ZEPPELIN ROCK: LAS MEJORES PELÍCULAS DE CINE NEGRO DE LOS AÑOS 50

domingo, 26 de julio de 2020

LAS MEJORES PELÍCULAS DE CINE NEGRO DE LOS AÑOS 50

Sed de mal.

por MrSambo (@Mrsambo92)
del blog CINEMELODIC



Los 50 fueron una década igualmente brutal, brillante y excelsa para el Cine Negro clásico, ya evolucionando y cogiendo distintas formas, pero con una colección de obras maestras, clásicos y títulos sublimes que asusta y entusiasma. La primera parte de la década es una cosa de locos, con años que dejan decenas de títulos, a cual mejor, y donde poco a poco la cosa se va calmando una vez pasamos a la segunda mitad. El género coge otras formas, se va transformando, mezclándose, adaptándose a nuevas tendencias y miradas, confundiéndose con la intriga, el thriller (el de 2ª Guerra Mundial tendría gran éxito y proliferación en esta década y posteriores), la acción, el suspense, el drama, enriqueciéndose a la vez que difuminando su pureza.

Muerte de un ciclista.


De hecho, en el 58 llega “Sed de Mal”, película que daría por “concluido” el Cine Negro Clásico para dar inicio a otra cosa, como ocurrirá con “El Hombre que mató a Liberty Valance”, de John Ford, con el Western en 1962.

Como en la entrada anterior, coloco algunas que están en el límite del género o que, en realidad, no son estrictamente cintas de Cine Negro Clásico, pero que tienen interés por sus autores o ciertos aspectos coincidentes con el Noir (las de Hitchcock nuevamente, Horas Desesperadas, El Crepúsculo de los Dioses, El Único Testigo…).

El crepúsculo de los dioses.

----------------------------

Las mejores películas 
de 
CINE NEGRO
de los 
AÑOS 50



AGENTE ESPECIAL (1955), de Joseph H. Lewis. 

Aunque no suele estar en ninguna antología, “Agente especial” tiene varias escenas que merecen estarlo en la del género. El poder visual y expresivo de su director, Joseph H. Lewis, y la transgresión de ciertos aspectos de su trama, alcanzan lo sublime y sitúan este título en lo más alto.


AL BORDE DEL PELIGRO (1950), de Otto Preminger. 

Notable título negro del gran Preminger, maestro de maestros, en el que volvió a junta a Dana Andrews y Gene Tierney, su mítica pareja en “Laura” (1944). Una magnífica película de género, palpable ejemplo de la época dorada del Noir y del cine.


AL CAER LA NOCHE (1956), de Jacques Tourneur. 

Notable muestra de cine negro por parte del imprescindible maestro Jacques Tourneur. Poco conocida, estoy convencido de que ha sido una gran influencia para el cine de los hermanos Coen o, especialmente, el de Quentin Tarantino.


APARTADO DE CORREOS 1001 (1950), de Julio Salvador. 

Desconocida joya del cine español que conviene reivindicar con fuerza. Puro cine negro de detectives. Película depuradísima, de narración y exposición cristalina y extraordinariamente diáfana y precisa, ejemplar. Un guión detallista, detallado, preciso, tan bueno que parece sencillo pero que en realidad tiene muchos elementos de interés, que junto a la puesta en escena de Julio Salvador y pequeños giros narrativos hacen de esta extraordinaria película un placer cinéfilo de primera.




APUESTAS CONTRA EL MAÑANA (1959), de Robert Wise. 

Estupendo título Noir de Wise que mezcla muchos y buenos ingredientes. Una de atracos, robos y crímenes no muy conocida con un extraordinario director al frente, maestro además de la serie B.


ASESINATO POR CONTRATO (1958), de Irving Lerner. 

Un poco conocido Noir con asesino a sueldo como protagonista. Es una especie de antecedente de “El silencio de un hombre” (1967) de Melville.


ASTUCIA DE MUJER (1953), de John Sturges. 

Sturges dirigiendo a Barbara Stanwyck en esta entretenida y aceptable cinta negra llena de suspense e intriga. Gran trabajo de la actriz.


ATRACO AL FURGÓN BLINDADO (1950), de Richard Fleischer. 

