ZEPPELIN ROCK: ULCERATE - Stare into Death and Be Still (2020): CRÍTICA Review

lunes, 15 de marzo de 2021

ULCERATE - Stare into Death and Be Still (2020): CRÍTICA Review

 


Por Esteban Martínez (@EMartineC)




Solo puedo decir que ¡vaya monstruosidad! Difícil encontrar otro adjetivo que se ajuste mejor a lo más reciente de los neozelandeses de Ulcerate, quienes con su sexto álbum han sabido entregar un producto que brilla por donde se le mire. Virtuosos a tope, con afiladísimas guitarras de Michael Hoggard, un Jamie Saint Merat extraordinario en batería y colosales vocales de Paul Kelland, pero capaces de generar un resultado que no se olvida de la esencia de la música: la emocionalidad. Porque sí, Ulcerate es música extrema, murallones de death técnico que conectan con un sonido salvaje, veloz y a ratos caótico, sin embargo, se encuentran muy lejos de caer en el cliché del virtuosismo por virtuosismo. Más aún, Stare into death and be still desprende esa sensación de mantener a la banda compitiendo únicamente consigo misma intentando encontrar matices que aporten a su propuesta en lugar de continuar repitiendo la fórmula una y otra vez. Y los encuentran...



En esta ocasión nos encontramos con ocho piezas monumentales donde cada una funciona como un universo propio, con riffs ágiles que pesan toneladas y que son acompañados por unos arreglos de batería impresionantes. Pero el punto lo encuentran con las estructuras, dinámicas y cambiantes, en ocasiones inician sobre tiempos bajos para luego ir abriendo el tema, como ocurre en 'The lifeless advance' o 'Stare into death and be still' (la canción), mientras que en otras trabajan decididamente sobre la velocidad. Lo que hacen por ejemplo en una canción como 'Exhale the ash' entregando protagonismo a la labor de Saint Merat en un momento dado (2:30), rompiendo por completo con la estructura furiosa que traía el tema, o esa posterior bajada de revoluciones (4:35), es enorme y habla claramente de como Ulcerate continúan dándole vueltas a sus canciones, exprimiéndolas hasta que den todo lo que puedan.                           

Será factor común en el álbum el abrir las canciones entre secciones instrumentales bastante oscuras para luego ir incorporando técnica en velocidad, llegando a importantes cotas de brutalidad pero manteniendo siempre la puerta abierta a romper y volver a ralentizar el asunto, como ocurre en la increíble 'Inversion'. Incluso la banda se atreve a ir más allá entrando en el nudo del disco con 'There is no horizon', la cual diseñará atmósferas de tranquilidad y riffs marcadamente melódicos que llamarán la atención por la apertura creativa que el trío muestra.



Mucho más directos resultarán los cinco minutos de 'Visceral ends' , la más breve del álbum aunque también de lo más brutal que en este oiremos, para luego ir cerrando el viaje con 'Drawn into the next void', que volverá a apostar por los constantes cambios estructurales, el ir y venir que funciona como un azote en tu cerebro (es hermoso lo que hacen en el minuto y medio final, repitiendo ese demoledor riff una y otra vez), y llegar así a los ocho minutos de 'Dissolver orders', que vuelve a construir caos sobre melodías oscuras e incluso melancólicas. 

El camino que Ulcerate ha recorrido desde aquel notable Everything is fire (2009), el disco que definitivamente marcó el antes/después para la banda en materia de apertura de su sonido, no para de maravillarnos. Quienes creyeron que con una obra como Vermis (2013) la banda podría haber tocado techo, erraron, con Shrines of paralysis (2016) y su más reciente trabajo han continuado abriéndose camino. A casi un año de su lanzamiento al fin he hecho justicia con Stare into death and be still, un trabajo contundente capaz de llevar la música extrema a un nivel que hoy en día pocas agrupaciones son capaces de llevar, conjugando técnica, brutalidad y estructuras progresivas con una emocionalidad que se percibe todo el tiempo presente. Qué decir, uno de los grandes trabajos que nos habrá dejado 2020. 

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