Nations (Diamond Head) o Wheels of Steel (Saxon), reconociendo en él una autenticidad y coherencia artística que no siempre fue valorada en su tiempo. Este reconocimiento tardío no solo ha servido para reivindicar el papel de Angel Witch en la historia del metal británico, sino también para inspirar a nuevas bandas que buscan recuperar el espíritu crudo y directo de aquella época fundacional.

TIME LINE de los miembros de "Angel Witch"

Miembros a lo largo de la historia (1978–2025)

1977–1978: Tras la disolución de su banda previa Lucifer en 1978, el guitarrista y vocalista Kevin Heybourne, junto al guitarrista Rob Downing, fundaron Angel Witch en Londres, en pleno auge de la escena underground del heavy metal británico. La formación inicial incluyó a Kevin “Skids” Riddles en el bajo —quien también contribuía con coros y teclados, enriqueciendo la propuesta sonora— y a Dave “Day Vog” Hogg en la batería, aportando una base rítmica contundente y dinámica. Lucifer, su banda anterior, había contado con el baterista Steve Jones y el bajista Barry Clements, quienes se apartaron antes del nacimiento de Angel Witch, dejando a Heybourne y Downing la tarea de reconstruir y renombrar el proyecto. Así, con un espíritu renovado y una orientación más oscura y agresiva —que contrastaba con el enfoque más directo y festivo de muchas bandas contemporáneas de hard rock y heavy metal como Saxon o Def Leppard—, Angel Witch vio la luz en 1978 como parte del incipiente movimiento que más tarde sería conocido como la New Wave of British Heavy Metal (NWOBHM). Rob Downing abandonó la banda poco después del cambio de nombre, y el grupo quedó consolidado como un potente trío a finales de los años 70, con Heybourne al frente como líder creativo indiscutido.

1980–1981: La formación clásica de Angel Witch —compuesta por Kevin Heybourne, Kevin “Skids” Riddles y Dave “Day Vog” Hogg— alcanzó su clímax creativo con la grabación del icónico álbum debut “Angel Witch” (1980), considerado una piedra angular de la New Wave of British Heavy Metal. El disco, con su atmósfera oscura, riffs envolventes y una lírica cargada de misticismo, recibió elogios tanto del público como de la crítica especializada, posicionando a la banda como una de las promesas más sólidas del metal británico. Sin embargo, el éxito vino acompañado de fricciones internas: poco después del lanzamiento, el baterista Dave Hogg fue despedido, y al poco tiempo, en 1981, el bajista Kevin Riddles también abandonó el proyecto para unirse al emergente grupo Tytan. La banda incorporó entonces a Dave Dufort —veterano de la E.F. Band y colaborador de Mike Oldfield, además de hermano de Denise Dufort de Girlschool— como nuevo baterista. A pesar de estos refuerzos, la tensión acumulada y el desgaste emocional llevaron a Heybourne a anunciar el fin de Angel Witch ese mismo año. En este breve pero intenso periodo, la banda también dejó grabaciones significativas como el sencillo “Loser”, que, a pesar del contexto interno turbulento, fue bien recibido en la escena underground del momento y reafirmó el estatus de Angel Witch como una banda con gran potencial creativo dentro de la NWOBHM como el sencillo “Loser” (1981), testimonio de una etapa turbulenta pero artísticamente prolífica.

1982–1983: La inactividad de Angel Witch fue breve. A comienzos de 1982, Kevin Heybourne decidió reactivar la banda en un intento por revivir el impulso creativo tras la disolución anterior. Para ello reclutó a músicos provenientes de Deep Machine: el vocalista Roger Marsden, el baterista Ricky Bruce y el bajista Jerry Cunningham. En esta etapa, Heybourne optó por concentrarse exclusivamente en la guitarra (aportando coros), delegando el rol vocal principal a Marsden con la esperanza de diversificar el sonido del grupo. Sin embargo, la voz de Marsden —más orientada al hard rock clásico— contrastaba con el tono oscuro y dramático característico de Angel Witch, lo que provocó su pronta salida. Ante esta incompatibilidad estilística, Heybourne asumió nuevamente el rol de vocalista, reforzando el carácter personal y distintivo del grupo. La formación resultante como trío —Heybourne (voz y guitarra), Cunningham (bajo) y Bruce (batería)— tuvo una existencia fugaz. A comienzos de 1983, la banda volvió a cesar actividades cuando Heybourne aceptó una oferta para unirse como guitarrista a Blind Fury, un nuevo proyecto conformado por exintegrantes de la banda Satan, que emergía con fuerza dentro del circuito NWOBHM. Esta etapa, aunque corta, demostró la persistente voluntad de Heybourne de mantener vivo el legado de Angel Witch, pese a los desafíos constantes de alineación.

1984–1986: En 1984, Kevin Heybourne anunció oficialmente el regreso de Angel Witch, marcando el inicio de una nueva etapa cargada de ambiciones renovadas y la esperanza de consolidar el legado de la banda. En un gesto de reconciliación, Heybourne volvió a contar con el baterista original Dave Hogg, con quien había tenido diferencias en el pasado, y sumó al bajista Peter Gordelier, procedente del grupo Marquis de Sade, así como al vocalista Dave Tattum, cuya voz aportaba un matiz más melódico y accesible al sonido del grupo. Esta alineación registró el segundo álbum de estudio, “Screamin’ ‘n’ Bleedin’” (1985), una obra que mostró una evolución estilística hacia terrenos más pulidos y estructurados, aunque conservando la esencia oscura que caracterizaba al grupo. No obstante, las tensiones no tardaron en resurgir: Hogg fue nuevamente despedido y sustituido por Spencer Hollman, quien aportó una energía más precisa y técnica a la batería. Con Hollman en la formación, Angel Witch publicó su tercer álbum, “Frontal Assault” (1986), en el que se evidenciaba una mayor orientación hacia el heavy metal tradicional, con composiciones más directas pero aún teñidas de la inconfundible marca compositiva de Heybourne. Poco después del lanzamiento, el vocalista Dave Tattum fue apartado de la banda, lo que llevó a Angel Witch a continuar momentáneamente como trío —Heybourne (voz y guitarra), Gordelier (bajo) y Hollman (batería)— en una etapa de transición, en la que el grupo buscaba redefinir su identidad sin comprometer su integridad artística.

1987–1990: A finales de los años 80, la actividad de Angel Witch se tornó intermitente, marcada por una incertidumbre constante en cuanto a su futuro. En 1989, buscando fortalecer el sonido en vivo y revitalizar la propuesta escénica de la banda, se incorporó el guitarrista rítmico Grant Dennison. Con esta formación —Heybourne, Gordelier, Hollman y Dennison— el grupo ofreció una serie de presentaciones que reflejaban tanto su veteranía como su deseo de mantenerse vigentes en un panorama musical cada vez más competitivo. Algunas de esas actuaciones fueron registradas y más tarde recopiladas en el álbum en vivo “Live” (1990), testimonio de la potencia y cohesión que aún podía desplegar la banda en directo. Sin embargo, a comienzos de 1990, Kevin Heybourne tomó la audaz decisión de trasladarse a Estados Unidos, motivado por la efervescencia de la escena metálica en la Bay Area y con la intención de relanzar Angel Witch en un contexto internacional más amplio. En territorio estadounidense, conformó una prometedora alineación con reconocidos músicos de la escena local: Jon Torres (bajo, ex-Lȧȧz Rockit), Tom Hunting (batería, Exodus) y Doug Piercy (guitarra, ex-Heathen). Esta formación generó altas expectativas y llegó incluso a programar una gira en EE.UU. No obstante, justo antes de iniciarla, Heybourne fue detenido por problemas migratorios relacionados con su visa, lo que obligó a la cancelación inmediata de los compromisos y dejó al grupo en estado de pausa forzada. Sin su fundador y figura central, la versión americana de Angel Witch no logró sostenerse y terminó disolviéndose hacia finales de 1990, cerrando así otro capítulo de intentos frustrados pero reveladores en la compleja trayectoria de la banda.

