ZEPPELIN ROCK: CINE Y PAPIS - Los padres en el cine: Las mejores películas con y sobre padres

domingo, 21 de marzo de 2021

CINE Y PAPIS - Los padres en el cine: Las mejores películas con y sobre padres

 

Cabeza borradora.

por MrSambo (@Mrsambo92)
del blog CINEMELODIC



Los padres y la paternidad nos han dejado momentos imborrables en el cine. Nos toca muy dentro, todos tenemos, hemos tenido, somos, nos faltan... Son maestros, protectores, guías, modelos, contenedores de cariño... Este es mi homenaje cinéfilo a los padres.

Regreso al futuro.

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Las mejores películas con padres

(los papis y el cine)


NUEVE MESES (1995), de Chris Columbus. 

La paternidad es a menudo deseada, pero siempre es una responsabilidad y a veces da miedo, mucho. Sobre todo cuando no la esperas, porque cambia toda la vida que habías tenido. Un lógico pavor. Una alocada comedia sobre el miedo a la paternidad y el compromiso. Hilarantes todos, desde Hugh Grant hasta, por supuesto, Robin Williams.

CABEZA BORRADORA (1977), de David Lynch. 

No es raro, es comprensible, que se sienta auténtico pánico cuando el hijo viene al mundo dando por saco. ¿Cómo funciona esto? Dan ganas de salir corriendo muchas veces. No se lo tengamos en cuenta. El debut de David Lynch, que ya definía el que sería un estilo único. Magnífico retrato del miedo, pavor, a la paternidad, tan fascinante como perturbador.

JUNIOR (1994), de Ivan Reitman. 

Al contrario que la madre, ellos no nos han llevado dentro, pero casi siempre su amor es igual de incondicional, lo que resulta tremendamente especial. Bien lo sabéis los que seáis padres. Surrealista comedia con un embarazadísimo Schwarzenegger. Emma Thompson pone el sosiego y el sentido y Danny DeVito repite junto a Arnold.

PARQUE JURÁSICO (1993), de Steven Spielberg. 

Y es que la paternidad cuesta asumirla. Antes eran pichabravas que vivían para ellos, sin responsabilidad, pasándolo bien... ¡y de repente aparece ese encantador mocoso a cambiarlo todo, a cambiarlos! Obra maestra de Spielberg, en esta ocasión desde la vertiente más lúdica, donde, como de costumbre, oculta en un atractivo y espectacular envoltorio, en este caso lleno de dinosaurios, y una amena trama que sedujo a propios y extraños, el verdadero propósito del film, que no es otro que una reflexión sobre la asunción de la paternidad, donde cada detalle y cada dinosaurio tienen un significado muy concreto. Fue la película más taquillera de la historia (algo habitual en la carrera de Spielberg, que lo logró al menos en tres ocasiones), que consiguió que los dinosaurios fueran un éxito también del merchandising. El subtexto, de lo que habla realmente la película, es de la asunción de la paternidad.




BUSCANDO A NEMO (2003), de Andrew Stanton y Lee Unkrich. 

Y sin darse cuenta se ven pensando solamente en ese bebé, capaces de arriesgarlo todo por ese ser al que acaban de conocer. ¡Es de locos! Mi primera pasión por Pixar, antes de Toy Story incluso, que me enamoró después. Absolutamente encantadora, divertida, vibrante y emotiva. Personajes carismáticos y una aventura excepcional para entusiasmar a pequeños y mayores. Ni siquiera entraré a valorar sus posibles referencias a “Centauros del desierto”.

VENGANZA (2008), de Pierre Morel. 

Se convierten en seres despiadados con todo aquel que ose hacer algo a esa criatura, que se le acerque con malas intenciones. ¡Menudos son los papis! Estupenda y potente cinta de acción, de trama vengativa, como el título expone sin dejar mucha duda, en la que Liam Neeson cumple con absoluta solvencia en un rol que se sabe de memoria. Ha dado para saga.