Una trama clásica a la que se saca un estupendo partido. Cine negro con robos e investigaciones. No es de las obras maestras de este año, pero sí una película muy atractiva.




ATRACO PERFECTO (1956), de Stanley Kubrick. 

La primera gran obra de arte de Kubrick, enmarcado en el Noir, en el subgénero de robos, que tantas alegrías ha dado a los cinéfilos. Arriesgada y novedosa en su narración fragmentada, es otra oda a los perdedores. Imprescindible.


BOB EL JUGADOR (1956), de Jean-Pierre Melville. 

Otra pequeña joya Noir de robos. ¡Qué bueno era Melville! Y este género no tenía secretos para él. Poco conocida y muy recomendable.


BRIGADA 21 (1951), de William Wyler. 

El maestro William Wyler, uno de los más grandes directores de la historia, nos deleita con otro título que sin estar entre los más conocidos y destacados de su filmografía es otra maravilla. Un título muy notable. Además, la película es moderadamente transgresora ya que el tema del aborto no se había tratado apenas en el cine, aquí, sin explayarse en demasía, es una parte importante de la trama.


CALLE RIVER, 99 (1953), de Phil Karlson. 

Un buen y poco conocido título Noir donde se vuelven a desgranar los peores aspectos del alma humana. Infidelidades, robos, celos, crímenes… Otro título de serie B en un género en estado de gracia, en una época en la que incluso desde la modestia se ejecutaba joya tras joya.


CARA DE ÁNGEL (1952), de Otto Preminger. 

Mitchum y Simmons en una paradigmática obra de Cine Negro. Uno de los clásicos de Preminger con mujer fatal, trama retorcida, fatalidad, psicologías perturbadas y pasiones arrebatadas. Una joya, otra obra maestra del maestro.




CARTAS ENVENENADAS (1951), de Otto Preminger. 

El maestro Otto Preminger realizó este remake de un magnífico título del gran Henri Georges Clouzot, “El Cuervo” (1943), dando como resultado una obra notable aunque inferior al original. Esta película, englobable en el género del Cine Negro, resulta una acertada crítica contra la sociedad biempensante, su simpleza, prejuicios y fácil manipulación. No deja títere con cabeza y está de plena actualidad.


CHICAGO, AÑOS 30 (1958), de Nicholas Ray. 

Un gran mezcla de drama y Noir de Ray, que destaca además por su romanticismo. El género tenía una madurez extraordinaria en los 50, con esa capacidad para ir matizando propuestas desde los pilares clásicos.


CÍRCULO DE PELIGRO (1951), de Jacques Tourneur. 

Un thriller de Tourneur, lo que ya merece interés. No, no es de los mejores, pero sí más que solvente. De producción británica y con la RKO detrás, el director nos deleita con su estética sin igual.


CIUDAD EN TINIEBLAS (1954), de André De Toth. 

Un interesante thriller con robo y redenciones apuradas. Una notable obra de André De Toth, de ritmo intenso que satisface a pesar de su corta duración. Recomendable título desconocido.


CON LAS HORAS CONTADAS (1950), de Rudolph Maté. 

Imprevisible, trepidante y excelente thriller que nos vuelve a regalar esa inagotable fuente de maestría que es el Cine Clásico. Una película francamente brillante y sorprendente que evoluciona de una desconcertante frivolidad para ir tornando en trágica pesadilla kafkiana de atmósfera cada vez más asfixiante. Apasionante.


CONTRABANDO (1958), de Don Siegel. 

Robos, drogas, ladrones y policías, un buen trabajo de Siegel en este género que dominaba como pocos.


CORAZÓN DE HIELO (1950), de Gordon Douglas. 

Poco después de la mítica “Al rojo vivo” de Raoul Walsh (1949), James Cagney protagonizó esta interesantísima cinta muy en la línea de aquella. Sin ser novedosa, ni llegar a la potencia, brillantez y profundidad de las grandes obras del género, es una cinta de cine gansteril estupenda, depurada, de gran factura y dirección, y con todos los ingredientes para satisfacer a los más exigentes.


CHANTAJE EN BROADWAY (1957), de Alexander Mackendrick. 

