ZEPPELIN ROCK: The Amazing Spider-man 2: El poder de Electro (Marc Webb, 2014)

sábado, 9 de agosto de 2014

The Amazing Spider-man 2: El poder de Electro (Marc Webb, 2014)


por MrSambo (@Mrsambo92)
del blog CINEMELODIC


Este innecesario reboot de la saga Spiderman pretende ser más sofisticado y espectacular que su predecesora, de la que sólo le separan 5 años, en una maniobra francamente sorprendente en la historia del cine. Ahora ha llegado la segunda parte y lo cierto es que uno no sabe que se pretendía o pretende con ello. Esta nueva franquicia de Spiderman es el mejor ejemplo de la demencial y esquizofrénica carrera de remakes, reboots, sagas, trilogías y superhéroes que se ha apoderado de la industria.


El gran problema de las dos entregas de este nuevo Spiderman es que no se sabe hacia dónde quiere tirar, un quiero y no puedo indefinido que vaga sin rumbo entre seriedad y profundidad dramática y el jolgorio chillón de acción psicodélica que casi acaba emparentándolas con las cintas de Sam Raimi. Muchos excesos que remiten claramente al cómic en su estética.




Si la primera entrega parecía querer seguir los postulados de los Batman de Nolan, dando mayor trascendencia a personajes e historia, con timidez, aquí eso parece olvidarse algo más en una constante búsqueda de la acción psicotrópica, que deja momentos muy entretenidos, y un humor de montaje ágil que parece huir del tono trascendido, lo que acaba creando un híbrido vacuo, timorato, muy entretenido y espectacular por momentos, pero insatisfactorio.

Peter Parker, Spiderman, se las ve y se las desea para compaginar su vida como superhéroe con su vida cotidiana y hacer cumplir la promesa que le hizo al padre de Gwen. Este será el aspecto dramático sobre el que se dará más vueltas, de forma bastante torpe, mientras comienzan a salir nuevos villanos que quieren acabar con nuestro protagonista.

Más dinámica que su predecesora, The amazing Spiderman 2: El poder de Electro vuelve a pecar de tener un guion falto de elaboración, los vaivenes de la relación de los protagonistas son de traca, y de quedarse a medio camino de todos los lugares. No se acaba de definir por ser una cinta de hondura o una cinta más light de puro entretenimiento…




Desde luego esta segunda parte es un tobogán de acción y chascarrillos demencial, de look psicodélico, frenesí visual, acción desenfrenada y ritmo incesante. Disfrutar de los vuelos de Spiderman y las escenas de acción, donde Marc Web apuesta por sostener los planos y un estilo tan arbitrario como atractivo, con repentinas cámaras lentas sin sentido, pequeños planos secuencia y planos sostenidos de gran brillantez o montajes algo confusos, es irremediable y son los grandes momentos de la cinta.

Es a nivel dramático donde la película hace más aguas con descubrimientos repentinos, relaciones mal elaboradas y desarrolladas, cambios bruscos de opinión… El personaje de Max (Jamie Foox) y su simplismo psicológico y esquematismo no puede resultar más vulgar, además de resultar bochornosamente previsible. En definitiva, un guión mediocre.




Es una pena que no se desarrollen aspectos que se sugieren y resultan estimulantes, como ese conflicto que se podría crear en un héroe que está para todo el mundo, para ayudarles, salvarles y darles esperanza, pero que no puede evitar dañar a sus más cercanos… No se trata ni desarrolla…

Andrew Garfiled es feote pero acierta con sus tics juveniles y semi adolescentes. Con todo resulta muy exagerado en ocasiones en su trabajo corporal. Emma Stone resulta encantadora y su química con Garfiled es indudable. Jamie Foxx tiene poco que llevarse a la boca en ese acomplejado ser necesitado de reconocimiento que interpreta. Dane DeHaan interpreta a Harry Orborn y tiene un toque Di Caprio evidente, aunque en la parte final casi es un calco del Willem Dafoe de la primera entrega del Spiderman de Raimi. El retrato visual de su presentación es muy acertado, con cristales y cortinas desfigurando su rostro.




Paul Giamatti tiene un pequeño papel que al final será importante. Habrá guiños para sugerir nuevas entregas, con nuevos y variados villanos…

La banda sonora de Hans Zimmer tiene momentos que recuerdan enormemente a Origen (Christopher Nolan, 2010), la dirección de Marc Webb es ágil, pero con todos los defectos mencionados, look chillón y hortera e indefinición.

Se pasa un buen rato viéndola, pero la franquicia sigue sin funcionar como se esperaba.

©Jorge García

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