ZEPPELIN ROCK: Crítica de la película "Fort Apache" (John Ford, 1948)

jueves, 17 de diciembre de 2015

Crítica de la película "Fort Apache" (John Ford, 1948)


por Möbius el Crononauta



Tras la Segunda Guerra Mundial y haber abandonado su servicio en la Marina John Ford había rescatado a su productora Argosy Pictures para gozar de mayor independencia y dar rienda suelta a proyectos más personales como su acariciado sueño de rodar la historia irlandesa de El hombre tranquilo. Después de rodar una última película para el productor Darryl F. Zanuck el director se centró en sacar adelante El fugitivo, una adaptación del libro de Graham Greene El poder y la gloria. Sin embargo, su nueva película pareció no gustar a nadie, ni siquiera a un airado Greene, y tras el fracaso comercial de la cinta la independencia artística de Ford salió volando por la ventana, quien se vio obligado a volver durante unos años al género en el que no solía fallar, el western.




Fort Apache se convirtió en la primera parte de una no intencionada trílogía conocida como "la trilogía de la caballería", en la que el director norteamericano se centró en películas del Oeste con la caballería y los casacas azules como protagonistas. La idea de Ford era retratar la vida dentro de un fuerte militar de la época, una aproximación bastante inusual para la época. Como decía el propio director, hasta entonces a la caballería se la había visto aparecer, salvar a los colonos y desaparecer de nuevo en el horizonte. Esta vez nos acercaríamos a su día a día.

Como punto de partida se tomó una historieta titulada Massacre y escrita por el fachoso James Warner Bellah. Para el guión Ford contó con el crítico de cine Frank S. Nugent, a quién pidió que se documentara previamente antes de comenzar a escribir. En uno de los primeros créditos de documentalista de la historia aparecía Katherine Clifton, quien investigó y asesoró a Ford y Nugent. Aunque como al estilo de lo que el director haría a rodar el film, Ford le dijo a Nugent: "Ahora olvídate de todo lo que has leído y empecemos a escribir la película". Nada como conocer las reglas para poder romperlas, dicen.



La historia de Fort Apache se inspiró levemente en la figura del general Custer. Un estricto y pomposo coronel, Owen Thursday, es destinado al polvoriento Fuerte Apache. Considerándolo una bofetada en la cara de Washington, el militar se dirige a regañadientes a su destino acompañado por su joven hija Philadelphia. La personalidad de Thursday chocará con la de unos subordinados que ven el cumplimiento de las normas de una forma más relajada. El mayor disidente será el capitán York, un veterano defensor de los indios a quien no gustan las maneras del nuevo comandante en jefe. Mientras, una sincera amistad y el inevitable amor surgirá entre Philadelphia y un joven teniente recientemente graduado en West Point, Michael Shannon O'Rourke.

El apellido del teniente no es casual, ya que la ascendencia irlandesa de Ford se deja notar (al igual que en el resto de su carrera) en el retrato de la vida dentro del fuerte. El director quiso retratar la inestimable participación de inmigrantes irlandeses (así como otros europeos en otros films) que lucharon en la Guerra de Secesión y combatieron también a los indios en aquellos conflictivos años en que una poderosa nación estaba siendo creada.




Y, como él mismo solía decir, nadie mejor que irlandés para entender tanto a indios como a soldados. Pese a su fama de reaccionario y hombre de derechas, en Fort Apache encontramos un raro retrato en aquella época del indio como víctima y no como bárbaro verdugo. En una de las escenas encontramos una clara denuncia de la política para las reservas procedente de Washington, que permitía que corruptos agentes se aprovecharan de los indios y les condujeran al alcoholismo más atroz. Ante tal situación, el capitán York justifica la huida de Cochise de la reserva.

El contradictorio carácter de Ford le llevó en otras ocasiones a tratar a los indios de forma más despectiva, pero cabe recordar que el director fue nombrado miembro honorario por los navajos con quien solía trabajar. Por otro lado, en 1950 la Asociación de Veteranos de las Guerras Indias también le otorgaron una mención. En Fort Apache nos encontramos pues, tal vez más que nunca, ante dos visiones opuestas de ese controvertido periodo de los Estados Unidos.