Uno de los más duros y descarnados retratos sobre las interioridades del periodismo en un relato negro francamente desolador, lleno de personajes mezquinos y sin escrúpulos. Todo funciona, desde las interpretaciones de su espectacular elenco, con Tony Curtis y Burt Lancaster a la cabeza, a la maravillosa banda sonora.


CRIMEN EN LAS CALLES (1956), de Don Siegel. 

Don Siegel y su cine social. En este caso tenemos a un trabajador social intentado reconducir a una pandilla de adolescentes liderados por John Cassavetes. Bastante interesante.


DESEOS HUMANOS (1954), de Fritz Lang. 

Obra maestra de Lang, que visita, como ya hiciera Renoir con “La bestia humana” en 1938, la obra de Émile Zola. Un magistral triángulo amoroso y las pulsiones más oscuras y violentas del alma humana. Sencillamente espléndida.


EL AUTOESTOPISTA (1953), de Ida Lupino. 

Correcto thriller que ha sido bastante influyente, con buen pulso y muy masculino. Película de culto. Ida Lupino es uno de los personajes femeninos más interesantes del cine clásico hollywoodiense, quizá no es la más famosa de las actrices pero sí ha sido un referente, sin duda, ya que en su momento fue la única mujer directora en Hollywood. Tengo un cariño especial por Ida Lupino, quizá por las películas en las que participó o por ser una valiente y una pionera, o quizá simplemente por su extraordinario talento.


EL BESO DEL ASESINO (1955), de Stanley Kubrick. 

Uno de los primeros trabajo de Kubrick, inmerso en el Cine Negro. Es una película importante en su filmografía ya que, con sus irregularidades, deja las primeras muestras de su talento que explotaría con la siguiente “Atraco Perfecto” (1956).


EL BESO MORTAL (1955), de Robert Aldrich. 

Un clásico de culto del Cine Negro dirigido con poderío y vigor por Aldrich, director que cuando estaba inspirado volaba a la altura de los más grandes. El mítico Mike Hammer, lindante con la psicopatía, en una trama retorcida, de violencia explícita y marcada y elementos sugerentes y muy particulares. Recomendada.


EL CASO DE THELMA JORDON (1950), de Robert Siodmak. 

Siodmak, uno de los grandes maestros del Noir en su época dorada, dirigiendo a Barbara Stanwyck. Una cinta más que interesante.


EL CREPÚSCULO DE LOS DIOSES (1950), de Billy Wilder. 

Ya desde esa voz over de un muerto sabemos que estamos ante un título especial. Obra maestra del maestro Wilder que juega con el drama, el Cine Negro y la sátira para conseguir un deslumbrante relato y retrato de Hollywood. Iconográfica, atemporal, ha creado personajes que son estereotipos referenciales, inmortales. Sin duda, una de las grandes películas de la historia.


EL CUARTO HOMBRE (1952), de Phil Karlson. 

Apreciable thriller de robos que satisfará a los amantes del género. Serie B de calidad que no desmerece.


EL CUARTO PODER (1952), de Richard Brooks. 

Magistral aproximación al mundo del periodismo, un subgénero con multitud de obras maestras, que este año tiene algunos notables ejemplos. “El cuarto poder” es una reivindicación del periodismo verdadero, un periodismo que parece casi muerto o agonizante, el periodismo imprescindible en una sana democracia, con una mirada esperanzada en su pervivencia. Si os gusta el Cine Negro, las tramas de periodismo y un Bogart haciendo de Bogart en plenitud, no lo penséis dos veces, disfrutaréis. Brooks era un grande.




EL DEMONIO DE LAS ARMAS (1950), de Joseph H. Lewis. 

Película antológica, referente del género, con un ritmo trepidante, una perfecta y ejemplar dirección y que navega en la excelencia a todos los niveles. Puro Cine Negro de pareja criminal, amor salvaje y fatalidad latente.


EL GRAN CARNAVAL (1951), de Billy Wilder. 

Una de las mejores películas sobre el periodismo, en su vertiente más negativa, de la historia del cine. El amarillismo, la manipulación, la falta de escrúpulos… todo por ser el primero o dar una noticia. La podredumbre de una profesión tentada a ello, corrompida por su indiscutible poder. Un Wilder cruel, negro, duro, y a la vez brillante y lúcido como siempre.


EL IMPERIO DEL TERROR (1955), de Phil Karlson. 

