ZEPPELIN ROCK: EL CINE Y LA NIEVE: LAS MEJORES PELÍCULAS NEVADAS

domingo, 10 de enero de 2021

EL CINE Y LA NIEVE: LAS MEJORES PELÍCULAS NEVADAS

 

El resplandor.

por MrSambo (@Mrsambo92)
del blog CINEMELODIC



Pese al título, esta no es exactamente una lista de “las mejores”. Solo es una lista muy fría. Como nos ha caído una buena, no ha parado de nevar y nos hemos congelado a base de bien, vengo a traeros una lista que, desde luego, calor no os va a dar. Sí, hoy vengo juguetón. Películas con mucha nieve, nieve simbólica, nieve bella, nieve maldita, blancura pura e infernal para que cojáis con más gusto aún la chimenea o la mantita en este enero que no para de traer sorpresas. Seguro que se os ocurren muchas más, ya que aunque he querido hacerla larga y variada, las películas nevadas son legión y es fácil que se escapen muchas tras una primera criba. Aportad las vuestras. 


Fargo.


Las mejores películas con nieve


ASESINATO EN EL ORIENT EXPRESS (1974), de Sidney Lumet. 

Agatha Christie y sus fenómenos atmosféricos como recurso narrativo para encerrar a sus personajes y así dejar a sus inteligentes detectives, en este caso Poirot, resolver todo tipo de crímenes. Un clásico del cine y la literatura de intriga. 

ATRAPADO EN EL TIEMPO (1993), Harold Ramis. 

Obra maestra del cine fantástico en el que la nieve adquiere un obvio cariz simbólico con ese hombre congelado en el mismo día hasta redimirse. Divertida, original, inteligente, brillante.




BLANCANIEVES (1937), de David Hand. 

El primer largo animado de Disney. Un clásico absoluto. Aquí la nieve implica varias cosas. La “congelación” de la protagonista y la incapacidad para conservar la efímera belleza. 

CENTAUROS DEL DESIERTO (1956), de John Ford. 

Una de las grandes obras maestras del Western. Aquí la nieve no tiene importancia narrativa, más allá de mostrar el paso del tiempo y la obstinada determinación del protagonista, pero me apetecía incluirla. 

COLD MOUNTAIN (2003), de Anthony Minghella. 

Guerra de Secesión americana. Una cinta sucia, dura y física, donde la crueldad, la violencia y las inclemencias están muy bien mostradas por Minghella. 

DÉJAME ENTRAR (2008), de Tomas Alfredson. 

Fantástica y original película sobre vampirillos con momentos realmente deslumbrantes, como su final. Nena vampirilla, anclada en una falsa infancia y rodeada de nieve, que parece mantenerla congelada en el tiempo. 




DOCTOR ZHIVAGO (1965), de David Lean. 

Obra maestra del cine romántico en el que Lean usa la nieve con una capacidad alegórica deslumbrante. Pocas veces la nieve apareció más bella y significativa. 

EDUARDO MANOSTIJERAS (1990), de Tim Burton. 

Lirismo poético y gótico en el que la nieve tiene mucho de declaración amorosa, de recuerdo. Mito frankesteiniano con una original mirada en una de las grandes obras de Burton. Bella y entrañable. 

EL DÍA DE MAÑANA (2004), de Roland Emmerich. 

Me parece una digna representante del cine catastrófico con inclemencias atmosféricas y desastres naturales. No porque sea buena, sino porque la nieve tiene especial importancia, ya que viene una glaciación repentina. Menos mal que tenemos a Dennis Quaid. 

EL GENERAL DE LA ROVERE (1956), de Roberto Rossellini. 

Su presencia es estética y testimonial, a la vez que perfecto retrato realista del lugar y la situación, como corresponde al movimiento en el que se engloba la película. Una obra maestra de Rossellini. 

EL GRAN HOTEL BUDAPEST (2014), de Wes Anderson. 

Fantástica obra de Anderson, depuración absoluta de su estilo, que encuentra en el uso de la nieve el puro goce de la aventura, el contraste y la estética, claves de su estilo. 

