ZEPPELIN ROCK: CRÍTICA de la película INTRÉPIDOS PUNKS (Francisco Guerrero, 1980): Reseña

viernes, 19 de mayo de 2023

CRÍTICA de la película INTRÉPIDOS PUNKS (Francisco Guerrero, 1980): Reseña

 

by King Piltrafilla (@KingPiltrafilla)



Intrépidos punks es toda una bizarrada, una inmensa oda al frikismo de finales de los 80 dirigida por el mexicano Francisco Guerrero en la que la cutrez kitsch más extrema convive con elementos de Mad Max y la cultura mexicana –cómo no, aquí también aparece un luchador- mostrándonos a una banda de delincuentes motoristas punks –híbridos entre una carroza de la Gay Parade y una reunión de veteranos de los Hell’s Angels- que se dedican a emborracharse, pelearse y montar orgías. Piltrafillas, la cinta se inicia a ritmo de punk rock con una canción que versa Intrépidos punks, intrépidos punks, en las carreteras y ciudades también, robando al que sea, rompiendo siempre la ley. En las motocicletas, con sus chavas van. Buscando aventuras, adoran a Satán. Sexo, drogas, violencia... siempre buscan acción, sexo, drogas violencia ¡y mucho rock’n’ roll! lo que apenas unos segundos después de que comience ya nos da una idea del nivel artístico de lo que vamos ver, y entonces –tras los títulos de crédito, muy punks eso sí- vemos cómo unas integrantes de la banda atracan un banco disfrazadas de monja en un ejercicio del más puro nunsploitation. A partir de ahí, amiguitos, un argumento –ah, pero ¿hay argumento?- de lo más simplón en el que la que Fiera –interpretada por la actriz erótica Princesa Lea- secuestra a las mujeres del director y el médico de una prisión para liberar a Tarzán, el líder de la banda –llevado a la pantalla por el luchador El Fantasma-, mientras dos agentes de la ley los persiguen a todos para acabar con sus desmanes.





Recuerdo que en la mítica serie de la BBC2 The young ones, a veces y sin venir a cuento, aparecían en el comedor de la casa de los protagonistas bandas como los Motörhead y tocaban algún tema. En esta película también vemos cómo los punks violan a unas mujeres en una casa y de pronto aparecen en la salita los Three souls in my mind –un grupo rockero mexicano, de antes de que Maná echase por los suelos la reputación musical del país- disfrazados de punks gay apocalípticos. En fin, amiguitos, que poco más se puede contar de Intrépidos punks más que es un documento de factura low cost con interpretaciones patéticas y un diseño de producción de pena, una excusa para mostrarnos las andanzas de un grupo de asesinos, violadores y ladrones sobre ruedas que viven en una cueva disfrazados de punks de opereta –sus pintas me han recordado un poco a aquella cinta de Walter Hill titulada The Warriors en la que algunas de las bandas, por muy violentas que fuesen, se vestían y maquillaban como músicos afeminados de glam metal- se dedican a recorrer las carreteras sembrando la destrucción abandonándose a sus vicios mientras son perseguidos por la ley. Aun así, la importancia de la obra como sublime exaltación del cine basura más extremo la hace recomendable e imperdible para todo piltrafilla que se precie. Yo aún no he reaccionado.

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