Una de Cine Negro con pueblo corrompido y héroes dignos. Gran título este de Karlson que dignifica al género en su mejor época.


EL KIMONO ROJO (1959), de Samuel Fuller. 

Fuller con otro de sus thrillers mezclando intriga, acción y drama. Un título que gustará a los fans del director, ya que ofrece todo su arsenal.


EL MERODEADOR (1951), de Joseph Losey. 

Sobresaliente película para paladares selectos. Una magistral película, negrísima, desoladora, cruel y descarnada de un director a tener muy en cuenta. Losey indagaba como pocos en los rincones más oscuros de nuestra alma, con retratos perturbados, retorcidos y viciados. No se la pierdan.


EL PODER INVISIBLE (1951), de Robert Parrish. 

Interesante muestra de cine negro con falsos policías, la mafia, asesinatos, policías duros, investigación... Muchos y buenos ingredientes para el disfrute de los amantes del Noir y el buen cine.


EL SOBORNO (1951), de John Cromwell. 

El magnífico artesano John Cromwell nos regala otro excelente título negro, lleno de intensidad y saber hacer. Y además con un duelo interpretativo de altura: Robert Mitchum y Robert Ryan. Más Lizabeth Scott. Muy recomendable.


EL ÚNICO TESTIGO (1954), de Roy Rowland. 

Del mismo año que “La ventana indiscreta” y con una temática o punto de partida similar al de la obra maestra de Alfred Hitchcock, esta pasable película de intriga ha pasado bastante desapercibida. Quizá eclipsada por la maestría de la cinta protagonizada por James Stewart. Sin ser en absoluto una mala película, todo lo contrario, es entretenida y muy digna, lo cierto es que sirve de ejemplo para ver cómo tratando un tema similar un gran maestro es capaz de hacer una de las mayores obras maestras de la historia del cine y otro sólo una discreta cinta de intriga.


EN UN LUGAR SOLITARIO (1950), de Nicholas Ray. 

Obra maestra absoluta de personajes profundos, retratos psicológicos de grandísimo calado, un estudio sobre las relaciones y la naturaleza humana tratando multitud de temas, además de un gran retrato de Hollywood de manera indirecta. Todos se desnudaron en esta cinta en la que mostraron lo más íntimo de sí mismos, no sólo su director, Nicholas Ray, sino la pareja protagonista. Diálogos extraordinarios y un final perfecto, desolador, duro, oscuro y totalmente coherente que es la antítesis del “happy end”. Profundidad a raudales, cine adulto y de enjundia, talento por doquier en esta obra estimulante intelectual y emocionalmente. Obra maestra a todos los niveles.




ENCUENTRO EN LA NOCHE (1952), de Fritz Lang. 

Ahora un Lang en el Cine Negro, género que se amoldaba más a sus obsesiones, si bien destacó allí donde puso su talento. Las relaciones, las debilidades, el lado oscuro del alma… un cuadrado de personajes que se sienten atraídos por la fatalidad. Otro extraordinario film de Lang, que se lució por partida doble este año. Ejemplar.


EXTRAÑOS EN UN TREN (1951), de Alfred Hitchcock. 

Mítica película del maestro, que adapta a Patricia Highsmith. La trama era perfecta para Hitchcock, que aunque elimina los elementos homoeróticos o los encubre casi por completo, ejecuta una joya de la intriga y el suspense. Imprescindible.


FALSO CULPABLE (1956), de Alfred Hitchcock. 

Uno de los grandes temas estructurales del cine de Hitchcock llevado al título. En un tono casi documental, el director se aleja incluso de su estilo habitual para mostrar en toda su crudeza el sufrimiento de un hombre falsamente condenado, beneficiándose del trabajo de Henry Fonda. Mucho más psicológica, descarnada, real, pero igualmente brillante.


GARDENIA AZUL (1953), de Fritz Lang. 

Una de esas mal llamadas películas menores. Lang con una intriga de Cine Negro interesante y entretenida. Lejos de sus obras maestras, pero sin duda disfrutable.


HORAS DESESPERADAS (1955), de William Wyler. 

Bogart gozándolo como villano y Wyler dando una clase magistral de cine en un entorno cerrado, sin caer nunca en lo teatral. Una tensión cada vez más asfixiante para este gran thriller.