1991–1999: Durante la primera mitad de los años 90, Angel Witch permaneció mayormente inactivo, en un periodo que muchos consideran una etapa de letargo creativo, aunque no del todo estéril. A pesar de la ausencia de nuevas producciones de estudio, la banda mantuvo una presencia tenue mediante la publicación de material en vivo, rarezas y compilaciones retrospectivas que mantenían vivo el interés entre los seguidores más fieles. En 1997, Kevin Heybourne retomó brevemente la iniciativa al reunir en Inglaterra a los músicos estadounidenses Jon Torres (bajo) y Tom Hunting (batería), ambos con quienes había colaborado durante la frustrada aventura estadounidense de 1990. El trío fue reforzado por la inclusión del guitarrista y tecladista Myk Taylor, lo que permitió explorar nuevas texturas en el sonido de Angel Witch. De estas sesiones nació el demo “Resurrection”, grabado en 1997 y publicado en 1998 como parte de un recopilatorio homónimo que ofrecía un atisbo del potencial de esta formación. Sin embargo, la reunión fue efímera: Torres y Hunting regresaron a EE.UU. poco después, y el proyecto no logró concretarse en vivo ni derivar en un álbum completo. Trágicamente, Myk Taylor fallecería en 2003, convirtiendo aquella sesión en una colaboración única e irrepetible. Aunque breve, este intento reflejó una vez más el inagotable deseo de Heybourne de revivir el espíritu de Angel Witch, incluso en los momentos más inciertos de su trayectoria.

2000–2003: A comienzos del nuevo milenio, Kevin Heybourne revitalizó Angel Witch tras una prolongada ausencia, esta vez rodeado de jóvenes músicos británicos que aportaban frescura y energía a la propuesta clásica de la banda. La nueva alineación incluía a Keith Herzberg en la guitarra rítmica, Richie Wicks en el bajo y coros (proveniente de Tygers of Pan Tang) y Scott Higham en la batería, todos ellos bajo la dirección de Heybourne, quien retomaba el mando tanto musical como conceptual. Este cuarteto dejó constancia de su reencuentro con el público a través del álbum en vivo “2000: Live at the LA2”, lanzado ese mismo año, así como con el demo “The Halloween Session”, también de 2000, que insinuaba un posible renacimiento estilístico. No obstante, las tensiones internas y diferencias creativas erosionaron rápidamente la cohesión del grupo, que se disolvió a mediados de 2001. En el verano de 2002, Heybourne intentó una reactivación con la misma alineación, pero el esfuerzo fue breve y no generó material nuevo. A comienzos de 2003, el guitarrista británico dio un giro internacional y convocó nuevamente a sus antiguos colaboradores estadounidenses Jon Torres (bajo) y Tom Hunting (batería), esta vez sumando al virtuoso guitarrista Lee Altus (ex-Heathen). La formación parecía tener potencial para una nueva etapa sólida, pero nuevamente los obstáculos se interpusieron: Hunting fue reemplazado ese mismo año por Darren Minter, también parte del entorno metalero de la Bay Area. Sin embargo, antes de que transcurriera medio año, la inestabilidad volvió a golpear, y Angel Witch cayó en otro periodo de inactividad, reflejando la constante dificultad de Heybourne para sostener un proyecto duradero pese a su inquebrantable determinación.

2008–2011: Tras varios años de inactividad y una trayectoria marcada por altibajos, Angel Witch regresó con fuerza en 2008, consolidando una alineación que marcó el inicio de una etapa de mayor estabilidad. Kevin Heybourne reunió a Will Palmer (bajo), Andrew “Andy” Prestidge (batería) y Chris Fullard (guitarra rítmica), una combinación que revitalizó el sonido clásico de la banda con una interpretación fresca pero respetuosa del legado original. Con esta formación, Angel Witch ofreció potentes actuaciones en vivo en reconocidos festivales europeos como Keep It True y Bloodstock, reafirmando su vigencia dentro del circuito del heavy metal tradicional. En 2009 lanzaron el álbum en directo “Burn the White Witch: Live in London”, registrado durante un concierto en 2008. Cabe destacar que, para el momento de la publicación del disco, Fullard ya había dejado la banda, lo que convirtió al trío Heybourne–Palmer–Prestidge en el núcleo operativo de esas presentaciones. A finales de 2010, el veterano guitarrista Bill Steer, conocido por su trabajo en Carcass, se incorporó como guitarrista de apoyo, añadiendo una nueva dimensión al sonido de Angel Witch gracias a su versatilidad técnica y experiencia. Esta sólida formación entró al estudio en 2011 y el resultado fue el esperado cuarto álbum de estudio, “As Above, So Below” (2012), una obra que supuso el regreso discográfico de la banda tras 26 años de silencio en estudio. Aunque Steer formaba parte del grupo en esta etapa, su ausencia en la grabación se debió a cuestiones logísticas y de disponibilidad, lo que llevó al trío principal a asumir la totalidad del trabajo en estudio, la grabación del álbum recayó fundamentalmente sobre el trío Heybourne/Palmer/Prestidge, evidenciando la cohesión y madurez alcanzada por este núcleo creativo.

2013–2025: Tras el lanzamiento del celebrado “As Above, So Below” en 2012, Angel Witch experimentó una nueva serie de cambios en su alineación. El guitarrista Bill Steer decidió abandonar el grupo en 2013 para enfocarse plenamente en sus compromisos con Carcass. Fue reemplazado ese mismo año por Tom Draper, guitarrista con una sólida formación técnica y gran versatilidad, que aportó frescura a la sección rítmica. La banda, conformada entonces por Heybourne, Palmer, Prestidge y Draper, mantuvo una agenda moderada de presentaciones y trabajo compositivo. En 2015, el baterista Andrew Prestidge dejó la agrupación, siendo brevemente sustituido por Alan French. A finales de ese mismo año, Tom Draper también se retiró, y fue reemplazado por Jimmy Martin, un músico de gran presencia escénica y habilidad melódica, quien asumió el rol de guitarrista rítmico y corista. Finalmente, en 2016, se unió a la banda el baterista sueco Fredrik Jansson-Punkka (ex-Witchcraft, entre otros), aportando una base sólida y precisa que estabilizó definitivamente la formación. Con Heybourne al frente —voz y guitarra líder—, Palmer en el bajo, Martin en la guitarra rítmica y Jansson en la batería, Angel Witch entró al estudio para grabar su esperado quinto álbum de estudio, “Angel of Light”, publicado en 2019 bajo el sello Metal Blade. Este trabajo fue ampliamente elogiado por su fidelidad al espíritu original de la banda, a la vez que mostraba una madurez sonora y compositiva acorde a la experiencia acumulada por sus miembros. La formación se ha mantenido estable hasta 2025, consolidando una etapa de continuidad inusual en la historia del grupo. Kevin Heybourne, figura icónica del heavy metal británico, continúa siendo el alma y motor de Angel Witch, único miembro constante desde su fundación en 1978.

