ZEPPELIN ROCK: Crítica de "La leyenda del gran judo" (Akira Kurosawa, 1943): Reseña

jueves, 27 de junio de 2019

Crítica de "La leyenda del gran judo" (Akira Kurosawa, 1943): Reseña


por Möbius el Crononauta




Dijo el maestro: "Hacia el fin de la guerra incluso hice un pacto con algunos de mis amigos: si llegaba el momento de la Honorable Muerte de los Cien Millones y todos los japoneses teníamos que suicidarnos, juramos que iríamos al Ministerio del Interior y asesinaríamos a los censores antes de acabar con nuestras propias vidas".




Tal recuerdo de Akira Kurosawa refleja bastante bien lo que los artistas del cine más inquietos habían sufrido durante la guerra bajo la cada vez más asfixiante censura militar. Aunque el director nipón afirmaría que se avergonzaba de su actitud sumisa durante la Segunda Guerra Mundial, lo cierto es que Kurosawa logró pasar la guerra satisfaciendo las demandas propagandísticas del gobierno militar al tiempo que conseguía historias para rodar que casaran con sus inquietudes artísticas. Mientras su maestro Kajiro Yamamoto rodó sin reparos películas bélicas que ensalzaran el espíritu combativo nacional, Kurosawa logró tamizar el exrcerbado patriotismo de guerra a través de historias sencillas cuya moraleja pudiera servir a los intereses de la maquinaria bélica.




Sin embargo, aunque Kurosawa no osara escupir en la cara del militarismo nipón, no dudó en enfrentarse a los censores cuando consideró que los cortes que se proponían comprometían la base de sus películas. Ocurrió así con Caballo, una película de Yamamoto en la que Kurosawa ejercía oficialmente como primer ayudante de director, sustituyendo a Ishiro Honda, llamado a filas. Con Yamamoto trabajando en varios proyectos a la vez, Kurosawa tuvo, por primera vez, la oportunidad de convertirse en director de facto. Aunque Yamamoto supervisara el trabajo, fue Kurosawa quien realmente completó la película. Yamamoto había sido una figura clave en la carrera de Kurosawa, como lo habían sido, muchos años atrás, su padre y uno de esos maestros que uno encuentra en la vida, cambiándola para siempre.




Kurosawa nació en una familia acomodada, hijo de un matrimonio ya cuarentón y con seis hijos a sus espaldas. Su padre era el director del Instituto de Educación Física del Ejército en Tokio, y aunque de pequeño Kurosawa gozó de los servicios de un mayordomo, la familia Kurosawa no era en realidad millonaria, debido sobretodo al hecho de tener tantas bocas que mantener. La educación de Kurosawa fue producto de un lapso de tiempo en que Japón se abrió a Occidente durante el período Taisho, tras los últimos estertores de la era Meiji. Además, su padre, bastante liberal en su época, no tenía inconveniente alguno en llevar a la familia al cine, gozando por igual de cine nacional y cine extranjero, especialmente el norteamericano. Durante sus primeros años de escolar Kurosawa no fue un buen estudiante. Cuando su padre se retiró la familia se trasladó. En una nueva escuela el joven Akira cayó en las manos del maestro Seiji Tachikawa, a quien Kurosawa siempre le reconoció una gran influencia vital. Fue Tachikawa quien fomentó las inquietudes artísticas que percibió en su alumno, encauzándole al dibujo y la pintura. En ese ámbito Kurosawa por fin comenzó a destacar, y aunque las ciencias nunca se le dieron bien, su currículum escolar mejoró. Su hermano mayor preferido, Heigo, ejerció también una gran influencia sobre él. Heigo era una especie de poeta nihilista, y dio a Kurosawa valiosas (aunque en ocasiones duras) lecciones. Con los años Heigo acabaría suicidándose.




En 1930 tuvo lugar otro hito importante en la vida de Kurosawa. Fue declarado no apto para el servicio militar, gracias a un médico militar amigo de su padre. Al no tener que servir en el Ejército, Kurosawa pudo desarrollar una fulgurante carrera que otros compañeros de generación vieron interrumpida al ser llamados a filas. Con la llegada de la guerra entre Japón y China el padre de Akira le instó a que se presentara a los exámenes de la Academia de Arte. Sin embargó Kurosawa sintió un gran rechazo por ese academicismo y suspendió el examen. Durante los dos siguientes años Kurosawa vagó sin rumbo, incapaz de decidir qué hacer con su vida, mientras su familia seguía mudándose cada cierto tiempo de casa, siempre, como notó Kurosawa con los años, "a una casa más pequeña que la anterior". Fue a finales de 1935 cuando vio un anuncio en un periódico. La Photo Chemical Laboratories, unos estudios cinematográficos, buscaban ayudantes de director. Kurosawa decidió presentarse. Esa decisión cambió su vida.