INFIERNO 36 (1954), de Don Siegel. 

Nada más y nada menos que Don Siegel e Ida Lupino juntos, uno como director y la otra como guionista e intérprete. Buenas referencias para este estupendo thriller. Un Don Siegel que iba dando sus primeros pasos en la dirección y que se convertiría posteriormente en uno de los grandes nombres de su generación, especialmente con sus policiacos, y una Ida Lupino que destacó en todo lo que hizo.


LA CASA DE BAMBÚ (1955), de Samuel Fuller. 

Estupendo título de Cine Negro de Samuel Fuller, que a su vez es un remake de “La Calle sin Nombre” (William Keighley, 1948). Amor interracial, vida japonesa, bandas mafiosas y un Robert Ryan disfrutando como villano. Atención a la escena de la bañera japonesa tiroteada, está en la antología del cine.


LA CASA DE LA COLINA (1951), de Robert Wise. 

Siempre es interesante ver lo que nos depara Wise con sus películas. Aquí tenemos una entretenida intriga de tintes hitchcockianos que seguro os hará disfrutar y pasar un buen rato.


LA CASA DEL RÍO (1950), de Fritz Lang. 

Apreciable título negro del maestro Lang. De nuevo el lado oscuro de la naturaleza humana al descubierto por uno de los más brillantes directores de la historia. Lejos de sus obras maestras, pero más que interesante.


LA CASA EN LA SOMBRA (1951), de Nicolas Ray. 

Gran película de Cine Negro y poderoso drama con Robert Ryan e Ida Lupino en los papeles principales. Una gran obra de Ray, que aunque menos conocida que otras del género y de su director, merece reivindicación.


LA CASA NÚMERO 332 (1954), de Richard Quine. 

Película de Cine Negro a tener muy en cuenta, pequeña joya de calidad extraordinaria. Uno de los primeros papeles de Kim Novak, como mujer fatal además, y una narración francamente atractiva. Injusto el poco reconocimiento que tiene esta película, en la línea de “Perdición”.


LA CLAVE DEL ENIGMA (1959), de Joseph Losey. 

Otra gran intriga de Losey, que siempre esconde su subtexto social e intenciones soterradas. Un particular Noir británico más que recomendable.


LA JUNGLA DE ASFALTO (1950), de John Huston. 

Obra maestra absoluta. Referente del Cine Negro y del subgénero de robos, es también paradigma del cine de perdedores y ambiciosos frustrados, como “Atraco perfecto” (Stanley Kubrick, 1956) o “El tesoro de Sierra Madre” (1948), también de Huston. Sencillamente imprescindible.




LA NOCHE DEL CAZADOR (1955), de Charles Laughton. 

Obra maestra absoluta del magnífico actor Charles Laughton. Fue su única película tras las cámaras… ¡Y qué película! Un cuento oscuro, perverso, hipnótico y fascinante… Una película única, un clásico absoluto y un referente incontestable que no tuvo apenas éxito en su estreno.




LA VENTANA INDISCRETA (1954), de Alfred Hitchcock. 

La película de suspense, el thriller, más depurado de la historia. Plano, contraplano y plano de reacción… así toda la película. ¡Y es capaz de contar unas ocho historias distintas en un mismo escenario (colosal escenario)! Y no sólo eso, desnuda a la perfección los más bajos instintos, los más ocultos y vergonzosos, de cualquiera de nosotros. Eso sí, con el rostro de James Stewart y Grace Kelly, que es la cara más bella vista en el celuloide. Inspiradísimo Hitchcock en este 1954. Obra maestra absoluta.




LA VIUDA NEGRA (1954), de Nunnally Johnson. 

Entretenida película que va del drama convencional a la intriga en clave Noir con muchos giros de guión. Una estupenda opción para disfruta de un título poco conocido más que agradable y con un buen reparto.


LAS FRONTERAS DEL CRIMEN (1951), de John Farrow. 

Curiosa película protagonizada por el imprescindible Robert Mitchum. Una cinta inclasificable que mezcla géneros con igual facilidad que con la que se comen pipas. Su peculiaridad, que también es su mayor debilidad, dota a la cinta de un aire alocado y excéntrico que le da encanto. La película que dirige John Farrow es, indudablemente, singular.