Formación de la banda en cada álbum de estudio

A continuación se detallan las alineaciones completas de Angel Witch en cada uno de sus álbumes oficiales de estudio:

Angel Witch (álbum debut, 1980): Kevin Heybourne – voz líder y guitarra, alma creativa del grupo y compositor principal de todos los temas; Kevin “Skids” Riddles – bajo, coros y teclados, cuya versatilidad aportó una riqueza armónica inusual para el género; Dave “Day Vog” Hogg – batería, con un estilo potente y preciso que cimentó la base rítmica del álbum. Esta formación dio vida a un disco considerado piedra angular de la NWOBHM, cargado de oscuridad lírica, riffs inolvidables y una atmósfera casi sobrenatural que marcaría profundamente el sonido del heavy metal británico en los años venideros.

Screamin’ ’n’ Bleedin’ (2.º álbum, 1985): Dave Tattum – voz líder, cuya interpretación melódica y dramática aportó un tono más accesible al sonido de Angel Witch en esta etapa; Kevin Heybourne – guitarra y coros, manteniéndose como el eje compositivo del grupo a pesar de ceder el rol vocal principal; Peter Gordelier – bajo y coros, contribuyendo con líneas sólidas y armonías vocales de apoyo; Dave Hogg – batería, quien regresó temporalmente para esta grabación con su estilo enérgico y preciso. Este álbum representa una desviación única en la discografía de la banda, ya que es la única ocasión en que Heybourne no asumió el rol de vocalista principal, ofreciendo así una sonoridad distinta pero coherente con la evolución del grupo.

Frontal Assault (3.er álbum, 1986): Dave Tattum – voz, aportando un estilo vocal más directo y contundente en contraste con la atmósfera más elaborada del disco anterior; Kevin Heybourne – guitarra y coros, reafirmando su papel como principal arquitecto del sonido de la banda, con riffs agresivos y una orientación más tradicional del heavy metal; Peter Gordelier – bajo y coros, consolidando la base rítmica con precisión y energía; Spencer Hollman – batería y coros, cuya incorporación trajo una ejecución más técnica y potente que ayudó a redefinir el enfoque rítmico del grupo. Este álbum mostró una evolución hacia una estética más cruda y combativa, especialmente visible en temas como "Dream World" o "Religion (Born Again)", cuyas letras y estructuras denotan una inclinación hacia lo directo, lo visceral y lo confrontativo, alejándose de los pasajes más melódicos o místicos de trabajos anteriores, reflejando la voluntad de Angel Witch de mantenerse relevante en un escenario metalero cada vez más competitivo.

As Above, So Below (4.º álbum, 2012): Kevin Heybourne – voz y guitarra, liderando nuevamente la composición con una mezcla de oscuridad clásica y producción contemporánea; Will Palmer – bajo, proporcionando una base sólida y densa que sostiene la atmósfera sombría del álbum; Andrew “Andy” Prestidge – batería, aportando dinamismo y sensibilidad rítmica que enriquecieron las estructuras complejas del disco. Aunque Bill Steer —conocido por su trabajo en Carcass— formaba parte de la banda en este periodo como guitarrista rítmico, la grabación se llevó a cabo principalmente como un trío, lo que resalta aún más la cohesión y solidez del núcleo creativo. “As Above, So Below” marcó un regreso notable, equilibrando la esencia primigenia del grupo con una producción más pulida, y fue recibido con entusiasmo tanto por críticos como por fanáticos.

Angel of Light (5.º álbum, 2019): Kevin Heybourne – voz y guitarra líder, reafirmando su lugar como figura central de la banda con composiciones cargadas de oscuridad mística y riffs incisivos; Jimmy Martin – guitarra rítmica, cuya ejecución precisa y sensibilidad melódica aportaron equilibrio y dinamismo al sonido del álbum; Will Palmer – bajo, sosteniendo el armazón sonoro con líneas densas y atmosféricas que complementan el carácter sombrío de la obra; Fredrik Jansson-Punkka – batería, con una interpretación firme y matizada que ofreció una base rítmica poderosa y elegante. Este álbum, lanzado bajo el sello Metal Blade, representó una culminación madura del estilo clásico de Angel Witch, celebrando su legado mientras lo proyectaba con vigor renovado hacia el presente.

El rol de Kevin Heybourne: líder y emblema

Hablar de Angel Witch es, en buena medida, hablar de Kevin Heybourne. Como guitarrista, vocalista y principal compositor, Heybourne ha sido el eje alrededor del cual ha girado toda la historia de la banda. Su perseverancia para resucitar el proyecto en varias ocasiones refleja su pasión por la música y su convicción de que Angel Witch tenía todavía mucho que ofrecer.

Desde el punto de vista técnico, Heybourne ha demostrado ser un guitarrista creativo, capaz de ensamblar riffs memorables y solos que equilibran melodía y agresividad. En lo vocal, su timbre característico lo convirtió en una de las voces reconocibles de la NWOBHM, aunque no alcanzó la fama de otros como Bruce Dickinson (Iron Maiden) o Rob Halford (Judas Priest). No obstante, el carisma y la autenticidad que emana en cada presentación de Angel Witch han contribuido a cimentar su reputación como uno de los grandes nombres del metal británico de culto.

La figura de Heybourne también ha suscitado controversias en torno a su carácter y la dificultad para trabajar con él en el estudio. Su determinación por mantener el control creativo ha generado roces y salidas de músicos notables. Sin embargo, esta misma determinación es la que ha permitido que Angel Witch preservara un estilo coherente y distintivo a lo largo de los años, sin sucumbir a presiones comerciales o modas pasajeras.

Angel Witch: Análisis en profundidad de su discografía de estudio

Angel Witch es una banda británica de heavy metal formada en Londres en 1976, reconocida como uno de los grupos pioneros de la New Wave of British Heavy Metal (NWOBHM). Liderados desde sus inicios por el guitarrista y vocalista Kevin Heybourne, forjaron un sonido oscuro y melódico con temática ocultista que los distinguió de otras bandas contemporáneas. En sus primeros años compartieron escenario con Iron Maiden, Saxon y otros nombres emergentes, compitiendo por los escasos contratos de grandes discográficas disponibles para el incipiente movimiento NWOBHM. Su canción “Baphomet” atrajo atención temprana al aparecer en el compilado Metal for Muthas (1980), lo que les permitió firmar brevemente con EMI, aunque dicha oportunidad se frustró por problemas de gestión. No obstante, Angel Witch logró lanzar su primer álbum en 1980, obra homónima que con el tiempo se ha convertido en pieza seminal del género.

A lo largo de su trayectoria, marcada por múltiples cambios de formación y largos periodos de inactividad, Angel Witch ha ejercido una notable influencia en el heavy metal. Su combinación de riffs pesados al estilo Black Sabbath con la energía del metal británico de finales de los 70 inspiró a subgéneros emergentes. Bandas del entonces naciente thrash metal (como Megadeth, cuyo líder Dave Mustaine llegó a lucir una camiseta de Angel Witch en portada de revista) y del doom metal (como Trouble o los suecos Candlemass) han reconocido la huella de Angel Witch en su música. Aunque comercialmente nunca alcanzaron el éxito masivo de colegas como Iron Maiden o Def Leppard, la banda se mantiene como un nombre de culto respetado en los círculos del metal. Su discografía de estudio – únicamente cinco álbumes oficiales, evitando EPs, directos o recopilatorios – muestra una evolución interesante: desde el fulgurante debut en plena NWOBHM, pasando por experimentos melódicos a mediados de los 80, hasta su resurrección en el nuevo milenio con un sonido fiel a sus raíces. A continuación, analizamos en detalle cada uno de esos discos, su contexto, recepción y legado dentro de la historia del metal.

