ZEPPELIN ROCK: SLY & THE FAMILY STONE - Stand! (1969): CRÍTICA Review

miércoles, 29 de marzo de 2023

SLY & THE FAMILY STONE - Stand! (1969): CRÍTICA Review

 

The Hunter


En primer lugar, hay que decir que Sly & The Familiy Stone fue un grupo multirracial y con miembros de ambos sexos... Así las cosas, podían pasar por la culminación del sueño hippy alumbrado en aquel "verano del amor" de 1967. Verano cuyo fulgor, por cierto, realzaba su radiante mezcla de funk, rock, soul y psicodelia; un sonido que serviría como catalizador para su toma de conciencia social y política.



El optimismo, pero también la determinación del movimiento por los derechos civiles, se encuentra detrás del tema que titula al álbum, "Stand!", marcando la transición entre el soul y la música funk. Uno de los momentos álgidos del festival de Woodstock, "I Want To Take You Higher", está impregnada de un fervor cuasirreligioso, jugando con el juego de llamada-respuesta propio del góspel. Como constatación de ese crisol de estilos (y pese a la oscuridad que deja entrever su letra) "Somebody's Watching You" trae a la memoria el sonido beat pasado por el tamiz de la música negra (¡qué ganas de pasear por el parque y tumbarse en la hierba a contemplar un primaveral cielo azul!). 



Los coros y el órgano de la radiante "Sing A Simple Song", llena de groove, contrasta con las densas y extensas improvisaciones -inspirando, entre otros, la "inmersión" eléctrica de Miles Davis- de "Don't Call Me Nigger, Whitey" y "Sex Machine", viajes lisérgicos a lomos de unas guitarras bañadas en ácido. Partiendo de la simple y pura belleza de una canción infantil, el nº 1, "Everyday People" desemboca en un inspirador himno a la convivencia. 



Escuchando el mensaje cargado de positividad que burbujea en "You Can Make It If You Try" y que cierra Stand! con la misma vitalidad con que empezaba, nada hacía presagiar que ese sueño hippy del que hablábamos arriba se tornaría pesadilla; una pesadilla que tomaba forma en su siguiente obra maestra, There's A Riot Going On, publicada dos años después e impregnada de un ominoso sonido donde a duras penas habría sitio ya para la esperanza y sí para la desilusión y la paranoia de una nueva década.

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