ZEPPELIN ROCK: PORCUPINE TREE - Closure/Continuation (2022): CRÍTICA Review

lunes, 10 de octubre de 2022

PORCUPINE TREE - Closure/Continuation (2022): CRÍTICA Review

 

Por Esteban Martínez (@EMartineC)



Después de parar por los años 2000, parece evidente que llegó un momento en que a Steven Wilson se le pasó por la cabeza esa idea de que "la banda soy yo", de ahí que mandase a descansar a Porcupine tree para desarrollar una carrera en solitario. Y mal no le fue, mira que no en vano durante la pasada década se transformó en uno de los creativos más importantes para el rock, "el último gran héroe", como en alguna reseña me gustó etiquetarlo. En ese camino, sin embargo, un disco como The future bites (2021) lo mostró jugando en ligas externas, no saliendo bien parado. No es que el disco haya sido un desastre pero de que el experimento electro pop no cuajó, no cuajó. Por esto mismo, un álbum como Closure/Continuation de entrada no huele bien, no parece ser una jugada genuina, algo que Wilson tuviese efectivamente proyectado si no más bien una especie de descarte, un forzado regreso a la esencia de su sonido. Sin embargo, ¡cuidado!, que tampoco da para llegar y afirmar que estemos ante un mal álbum, que Steven Wilson es un tipo que cuando anda poco inspirado compone algo que como mínimo cumple, o algo que ya se quisieran otros artistas en su discografía. El problema es que prácticamente todo lo que entrega(n) en estas siete canciones suena a refrito, a cosas que antes hemos oído en la discografía de Porcupine tree.



Las credenciales, eso sí, aparecen de inmediato y en alto nivel, 'Harridan' abre con un bajo limpio y bello (interpretado por el propio Steven Wilson, quien asumió el instrumento al no contar con Colin Edwin para esta ocasión), al que le seguirán ocho minutos de una estructura exquisita llena de intensidad, oscuridad y momentos explosivos, esto a diferencia de 'Of the new day', que se mostrará como la típica balada de Wilson, aunque encontrará nivel gracias a los quiebres eléctricos que desarrolla tras cada estrofa, algo similar a lo que ocurrirá más adelante en 'Dignity', otra que irá sobre asuntos más melódicos, el problema es que son ocho minutos (así que agárrate) de algo que tenemos de sobra en la carrera en solitario del guitarrista, siendo la primera que huele descaradamente a piloto automático. Finalmente, el tridente inicial del disco se cierra con 'Rats return', una que se acercará a la línea más metal progresiva de Porcupine tree, con un Gavin Harrison notable como siempre. De esta forma, insisto en el punto: las canciones se suceden, son diversas, en su área cumplen, suenan bien, la producción es impecable, las ejecuciones son perfectas y todo está en su sitio... quizás demasiado. 



El caso es que nos queda algo más de disco, se agradece ahí 'Herd culling' con su vaivén oscuro/explosivo (Harrison nuevamente gigante), mientras que 'Walk the plant' se propone como la única incursión realmente experimental del álbum, con unos arranques electrónicos que en medida que el tema avanza funcionan cada vez mejor, aunque digámoslo, tiene toda la pinta de ser un descarte de The future bites de Wilson. Finalmente, no podía ser de otra manera y el álbum cerrará con los casi diez minutos de 'Chimera's wreck', otro tropiezo, una canción que se hace eterna con su intro de más de cuatro minutos y que entre vuelta y vuelta, recién acercándose a los seis meterá algo de fuerza, sonando más Rush que nunca.

El "problema" con bandas como Procupine tree es que compiten contra ellos mismos, por lo que la vara está siempre arriba, lo cual acá ha pesado. Eso sin mencionar lo forzado que el disco parece. No sabemos si la historia llegará hasta acá o tendremos que esperar otros doce años para un nuevo álbum de la banda, lo que si parece claro es que este paréntesis, sin ser un mal disco (insisto, ya se lo quisieran tantos otros), al lado de cualquiera de los trabajos post 2000 luce algo pálido. 

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