EL IMPERIO CONTRAATACA (1980), de Irvin Kershner. 

El mundo helado de Hoth, que abre la segunda entrega de la trilogía original de “La Guerra de las Galaxias”, la mejor de todas para muchos, es una de las secuencias más iconográficas de la historia del cine con la nieve como protagonista, además de estar realizada con el material del que se forjan lo sueños. 




EL RENACIDO (2015), de Alejandro González Iñárritu. 

DiCaprio sufriendo como un condenado en los parajes naturales de Canadá, Estados Unidos, Tierra de Fuego… para conseguir, al fin, su anhelado Oscar. El uso del plano secuencia y la fotografía natural de Lubezki son los puntos álgidos de este soberbio título de tremendo poderío visual. 

EL RESPLANDOR (1980), de Stanley Kubrick. 

Obra maestra del cine de terror con el cerebral Kubrick utilizando magistralmente la nieve y los laberintos con intenciones tanto narrativas como metafóricas. Excusa, como en Agatha Christie, para desarrollar la trama y encerrar a sus personajes, pero también sentido para explicar la psicología perturbada y deteriorada de su protagonista, encarnado por Jack Nicholson. 

EVEREST (2015), de Baltasar Kormákur. 

La nieve es un personaje más. El Everest en todo su esplendor y la tragedia. La nieve como bella y bestia. Bestia despiadada de belleza pura. Las escenas de tempestad son tremendas. 

FARGO (1996), de los Hermanos Coen. 

Los Coen con una de sus obras maestras. La América profunda mirada con humor negro y corrosivo, ternura, ironía, mala leche y agudeza. Además de crear un personaje imperecedero, el interpretado por Frances McDormand, y una trama tan interesante y divertida como oscura y surrealista, rinden homenaje a la vez que se chotean de sus paisanos de Minnesota. Todo ello con la constante blancura nevada de los entornos como fondo. 

FROZEN (2013), de Chris Buck y Jennifer Lee. 

La Reina de las Nieves, el Reino del Hielo, un muñeco de nieve parlanchín llamado Olaf… Más nieve imposible, junto a un poco de magia y canciones pegadizas para seducir a los pequeños. 

LA BELLA Y LA BESTIA (1991), de Gary Trousdale y Kirk Wise. 

Una bestia en su palacio condenado al ostracismo, congelado, aislado en el olvido. La nieve como el olvido, la búsqueda del amor, la ausencia de sentimientos. Una historia para románticos de pura cepa. 

LA COSA (1982), de John Carpenter. 

Obra maestra del cine de terror que logra en esos parajes helados el más puro horror, además del contraste visual. Un lugar de muerte, claustrofóbico, sin salida, que será manchado de sangre y desconfianza. 




LA MONTAÑA SINIESTRA (1956), de Edward Dmytryk. 

Spencer Tracy alpinista en una de aventuras. Perfecto entorno alpino para mostrar la falta de sentimientos y escrúpulos en la lucha de nuestro héroe contra su hermano. 

LA MUJER PANTERA (1942), de Jacques Tourneur. 

Obra maestra del cine de terror, no destaca por la presencia de la nieve especialmente, pero la traigo, además de por ser un clásico, por ese uso tan sexual que de todos los elementos que la componen tiene la película. En este caso sirve de metáfora para esa relación pausada, y gélida en lo sexual, de los protagonistas. 

LARGA ES LA NOCHE (1947), de Carol Reed. 

En pocas películas, si es que hay alguna, ha nevado como en esta. De una belleza sin igual, Reed retrata con maestría su intriga y la vida agonizante bajo la nieve. 

LOS ODIOSOS OCHO (2015), de Quentin Tarantino. 

Tarantino aplica a su idea desarrollada en Reservoir Dogs, claves reseñadas de Agatha Christie. Nieve, una cabaña y un grupo de personajes que esconden demasiadas cosas como para dejarlas sin resolver… Es una de las cintas más alegóricas del cineasta, además. 




MANCHESTER FRENTE AL MAR (2016), de Kenneth Lonergan. 

