Prohibición
TODOS los amigos le llamábamos “El Profundo” por su propensión al sueño y al silencio. En aquel país del que era dueño estaba prohibido comer paja.
El Juego
CUANDO por fin murió para descansar eternamente en paz, un frío gélido barrió su sincuerpo; luego dos sombras de miedo se fueron acercando poco a poco para intentar llevárselo. El juego había comenzado.
Indiferencia
LES dijo a sus captores que no le importaba morir. La bala le entró por un oído y le salió por el otro.
©Ángel Carrasco Sotos
La verdad es que no me había centrado nunca en los microrrelatos, pero este me ha impresionado, así que voy a darme con tiempo una vuelta por los otros 62.
ResponderEliminarAbrazos.
Uf, "inmpresionado", ¡qué fuerte! (aunque se agradece). Son pequeños escritos a los que voy dando salida los domingos aprovechando el blog. Un saludo, y bon apetit.
ResponderEliminarMe quedo con el tercero. Me gusta ese tipo tan indiferente y seguro de sí mismo.
ResponderEliminarEl primero no lo entiendo, ¿era una vaca que pastaba? Quizá, demasiado profundo y abierto para mí... No lo he pillado y es culpa del lector (lectora, en este caso)
El juego, me da miedo. Si se supone que morimos y todo se acaba, me daría rabia que hubiera sombrar por ahí intentando amargarnos el descanso.
Me duele la garganta y creo que estoy a punto de sucumbir a la fiebre. ¿Qué he hecho yo para merecer esto?
Buenas noches y me voy a dormir.
Cuídate, Tow; camita, zumos de naranja y a esperar.
EliminarPara el primero yo tengo una explicación, pero es muy personal. Es abierto, así que cada uno se imagine lo que quiera (muuuuu). El juego remite a una imagen escalofriante: espero no tener que verme involucrado en ese juego terrorífico.
Buenas noches y que mañana te levantes vivita y coleando.