ZEPPELIN ROCK: GRATEFUL DEAD - Live/Dead (1969): CRÍTICA Review

martes, 6 de julio de 2021

GRATEFUL DEAD - Live/Dead (1969): CRÍTICA Review

 


 por JLBM



Cuando la turbulenta década de los 60 se abocaba hasta un final entre esperanzador y desastroso, Grateful Dead lanzaba su primer álbum en directo a finales de 1969 tras haber colocado tres álbumes de éxito. A pesar de ese triunfo, Grateful Dead tenía por aquel entonces una deuda de dos millones de dólares con Warner Bros., así que a Jerry Garcia se le ocurrió la idea de grabar un directo para financiar parte de esa deuda. 



Grabado en tres noches en el Fillmore West y en el Avalon Ballroom, entre enero y febrero del 69, Live/Dead se convertía en el primer trabajo en el que la banda iba a poder mostrar su estimulante sonido con la excelencia sonora intrínseca que proporciona el fondo del directo en tiempo real. Un álbum brillante que documenta a la perfección la música de Grateful Dead en su mejor momento encima de un escenario, con una musicalidad absolutamente hermosa y nítida.

Considerado por muchos como una de las mejores jams jamás grabada por una banda en un álbum, ofrece además la primera muestra en directo de una banda que para los neófitos podía resultar difícil en su trabajo de estudio. Es precisamente en directo donde Grateful Dead se muestra en todo su esplendor, y Live/Dead captura su esencia, convirtiéndose posiblemente en su álbum más importante, ya que exhibe majestuosamente, más que cualquier otro directo, cual es su mayor virtud, la improvisación espontánea.  

Una excelente recopilación de material temprano de la banda tocado de la manera que más hizo disfrutar a sus músicos, es decir, en modo jam salvaje.

Sesenta minutos de Live/Dead fueron grabados del tirón en una eufórica jam, probablemente en la mejor noche que jamás tuvieron los miembros de Grateful Dead. Lo que diferencia a este álbum de algunos de los mejores de la época es la brutal perfección técnica de todos los temas, algo que podría resultar extraño en una banda cuya fuerza es la improvisación, pero salvo en contadas ocasiones, Grateful Dead lo consigue.

Una banda que cambiaba de repertorio cada noche, una banda que incluso cambiaba la interpretación de los temas cada noche, una banda que era capaz de alargar aquellos temas sin llegar a aburrir, una banda cuya esencia quedó plasmada a la perfección en Live/Dead.



El álbum comienza con la famosa versión de más de 23 minutos de su clásico "Dark Star", el tema que cimentó la reputación de la banda como una de las más intuitivas de la historia del rock. Un remolino de ensueño que cautiva al oyente con un Jerry Garcia excepcional en su trabajo de guitarra, lo mismo que Tom Constanten al órgano. El tema crece brillantemente en intensidad a través de improvisaciones sucesivas fuera del mismo riff básico. Un auténtico himno, piedra de toque cultural en la que el rock se va haciendo cada vez más experimental, seguramente la pieza central del disco.

A continuación "St. Stephen" se torna mucho más agresiva y fuerte que su versión de estudio en el Aoxomoxoa de 1968. Es un tema que captura perfectamente el espíritu lúdico y creativo de la banda, y en el que la presencia de un segundo batería se hace evidente. "St. Stephen" se mueve violentamente a través de múltiples acordes y cambios de ritmo en un tema llena de funk rock psicodélico increíblemente pegadizo por su ritmo blues y su trabajo de guitarra. Inmensa la conexión emocional con el oyente.

Llega de nuevo otra jam brutal de la mano de "The Eleven", el optimismo sin límites del espíritu del 67 en su máximo esplendor. Éxtasis apenas controlado en un remolino caleidoscópico, salvaje y extraño, ardiente y jazzy lleno de guitarras propulsoras. El bajo de Phil Lesh bombea acordes mientras que las baterías de Hart y Kreutzmann encajan a la perfección. Un temazo en el que Jerry Garcia vuelve a bordarlo.

"Turn On Your Lovelight" es un abrasador rhythm and blues que desprende sexualidad y ferocidad. Una improvisación jazzy y soul en la que Ron "Pigpen" McKernan se hace con el protagonismo llevando a la banda y a la audiencia con su voz ronca llena de blues durante más de quince minutos. 

El álbum avanza con "Death Don't Have No Mercy", una pieza sombría en la que casi se puede sentir el dolor en la voz de un Jerry Garcia cuyos solos incendian el lánguido blues. Un malhumorado viaje que se ralentiza hasta casi escuchar los latidos. Inconmensurable el teclado criminalmente subestimado de Tom Constanten, cuyo espacioso contrapunto se eleva como un espíritu que sale desde dentro del alma del tema. 

El cierre de Live/Dead se aproxima y "Feedback" comienza a empaquetar el álbum de regreso a su punto de partida original. Canto fúnebre durante 8 minutos de retroalimentación de guitarra para la precuela de "Space". Un auténtico viaje de ácido que se cierra con la capella de "And We Bid You Goodnight", que es como la banda concluía sus actuaciones  finales de los 60.

Un disco fundamental en la historia de Grateful Dead, básico para comprender la naturaleza de su música, un viaje desconcertante por la temprana memoria de una banda hasta cierto punto difícil, debido en parte a esa naturaleza, pero fundamental en la historia de aquel rock que dejó de lado las ortodoxias en pro de la experimentación.

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