ZEPPELIN ROCK: ABIOTIC - Ikigai (2021): CRÍTICA Review

lunes, 14 de junio de 2021

ABIOTIC - Ikigai (2021): CRÍTICA Review

 


Por Esteban Martínez (@EMartineC)




Después de seis años de silencio (con quiebre interno incluido), los norteamericanos de Abiotic están de regreso con su tercer álbum... y se la han pensado. El título ("razón de vivir" podría ser la traducción al término), la portada y duración del disco (50 minutos, el más extenso de ellos publicado hasta ahora) dan cuenta de aquello, de las ansias de responder al desafío, porque en el mundo del deathcore se ha hecho bastante y destacar se vuelve cada día un desafío más complicado. De ahí el que en Ikagai hayan querido abarcarlo todo, a ratos sonando muy técnicos,  jugando con las pausas y atmósferas (elementos constantes en casi todas las canciones) y en otros respondiendo a marcadas influencias (hay un tufillo muy Fallujah en momentos del disco y otros que beben de The black dahlia murder), de hecho, son bastantes los invitados con que cuenta el disco, los cuales van desde Trevor Strnad + Brandon Ellis ( de los mencionados The black Dahlia murder), Chaney Crabb hasta Jared Smith (Archspire). Como sea, la sensación final es que mejoran álbum a álbum, pero sin entregar algo verdaderamente memorable (aún).



Vayamos al álbum. Tras un minuto de suaves atmósferas japonesas la banda desenfunda 'Ikigai' (la canción), desplegando todo su arsenal técnico y una dinámica que varía constantemente, marcada fundamentalmente por la frenética (y fenomenal) batería de Anthony Lusk-Simone aunque siempre dejando espacio para que luzcan las vocales de Travis Bartosek, que chilla y aplica guturales en idénticas proporciones, así como también para que la banda realice parones bruscos donde parecen tomar aire para lanzarse al caos (1:07). Algo similar ocurre en la pasada por 'Covered the cold earth' + 'Smoldered', que suena rabiosa y contundente aunque comienza a dar muestras del principal defecto con que cuenta el disco: es tanto lo que quieren meter, buscando sonar técnicos, brutales y atmosféricos a la vez (incluso sensibles en alguna canción), que se marean , perdiendo el conjunto identidad y credibilidad. Se perciben monótonas por tanto canciones como 'If I do die' + 'Souvenir of skin' en el nudo del álbum, mientras que en 'Her opus mangled' se les ve el plumero a distancia al meter una sección de bajo que no puede sonar más forzada, lo mismo con 'Horadic cube' y su solo de piano o llegando al cierre en 'Grief eater, tear drinker', donde incluso abordan vocales limpias muy emo con las cuales no se puede si no mirar el techo, dado lo poco creíble que suenan. 

De todas maneras hay cosas que funcionan y es de agradecer una canción como 'The wrath', que abre siendo death puro y duro durante tres minutos para luego entregar una exquisita pausa (otra más, aunque esta si fluye de buena forma) y lanzarse a las atmósferas, en uno de los movimientos más inteligentes y atractivos de todo el disco. 

Pero así, cada canción que pasa deja la sensación de querer comerse al mundo. Nunca se quedan quietos en una idea y no parecen de acabar de desarrollarla durante uno o dos minutos para luego darle un giro al tema, generando esa sensación de contundencia pero también de hartazgo en un álbum al que cuesta seguir y que se alarga innecesariamente por demasiados minutos, como un plato excesivamente condimentado, generando así un conjunto que cumple en su aspiración de ir por más respecto a sus antecesores pero no al de mantenerte atento todo el tiempo, al punto de que a la recta final llegamos bastante agotados. A veces menos es más.

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