ZEPPELIN ROCK: FIREHOUSE - Good Acoustic (1996): CRÍTICA Review

sábado, 20 de junio de 2020

FIREHOUSE - Good Acoustic (1996): CRÍTICA Review


por Rockología (@RockologiaTwit)
del blog Rockologia



Viajemos a 1996. Alejados del mainstream comercial, el grupo Firehouse se metió en el estudio para grabar su cuarto álbum con la idea de simplificar sus canciones, llevarlas al desnudo eliminando trucos electrónicos, overdubs y filtros, primando los instrumentos desenchufados, metiendo algún piano, un pedalsteel, en fin, que se dedicaron a arreglar temas más o menos conocidos de sus trabajos anteriores y aportaron tres nuevas composiciones más una versión de Steve Young que ya hicieran los Eagles.




La banda, con la producción de Bill Leverty, guitarrista, la voz del increíble C. J. Snare, el bajo de Perry Richardson y la percusión a cargo de Michael Foster (con la ayuda de Jamo Vanderbogert), se metieron en los estudios Telstar de Florida unas pocas semanas y crearon un disco atemporal.

Las canciones nuevas suenan brutales. Especialmente compuestas para el formato acústico, In your perfect world, bongos incluidos, desarrolla una línea melódica en la que Snare se luce y Leverty da una lección a las seis cuerdas. Love don’t care se asemeja un poco más al estilo de los discos anteriores, o a lo que va a venir más adelante, con el estribillo bien trabajado. You are my religion, que abre el álbum, tiene un ritmo que engancha, buena batería y las guitarras al punto, sobre todo esa camita que le hacen a C. J. para que se luzca con sus agudos. La versión Seven bridges road, como cierre, sirve de guinda, de regalo elegante para los poco más de cuarenta minutos que dura esto.




De su catálogo anterior, adaptan Love of a lifetime, All she wrote y Don’t treat me bad de su debut, When I look into your eyes del Hold your fire y Here for you y I live my life for you del tercer largo del grupo. Bestial la escucha de Love of a lifetime, con ese pedalsteel y un solo final de diez. El supersingle Don’t treat me bad cobra una dimensión más cercana, muy creíble en este formato. Y la megabalada I live my life for you, desprovista de trucos de estudio, se muestra como la gran canción que es.

Un experimento acústico, en estudio, excelente, de obligada tenencia para fans de la banda y del género, y de aconsejada escucha para cualquiera que mire de reojo a bandas como Firehouse.

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