by King Piltrafilla (@KingPiltrafilla)
Si no me equivoco, la primera canción
que escuché con atención de Twisted Sister fue
Stay hungry, el tema título de este elepé. Es por eso por lo que ya tocaba que os hablase del
álbum en cuestión en la que se convierte en mi tercera entrada (por aquí y por aquí) dedicada a
estos tipos con más peligro que un Gremlin en el Aquapark.
Así, tras sacar al mercado dos imprescindibles discos –por cierto, en mi
colección vinílica me falta el segundo–, con este tercero consiguieron su
trabajo más completo y el que más fama les proporcionó a nivel
internacional. Por desgracia, su siguiente trabajo no conseguiría tanto
éxito y las fricciones internas llevarían a la banda a su desaparición, no
sin antes lanzar con su nombre –pese a no ser en realidad un trabajo en
grupo– lo que sería el último álbum oficial de Twisted Sister, un
fracaso inmerecido como punto final a una carrera que creo que merece una
gran consideración y reconocimiento. Pero voy a centrarme en el vinilo de
este viernes.
Grabado entre The Record Plant, los Westlake audio studios y los Cherokee studios con Tom Werman a los controles y la formación clásica de sus cuatro primeros álbumes compuesta por Dee Snider a las voces, Jay Jay French y Eddie Ojeda a las guitarras, Mark Mendoza al bajo y A.J. Pero a la batería, el disco salió al mercado con una icónica e inolvidable portada de Mark Weiss y el siguiente track list:
A
Stay hungry
We’re not gonna take it
Burn in hell
Horror-teria (The beginning)
a)Captain Howdy
b)Street justice
B
I wanna rock
The price
Don’t let me down
The beast
S.M.F.
La cara se inaugura con
Stay hungry, que da título al álbum y es un temazo con un riff poderoso, coros
resultones, una batería y bajo machacones y un solo estupendo, toda una
arriesgada elección para comenzar un disco ya que lo normal es que a partir
de ese punto el oyente no quiera que el nivel decaiga. Pues ya os digo que
no hay nada que temer, porque la continuación con
We’re not gonna take it consigue
mantener la atención sin duda con una fantástica canción que se benefició de un
hilarante videoclip sin olvidar la anécdota de los huevos con aceite –si la
leyenda es cierta, todo comenzó en el mítico programa radiofónico
DiscoCross– que llevó incluso a la banda a cantarla de esa manera en
diversos conciertos en países de habla hispana. La oscuridad llega con
Burn in hell, puro heavy metal con otro solo muy acertado y que incluso llegaron
a versionar los blackmetaleros noruegos
Dimmu Borgir. Y si con todo esto no había bastante, llega
Horror-teria, otro temazo enorme dividido en dos secciones, la primera un medio tiempo
de riff pesado titulado
Captain Howdy, con un
Mark ‘The Animal’ Mendoza
golpeando su bajo y un buen solo de guitarra; la segunda parte es
Street justice, un hard rock alegre y pegadizo con otro gran solo de guitarra en
el que se turnan Ojeda y
French. En resumen, una pasada de cara A que vale por si sola la compra del
álbum.
Ya en la cara B, I wanna rock es un himno del que se rodó otro vídeo que ayudó a aumentar la fama de los Sister con su mezcla de estribillos repetitivos, una base rítmica machacona y unas guitarras afiladas, además de la extraordinaria voz de Snider. La balada del vinilo –sí, balada, en todo disco de heavy metal debía haber una– es la siguiente The price, con una producción –sobre todo cuando se oye únicamente la guitarra acústica- que recuerda un montón a los Scorpions de la época. Aún así o por eso mismo, es un TEMAZO. Pero por suerte para los amantes de melodías más enérgicas, para continuar nos regalan Don’t let me down, donde pese a cierta comercialidad, los guitarrazos de Ojeda y French suenan atronadores junto al bajo grueso de Mendoza, que otorga a la canción un sonido más parejo al de sus dos primeros discos. Los solos son también fantásticos aquí y la interpretación vocal de Snider es sublime. Es momento de escuchar The beast, otro medio tiempo bastante parejo a Captain Howdy y que me recuerda en su riff a los Judas Priest de British Steel. Y finaliza el disco con una S.M.F. –iniciales del club de fans de la banda, Sick Mother Fuckers– que se inicia a lo AC/DC y que es otro pedazo de canción de hard’n heavy sucio que parece la hermana gemela de Street justice, también con unas estupendas guitarras.
En resumen, un disco sin mácula, redondo de inicio a fin, con esa mezcla de
comercialidad bien entendida y energía que resulta imprescindible para todo
amante de la banda y del heavy metal ochentero.
¡Feliz viernes!
@KingPiltrafilla
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