UN LUGAR TRANQUILO (2018), de John Krasinski. 

Aquellos balas perdidas amantes de las juegas y las faldas están dispuestos a todo por ellos, porque son lo único que tienen. Eso es lo que cambia al padre, la absoluta dependencia y vulnerabilidad de su hijo. Una de las grandes sorpresas del año. Una película corta, con una premisa que tampoco cabía alargar más, pero a la que se saca un excelente partido como obra pura de género que da mucho más de lo que se esperaba. Muy recomendada.

MATAR A UN RUISEÑOR (1962), de Robert Mulligan. 

Se convierten en dioses para nosotros. Todo lo saben, todo lo hacen bien, nos ayudan, nos dan cosas buenas y ricas. No hay nadie mejor que nuestros padres, joder. Obra maestra absoluta del cine. Impecable adaptación de esa joya que nos regaló Harper Lee. Gregory Peck encarnó al que se ha considerado “mejor héroe” de la historia del cine, Atticus Finch, por los valores transmitidos. La mirada a la infancia, la educación a esos niños protagonistas y su defensa de los valores universales que apuestan por la familia y se oponen a los totalitarismo y la intolerancia, siguen tan frescos, vigentes y conmovedores como el primer día.




HE NACIDO PERO… (Y SIN EMBARGO HEMOS NACIDO) (1932), de Yasujiro Ozu. 

Luego crecemos y nos convertimos en un poco cretinos, nos avergonzamos de ellos a veces, nos molestan, nos agobian, nos atosigan... ¡no nos dejan libertad con tanta vigilancia! Adoro a Ozu y esta película es una debilidad. Una de sus primeras obras maestras, que tiene algunos movimientos de cámara, de los que prescindiría casi por completo según fue depurando su estilo, para retratar con un vigor y vitalidad inusitada la infancia. Muchos no la conocerán, algo que sólo perdonaré si le ponen remedio rápido.

EN EL NOMBRE DEL PADRE (1993), de Jim Sheridan. 

Y cuando nos volvemos un poco locos... ¡Madre mía! Los decepcionamos a ellos. Les duelen los desplantes, los malos modos... pero siempre perdonan y están ahí los tíos... Soberbia película de denuncia de Jim Shediran, que logra ese difícil equilibrio entre lo comercial, lo reflexivo y la profundidad en el tema tocado. Además, el reparto, liderado por Daniel Day-Lewis, es excepcional y está sublime, desde Pete Postlethwaite a Emma Thompson. Tuvo siete nominaciones al Oscar y no ganó ninguna, pero es uno de los grandes títulos de la década.



C.R.A.Z.Y. (2005), de Jean-Marc Vallé. 

A veces les cuesta superar prejuicios, las nuevas modas, las nuevas ideas... que no seamos como querían o creían que seríamos... Esas cositas, ya sabéis, que generan tensión en algunas cenas navideñas... Pero tienen la capacidad de terminar aceptándolo. De las mejores obras del cine juvenil y adolescente de los últimos tiempos, seguramente poco conocida por muchos. Un título lleno de frescura, inteligencia, dinamismo, vivacidad y profundidad, con un gran sentido del humor y sentimientos tan auténticos como conmovedores. Una película realmente completa que retrata con lúcido acierto una de las etapas más complejas de la existencia.

LA VIDA ES BELLA (1997), de Roberto Benigni. 

Porque ellos son nuestros guardaespaldas, nuestros protectores, incluso cuando no están a nuestro lado, incluso si los apartamos. Leches, cuando nos caemos, ahí debajo están ellos... Tremendo éxito el de Begnini, que hizo esta tierna y dura película a la vez, en una compleja transgresión que tuvo sus críticas por banalizar el horror según algunos. Se ha convertido en un clásico en esa oda a la mentira protectora. Triunfó también en los Oscar.

LOS INCREÍBLES (2004), de Brad Bird. 

