Picatostes
"POR favor, sea breve", le dijo, mientras sus pensamientos volaban con impaciencia pueril hasta esa taza de chocolate caliente que de seguro ya le esperaba, esta vez en casa del alcalde.
Iba a implorarle “dígales que no me maten”, pero guardó silencio. El reo alzó sus ojos enrojecidos por el insomnio hacia el tragaluz. Pronto se oirían los gritos alborozados de algunos niños sin escuela. Era verano y, aunque aún nadie lo sabía, la guerra estaba a punto de acabar.
Ángel Carrasco Sotos
Verano, chocolate caliente... mmm, no sé, no sé. (Fdo. El tocagüebos) ;·)
ResponderEliminarLos curas tomaban chocolate caliente en pleno agosto, eso te lo garantizo. Más que nada, porque helado está malísimo, jaja. (pero le admito el tocagüevil comentario; fino que se ha levantado Usía en un hispano día como hoy).
EliminarLos curas también toman contínuamente obleas con vino dulce y yo no los pondría como ejemplo en un relato dominical, más dado a albergar unas bravas o una cañita que una tapa de pan ácimo jajajaja
EliminarPero el escritor es usted, no quisiera parecer irrespetuoso. De todos es sabido que, en verano, las terrazas están llenas de gente disfrutando de humeantes tazas de chocolate caliente.
¿Ejemplo de un relato dominical? Que se publique en domingo no significa que solo se puedan tocar "temas" dominicales. Habrase visto! El cuentecito recrea una supuesta escena del final de una guerra (¿la española? Puede ser, señor mío). En aquella época, es decir, esa pretérita que se intenta recrear aquí, no había terrazas con gente tomando cañas. Además me he documentado preguntándole a un cura ya anciano y me dice que chocolate se tomaba en toda época, ya fuera en casa del alcalde, del boticario o de la vecina meapilas que le invitaba un día sí y otro también.
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