Angel Witch (1980)


El debut Angel Witch, lanzado en 1980 bajo el sello Bronze Records, es ampliamente considerado un pilar fundamental de la NWOBHM. Apareció en un momento álgido del metal británico, contemporáneo al Iron Maiden (1980) de Iron Maiden o Wheels of Steel (1980) de Saxon, y capturó como pocos el espíritu de aquella escena emergente. A pesar de ser la primera y única obra grabada por la formación “clásica” del grupo – Kevin Heybourne (voz y guitarra), Kevin Riddles (bajo) y Dave Hogg (batería) – el resultado dejó una impronta indeleble. El álbum, homónimo de la banda, ofreció 10 temas impregnados de atmósfera oscura, melodías memorables y la agresividad característica del metal de la época. Desde su lanzamiento, Angel Witch recibió en su mayoría críticas muy positivas, considerándose pronto un clásico del heavy metal británico. Por ejemplo, el crítico Malcolm Dome (revista Sounds) lo proclamó “álbum del año” 1980 junto al Demolition de Girlschool. Años después, el historiador Martin Popoff subrayó su relevancia afirmando que es “el único álbum de Angel Witch de importancia profunda”, calificándolo como “la primera declaración panorámica de black metal de la era moderna” por su “mezcla de melodía gótica, sorpresa siniestra y riff denso y abrasador”, una combinación que estableció a la banda como algo aislado y elevado dentro de la comunidad metalera de la época. En efecto, mientras otros exponentes de la NWOBHM tendían más al rock de bar acelerado, Angel Witch exhibía un sonido misterioso y tenebroso que los hacía únicos. La prensa especializada hoy en día coincide en que este debut es un “clásico del metal”que no ha perdido filo con el paso de las décadas.

No todo fue elogio inicialmente: algún crítico aislado tildó la producción de Angel Witch de débil y “destructivamente espantosa”, e incluso cuestionó las habilidades vocales de Heybourne. Sin embargo, dichas opiniones negativas fueron minoritarias frente a la aclamación general. El álbum, aunque no logró altas ventas (de hecho, un sencillo (“Sweet Danger”) apenas rozó el puesto 75 en listas británicas), se convirtió en objeto de culto en la escena underground. En Reino Unido quedó algo opacado por la avalancha de lanzamientos inmortales del momento, pero en Estados Unidos y Europa continental circuló como joya importada, influyendo en músicos que luego liderarían el thrash y el doom. Chad Bowar destacaba en retrospectiva que este disco, junto a otros de la NWOBHM, fue en parte responsable de moldear el surgimiento del thrash metal a mediados de los 80. En cuanto a la banda, paradójicamente no estaba plenamente satisfecha con el sonido final: años más tarde los miembros admitirían cierta amargura con la producción pulida impuesta por el productor, que según ellos limó el filo Sabbathiano que buscaban. Sea como fuere, Angel Witch ha soportado el paso del tiempo con honores. Sus canciones aún suenan vibrantes y han sido versionadas por grupos posteriores (desde los doomsters Trouble hasta los death metal Six Feet Under), confirmando la perdurabilidad de su propuesta.

  • “Angel Witch”: Tema insigne que da título al disco. Con su estribillo pegajoso y aura ocultista, se convirtió en un himno del metal británico, cerrando los conciertos de la banda y apareciendo décadas después en videojuegos como Brütal Legend. Aunque su estilo es más accesible que otros cortes, su relevancia es tal que Dom Lawson bromeó que “un himno es un himno” pese a no ser lo más representativo del sonido sombrío del grupo.
  • “Angel of Death”: Canción acelerada y agresiva que exhibe el lado más feroz del álbum. Sus riffs rápidos y letra apocalíptica prefiguraron elementos que inspirarían a la escena thrash emergente
    . Es uno de los temas donde más se aprecia la influencia de Black Sabbath en la densidad de los riffs, fusionada con la velocidad NWOBHM.
  • “White Witch” / “Sorcerers”: Ejemplos del enfoque lírico en lo oculto y fantástico que caracterizó a Angel Witch. Musicalmente, combinan melodías memorables con una atmósfera oscura. “White Witch” sobresale por sus armonías de guitarra gemela, mientras “Sorcerers” aporta un tono épico y misterioso que realza el carácter único del álbum.

Screamin’ ‘n’ Bleedin’ (1985)


Tras el fulminante debut, Angel Witch atravesó una etapa turbulenta: la banda se disolvió en 1982 por problemas de manejo y cambios de integrantes. Kevin Heybourne intentó mantener viva la llama, y finalmente en 1984 rearmó el grupo con una nueva alineación para un esperado segundo disco. Screamin’ ‘n’ Bleedin’, publicado en agosto de 1985 por el sello independiente Killerwatt Records, marcó el retorno de Angel Witch tras cuatro años de silencio discográfico. Sin embargo, no fue un simple continuación del primer álbum, sino que presentó cambios notables en el sonido y en la formación. Por primera vez Heybourne se relegó al rol de guitarrista exclusivamente, cediendo las voces principales al cantante Dave Tattum, mientras Pete Gordelier asumió el bajo y Dave Hogg regresó brevemente a la batería. Este refresco de integrantes, luego de la ruptura de 1981, supuso una nueva etapa estilística para la banda.

El contexto musical de 1985 era muy distinto al de 1980. La explosión de la NWOBHM había menguado y nuevas corrientes (el thrash metal en el underground, el glam metal en las listas de ventas) tomaban protagonismo. En ese escenario, Screamin’ ‘n’ Bleedin’ tuvo la difícil tarea de dar un sucesor digno al increíble debut. Algunos auguraban que igualar aquella magia sería casi imposible, y de hecho la presión pudo haber jugado en contra. El álbum presentó un Angel Witch ligeramente más melódico y accesible que antes, sin abandonar del todo sus raíces. La incorporación de Tattum como frontman trajo una voz más limpia y tradicional, con armonías vocales más marcadas, lo cual imprimió un cariz diferente a los nuevos temas. Según un análisis retrospectivo, el material de Screamin’ ‘n’ Bleedin’ resultó “un poco diferente y más melódico” que el del debut, con grandes armonías y estribillos pegadizos (aunque nunca cursis), probablemente buscando una mayor amplitud musical. Esta dirección más melódica – unida al hecho de salir con un sello pequeño y una promoción limitada – hizo que inicialmente el disco recibiera críticas mixtas. Parte de la prensa y fans de la vieja guardia lo consideraron inferior al primero, e inevitablemente quedó bajo la sombra alargada del debut. Un crítico llegó a opinar que la banda estaba “destinada al fracaso desde el inicio” al intentar superar su primera obra. Sin embargo, con el tiempo Screamin’ ‘n’ Bleedin’ ha sido reivindicado como un trabajo sólido dentro del heavy metal británico de los 80. De hecho, para algunos comentaristas es, junto al debut, un clásico del género que mantiene su vigencia a pesar de lo datada que pueda sonar la producción NWOBHM hoy en día. El periodista Dave Steed señaló que los LPs de 1980 y 1985 de Angel Witch “todavía se sostienen bien” décadas más tarde. Del mismo modo, el crítico Frank Stöver argumenta que “toda la mala prensa que recibió Screamin’ ‘n’ Bleedin’ en su momento no estaba necesariamente justificada”, afirmando que no es “en absoluto un mal disco”. Añade que, para quien disfrute del sonido NWOBHM clásico sin comparar obsesivamente con el debut, este segundo álbum resulta una escucha muy satisfactoria, repleta de melodías pegadizas y grandes armonías de guitarra. En otras palabras, aislado de las altas expectativas previas, el disco muestra virtudes propias y merece mayor reconocimiento del que inicialmente se le otorgó.