LOS OJOS DEJAN HUELLA (1952), de José Luis Sáenz de Heredia. 

Estupenda muestra de Cine Negro patrio, dirigida por Sáenz de Heredia. Uno de los títulos más notables del género en nuestro país. Satisfactoria.


LOS PECES ROJOS (1955), de José Antonio Nieves Conde. 

Nuestro país nunca ha tenido tradición especial con el Cine Negro, nunca ha sido un género especialmente frecuentado ni al que dedicáramos muchas obras, pero en la época clásica hubo algunos títulos francamente notables, incluso sobresalientes, como esta “Los peces rojos”, que debe estar por derecho propio en la antología de nuestro cine.


LOS SOBORNADOS (1953), de Fritz Lang. 

Obra maestra absoluta del Cine Negro. Una de las mejores cintas negras, una de las mejores cintas de todos los tiempos. Lang destilado, en su quintaesencia. El universo languiano expuesto en sublime relato, mezclando lo descarnado, la fatalidad y un especial romanticismo como pocos (o nadie) son capaces. Imágenes iconográficas, personajes extraordinarios, trama compleja y adictiva, reflexiones y sutilezas, visualmente excelsa. Esa pareja formada por Glenn Ford y Gloria Grahame, ese café hirviendo, ese estallido de un coche, ese Lee Marvin… Imprescindible, no digo más.




M (1951), de Joseph Losey. 

Remake de la mítica obra maestra de Fritz Lang dirigida por Losey, del que os he traído esta semana “El merodeador”. Esta no está a la altura de ninguna de las dos, de su referente y la otra de Losey, pero tampoco es un desdoro. Si no conoces la original seguramente te gustará aún más.


MANOS PELIGROSAS (1953), de Samuel Fuller. 

Soberbio título de Cine Negro realizado por Samuel Fuller. El especial realizador, de la mano del siempre excelente Richard Widmark, haciendo uno de sus clásicos papeles ambivalentes de sus inicios, logra un film de género francamente excepcional, que lamentablemente no se conoce demasiado. Deja claro que los 50 fueron una década en la que el Noir brillaba por todo lo alto. No se arrepentirán.


MÁS ALLÁ DE LA DUDA (1956), de Fritz Lang. 

Una brillante cinta de Lang, una intriga Noir en la que el protagonista, para denunciar las deficiencias del sistema legal y la policía, coloca pruebas falsas contra sí mismo. Una idea inteligente que despierta ciertas polémicas en su narrativa, siempre sencilla y fascinante, por su desarrollo. No deja indiferente.


MÁS DURA SERÁ LA CAÍDA (1956), de Mark Robson. 

Y si soberbia era “Marcado por el odio”, magnífica es esta de Robson. Otra obra de arte con el boxeo como telón de fondo. Maravilloso trabajo de Bogart para un título impecable. Robson ya dejó otra maravillosa película de boxeo con “El ídolo de barro” (1949).


MIEDO SÚBITO (1952), de David Miller. 

Una grandísima Joan Crawford, como de costumbre, en un thriller con toques Noir, de drama psicológico y atmósfera inquietante, asfixiante y tensa. Una excelente obra de género que va creciendo con el paso de los minutos. Desconocida y recomendadísima.


MIENTRAS NUEVA YORK DUERME (1956), de Fritz Lang. 

Estamos ante una de las películas mejor valoradas por su director, uno de los más grandes de la historia del cine, Fritz Lang, especialmente de su etapa americana, junto a “Furia” (1936) y “Los Sobornados” (1953), casi nada. Una obra maestra que lo tiene todo, y además es un referente del “cine periodístico”.


MÍSTER ARKADIN (1955), de Orson Welles. 

No está entre las más sonadas y destacadas del genio, pero sigue siendo brillante. Intriga, Cine Negro, drama y el poderío visual barroco de Welles para volver a reflexionar sobre el poder. Deudora de “Ciudadano Kane”, España está muy presente en esta producción que fue un suplicio para el bueno de Orson.




MUERTE DE UN CICLISTA (1955), de Juan Antonio Bardem. 

Clásico indiscutible de nuestro cine. Entre el Cine Negro y el drama con gran profundidad psicológica que retrata los lados oscuros de la sociedad de post guerra, dejado al desnudo el clasismo y las convenciones más despreciables (la hipocresía, el prejuicio, la doble moral…).


