ZEPPELIN ROCK: Crítica de la película "La leyenda del indomable" (Stuart Rosenberg, 1967)

jueves, 3 de diciembre de 2015

Crítica de la película "La leyenda del indomable" (Stuart Rosenberg, 1967)


por Möbius el Crononauta



Cool Hand Luke. Vaya tipo. Durante una partida de póquer es capaz de llevar la apuesta al límite sin tener una buena mano. Ni siquiera una pareja. ¿Cuántos seríamos capaces de luchar con las manos vacías? Eso mismo se pregunta el fortachón Dragline. Pero como bien dice el bueno de Luke, "Yeah, well, sometimes nothin' can be a real cool hand". Y es que tras ese "nada" se esconde una confianza en uno mismo inquebrantable.




Luke no es un tipo fácil de entender, y vive en un mundo que no está preparado para aceptar a alguien tan extraño. Destroza parquímetros porque no tiene nada que hacer un sábado por la noche. Y por ello la sociedad le condena a pasar dos años en una dura prisión. Algo huele a podrido en el sistema judicial. Don't follow leaders, watch your parking meters.




Luke representa la libertad individual total, en todo momento y circunstancia, aunque peligre la propia integridad física. No acepta ninguna regla impuesta, sea de la sociedad, la prisión, o de los propios criminales que comparten condena con él. Según el procedimiento normal alguien como Luke habría pasado por muchos aros hasta ganarse la confianza de matones como Dragline. Pero para alguien como Luke eso es impensable. Prefiere hacer las cosas a su modo, y forzará a Dragline para que se pelee con él. Dragline le dará una soberana paliza, pero eso no hará que Luke se rinda. Y el joven de ojos azules sabe que anulando la ventaja del miedo que poseen los veteranos, éstos no tendrán más remedio que ceder. La personalidad de Luke es tan arrolladora que Dragline se verá llevada por ella como una rama en una inundación. "¿Por qué me he fugado si sólo me quedaban dos años?" Buena pregunta, Drag.




Normas, reglas, leyes, represión... civilización, en definitiva. La leyenda del indomable cuenta la historia del choque entre la autoridad y la libertad a toda costa, el sentimiento primario y egoísta de hacer en todo momento lo que uno quiere. La lucha entre la ley y Luke es despiadada y prolongada. En todo momento los guardias tratarán de doblegar el espíritu del preso, de convertirle en uno más. Y Luke seguirá incólume, inventando mil tretas para evadirse, para hacérselo pasar mal a los defensores de la ley. Sus compañeros casi ven en él a un ser divino, y pocas serán las veces en que Luke muestre sus puntos débiles, sus sentimientos. Cuando derrame lágrimas, auténticas lágrimas, por la muerte de su madre, parece que el último lazo que unía a Luke con el resto del mundo se haya roto para siempre. Tal vez Luke aprendiera "Plastic Jesus" de su propia madre, siendo él un niño. Pero la ley no conoce de sentimientos, no en una prisión como aquella. Luke será encerrado en una celda de castigo para evitar que se fuge para asistir al entierro. Es la declaración de guerra del Estado contra Cool Hand Luke.




Con un espíritu libre e independiente como el suyo resulta terrible verle en el barro, suplicando al guardia que no le pegue más. Para aquellos que admiraban su incólume voluntad era como si un mito se viniera abajo. Pero, después de todo, un hombre es sólo un hombre.

La autoridad represiva quedó perfectamente simbolizada en esa gafas de espejo que miran al mundo fría y maquinalmente. Es un recurso que ha sido largamente imitado, pero que dentro de la historia de La leyenda del indomable tienen una significación especial. No desviéis la atención cada vez que salgan. ¿Recordáis como acaban? Esa sonrisa de Luke... indomable hasta el final.




Con una historia y un guión (Donn Pearce y Frank Pierson) tan excepcionales, un film así puede tener muchas interpretaciones. Creo que La leyenda del indomable valora la individualidad, la libertad casi primaria, el hecho de que ser diferente no tiene por qué ser malo, y de que la confianza en uno mismo puede obrar milagros. Una escena tan inolvidable como la apuesta de los huevos es un claro ejemplo. "¿Alguna vez has comido 50 huevos?" Por supuesto, nadie ha comido 50 huevos, es imposible. Pero para alguien como Luke, querer es poder.




Aparte de uno de esos personajes inmortales del cine, La leyenda del indomable ha dado grandes escenas con maravillosos diálogos, esas imágenes icónicas que pueden llegar a penetrar el subconsciente popular. Hablo, en definitiva, de grandes momentos para recordar. Las gafas de espejo, los 50 huevos, las zanjas, los prisioneros trabajando bajo el sol ardiente. Esa rubia despampanante que se dedica a poner calientes a todos los presos mientras enjabona su coche (maravillosa Joy Harmon, que fue descubierta por Groucho Marx en su programa televisivo You Bet Your Life, y acabó trabajando para él más tarde). Con esta película el director Stuart Rosenberg dejó un modelo a seguir para las posteriores películas carcelarias, sobre todo aquellas que transcurren en "prisiones-granja".




Y bueno, cómo no referirnos a ese sonrisa maliciosa Paul Newman en máximo estado de gracia, o ese entrañable y gran actor que es George Kennedy volviéndose loco con la chiquilla limpia-coches a la que no para de llamar Genoveva. Dios, ¡a veces creo que podría hablar de esta película durante horas! O al menos durante lo que duren un par de cervezas. La leyenda del indomable, imprescindible, por decir poco.

Para terminar, una pregunta: ¿Creéis que la foto que envía Luke es real o es un montaje?


Möbius el Crononauta

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