Desde la perspectiva evolutiva, Angel Witch experimentó aquí con estructuras más elaboradas y toques más “rockeros” en ciertas canciones, sin renunciar del todo a la atmósfera tenebrosa. La producción es algo más pulida que en 1980, lo que realza las voces y coros. Kevin Heybourne, centrado en la guitarra, despliega solos inspirados y mantiene el nivel compositivo (figura como autor en la mayoría de temas). La sección rítmica ofrece un sonido más actual para 1985, apuntalando piezas de tempo medio con gancho. Screamin’ ‘n’ Bleedin’ tal vez no posea la misma crudeza espontánea de su antecesor, pero a cambio muestra a una banda tratando de evolucionar dentro del heavy metal tradicional. Cabe destacar que Angel Witch no optó por tendencias ajenas (no se volvieron glam ni thrash, por ejemplo), sino que refinaron su propio estilo, aportando mayor melodía. En retrospectiva, los seguidores del metal británico han llegado a apreciar mejor esta faceta: el álbum suena a clásico tardío de la NWOBHM, con un encanto de vieja escuela que “si se ignora la enorme sombra del debut” puede disfrutarse plenamente.

  • “Screamin’ ‘n’ Bleedin’”: Tema título que ejemplifica la dirección del álbum. Combina un riff principal pegadizo con la voz melodiosa de Tattum, logrando un estribillo coreable. Representa el intento de la banda por entregar un himno heavy metal accesible sin sacrificar la intensidad. Con el tiempo ha sido reivindicado y suele destacarse entre lo mejor del disco por su energía.
  • “Afraid of the Dark”: La pieza más larga del LP (6 minutos) y una de las más atmosféricas. Su inicio lento y sombrío va construyendo tensión hasta explotar en poderosos riffs a medio tiempo. Muestra la faceta oscura y épica de Angel Witch en esta era, con letras que exploran el terror a la oscuridad. Es apreciada por fans que buscan el lado más doom y pesado del álbum.
  • “Waltz the Night” / “Goodbye”: Hacia el final del disco, Angel Witch experimenta con matices ligeramente diferentes. “Waltz the Night” aporta un ritmo cadencioso poco usual (casi un medio tiempo de sensación oscura) que demuestra la versatilidad de Heybourne como compositor. “Goodbye”, por su parte, cierra el álbum de forma melancólica pero contundente, resumiendo el equilibrio entre melodía y fuerza que caracterizó a Screamin’ ‘n’ Bleedin’. Son cortes menos conocidos pero que han envejecido dignamente, evidenciando la capacidad del grupo para explorar dinámicas nuevas manteniendo su esencia NWOBHM.

Frontal Assault (1986)


El tercer álbum de Angel Witch, Frontal Assault, vio la luz en 1986 nuevamente bajo el sello Killerwatt Records. Se gestó en un período de continuos cambios internos: poco después de Screamin’ ‘n’ Bleedin’, el baterista Dave Hogg fue sustituido por Spencer Hollman, estableciéndose así una formación con Heybourne (guitarra), Tattum (voz), Gordelier (bajo) y Hollman (batería). Esta alineación procedió a grabar Frontal Assault a inicios del 86, pero las tensiones en la banda eran palpables y el resultado reflejó, en parte, la búsqueda de una dirección distinta. De hecho, Frontal Assault se aleja considerablemente del estilo previo de Angel Witch, incorporando muchos más elementos melódicos que sus antecesores. Si el disco de 1985 ya había suavizado la propuesta respecto al debut, en 1986 la banda dio un paso más hacia terrenos melódicos y convencionales, tal vez intentando adaptarse a las corrientes de mitad de década. Hay quien percibe en Frontal Assault destellos de un sonido más cercano al hard rock o al metal más comercial de los 80 (al estilo de lo que algunas bandas NWOBHM ensayaron en esa época), lo que representó un alejamiento de la atmósfera oscura y heavy que definía sus inicios. Por ejemplo, varias canciones presentan coros más amplios, teclados discretos y un tono menos tenebroso, privilegiando la accesibilidad. Este viraje estilístico hizo que el álbum dividiera opiniones: mientras unos seguidores valoraron la evolución y la calidad melódica de los nuevos temas, otros extrañaron la crudeza y mística de los primeros trabajos.

En términos históricos, Frontal Assault se lanzó en un momento complejo para las bandas NWOBHM. Para 1986, muchas de aquellas agrupaciones pioneras se habían disuelto o estaban experimentando transformaciones; la ola británica había cedido ante el empuje del thrash americano y el hard rock más pulido. Angel Witch intentó sobrevivir en este entorno cambiando su fórmula, pero el intento tuvo resultados modestos. La recepción crítica contemporánea fue tibia. La revista Kerrang! en su reseña de 1986 reconocía algunos méritos en el disco, pero dejaba claro que Angel Witch no lograba recuperar del todo la magia de su debut (el crítico Maura Sutton insinuó que solo gustará a los ya convertidos, en comparación con propuestas más frescas de la época). Martin Popoff en su guía de los 80 le otorgó una calificación de 6/10, claramente menor a las notas de los álbumes previos, reflejando que lo consideró un esfuerzo menor dentro de la discografía. Algunos fanáticos fueron más duros, calificándolo de flojo o falto de inspiración. Un comentarista resumió el sentir general diciendo que los dos álbumes siguientes al debut son “una bestia muy diferente y no especialmente grandiosos” en comparación. Con todo, Frontal Assault no carece de virtudes. Hay consenso en que no es un disco terrible, simplemente está por debajo del nivel esperado de Angel Witch. “En conjunto Frontal Assault no es tan malo como lo que otras bandas NWOBHM llegaron a hacer en los 80,” señala una reseña, “pero si has escuchado a grupos que se comercializaron en exceso, entenderás por qué algunos lo ven con recelo”. En retrospectiva, puede apreciarse que Angel Witch experimentó y amplió su paleta sonora, aunque eso les hiciera perder parte de su identidad única temporalmente.

Musicalmente, el álbum ofrece temas más simples y directos, enfocándose en el gancho. La producción es limpia y acorde a 1986, con guitarras menos crudas. Dave Tattum mantiene un desempeño vocal correcto, aunque su estilo más suave contrasta con la oscuridad que uno asociaba a Angel Witch. Kevin Heybourne continúa entregando solos de guitarra notables y algunos riffs interesantes, pero en general las composiciones tienden a la fórmula estándar del heavy metal ochentero. Aun así, destacan ciertos momentos donde brilla el talento del grupo: hay riffs veloces que recuerdan su pasado NWOBHM, y secciones instrumentales inspiradas. Lamentablemente, las fricciones internas minaron la continuidad: tras este álbum, Heybourne despidió a Tattum y el grupo entró en hiato otra vez hacia 1987, sin un rumbo claro. Esto convirtió a Frontal Assault en una suerte de canto del cisne de Angel Witch en el siglo XX, clausurando su primera época de actividad sin el esplendor que hubiera merecido. No sería sino hasta más de dos décadas después que la banda retomaría el camino discográfico con nuevo brío.

