ZEPPELIN ROCK: JOHN FORD contra ALFRED HITCHCOCK: Sus películas de los años 40

domingo, 4 de julio de 2021

JOHN FORD contra ALFRED HITCHCOCK: Sus películas de los años 40

 

por MrSambo (@Mrsambo92)
del blog CINEMELODIC




Último round para dos de los más grandes directores de todos los tiempos. Tras el duelo en las décadas de los 50 y 60, nos adentramos en los inicios de sus respectivas épocas de plenitud y madurez. Hitchcock, además, inauguraba etapa en Estados Unidos. Ford, por su parte, presenta una década bastante variada, más allá de sus magistrales Westerns. ¿Quién vence para vosotros en esta ocasión?




FORD


EL FUGITIVO (1947), de John Ford. 

Ford adaptando a Graham Greene. Una cinta correcta, acusada de cierta falta de ritmo, pero con sus alicientes y virtudes, por ejemplo, la presencia de Henry Fonda.


FORT APACHE (1948), de John Ford. 

Incontestable obra maestra de Ford. Sería la película que abriría la llamada “Trilogía de la Caballería”. La desmitificación de la leyenda y a la vez la gestación de la misma en un tratamiento sublime e inigualable. Descorazonada y descarnada, es una obra de arte desde que empieza hasta que termina, con unos Henry Fonda y John Wayne majestuosos. 




HOMBRES INTRÉPIDOS (1940), de John Ford. 

No está entre las más valoradas del director, entre otras cosas porque tiene auténticos gigantes del Séptimo Arte en su creación, pero es un título espléndido y a reivindicar, aunque no guste tanto como otros.


LA LEGIÓN INVENCIBLE (1949), de John Ford. 

Obra maestra. Un no parar. Uno de los mejores Westerns de la historia, una de las grandes cintas de Ford, que se dice pronto, del mejor director de la historia del cine. Es amarga y es bella, es sentida y es profunda, y John Wayne es un icono al que pocos alcanzan. Imprescindible.


LA RUTA DEL TABACO (1941), de John Ford. 

Encantadora y desgarradora película de John Ford. Mezcla la más hilarante comedia con el desgarrado drama sobre las consecuencias de la Gran Depresión. Hermana pequeña de “Las uvas de la ira”, es un título soberbio de gran calado.


LAS UVAS DE LA IRA (1940), de John Ford. 

Descomunal testamento cinematográfico. Ford ya encadenaba obra maestra tras obra maestra, pero no unas obras maestras cualquiera, atenticos referentes, monumentos en celuloide. Una de las grandes adaptaciones de la historia, cogiendo la novela de Steinbeck. Este retrato sobre la Gran Depresión americana está sellado a fuego junto a las más grandes películas de la historia. Y no era un western…




NO ERAN IMPRESCINDIBLES (1945), de John Ford. 

Bélico de Ford, que parecía expiar sus experiencias en la guerra. Obra colosal con muchos adeptos, pero también detractores, que de alguna forma escenifica el cambio en el director tras su participación en la guerra. Indispensable.


PASIÓN DE LOS FUERTES (1946), de John Ford. 

Con esta descomunal obra maestra, el genio Ford logró lo que para mí es un hito, fundir los dos géneros más completos del cine, el western y el Cine Negro Clásico, en una sola película, algo que estaba ahí, que subyacía, pero que el maestro plasmó finalmente en esta obra imperecedera, uno de sus más brillantes títulos, aunque suene menos que otros. Un cinéfilo que se precie no puede dejar de verla.


¡QUÉ VERDE ERA MI VALLE! (1941), de John Ford. 

Un niño haciendo sonar su cubierto con el plato tratando de llamar la atención de su abatido padre… Siempre recuerdo ese momento. La sensibilidad de Ford no tiene límites. Obra maestra incontestable que venció en los Oscar a la legendaria “Ciudadano Kane”…. Y es que en aquella época, cuando sucedían estas cosas no dolían tanto, porque si la obra maestra de Welles tenía que perder, pues mejor que lo hiciera contra una obra maestra de Ford… Palabras mayores, porque entre genios andaba el juego.




TRES PADRINOS (1948), de John Ford. 

Tres Reyes Magos en el oeste. Un entrañable y tierno cuento navideño en la arena de los desiertos y el oeste americano. Sólo Ford podía coger estos ingredientes y convertirlo en una película tan luminosa y cálida. De esas obras que están en segundo plano por culpa de ejemplares filmografías, pero que resultan una absoluta delicia.


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HITCHCOCK


ATORMENTADA (1949), de Alfred Hitchcock. 