Y nos sirven de guía, sobre todo cuando se nos quita la tontería. ¿Qué haría en este caso mi padre? Mi modelo. Joya absoluta de Pixar, narrada con una sabiduría y serenidad digna de encomio. Inteligente, alegórica, brillante y original, es un nuevo éxito de la productora, que además logra uno de los grandes trabajos dentro del mundo de los superhéroes.

EL PADRINO (1972), de Francis Ford Coppola. 

Saber que hay alguien a quien acudir para recibir consejo o que nos diga lo que no está bien, reconforta, ¿verdad? Y eso que también pueden confundirse, ejem... Uno de los mayores hitos de la historia del cine. Una de las más grandes obras de arte vistas en pantalla. Una de las mejores películas de todos los tiempos. Una de las mejores sagas jamás realizadas. Ante esto nos enfrentamos y… nos deleitamos. “El Padrino” es puro placer, caviar cinéfilo, una obra de excepcional complejidad y calidad, que coge lo mejor de varios géneros, el cine negro y de gangsters, el melodrama, la tragedia, las sagas familiares… en su maravilloso recorrido por un universo tan único como fascinante, por una saga familiar que se expande en el tiempo para rendir a los más escépticos espectadores de cualquier época.



LA GUERRA DE LAS GALAXIAS. Episodio V. EL IMPERIO CONTRAATACA (1980), de Irvin Kershner. 

Saber que en las malas, en la lejanía, en nuestro momento más bajo o ridículo, hay alguien que nos aceptará... aunque estemos en las antípodas... Para muchos la mejor de la saga y, en cualquier caso, junto a la original, la gran culpable del mito legendario creado por Lucas. Más oscura que su predecesora, más psicológica, adentrándose en los personajes y sus relaciones, dejó uno de los grandes momentos de la historia del cine: “Yo soy tu padre”.

INDIANA JONES Y LA ÚLTIMA CRUZADA (1989), de Steven Spielberg. 

Aunque no nos llevemos bien, aunque no los comprendamos y aunque no nos comprendan. Ser padre es superar esto, ¿verdad, Junior? Spielberg, uno de los mejores directores de la historia, no sólo demostró que segundas partes pueden ser tan buenas como cualquier obra, sino que pueden serlo incluso las terceras. Para muchos la mejor de una saga que está en la antología del género, con uno de los héroes más queridos y admirados de la historia. La aparición de Sean Connery da a esta tercera entrega un impulso extraordinario. Obra maestra.

CAPITANES INTRÉPIDOS (1937), de Victor Fleming. 

Porque ser padre es algo muy especial que se siente muy dentro... Y en realidad, no tiene que ver con la sangre. Benditos esos padres no biológicos que tanto aman. Una de las películas más conmovedoras de la historia del cine. No sólo me emociono al verla, lo hice al analizarla y escribir sobre ella. La esencia de la paternidad, su mirada a la infancia… ese impagable personaje encarnado por Spencer Tracy junto a su “pescadito”… “Todos queremos estar contigo, Manuel”. Véanla cada vez que pueda. Y aprendan.

LAS VIDAS DE GRACE (SHORT TERM 12), de Destin Cretton. 

No, la sangre al final no define la esencia de la paternidad, es otra cosa, es otro sentimiento, con hijos que no son nuestros, a padres que no nos concibieron... Una joya. Una pequeña obra maestra, independiente, conmovedora, profunda. Una película que muchos no conoceréis, pero los que la hayáis visto seguro que sabréis de su calidad. No soy apologeta de esto, pero si la podéis ver en versión original, mejor, tiene un grado más de calidez aún.

REGRESO AL FUTURO (1985), de Robert Zemeckis. 