La depresión, la pena insalvable, la incapacidad de redención, mostradas con acierto en este intenso drama donde la presencia constante de la nieve es la clave metafórica de toda la idea. 

MÁXIMO RIESGO (1993), de Renny Harlin. 

Un ejemplo como otro cualquiera de esas películas de acción, alpinismo y mucha nieve. ¡Quién mejor que Stallone para servir de referente! Y Harlin, especialista del género. 

MISERY (1990), de Rob Reiner. 

El estancamiento obsesivo de una perturbada es la metáfora que la nieve escenifica a la perfección en esta soberbia adaptación de la novela de Stephen King. Kathy Bates logra uno de los mejores villanos del cine moderno. 

¡OLVÍDATE DE MÍ! (2004), de Michel Gondry. 

Otra cinta que nos habla del recuerdo y el olvido, por lo que la nieve vuelve a tener todo su sentido y poder metafórico. La lucha por conservar unos recuerdos que se decidió olvidar. Bellas y profundas ideas y desarrollos. 

¡QUÉ BELLO ES VIVIR! (1946), de Frank Capra. 

Una de las grandes obras maestras de Capra y de la historia del cine, tiene también en la nieve un elemento importante y recurrente en su trama. El uso que hace el genial cineasta de la misma es excepcional. Una nieve, unos fenómenos atmosféricos, que condicionan toda la peripecia de George Bailey (James Stewart). Me encanta, especialmente, cómo deja de nevar cuando aparece Clarence (Henry Travers) y cómo vuelve a caer una vez se marcha para recibir sus alas. Es la película de la Navidad por antonomasia. 




SERENDIPITY (2001), de Peter Chelsom. 

Otra cinta recurrente en Navidades. Esta de puro amor romántico. Es nieve idealizada, mágica, capaz de unir lo imposible por medio del jueguetón azar. 

SIBILA (1962), de Serge Bourguignon. 

Una película hermosa que habla sobre muchas cosas, entre ellas la inocencia y la pureza, pervertida por la sociedad y sus prejuicios. En ese sentido actúa la nieve como símbolo, con la que además acaba el film. 

SNOWPIERCER (2013), de Bong Joon-ho. 

Un mundo congelado le sirve al director coreano para reflexionar sobre la lucha y las diferencias de clase. Basada en el cómic de Jean-Marc Rochette y Jacques Loeb, es un mecanismo de acción cruel y retorcido en el que ese mundo nevado sirve de perfecta escenificación de su inmovilismo. 

SUPERMAN (1978), de Richard Donner. 

En la nieve tendrá Superman su guarida y vínculo con su mundo originario, con su familia biológica, con su recuerdo. 

TIERRAS LEJANAS (1954), de Anthony Mann. 

Excepcional clásico del Western. La dupla Mann-Stewart nos vuelve a deleitar, en la que es una de las más provechosas y brillantes colaboraciones dentro del género. La nieve de Alaska como testigo de la ilusión y la esperanza, pero también de la falta de escrúpulos y la ambición de los buscadores de oro. 

UN PLAN SENCILLO (1998), de Sam Raimi. 

En la onda de “Fargo”, de los Coen, Raimi logra otro gran thriller rural donde la ambición y el lado más oscuro y absurdo del alma humana tiñen la nieve ingenua de aquel entorno de sangre. 

¡VIVEN! (1993), de Frank Marshall. 

Un clásico del cine de nieve. Recreación del accidente en los Andes en 1972, realizado con sabiduría y sobriedad por Marshall, donde un equipo de rugby terminó recurriendo al canibalismo (la carne de compañeros muertos) para sobrevivir. Espeluznante experiencia donde la nieve es testigo cruel y silencioso. 



WIND RIVER (2017), de Taylor Sheridan. 

Una auténtica joya poco conocida en la que la nieve vuelve a ser el entorno puro y neutro que observa impertérrito los devenires de una serie de personajes. Un apasionante thriller rural en el que los entornos adquieren variados sentidos respecto a los personajes, como ese rastreador interpretado por Jeremy Renner, sumido en la depresión y su sentido de la justicia.

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