  • “Frontal Assault”: El tema que da nombre al álbum abre el disco con energía. Posee un riff ganchero y estribillo sencillo, representando bien el enfoque más directo del LP. Es una pieza efectiva de heavy metal melódico; tanto es así que la banda la ha reivindicado años después, regrabándola en 2019 para una edición especial. Si bien se aleja del tono sombrío antiguo, es apreciada por su potencia y suele figurar en recopilatorios de la banda.
  • “Straight from Hell”: Canción rápida y agresiva, quizás la más heavy del álbum. Su estilo recuerda vagamente a la Angel Witch de 1980, con guitarras galopantes y actitud combativa. Destaca en un disco por lo demás moderado, al punto que fue también regrabada en 2019 junto a “Frontal Assault”. Para muchos fans, este tema y el anterior representan lo mejor de esta etapa y evidencian que la banda aún podía entregar metal contundente.
  • “Dream World” / “Take to the Wing”: Ejemplos del lado más melódico y experimental de Frontal Assault. “Dream World” tiene un aire ligeramente AOR en sus melodías, mostrando a Angel Witch explorando terrenos más comerciales; aun así, su estructura es interesante y el solo de guitarra de Heybourne le aporta garra. “Take to the Wing”, coescrita por Tattum, exhibe estribillos pegadizos y un tono optimista inusual en la discografía del grupo. Son cortes que reflejan los riesgos tomados en este álbum, algunos fans los consideran demasiado alejados del estilo clásico, mientras que otros valoran su variedad dentro del tracklist.

As Above, So Below (2012)


Después de Frontal Assault, Angel Witch cayó en un prolongado letargo creativo. Hubo intentos de reactivar la banda en distintos momentos (incluso con Kevin Heybourne emigrando a EE.UU. y colaborando con músicos de la escena thrash californiana a finales de los 80, así como lanzamientos de recopilaciones y grabaciones antiguas, pero ningún álbum de estudio nuevo durante más de un cuarto de siglo. Por eso, el anuncio de As Above, So Below a inicios de la década de 2010 generó gran expectación entre los aficionados al heavy metal clásico. Finalmente, en marzo de 2012 Angel Witch rompió su silencio discográfico con este cuarto álbum, editado por el sello británico Rise Above Records (y distribuido internacionalmente por Metal Blade). El disco significó no solo el regreso de la banda tras 26 años, sino también la vuelta de Kevin Heybourne como vocalista principal en un estudio – algo que no ocurría desde el debut de 1980. En efecto, Heybourne retomó el micrófono además de la guitarra, acompañado por una formación renovada: Will Palmer en el bajo, Andrew Prestidge en batería (sustituido luego por Bill Steer de Carcass como invitado en vivo) y un segundo guitarrista en vivo para los conciertos. As Above, So Below reúne ocho canciones y tiene la peculiaridad de que aproximadamente la mitad fueron composiciones escritas décadas atrás nunca antes grabadas, mientras las restantes fueron temas nuevos creados para el álbum. Este mix de material antiguo y reciente buscó construir un puente entre la época dorada de Angel Witch y su presente, en un intento de recuperar la esencia clásica de la banda.

En cuanto al sonido, la apuesta fue exitosa, As Above, So Below suena como si el tiempo no hubiera pasado para Angel Witch, manteniéndose fiel a sus raíces NWOBHM pero con una producción actual y robusta. La crítica notó de inmediato que el disco “estaría igual de cómodo en 1986 que en 2012”, resaltando que la banda logró preservar su identidad. La atmósfera oscura y mística vuelve a impregnar los riffs, las letras retoman temáticas ocultistas y la voz de Heybourne, aunque más madura y menos estridente que en 1980, aporta autenticidad. El propio Heybourne indicó en entrevistas que la intención era “regresar a aquella era y recrear el sonido que nos hizo amados al comienzo”, y ciertamente As Above, So Below evita sonar retro o pasado de moda a la vez que entrega puro Angel Witch clásico. Los críticos especializados recibieron positivamente este equilibrio. Metal Injection declaró que el álbum es “prueba irrefutable de que el sonido clásico NWOBHM puede sobrevivir e incluso prosperar en el entorno metalero actual”. Por su parte, Lambgoat elogió la producción aireada que da espacio a cada instrumento y señaló que Angel Witch suena aquí tan inspirado como en sus inicios: “tenemos un álbum que se siente igualmente en casa en 1986 o 2012”, con canciones bien elaboradas que no reniegan de la vejez sino que la celebran. La revista Terrorizer y otros medios incluyeron a As Above, So Below entre los lanzamientos destacados de 2012, reconociendo la hazaña de un grupo veterano reencontrándose con su creatividad. No obstante, hubo también visiones más templadas: algunos críticos opinaron que, si bien sólido, el álbum no superó a los clásicos de la banda. En Popdose, Dave Steed sostuvo que As Above, So Below “no es mejor que ninguno de los dos primeros discos de Angel Witch”, aunque sí por encima del promedio actual, y recomendó a los fans del metal tradicional darle una escucha. Este crítico señaló como posible debilidad el hecho de reciclar canciones antiguas – “es comprensible tras 26 años, pero uno esperaría más temas nuevos” llegaba a decir– lo que haría del siguiente paso (un álbum 100% nuevo) algo muy interesante. Con todo, incluso estas reseñas más moderadas reconocieron que la banda no defraudó a sus seguidores de antaño, quienes llevaban desde mitad de los 80 esperando material nuevo quedaron satisfechos, pues Angel Witch entregó exactamente lo que cabía esperar de ellos, ni más ni menos. En palabras de otro análisis, “tomó casi 26 años, pero Angel Witch ha regresado con un álbum que disfrutarán tanto los fans viejos como los nuevos”, revitalizando con heavy metal tradicional una escena moderna saturada de propuestas extremas.

La composición en As Above, So Below muestra a un Kevin Heybourne en plena forma, equilibrando frescura y nostalgia. Las canciones son más extensas que en el pasado (todas superan los cinco minutos), permitiendo desarrollos instrumentales amplios, solos guitarrísticos lucidos y pasajes atmosféricos. En algunos momentos el álbum se torna denso – ciertas secciones de “The Horla” o “Brainwashed” se perciben algo prolongadas– pero en general la música avanza con buen pulso, alternando pasajes rápidos con medios tiempos pesados que evocan la épica ochentera. La sensación para el oyente es casi atemporal: si no fuera por la nitidez de la producción, podría pensarse que es un disco perdido de 1983 recién descubierto. Esa autenticidad es uno de los grandes logros de As Above, So Below. Cabe destacar que la alineación, pese a no ser la original, supo capturar la esencia, los nuevos integrantes aportan solidez y respeto absoluto por el legado de Angel Witch, hasta el punto de que las canciones antiguas y nuevas se amalgaman de forma natural. La crítica resaltó momentos donde “despiertan los espíritus del pasado” – por ejemplo el tema “Gebura” tiene un aire contagioso muy NWOBHM que transporta al oyente a tiempos previos al auge del thrash. En suma, este cuarto disco logró reinsertar a Angel Witch en la escena con dignidad y pasión, evitando la trampa de sonar como una mera reliquia nostálgica.

  • “Dead Sea Scrolls”: Corte inaugural del álbum, con un riff galopante y poderoso que inmediatamente anuncia el regreso de Angel Witch. Su estructura épica y letra inspirada en los Rollos del Mar Muerto muestran la faceta místico-histórica de Heybourne. Es uno de los temas nuevos compuestos para este disco y destacó por su energía, siendo habitual en los setlists de la gira de reunión.
  • “Gebura”: Tema medio tiempo con un groove muy marcado, se caracteriza por su riff principal pegajoso y un estribillo que evoca el espíritu NWOBHM clásico. Los críticos señalaron que en canciones como esta “los espíritus del pasado despiertan” , ya que podrían pertenecer sin problema al repertorio de los 80. “Gebura” aporta variedad rítmica al álbum y se convirtió en favorita sorpresa para muchos aficionados.
  • “Guillotine” / “Brainwashed”: Dos pistas emblemáticas por su contraste de origen. “Guillotine” es en realidad una composición escrita en los años tempranos de la banda, rescatada para este álbum, mientras “Brainwashed” es completamente nueva. Curiosamente, ambas resultaron ser puntos álgidos del disco – Popdose las citó como “canciones asesinas” representativas de lo mejor del material antiguo y moderno. “Guillotine” impresiona por su velocidad y ferocidad que remiten al Angel Witch juvenil, mientras “Brainwashed” luce un riff contundente y coro memorable que demuestran que la inspiración de Heybourne sigue viva. Juntas, simbolizan el exitoso puente generacional que As Above, So Below tendió en la discografía de la banda.