Y por mucho que reneguemos, cuando queremos darnos cuenta, vemos que somos como ellos. ¡Que hacemos las mismas cosas que nos molestaban! ¡Menuda mierda! O no. ¡Menudo orgullo! Una de las películas más entretenidas y divertidas de la historia, sin lugar a dudas. “Regreso al futuro” es una de las grandes películas de la historia del cine, ya te guste el cine de pura evasión o el más complejo. Es de esas películas que te hacen envidiar a la gente que las ve por primera vez… Lo bueno es que volver a verla tiene algo mágico, porque logra parecer siempre novedosa. Imprescindible.

EN BUSCA DE LA FELICIDAD (2006), de Gabriele Muccino. 

Porque cuando crecemos, además de amor sentimos orgullo por ellos, ¿verdad? Porque no es nada fácil, porque muchas veces no somos nada fáciles. Drama de esos diseñados para llorar a base de bien. Will Smith y su hijo emocionaron al púbico con esta historia basada en hechos reales que alberga una clara crítica social.

¡QUÉ VERDE ERA MI VALLE! (1941), de John Ford. 

Porque entendemos que en un momento dado en su vida, dejaron de vivir para ellos y se pusieron a vivir para nosotros. Un niño haciendo sonar su cubierto con el plato tratando de llamar la atención de su abatido padre… Siempre recuerdo ese momento. La sensibilidad de Ford no tiene límites. Obra maestra incontestable que venció en los Oscar a la legendaria “Ciudadano Kane”…. Y es que en aquella época, cuando sucedían estas cosas no dolían tanto, porque si la obra maestra de Welles tenía que perder, pues mejor que lo hiciera contra una obra maestra de Ford… Palabras mayores, porque entre genios andaba el juego.

LADRÓN DE BICICLETAS (1948), de Vittorio De Sica. 

Que se frustran muchas veces por querer darnos más, darnos algo mejor y no poder, por no poder ayudarnos cuando lo necesitamos, por no llegar a nosotros porque no nos dejamos... Si un título viene a la cabeza al hablar de neorrealismo es esta obra maestra emotiva, sincera, desgarrada de De Sica. Obra de arte incontestable que hizo de la extrema sencillez magisterio y testamento fílmico. Es una de las cimas del Séptimo Arte, buque insignia de esa especial trilogía que hizo De Sica con “Umberto D” (1951) y “Milagro en Milán” (1952), esta última paradigma del realismo mágico. Indispensable para todo cinéfilo o persona con cierta curiosidad e inquietud.



LUNA DE PAPEL (1973), de Peter Bogdanovich. 

Que aunque no sean el mejor ejemplo siempre podremos contar con ellos. Y a veces duele no poder ser ejemplo. Encantadora comedia de Bogdanovich ambientada en la Gran Depresión, en la que deslumbró una Tatum O’Neal que ganó el Oscar a Mejor Actriz de Reparto con 10 años. Una auténtica joya muy recomendada.

AFLICCIÓN (1997), de Paul Schrader. 

Que duele aún más no poder mantener una relación normal con él, cuando los culpamos de cómo somos y lo que nos va mal. Obra maestra de Schrader con dos portentosas interpretaciones de Coburn y Nolte. Un potentísimo drama rural, una durísima relación paterno-filial y los habituales y redentores temas de su director. Una joya.

MAGNOLIA (1999), de Paul Thomas Anderson. 

Que a los hijos nos cuesta más perdonar que a ellos, pero que ellos no suelen dudar en hacerlo. Obra maestra de Anderson, una tremenda y personal ópera emocional, muy scorsesiana, de tremendo reparto coral e historias cruzadas a lo Altman, que es, sin duda, un clásico moderno. Es tal la cantidad de elementos, ideas, conceptos e influencias usadas que abruma. Mereció más reconocimiento y suerte, pero ya se sabe lo que ocurre a menudo con las películas incontestables. Tremendo Tom Cruise.



BIG FISH (2003), de Tim Burton. 

