ZEPPELIN ROCK: Crítica de REGRESO A LA TIERRA (Jack Arnold, Joseph M. Newman, 1955): Reseña

lunes, 2 de septiembre de 2019

Crítica de REGRESO A LA TIERRA (Jack Arnold, Joseph M. Newman, 1955): Reseña


por Möbius el Crononauta




A decir verdad, no sabe uno si uno debería desconfiar al ver que los créditos iniciales de Regreso a la Tierra (The Island Earth, en su original título) apenas se distinguen de tanta estrellita que hay en el fondo, en lo que es sin duda un fondo sobrecargado y un color de letra algo transparente. Pero tras esos comienzos ionizados veremos algo familiar.



La peli comienza con uno de esos pequeños rituales de las pelis de ciencia ficción de la época, una escena de periodistas preguntando en plan coleguis al prota de turno. El prota es un científico que conduce jets a reacción en su tiempo libre, cuando no está investigando cosas electrónicas buscando la era de "pulsar el botón".




En fin, que finalizada la rueda de prensa informal, se va con su avión a hacer piruetas, pero en esto los controles fallan y el prota está a punto de pegársela. Pero una extraña luz verde toma control del avión y le salva. A esto se le llama primera disrupción. Como las luces de Encuentros en la Tercera Fase. Lo de primera disrupción me lo acabo de inventar, pero suena bien, ¿verdad?




Pues nada, que el prota, una vez salvado, se va a continuar los experimentos que se trae entre manos con su ayudante, y al pedir unos recambios le llegan unas válvulas o microconductores o no sé qué, pero son la repera y aguantan 35.000 voltios, y son más duros que el diamante. El prota intuye que algo raro pasa, y se pone a pedir más recambios y cachibaches en plan Telepizza, y así le llegan un montón de cajas y un libro de instrucciones un tanto oopart.




Vamos, que al prota le han enviado una máquina de alta tecnología en plan Ikea, repartida en dos mil piezas, y él y su ayudante consiguen lo imposible (que para algo esto es ciencia ficción): montar una máquina desarmable sin que les sobre ninguna pieza. La máquina resulta ser una especie de intercomunicador galáctico con el que entran en contacto con una especie de Jay Leno hindi de pelo blanco, que en cierto modo le ofrece trabajo al prota. Este se hace el interesante un rato, pero al final le confiesa al ayudante que acudirá a la entrevista de trabajo, sobre todo después de que el intercomunicador se haya cargado el libro de instrucciones y se haya autodestruido.




Pues nada, que el prota será conducido a una mansión llena de científicos internacionales donde descubrirá que está trabajando para una potencia muy extranjera, extranjerísima. Y luego aparte de encariñarse con la típica protagonista femenina el chico y la chica acabarán de viaje espacial, conociendo nuevos retos y enfrentándose a razas alienígenas con ese rasgo que solo la humanidad parece poseer en las pelis de ciencia ficción de los 50: la chulería. Y por supuesto, tampoco faltará la típica frase lapidaria, en plan "nuestro tamaño real es el tamaño de nuestro Dios", y otras impertinencias teosóficas.




Regreso a la Tierra tiene sus momentos, y hasta algunos de los efectos especiales siguen aguantando (relativamente, claro) el paso del tiempo, pero le faltan unos horneados de sinsentido para ser más entretenida. Así que la califico como solo apta para los amantes del género.

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