En la P.C.L. (poco después, los estudios Toho) Kurosawa tuvo un amargo primer encuentro con el cine. Le pareció todo muy aburrido. Estuvo a punto de dejarlo pero sus compañeros le instaron a que continuara. Fue trabajando para Kajiro Yamamoto cuando Kurosawa descubrió la magia del cine, desarrollando una gran admiración por el director. En los siguientes años, aunque trabajó para varios directores, Kurosawa desarrolló su carrera como ayudante en la Toho básicamente bajo la tutela de Yamamoto.

Caballo resultó un gran éxito, y en los siguientes meses Kurosawa trabajó frenéticamente escribiendo varios guiones tanto para la Toho como para cualquier otra productora interesada, así como para concursos de guionistas. Cuando leyó en un periódico un artículo sobre la novela Sugata Sanshiro Kurosawa se enamoró de la historia, e instó a la Toho a que se hiciera con los derechos de la misma. El problema era que la novela todavía no se había publicado, y ya habían otros estudios interesados. Sin embargo, finalmente la Toho se hizo con los derechos, e inmediatamente Kurosawa adaptó el guión. En la Toho le ofrecieron la historia al director Masahiro Makino, pero éste rechazó el proyecto, recomendando al propio Kurosawa.




Lo cierto es que el especial talento que Kurosawa mostraba para el cine no había pasado desapercibido para muchos de los directores, productores y trabajadores de la Toho. Su compañero Ishiro Honda quedó impresionado no sólo por el entusiasmo de Akira, sino por su concepción de la película, que ya tenía plano a plano en la cabeza. Lo cierto es que al adjudicar el proyecto a Kurosawa los capos de la Toho se saltaron el sagrado orden de veteranía que regía en la empresa japonesa. Otros ayudantes de dirección más antiguos que Kurosawa elevaron sus quejas, pero resultaba obvio que el talento de Kurosawa era superior al de cualquier compañero suyo.

Fue así como Kurosawa debutó con La leyenda del gran Judo, la historia del aprendizaje vital de un aprendiz de judoka que recibe una reprimenda de su maestro por ir buscando siempre pelea en las calles. A través de varios combates el judoka irá aprendiendo sobre sí mismo, mientras una trama paralela se desarrolla entre él y la hija de un viejo maestro de artes marciales de una escuela rival.




La leyenda del gran Judo está, como es de suponer, muy lejos de las grandes obras de Kurosawa. Se trata en general de una película bastante lineal, sobretodo en lo que toca a la relación entre el judoka y la hija del maestro rival, un melodrama bastante arquetípico del chico y la chica separados por el destino. Visualmente, sin embargo, la película ya tiene destellos del estilo y de la futura grandeza de Kurosawa. Ahí están sus famosos barridos verticales, y algunos buenos hallazgos visuales como la semi-elipsis temporal usando un zapato del judoka, o los técnicamente resaltables combates de judo, especialmente el combate final en un prado azotado por el viento, que tiene de proganista al joven judoka y al villano de la película, un maestro de artes marciales occidentalizado, un inevitable guiño al anti-occidentalismo imperante.

La leyenda del gran Judo funcionó muy bien en taquilla, convirtiendo en una estrella a su protagonista, Susumu Fujita, quien se convertiría en parte de la compañía habitual de actores de Kurosawa junto a otros intérpretes del film como Takashi Shimura, Yoshio Kosugi o Kokuten Kodo.

El film fue reestrenado un par de años más tarde con varios cortes debidos a la cada vez más inflexible censura militar. Las escenas cortadas se perdieron tras la guerra, y las copias actuales suplen las escenas eliminadas con títulos explicativos.

En resumen, La leyenda del gran Judo resulta un logrado primer esfuerzo de un director con talento formado como ayudante de dirección y guionista. El guión quizás resulte en algunos momentos algo simple visto hoy en día, pero algunas buenas interpretaciones y algunas buenas y conseguidas escenas hacen de esta película uno de los títulos a tener en cuenta para completistas y fans acérrimos del director.

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