Protagonizada por Jason Statham –uno de los putos amos del cine de acción, aunque debería haber seleccionado un pelín más sus papeles, por lo de la posibilidad de achicharrarse con infraproductos-, nos las vemos hoy con la titulada Hummingbird en origen, Redención en versión española. En ella nos encontramos con un proscrito Joseph Smith, un soldado del ejército británico que tras servir en Afganistán es dado de baja con estrés de combate y escapa de un hospital de Londres mientras espera ser sometido a juicio por asesinato. Un año después de ello, alcoholizado y viviendo en las calles como homeless, es atacado por unos desalmados que se dedican a robar a vagabundos. Al huir, descubre por casualidad el apartamento de Damon, un fotógrafo que pasará ocho meses en Nueva York. Entonces Joseph suplantará su identidad y se dispondrá a buscar a Isabel, una adolescente que compartía espacio con él bajo los cartones del sucio callejón que le servía de residencia y a la que han secuestrado. Mientras, el soldado empezará a trabajar para un criminal de la mafia china e intentará redimirse ayudando económicamente a su esposa y a la monja de la misión que ayuda a los sin techo de Londres.
Piltrafillas, sin demasiada acción, algo lenta y distraída en conjunto aunque se aleje de las habituales producciones en las que participa Statham con persecuciones, disparos, peleas y explosiones, en esta Hummingbird (Redención) apenas hay trazos de la pirotecnia que tanto nos gusta a sus seguidores, y el argumento se centra en la dimensión humana del personaje y sus fantasmas, contraponiendo el personaje de Joseph, duro como el acero, al de la hermana Cristina, que emana fragilidad. Total, que estamos ante una película que desprende un extraño aroma a cine en blanco y negro –de hecho, podría ser perfectamente el remake de cualquier cinta de hampones arrepentidos de los años 40 o 50- que resulta atractiva pese a su falta de empuje y en la que todo –desde la ocultación de Joseph tras su huida del hospital a su identidad alquilada, pasando por la impunidad de sus fechorías o la actitud de la Superiora del convento-, absolutamente todo, es inverosímil a más no poder. En resumen, amena..., pero, si no la veis, tampoco os perderéis nada.
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