ZEPPELIN ROCK: TEARS FOR FEARS - The Seeds of Love (1989): CRÍTICA Review

jueves, 25 de mayo de 2023

TEARS FOR FEARS - The Seeds of Love (1989): CRÍTICA Review

 

por Dani Matute (@dmatuteb)



He de decir que a veces hago trampas. Y esta va ser una de ellas. Como cuando ciertos amigos me dejaban escribir algo de música y hago una lista de rockeros muertos en accidentes de moto y meto a Roy Orbison (él no murió en su accidente sino su mujer). O como cuando hice lista de videoclips no rockeros con motos en ellos y metí el video promocional que hizo Imelda May, enfundada en pantalones de cuero, de su Tribal sin que fuese una canción. La trampa que voy a hacer ahora es que voy a contar todo lo que me evoca este vinilo de Tears for Fears… pero teniendo en cuenta que solo lo tengo desde hace poco y que es la versión en CD la que me trae todos los recuerdos que quiero compartir.



Este The Seeds of Love fue el primer compacto, de hecho, que me compré. Cuando tenía 16 años, mis padres compraron para Navidad una cadena Hi-Fi con reproductor de CD (aquí está en mi casa desempeñando su trabajo a día de hoy).

Esto lo sabíamos con antelación y por eso, aunque me costó un gran esfuerzo, no quise hacerme con este disco en vinilo cuando salió y esperé hasta poder comprarlo en formato compacto. Ya sabéis, era lo que estaba de moda y el futuro. Y ¿por qué digo que fue un sacrificio esperar? Porque había estado desde el final del verano quemando la grabación que hice de la radio de su primer single, “Sowing the seeds of love”. Cuando llegaron las vacaciones de navidad, mi amigo Alberto tenía que comprar unas cuerdas para su guitarra y me apunté a acompañarlo para hacerme con este CD. Así que nos montamos en la correspondiente BLASA que nos acercó a Madrid (para los que no seáis de por allí, se conocían coloquialmente como BLASAS los autobuses interurbanos de la empresa BLAS y Cia que conectaban los municipios del Suroeste con la capital. Hoy en día, no sé si la gente los seguirá llamando igual). Y nos fuimos para los sótanos de Gran Vía, ya en sus últimos estertores. Allí compraba mi amigo sus cuerdas y allí estaba Discoplay. Y me traje a casa el flamante CD. De aquel viaje y de sus consecuencias musicales para nuestras vidas nos acordamos mucho Alberto y yo. Lógicamente, le prometí que le grabaría una cassette TDK de aquel disco en cuanto que pudiese y, todavía hoy, me echa la culpa de que cuando le preguntan qué único disco se llevaría a una isla desierta no puede sino responder que sería este The seeds of love. Y yo le señalo como responsable de mi debilidad por un grupo de nombre precioso y música preciosista, La Dama se Esconde, que fue la cinta que él me pasó como contrapartida. Varios vinilos y CDs de ellos descansan en mi pequeña colección. También me abrió los oídos con Los Ronaldos, y terminé comprando una cassette original del Saca la Lengua. Y cuando alguien habla de los Ronaldos (los de fútbol, el brasileño y el portugués) me cuesta esfuerzo centrarme pues mi mente se obceca en los Ronaldos musicales.



Creo que esa fue la única visita que pude hacer a la tienda de Discoplay en Los Sótanos, porque cerraron todos los negocios de los bajos al poco tiempo. Así que mis viajes a Madrid a comprar, primero tanto vinilos como CDs (coño, qué caros eran los CDs al principio en relación con el plástico) y luego solo CDs, tenían como destino Madrid Rock, al principio a la calle Mayor y luego a la Gran Vía. También tuve la suerte que en mi pueblo abrieron sucursal, el Móstoles Rock. Para muestra, aquí los otros dos vinilos de Tears for Fears que me compré por entonces y que aún conservan los plásticos de embalaje.

Lo lógico es que hubiese escogido cualquiera de ellos para este #FFVinilo, sobre todo el Songs from the big chair cuyos videosingles había visto-escuchado miles de veces en mis adoradas VHS’s. Pero me apetecía compartir la vivencia que os he narrado.



Bueno, me que desvío. Vuelvo al vinilo que comparto con vosotros. Como ya he dicho, lo adquirí hace unos meses en un comercio de segunda mano. Tengo pocos discos en ambos formatos. En ocasiones, por la importancia y en otras por el deterioro o porque la versión CD trajese más canciones. El Songs from the Big chair, antes mencionado, también lo tengo en los dos formatos, como alguno de U2, Michael Jackson, Housemartins, Whitesnake…Cuando la aguja de diamante comenzó a acariciar los surcos de mi adquisición, me di cuenta de que hacía mucho tiempo que no escuchaba este trabajo. Lo había oído alguna otra vez no hacía demasiado. Pero no lo había escuchado. No como te predispone tener entre tus manos un trabajo gráfico de 32x32cm, con unas letras que se leen sin esfuerzo y puedes cotillear los músicos y técnicos que trabajaron en el disco sin dejarte la vista (que uno empieza a ser mayor). Lo dicho: me dispuse a escucharlo y disfrutarlo como cuando estrené el CD. Como podéis encontrar críticas y reviews por todos los lados, no voy a entrar demasiado al detalle.



El comienzo con el bajo de Curt Smith y la batería del invitado Phill Collins es espectacular. “Womans in chains” es una canción feminista cuando aún no era normal tocar esos temas en las letras. Y qué decir de la voz sedosa de Oleta Adams que hace dueto con Roland Orzabal. También colabora Oleta en el siguiente corte, “Badman’s song” de estilo muy jazzistíco y que es una de mis favoritas.

Pasamos al “Sowing the seeds of love”, obra culmen del pop progresivo de estos señores ingleses. Y termina la cara A con “Advice for the Young at heart” que creo que intenta repetir el éxito de la archifamosa y una de las canciones más representativas de los 80, “Everybody wants to rule the world” de su anterior trabajo. Se queda un poco lejos, la verdad.



Pasamos a la cara B con el soft pop “Standing on the corner of the third world” que sigue con la crítica social que ya han esbozado en la primera cara. “Swords and Knives” sigue en la misma estela, aunque con un solo de guitarra muy del estilo al “Shout” de su anterior LP. “Year of the knife” es otro de esos temas poco conocidos para el gran público como “Badman’s song” pero de una calidad incuestionable.

Leí en alguna ocasión que la complejidad técnica y la gran cantidad de tiempo que dedicaron a este LP dinamitó la relación entre Roland Orzabal y Curt Smith y terminaron separándose. Al cabo de los años volvieron y, a pesar de que demuestran que saben hacer grandes canciones, ya no es lo mismo.


En definitiva, este vinilo recientemente adquirido no tiene detrás una gran historia, pero como habéis comprobado, me ha hecho recordar y me ha transportado, como decían en Calles de Fuego, a otra época y otro lugar.

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