Angel of Light (2019)

Siete años después de su revitalizador cuarto álbum, Angel Witch entregó un quinto trabajo de estudio titulado Angel of Light, lanzado en noviembre de 2019 bajo el sello Metal Blade Records. Para entonces, la banda – siempre capitaneada por Kevin Heybourne – había afianzado una formación estable con miembros más jóvenes pero entusiastas del legado del grupo (Will Palmer en el bajo, Fredrik Jansson en batería y Jimmy Martin en la segunda guitarra). Esto se tradujo en un álbum que muchos consideran la continuación natural del camino retomado en 2012, e incluso un paso más hacia las raíces primigenias del sonido Angel Witch. Angel of Light mantiene la esencia oscura y pesada de la banda, pero con composiciones más contundentes y enfocadas. Según el periodista Dom Lawson, tras algunos ajustes de alineación “Angel Witch suena aquí incluso más cercano al plano original, con canciones más pesadas y una producción maravillosamente vibrante y enérgica”. La motivación del grupo es palpable: Heybourne declaró sentirse como disfrutando por fin la oportunidad de hacer las cosas bien, rodeado de músicos que aman a Angel Witch tanto como él. El resultado es un disco potente y coherente, que rebosa química de conjunto y celebra sin tapujos el estilo único de la banda.

Musicalmente, Angel of Light ofrece una colección de ocho canciones que conjugan los elementos clásicos (riffs galopantes, toques de doom, melodías oscuras) con una ejecución fresca. Si As Above… ya era un homenaje logrado al pasado, Angel of Light lo perfecciona aún más, al punto de que un crítico sostuvo que se siente más como una secuela directa del debut de 1980 que cualquier otra cosa en su catálogo posterior. De hecho, la recepción fue entusiasta: sitios especializados como Sonic Perspectives lo calificaron de “seguimiento perfecto” al álbum de 2012, afirmando que “Angel Witch regresa con un disco repleto de riffs y atmósfera doom que complacerá incluso al más acérrimo fan”. Blabbermouth le otorgó un 8.5/10 destacando su autenticidad y calidad consistente. Muchos señalaron la inteligente decisión de no intentar modernizar forzosamente el sonido, sino pulir la fórmula conocida. Así, Angel of Light nos entrega “riffs de doom adheridos a un trasfondo metálico atemporal”, logrando ese choque curioso entre oscuridad y luz que siempre ha distinguido a Angel Witch. Temas como “Death from Andromeda” y “The Night is Calling” encarnan esta dualidad: son pesados y sombríos, pero a la vez melódicos y dinámicos, con una vibra clásica irresistible. De hecho, esas dos canciones tienen un valor añadido para los seguidores veteranos: fueron compuestas en los 80 y tocadas en vivo en aquel entonces, pero nunca se habían grabado oficialmente hasta este álbum (tal es la fidelidad de Angel Witch a su estilo que material inédito de su era clásica pudo por fin ver la luz en Angel of Light). “The Night is Calling” incluso había sido versionada en los 80 por Nemesis (banda pre-Candlemass) como muestra de la influencia de Angel Witch en la escena doom escandinava. Ahora, con la tecnología moderna, estas piezas suenan vigorosas y encajan perfectamente junto a las composiciones nuevas. En todo el álbum, la voz de Heybourne mantiene ese tono semi-entrenado pero carismático, las guitarras entregan armónicos gemelos y riffs de alto calibre, y la base rítmica golpea con contundencia. La producción, a cargo de James Atkinson, es crispada y orgánica, logrando un sonido que se siente crudo pero a la vez potente y claro, sin excesos de pulido digital. Esto realza la sensación de autenticidad: Angel of Light suena auténtico y atemporal, como un disco de heavy metal sin edad.

La crítica ha resaltado varios puntos culminantes en este trabajo. Dom Lawson subrayó que “Window of Despair” “clava casualmente el sonido exacto que cientos de imitadores han intentado emular en los últimos 20 años”, alabando sus riffs galopantes y maliciosos – algunos de los “mejores que Heybourne haya escrito”. Mención especial merece la canción que da título al disco, “Angel of Light”, un cierre de siete minutos descrito como “lo mejor de todo el lote – siete minutos de malevolencia iluminada por la luna”, donde la banda muestra nuevas formas de transitar por su senda sombría de siempre. El consenso es que Angel Witch no intenta reinventar su rueda, sino afinarla: “no hay necesidad de alterar la fórmula: al fin y al cabo, solo Angel Witch ha sonado así”, y en 2019 esa cualidad única es un soplo vigorizante de aire heavy metal en la escena. Con este álbum, Angel Witch consolidó su retorno y demostró que su legado no solo permanece intacto, sino que puede enriquecerse con nuevas composiciones dignas de su nombre.

  • “Don’t Turn Your Back”: Tema apertura del disco, arranca con un groove galopante y muestra a la banda en plena forma. Su energía rampante y estribillo desafiante engancharon de inmediato a los oyentes, convirtiéndolo en uno de los sencillos destacados. Es una declaración de intenciones: Angel Witch no da la espalda a su sonido clásico, al contrario, lo potencia desde el primer minuto del álbum.
  • “Death from Andromeda”: Medio tiempo pesado con fuerte influencia doom en los riffs. De ambiente apocalíptico y cósmico (inspirado en la idea de una muerte proveniente de la galaxia de Andrómeda), esta canción une riffs sabbathianos densos con el galope NWOBHM, logrando un equilibrio entre lo atmosférico y lo agresivo. Se ha destacado por su carácter épico y sombrío, siendo comparada con los mejores momentos del debut por su intensidad.
  • “Angel of Light”: Canción que cierra el álbum y le da título, es un recorrido de 7 minutos por pasajes melódicos tenebrosos. Con un comienzo lento y siniestro que va in crescendo, culmina en un clímax de guitarras duales y ritmo arrollador. Críticos como Dom Lawson la señalaron como la mejor pieza del disco, calificándola de “malevolencia iluminada por la luna” por su atmósfera nocturna y amenazante. Representa la cúspide creativa de la Angel Witch moderna, demostrando que la banda aún puede innovar dentro de su senda clásica y entregar composiciones a la altura de su legado.


A lo largo de cinco décadas y con solo cinco álbumes de estudio, Angel Witch ha trazado un recorrido atípico pero profundamente influyente en la historia del metal. Su evolución global refleja los avatares de una banda que tocó el cielo con un debut legendario, sufrió fragmentaciones y silencios prolongados, pero resurgió para reivindicar su lugar como leyenda viviente. En su primera etapa (1980-1986), Angel Witch pasó de la crudeza oscura y revolucionaria de su obra homónima – considerada un clásico inmortal de la NWOBHM y punto de referencia obligado junto a los debuts de Iron Maiden o Diamond Head– a explorar senderos más melódicos en sus siguientes discos, con resultados desiguales. Screamin’ ‘n’ Bleedin’ mostró que la banda podía adaptarse sin traicionarse, y aunque fue incomprendido en su momento, ha envejecido con dignidad, revelándose como una joya oculta del heavy británico de los 80. Frontal Assault, por su parte, evidenció las dificultades de mantener la inspiración en un panorama adverso: es quizás el eslabón más débil de la cadena, un trabajo donde Angel Witch perdió temporalmente esa “atmósfera especial” que hacía épico su sonido inicial. No obstante, incluso en ese traspié quedaron destellos de calidad que la banda rescataría años más tarde.

