ZEPPELIN ROCK: Reseña crítica de BUCKCHERRY - Buckcherry (1999)

martes, 30 de junio de 2020

Reseña crítica de BUCKCHERRY - Buckcherry (1999)


por JLBM


Es de suponer que el famoso tatuador (natural de California) Kevin Quinn no podría saber que se convertiría en el artífice de la resurrección del hard rock angelino a finales de la musicalmente extraña década de los 90. Efectivamente, Quinn tuvo mucho que ver, al menos casualmente, al presentar en su estudio de Los Angeles al vocalista Josh Todd y al guitarrista Keith Nelson. Una pasión común por AC/DC hizo el resto. El bajista Jonathan Brightman y el batería Devon Glenn se unieron a Todd y Nelson en una formación llamada Sparrow.




El hard rock había muerto, el grunge no daba más de sí, y una serie de absurdos pseudogéneros poblaban las listas de ventas a finales de los 90. En estas circunstancias se antojaba imposible una vuelta a los orígenes, un retorno al hard rock de base blues que se había hecho enorme en la anterior década. Por eso sorprende aún más el debut con el que Buckcherry nos dinamitó la cabeza en 1999.

Buckcherry es el álbum que puso a la banda de Todd y Nelson en el mapa, el que les otorgó reconocimiento, pero también es el trabajo que devolvió al hard rock al lugar del que nunca debió salir. Su revisión del rock duro ochentero de acento bluesy y voces impactantes colocó a Buckcherry como uno de los mejores discos de toda la década.




Josh Todd aparece en Buckcherry como una voz llena de pasión y actitud, algo que le ha convertido en un frontman único. En Buckcherry sus letras no han llegado aún a la madurez, pero encajan a la perfección en un disco lleno de rock con mayúsculas. Keith Nelson se presenta de golpe en Buckcherry como uno de los mejores guitarristas del momento. Sabe qué tocar y qué no tocar, y lo que es más importante, sabe cuándo tocarlo. Devon Glenn y Jonathan Brightman se muestran como un muy sólido conjunto rítmico, dotando a la banda de una veteranía solo posible tras muchas horas de carretera.

Nada mejor que empezar Buckcherry con "Lit up", ese himno de drogas de infernales, pero excelentemente arreglados riffs empapados del blues rock más duro y embebidos por unos coros absolutamente criminales en el mejor sentido de la palabra. No hay descanso con "Crushed", rock and roll directo a las pelotas, seña de identidad de Buckcherry, de claras influencias punk. Algo parecido se puede decir de "Dead Again", cruda, dura, pero compulsivamente audible. "Check Your Head" se presenta como una balada de voces humeantes hasta que Todd decide contarnos lo malas que podrían ser nuestras vidas. "Dirty Mind" me resulta un tema impresionante. Acerado, afilado, pesado y poseedor de un solo abrasador de Keith Nelson. "For The Movies" nos traslada a los tiempos en donde los versos emotivos y los coros poderosos aún tenían algo que decir. Es el excelente ejemplo de la habilidad de Todd para cambiar de registro. "Lawless And Lulu" y "Related" nos siguen volando la cabeza, mientras que "Borderline" se empapa de la influencia blues en la que Josh Todd se mueve de lujo. "Get Back" nos deja una muestra de como debe emplearse un wah-wah, por supuesto a cargo de Keith Nelson, protagonista también del guitarreo compulsivo de "Baby" o de la fabulosa slide guitar de "Drink The Water".

Buckcherry no presenta temas excesivamente largos, ni presta especial atención a la construcción de sólidos puentes o solos llenos de virtuosismo. Se concentra simplemente en la mejor manera de sacudir nuestras melenudas cabezas.

Sexo, drogas y rock and roll. Buckcherry es el álbum que cualquier banda de hard rock del planeta hubiese deseado hacer. ¿Qué más se puede pedir?.

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