ZEPPELIN ROCK: SLADE - Old New Borrowed And Blue (1974): CRÍTICA Review

jueves, 4 de noviembre de 2021

SLADE - Old New Borrowed And Blue (1974): CRÍTICA Review

 

The Hunter


Como suele decirse: en el mejor de los casos, una banda de singles; en el peor, un chiste. Ambos enunciados se aplican con mucha frecuencia a la hora de hablar de Slade. Y ambos enunciados se nos antojan, cuanto menos, injustos. La crítica suele poner el foco en la oscuridad, en el drama, aunque este sea impostado (ya sabemos que nadie se va a llevar un Oscar por una comedia). Y claro, ellos nunca pretendieron cambiar tu forma de ver la vida ni la sociedad. Lo suyo tenía más que ver con los pioneros de los 50, aquellos que hicieron del rock'n'roll un vehículo de expresión de los jóvenes. Pero pincha cualquiera de sus canciones y verás cómo una sonrisa se dibuja en tu rostro. ¿No es eso una forma de comunicación tan valiosa como maravillosa? Para ello, sí, contaron con un arsenal de singles que fueron cayendo como bombas uno tras otro sobre las listas británicas, pero basta con una mirada desprejuiciada sobre su discografía para encontrar media docena de álbumes perfectos. Trabajos sin los que no podríamos concebir la existencia de Cheap Trick, Kiss o los Replacements. Trabajos como Old New Borrowed And Blue, editado en 1974, con la banda situada en el pináculo de la fama.



Slade ya habían demostrado lo bien que se les daban las versiones cuando se ocuparon del "Move Over" de Janis Joplin en su anterior trabajo (Slayed?) y lo volvían a demostrar abriendo su nueva obra con una rendición del clásico de Rosco Gordon, "Just A Little Bit". Para la irresistible "When The Lights Are Out" son quien de conjugar su clásico sonido con una melodía y unas armonías de inequívoco aroma 'beatle'. El rock'n'roll desatado vuelve a tomar el control en "My Town" merced a su hímnico estribillo. "Find Yourself a Rainbow", con su vodevilesco piano, nos abre las puertas de un colorido cabaret en el que desearás acabar la noche. La poppie "Miles Out To Sea" es uno de los secretos mejor guardados del cancionero de los de Wolverhampton; de encantadora melodía, transmite un aire de nostalgia inusual hasta ese momento en su carrera. Cerrando la primera mitad del álbum, el boogie arrebatado y arrebatador de "We're Really Gonna Raise The Roof". El título lo dice todo, no cuesta imaginar a Bon Scott saltando al escenario para marcase un dueto con Noddy Holder. De igual manera que no cuesta imaginarse a los desmañados jóvenes punks que tres años después pondrían patas arriba la escena musical encerrados en su habitación escuchando repetidas veces "Do We Still Do It". Y es que, ¿acaso no son los riffs que la abren y con los que erigen el puente de la canción puro Sex Pistols? Combinando sonidos acústicos y eléctricos, la mccartniana "How Can It Be" nos lleva de paseo por la campiña. "Don't Blame Me" viaja a ritmo  de rhythm and blues a 1965, Slade transmutados en The Who. El infeccioso ritmo de "My Friend Stan" despeja todo pesar que puedas tener encima. Si no, también podrás exorcizar aquel con la conmovedora "Everyday", balada pianística de inusitada belleza. Último corte del disco, "Good Time Gals", viene a ser una pendenciera declaración de principios, aquella que sirve para ilustrar la deuda que tiene la banda de Paul Stanley y Gene Simmons con los autores de "Cum On Feel The Noize".



Una, dos, tres,... doce razones para echar por tierra cualquier apriorismo sobre el grupo de imposibles plataformas. Una primera muestra (a la vuelta de la esquina esperaban triunfos -en este caso, pasado ya su momento, "solo" artísticos- como Slade In Flame o Whatever Happened To Slade) de que su fórmula escondía más de un ingrediente. Ahora te toca abrir la ventana, subir el volumen al 11 y pinchar estas canciones. Tus vecinos te lo agradecerán... o no.

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