La segunda etapa de Angel Witch, ya en el siglo XXI, es una historia de regreso y reivindicación. As Above, So Below (2012) y Angel of Light (2019) comprueban que la fórmula clásica del grupo no solo resistió el paso del tiempo, sino que puede resurgir con vigor renovado en la era moderna. Lejos de intentar seguir modas, Angel Witch se reencontró con sus propias fortalezas – riffs memorables, mística oscura, melodía y agresión en equilibrio – y entregó álbumes que honran su legado a la vez que agregan nuevos himnos a su repertorio. Estas obras tardías han sido aclamadas por revivir el espíritu de la NWOBHM con autenticidad, demostrando a las nuevas generaciones por qué Angel Witch merece ser contado entre los grandes referentes del género. Como escribió Dom Lawson, salvo las excepciones obvias de Maiden, Saxon o Def Leppard, pocas bandas de la NWOBHM dejaron una huella tan perdurable, y Angel Witch merece ser vista como una “game changer de aquel movimiento. Su influencia se extiende más allá de su éxito comercial: inspiraron la ferocidad del thrash, alimentaron la llama del doom y aportaron un matiz oscuro y ocultista al heavy metal que luego abrazarían corrientes más extremas.

En perspectiva, cada álbum de Angel Witch ocupa un lugar particular en su legado. El debut permanece intocable, un tótem que sigue figurando en listas de los mejores álbumes de metal de la historia. Los dos siguientes son testimonios de una era convulsa: quizás no alcanzaron la grandeza esperada, pero han resistido el olvido y hoy sirven para comprender la evolución de la NWOBHM hacia terrenos más melódicos a mediados de los 80. Finalmente, sus trabajos del nuevo milenio consolidan el legado de la banda, reafirmando que Angel Witch, con Kevin Heybourne al timón, sigue siendo una fuerza creativa respetada. En la actualidad, Angel Witch goza del estatus de banda de culto, celebrada en festivales y reconocida por músicos de diversas generaciones. Su discografía de estudio, breve pero significativa, traza un círculo casi perfecto: iniciaron con luz propia en 1980, pasaron por la oscuridad de la incertidumbre, y renacieron en pleno siglo XXI irradiando la misma luz (o más bien, esa encantadora penumbra) que los convirtió en pioneros. El legado de Angel Witch en la historia del metal queda pues asegurado como el de aquellos alquimistas sonoros que, fieles a su visión, convirtieron en oro todo cuanto tocaron en su mejor momento, y cuyo nombre seguirá resonando con aura mítica en el panteón del Heavy Metal británico.

Apreciación en la actualidad y presencia en redes

En un mundo globalizado donde el internet permite redescubrir con facilidad a bandas de cualquier época, la música de Angel Witch ha encontrado nuevos adeptos. Las plataformas de streaming posibilitan a los oyentes más jóvenes acceder a discos como Angel Witch (1980) o As Above, So Below (2012) de forma inmediata, mientras que las redes sociales facilitan el intercambio de opiniones y el surgimiento de comunidades virtuales dedicadas a reivindicar la NWOBHM en su conjunto.

La banda, consciente de esta realidad, ha aprovechado las redes para estrechar la relación con sus seguidores y anunciar lanzamientos, reediciones y giras. A pesar de no ser un grupo que persiga el sensacionalismo mediático, la presencia de Angel Witch en festivales y sus ocasionales giras internacionales han estimulado el interés de una comunidad metalera que, más allá de las modas, valora la autenticidad y el legado histórico de formaciones pioneras.

En la actualidad, el nombre de Angel Witch se menciona con frecuencia al debatir sobre bandas que, sin alcanzar un estatus masivo, dejaron una huella indeleble en el metal. Su persistencia, reflejada en el lanzamiento de Angel of Light y su participación en festivales, confirma que su esencia sigue viva y que el empeño de Kevin Heybourne es el motor que da continuidad a esta leyenda.

El viaje de Angel Witch a través de las décadas puede describirse como un ciclo constante de luces y sombras, coherente con la dualidad implícita en su propio nombre. Desde su fulgurante aparición en la escena de la NWOBHM a finales de la década de 1970, pasando por las inestabilidades internas y los numerosos cambios de formación, hasta su reciente resurgir con discos como As Above, So Below y Angel of Light, la banda ha demostrado una y otra vez una resiliencia poco común.

La importancia de Angel Witch radica en su influencia directa sobre el desarrollo de ramas más oscuras del metal, su rol dentro de la NWOBHM y el carácter de culto que ha rodeado siempre a su álbum debut, considerado por muchos como uno de los mejores discos de heavy metal de todos los tiempos. A pesar de los altibajos, la continuidad de Kevin Heybourne al frente ha permitido mantener viva una identidad muy definida, que conjuga agresividad, melodía y un halo tenebroso que la distingue de otras agrupaciones coetáneas.

En la actualidad, en pleno siglo XXI, Angel Witch sigue tocando en directo, compartiendo su sonido con nuevas generaciones y mostrándose fiel a la esencia que los impulsó en sus comienzos. Para comprender de forma completa el fenómeno de la NWOBHM, resulta imprescindible detenerse en la discografía y la historia de Angel Witch: una banda que, desde su fundación, asumió el riesgo de explorar territorios oscuros y místicos en un momento en que el heavy metal buscaba su identidad más allá de los grandes nombres de los 70.

Con un legado forjado a base de constancia, misticismo y riffs inolvidables, Angel Witch permanece como un referente ineludible en la genealogía del metal británico. La admiración que despierta en fanáticos de todo el mundo da testimonio de la trascendencia de su música y de la honestidad de su propuesta. Su historia, pese a las contrariedades, brilla con una intensidad especial—como un faro que guía a los amantes de las sonoridades más clásicas y oscuras de la escena metalera hacia un universo de brujas, ángeles y hechizos musicales que, cuatro décadas después, siguen siendo tan fascinantes como el primer día.

Legado y  influencia de Angel Witch

Aunque Angel Witch nunca alcanzó la popularidad masiva de otras agrupaciones de la NWOBHM, como Iron Maiden o Def Leppard, su influencia en la escena del metal es innegable. Numerosas bandas de doom, black y heavy metal tradicional han citado a la formación como una referencia, especialmente el álbum Angel Witch de 1980. Su manera de abordar la música oscura y las temáticas sobrenaturales sirvió de inspiración para el nacimiento de subgéneros más extremos, que llevaron estas ideas a terrenos aún más oscuros.

Por ejemplo, algunas bandas de doom metal, como Candlemass y Trouble, se inspiraron en la vertiente más pausada y siniestra de la música de Angel Witch, mientras que agrupaciones de black metal melódico han reivindicado la atmósfera y la imaginería ocultista que proponía Heybourne. Del mismo modo, grupos de la segunda ola de la NWOBHM y del speed metal admiraron su habilidad para fusionar velocidad y melodía con tintes oscuros.

En el plano cultural, Angel Witch ha representado un eslabón esencial en la cadena evolutiva del metal británico, dotando al movimiento de un componente más esotérico y sombrío. A pesar de que bandas como Venom serían las que llevarían el satanismo y el ocultismo a extremos más notorios, Angel Witch supo canalizar ese mismo interés por lo sobrenatural con un enfoque más “caballeresco” o místico, aportando riqueza y diversidad a una escena que, a finales de los 70 y principios de los 80, se estaba transformando vertiginosamente.

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