NOCHE DE PESADILLA (1956), de Maxwell Shane. 

Curioso thriller pesadillesco tan poco conocido como recomendable. Retorcida y rocambolesca, entretenida. A descubrir.


NOCHE EN LA CIUDAD (1950), de Jules Dassin. 

Brillante joya de Dassin, que tuvo unos años maravillosos. Un Richard Widmark pletórico. Un gran referente del género, imprescindible para todo cinéfilo y amante del Noir.


PÁNICO EN LAS CALLES (1950), de Elia Kazan. 

Kazan dando otra de sus lecciones cinematográficas. Un atractivo y adictivo thriller con unos componentes francamente interesantes. Crimen, inmigración, epidemias… Un brillante film.


RIFIFI (1955), de Jules Dassin. 

Posiblemente la mejor película de robos de la historia y, en cualquier caso, una absoluta obra maestra. Historia de perdedores y de profesionales. Un hito y un referente. Impagable e imprescindible. Atentos a la secuencia de media hora del robo. Antológica.




RUTA INFERNAL (1957), Cy Endfield. 

Entretenidísima cinta británica con mucha acción y un toque western que la hace muy especial. Muy poco conocida, pero sumamente atractiva. Y podéis ver a Sean Connery por ahí.


SED DE MAL (1958), de Orson Welles. 

Obra maestra absoluta del Cine Negro. Para mucho final del género en su estilo clásico y comienzo del mal llamado NeoNoir. Ya sólo por el legendario plano secuencia inicial vale la pena disfrutar de ella, pero es que todo es sublime, empezando por la dirección siempre barroca y fascinante de Welles, uno de los más grandes genios y directores de la historia de este arte, y terminando por las interpretaciones, ya sean de Charlton Heston, Janeth Leigh o Marlene Dietrich… pero, sobre todo, la del propio Welles.


SIN CONCIENCIA (1951), de Bretaigne Windust, Raoul Walsh. 

Gran película que Walsh se vio obligado a terminar, o a casi hacer por completo. Cine Negro de calidad con un Bogart pletórico intentando inculpar a un mafioso encarcelado. Otra joya.


SIROCO (1951), de Curtis Bernhardt. 

De nuevo Bogart en un título negro que recuerda a “Casablanca” aunque quede a enorme distancia de la obra maestra de Curtiz. No está mal, sin ser nada del otro mundo.


TESTIGO ACCIDENTAL (1952), de Richard Fleischer. 

Estupendo thriller este de Fleischer donde un agente debe proteger a la mujer de un gángster asesinado para que testifique contra un jefe mafioso en juicio. Corta, concisa y muy entretenida obra la de este competente director.


TRÁGICA INFORMACIÓN (1952), de Phil Karlson. 

Otra más de periodismo, subgénero en gracia en este 1952. Una buena reflexión sobre la labor de la prensa, desde sus lados oscuros y amarillistas a los más positivos y necesarios. Todo en una atractiva trama con grandes personajes y acertados diálogos.


ULTRAJE (1950), de Ida Lupino. 

Una de las directoras más destacadas de la época clásica. Magnífica actriz y directora, Ida Lupino se manejó excelentemente en el thriller y el Cine Negro. Aquí nos regala un retrato sobre la opresión femenina, en muy diversos ámbitos, francamente destacable. Título a tener muy en cuenta.


UN RAYO DE LUZ (1950), de J. L Mankiewicz. 

Mankiewicz y el cine social. Un drama con tintes Noir que de alguna forma impulsó la problemática racista, como antes haría Kazan. Buena película, que languidece al compartir año con “Eva al desnudo”, también de Mankiewicz.


YO AMÉ A UN ASESINO (1951), de John Berry. 

Interesante película de género, muy breve, y que nos remite a otras mejores, pero que aunque no suponga algo excepcional sí que resulta un título apreciable. John Garfield nos vuelve a regalar una de sus interpretaciones de villano psicopático dentro del género negro que tanto valoramos los cinéfilos. Dirigida por uno de los directores incluidos en las listas negras de la caza de brujas estadounidense.


No hay comentarios:

Publicar un comentario