Y que el perdón y la aceptación suelen venir de la comprensión. Descubrir a nuestros padres es de las cosas más bellas que podemos hacer. Sobre todo porque damos por hecho que los conocemos. “Big Fish” es una de las grandes genialidades de Tim Burton, un director que lleva años muy irregular, pero capaz de la más absoluta genialidad. “Big Fish” te enamorará, te cautivará, te seducirá, como el personaje de Ed Bloom, te emocionará y conmoverá y te dirá una serie de cosas que deberías anotar. La pasión por la vida, por contagiar de felicidad a los demás y vivir cada mínimo gesto y suceso como si del cuento más fascinante se tratara, es una idea absolutamente maravillosa. 

EL PADRE DE LA NOVIA (1950), de Vincente Minnelli. 

Porque nunca dejan de ser padres y siempre nos ven como a sus pequeños. Les emociona vernos crecer, pero les entristece que nos alejemos... Encantadora comedia de Minnelli, de tremendo éxito, tanto es así que la película tuvo una secuela (y remakes futuros). Tracy, Taylor y Bennett sellan el magnífico reparto de esta película que reflexiona sobre el crecimiento de los hijos y su marcha del hogar paterno.

DEJAD PASO AL MAÑANA (1937), de Leo McCarey. 

Y más aún, aunque pongan buena cara, cuando los olvidamos, los aparcamos, los relegamos… Obra maestra descomunal, honda y profunda, de las que no dejan indemne a nadie, de las que hacen sentir y reflexionar. El mejor retrato de la vejez y su impacto social, de las verdaderas esencias de la familia y dónde radican sus afectos. La mejor película sobre la vejez que se ha hecho, y posiblemente se hará, nunca. Tan solo la posterior “Cuentos de Tokio” (1953), de Yasujiro Ozu, está a la altura. De obligado visionado.

CUENTOS DE TOKIO (1953), de Yasujiro Ozu. 

Cuando pagamos una generosidad incondicional con una desagradecida practicidad... Descomunal obra maestra de Ozu. Otro de los testamentos eternos del cine japonés, oriental y de todos los tiempos. La mejor película sobre la vejez, junto a “Dejad paso al mañana” de McCarey. Honda, profunda, sentida, con una sensibilidad exquisita… Indispensable. No falten a esta necesaria cita.



NEBRASKA (2013), de Alexander Payne. 

Porque nosotros los necesitamos, siempre, aunque no lo creamos, pero ellos también nos necesitan, sobre todo al final. El señor Alexander Payne facturó una pequeña joya incontestable, una película que se hinca muy dentro en su sencillez y naturalidad. Muestra todos los rasgos autorales, estilísticos y conceptuales que ha venido tocando y desarrollando a lo largo de su filmografía, pero lo hace sublimándolos, con más hondura, encanto, sensibilidad, autenticidad, sinceridad, con un tono siempre contenido, sensible, emotivo, entrañable y muy bello.

HAMLET (1996), de Kenneth Branagh. 

Y no se trata de hacer locuras por ellos... aunque, ¿qué no se haría por ellos? Obra maestra absoluta del maestro Branagh. No sólo es la mejor adaptación que se ha hecho de la obra, con el texto íntegro, es que es una obra de arte brutal, de las verdaderamente grandes en el cine moderno. Con un reparto inigualable, unas interpretaciones de otro mundo y una dirección extraordinaria, es incontestable, si bien mereció mejor suerte y mucha más repercusión en todos los ámbitos.

E. T. EL EXTRATERRESTRE (1982), de Steven Spielberg. 

Porque cuando nos faltan, y a los que os faltan u os faltaron, ya sea pronto o tarde, bien lo sabéis, es un hueco que no se llena jamás. Una película única, sin parangón. Una obra maestra excelsa que algún despistado desechó por considerarla “sensiblera”. Lo que hace Spielberg con un par de detalles sutiles y minimalistas de puesta en escena para crear uno de los más hermosos subtextos sobre la infancia es algo que no se ha visto en otro título. Funciona a la perfección en lo obvio (la historia de fascinación y amistad entre un niño y un extraterrestre), pero se sublima con lo que no lo es.



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