Por otro lado, un John Ford todavía influido por sus vivencias en la Segunda Guerra Mundial no sólo nos hace observar de un modo más atento el sacrificio que supone la muerte de un joven en la guerra, sino que en una curiosa y al mismo tiempo bella escena final el ascendido York, el personaje de John Wayne, homenajea en un breve discurso no sólo a la caballería, sino que también (leyendo entre líneas) a la caballería moderna del ejército estadounidense.

En Fort Apache tienen la misma importancia los combates contra los indios que los bailes, fiestas y, en general, la vida castrense dentro de un fuerte. Las mujeres e hijas de los soldados suponen el elemento civilizador frente a los marrulleros sargentos y cabos más pendientes de encontrar cualquier ocasión para ir a la cantina y echar whisky en el ponche.

Obviamente la visión más inocente de la vida en el campamento es la de la joven Philadelphia, enfrentada a una vida más dura y a cuestiones de protocolo que probablemente se le escapen. Sin embargo, pronto asistimos al sentido familiar y de camaradería que reina en el fuerte cuando las esposas de oficiales y suboficiales se prestan a ayudarla a acondicionar su nuevo hogar.




Aunque el humor más algunos de los momentos cómicos los encontramos en unas contadas escenas de Philadelphia fordiano viene de la mano (no podía ser de otra manera) de la retahíla de sargentos irlandeses bebedores y de un caballeroso sargento ex-confederado llamado Beaufort. Un par de ejemplos: la personal manera que tienen Beaufort y los irlandeses de acatar la orden de Thursday de destruir una partida de whiskey semi-venenoso para los indios, o las escenas de instrucción donde el sargento Mulcahy asciende a cabo a un irlandés y más tarde Beaufort asciende a cabo a un sudista ante las protestas de Mulcahy.

La antítesis de la vida familiar y la situación india la representa el teniente coronel Thursday. Despectivo, siempre ciñéndose a la etiqueta y las normas, Thursday representa la sin razón de la guerra, y el mal entendido sentido del honor y la gloria. Su irresponsabilidad provocará el desastre tan temido por el capitán York.

Los exteriores fueron rodados en Utah y Monument Valley, con lo que podemos disfrutar no sólo de esos famosos parajes que Ford hizo famosos, sino de su particular gusto para el encuadre y dar pinceladas en movimiento. Si pudiera enmarcaría la escena de Wayne mirando a través de los primásticos con un soldado agazapado en primer plano, y las famosas mesas de roca al fondo. También cabe destacar las trepidantes cargas de indios y caballería, otra de las firmas características del maestro.




El coronel Thursday es magníficamente interpretado por Henry Fonda, actor que en realidad estaba pasando el testigo como protagonista fordiano al carismático John Wayne, quien desde La diligencia había sido ninguneado por el director. Resulta algo extraño que el defensor de los indios en el film sea alguien como Wayne, pero, en fin, ¡esa es la magia de Hollywood!

Otras importantes figuras son la de la crecidita (¡y de qué forma!) Shirley Temple interpretando a Philadelphia y el que por entonces era su marido John Agar quien interpreta al teniente O'Rourke, aunque poco después su matrimonio se iría al garete entre acusaciones de alcoholismo y abusos.

El padre de O'Rourke es un habitual de Ford, el fornido Ward Bond, y entre los irlandeses encontramos a otros actores habituales de la llamada "Compañía Estable de Ford" como George O'Brien o el simpático Victor McLaglen. El elegante Beaufort es también otro habitual, Pedro Armendariz.




¿Tienen un marco por ahí?

El film tuvo un éxito importante tras su estreno, con lo que Ford tuvo que esperar algunos años para rodar El hombre tranquilo. Aunque entre la crítica la acogida fue bastante fría, cuando no francamente hostil. Un tal James Agee escribía: "hay en la suficiente comedia irlandesa como para hacerme desear que Cromwell hubiera llevado a cabo un trabajo más concienzudo". Por suerte el sádico Cromwell dejó vivos a unos cuantos irlandeses que perpetuaron su especie hasta permitir que pudieramos contemplar un día una obra maestra como es Fort Apache.

Möbius el Crononauta

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