Con defectos, casi todos provenientes del guión, como es el exceso de diálogo, tenemos aquí una exótica cinta del maestro Hitchcock que nos lleva al siglo XIX en Australia, concretamente al año 1835, para entregarnos un intenso drama que se aleja en cierta medida de sus inquietantes thrillers y cintas de suspense, centrándose en las desventuras de una familia que ha hecho fortuna allí. Esto no significa que no tengamos momentos donde el crimen y la tensión tengan cabida, pero el maestro se centra en esta ocasión en otros aspectos para darles predominancia.


EL PROCESO PARADINE (1947), de Alfred Hitchcock. 

Siendo de los títulos más discretos del maestro en su época gloriosa, es un buen film. "El proceso Paradine" iba a ser la última película que Hitchcock haría con el productor David O. Selznick, con el cual nunca estuvo a gusto por su incontenible intervencionismo en sus films. El hecho de que Hitchcock acabara contrato con Selznick con esta película ha hecho ver a mucha gente desgana, como ganas de quitarse el asunto de encima con rapidez para poder dedicarse a los futuros proyectos con mayor libertad.


ENCADENADOS (1946), de Alfred Hitchcock. 

Obra maestra, otra más para este maravilloso año. Una de las mejores películas hitchcockianas olvidadas. Quizá la mejor en ese micro género. Cary Grant en un papel alejado de su estereotipo, clavándolo como era costumbre. En la antología del director, pero menos nombrada y citada que otras de sus obras. La maravilla hecha grúa en picado, el suspense minimalista sublimado. Imprescindible.




ENVIADO ESPECIAL (1940), de Alfred Hitchcock. 

Lejos de las obras maestras de Hitchcock, lejos de la que rodó este mismo año, “Rebeca”, pero entretenidísima indiscutiblemente. Clásico serial del maestro, que se estrenaba en América este año.


LA SOGA (1948), de Alfred Hitchcock. 

En ocho planos que simulan ser uno solo. Así rodó esta joya el maestro Hitchcock, quizá la más reseñable de sus obras de cámara, de escenario cerrado y limitado. Con trasfondo filosófico nietzscheano, movimientos de cámara sublimes y la maestría de un genio en la dirección, sacando el máximo partido al suspense con James Stewart dando la cara.




LA SOMBRA DE UNA DUDA (1943), de Alfred Hitchcock. 

Obra maestra de Hitchcock. El retrato de lo cotidiano y el horror que esconde. Pocas veces mejor mostrado que aquí. Siempre se la recuerda como en segundo plano, aunque cuando viene a la memoria pocos dudan de su calidad. Joseph Cotten deslumbra en su papel de seductor asesino, clavándolo. Impagable atmósfera, profundidad y manejo del suspense por parte del maestro.


MATRIMONIO ORIGINAL (1941), de Alfred Hitchcock. 

Aunque la comedia no le era ajena al maestro, esta cinta es uno de sus más depurados exponentes. Screwball Comedy de buen juego sexual, que sin estar entre lo mejor del maestro se ve con agrado.


NÁUFRAGOS (1944), de Alfred Hitchcock. 

Gustaba mucho Hitchcock de rodar películas, de vez en cuando, en entornos cerrados y limitados. Esto lo llevó al límite en este film, donde hasta se las apaña para hacer su cameo. Claustrofóbica y de tensión creciente, logra retratar lo peor y lo mejor del alma humana en un bote con varios supervivientes a un naufragio en plena 2ª Guerra Mundial. Cosas y logros sólo al alcance del maestro.


REBECA (1940), de Alfred Hitchcock. 

La primera película americana de Hitchcock. ¡Y qué película! Seguramente la más brillante que había realizado hasta ese momento. Drama, intriga, atmósfera gótica… amas de llave… Puro Hitchcock con sus obsesiones consolidadas y perfectamente depuradas.


RECUERDA (1945), de Alfred Hitchcock. 

Hitchcock y el psicoanálisis. No es de las que más me gustan del maestro, a pesar de su colaboración con Dalí diseñando su mundo de pesadillas, pero es innegablemente interesante. Iba calando el tema del psicoanálisis en el cine, que asolaría con no pocas historias, muchas de ellas de un simplismo atroz. Gran película.




SABOTAJE (1942), de Alfred Hitchcock. 

Un estupendo entretenimiento, que sin ser de las destacadas del maestro sirve como entrenamiento y ensayo para algunos de los seriales y folletines que vendrían en el futuro.


SOSPECHA (1941), de Alfred Hitchcock. 

Sensacional película de Hitchcock que me fascinó cuando la descubrí. Polémica por su final, que fue impuesto porque en el original Cary Grant se desvelaba como un villano, lo cierto que es me encanta de todas las manera en su ambiguo transitar de difícil verosimilitud y coherencia. Puro ejercicio de suspense y con un Cary Grant pletórico, que junto al maestro hizo de un vaso de leche el objeto más temible del mundo.

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