ZEPPELIN ROCK: BARÓN ROJO - En un lugar de la marcha (1985): CRÍTICA Review

martes, 29 de marzo de 2022

BARÓN ROJO - En un lugar de la marcha (1985): CRÍTICA Review

 

por Jv. Hell (@TiemposHeavys)

del blog Metal Morfosis

Hablo de aquellos (lejanos) días en los que la música y lo que transmitía esa atrayente mezcla de instrumentos como la batería, el bajo y la guitarra eléctrica junto a la voz gritona del cantante o frontman de turno era más importante que saber de qué trataba la letra de la canción, que lo era, pero más en un segundo plano. No importaba mucho si el grupo de turno cantaba en español, como era el caso de Barón Rojo. Sí sería, algo más tarde, cuando las letras de Barón Rojo, hacen mella en mi mente adolescente y se tornan en himnos y estandartes de un joven que comienza a tener su propia visión de la vida.



Aquel disco no tenía nada que envidiar a cualquiera de los que he mencionado anteriormente. Una descarga de guitarra eléctrica y melodías que quedaron grabadas para siempre en mi memoria de las que por aquel entonces me quedaba con las que interpretaba José Luis Campuzano por encima de Carlos de Castro. Cuestión de gustos…

Para colmo, el nombre del grupo Barón Rojo y la portada de En un lugar de la marcha con aquel Quijote del siglo XXI en un desolado paisaje de molinos futuristas que, junto a otro de sus discos que pululaba por los cajones donde mis hermanos guardaban sus casetes, Metalmorfosis con ese piloto de avión, ese barón surcando el cielo y que dotaban a la banda de un toque épico incapaz de pasar desapercibido para un niño como yo, anunciaban a aquellos chavales entre los que me encuentro, que el futuro estaba al llegar. Decepcionante, pero llegó. 



Un disco que corrió por las manos de muchos de mis compañeros de clase y que se convirtió, más tarde, en el nexo de unión de un grupo de chavales que cantaron a coro cada uno de los temas, a veces con el "loro" encendido a todo volumen, otras sin música de fondo, a capela… Y es que las letras de aquel disco definían con exactitud, como lo hicieron anteriores discos de la banda a otras generaciones, bueno y a la mía también, pues no nos cansamos nunca de escuchar temas como “El malo”, “Los rockeros van al infierno”, “El barón vuela sobre Inglaterra”, “Concierto para ellos”… Pero es cierto que los temas que componían En un lugar de la marcha tenían para los de mi edad un componente que nos unía más aún al sonido del grupo, un heavy mas sofisticado o actual que el de anteriores obras de la banda, junto a sus letras, el disco se convertía en todo un libro de himnos, la biblia de unos niños que pasaban a ser algo más y que empezaban a descubrir la juventud. 

Aquellos primeros encuentros, ya fuera en casa de alguno de nosotros, o en el parque o plazoleta de turno estaban siempre acompañados de cualquiera de los temas incluidos en el disco, no recuerdo haber dejado sin cantar o bailar ninguno de ellos, desde el rompedor “Breakthoven” a la mítica e inolvidable “Hijos de Caín”. 

Un disco que lejos del componente musical, contiene, junto al Piece of mind de Iron Maiden un componente sentimental o un vínculo emocional indescriptible, el disco se convierte en un nexo, un enlace con aquellos años que no puedo dejar de recordar sin oír de fondo la voz de Sherpa, los riffs de los hermanos de Castro y sobre todo los estribillos de aquel puñado de tan inspiradoras y mágicas canciones.



"Breakthoven" es toda una declaración de intenciones, si el heavy es de locos, yo estoy loco, no había que decirlo, la batería de Hermes Calabria anunciaba a las guitarras de los hermanos Carlos y Armando y el primer salmo ya había comenzado… “El baile de los malditos” otro puñado de riffs duros con una letra siniestra.

“Chicos del rock” volvía a describir, esta vez con mayor acierto, el momento en que nos encontrábamos de nuestra vida, con una bonita melodía en el estribillo, otro himno para no parar de gritar que daba paso a “Caso perdido”, un tema duro, detrás de su comienzo con un arpegio de guitarra y unas tristes notas de bajo, se desborda con un riff descomunal y un ritmo frenético, no podía ser de otra manera, la letra es tremenda, dura como la vida misma.

Vuelta a la casete y…“Cuerdas de acero” el título lo decía todo, la guitarra eléctrica se convierte en un emblema, un símbolo para los amantes del heavy metal,  “Y tú tormenta de truenos sin luz… eres símbolo de libertad…” Poco se puede añadir.

Por si la descarga de adrenalina no había sido suficiente “No ver, no hablar, no oír” no da tregua, desde el principio te absorbe con ese ritmo para desembocar en un estribillo para corear a gritos.

“Tras de ti” era posiblemente por ser el tema más rockero y sin ser un mal tema, el que siempre me pareció más flojo, evidentemente ante toda una descarga de heavy metal te dejaba algo frío, fue sin duda, el tema que mas sufrió el paso de la tecla "Forward" del casete o del bolígrafo, si intuías que quedaban pocas pilas, nos estaba preparando para el final…

“Hijos de Caín” el himno de los himnos, da igual todos los temas que había escuchado anteriormente, posiblemente mejores musicalmente hablando, el caso es que "Hijos de Caín" con su primer ritmo a medio tiempo para después romperse y acelerarse, su letra… su estribillo, es el tema clímax del disco, un final apoteósico, el cántico que nos acompañó durante esos primeros años de contacto con el heavy metal, el himno de la pandilla de amigos y de muchas como la nuestra.


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