ZEPPELIN ROCK: Crítica de "El buscavidas" (Robert Rossen, 1961): Review

lunes, 26 de febrero de 2018

Crítica de "El buscavidas" (Robert Rossen, 1961): Review



por Möbius el Crononauta



El buscavidas fue una película de 1961 rodada en blanco y negro. Y no es solo un clásico del cine de su tiempo; además es una de esas películas que pueden llegar a crear afición por algún deporte o pasatiempo, en este caso el billar. Hasta las resacas suenan a bolas de billar chocando. Yo siempre que lo veo me lamento de no tener una mesa de billar americano en casa.



Aunque con un cierto toque underground del director, Robert Rossen, en realidad este film fue nominado a varios premios en su día, entre ellos dos Oscars. Aunque el eje del film es el billar y el mundo de las apuestas y profesionales del engaño que lo rodea, la mayor parte del film se centra en la relación entre Eddie Felson (Paul Newman), un joven talento del billar dispuesto a comerse el mundo, y Sarah Packard (Piper Laurie), una chica solitaria y adicta al alcohol.




Eddie Felson llega a la ciudad para desafiar y vencer al Gordo de Minnesota (el entrañable Jackie Gleason), uno de los mejores jugadores del país. La escena inicial nos muestra a Eddie y su socio timando al dueño de un bar. Cuando llega el golpe definitivo y vuelven al coche, entran los títulos de crédito (muy de la época, por cierto). Comienzo inmejorable.




Cuando Felson se enfrenta al Gordo, las cosas no resultarán como Eddie espera, y el Gordo le barre tras más de 24 horas jugando. La enorme presencia (en todos los sentidos) de Gleason y el talento de Newman hacen de la partida uno de los momentos más memorables del film. Sobre todo destacaría la secuencia donde un Eddie que ha perdido el norte le dice a su adversario: "estás guapísimo, Gordo", mientras este clava su mirada en el inexperto joven, como diciendo "te tengo donde quería, ahora te voy a destrozar".




Tras su aplastante derrota Eddie dejará a su socio y entablará una extraña relación con Sarah, una lisiada solitaria que afirma ser una exactriz. Lo cierto es que Eddie es un chico sin rumbo, confuso tras el inesperado revés del destino, mientras que Sarah es una solterona que intenta pasar por mujer independiente, cuando en realidad intenta evadirse de su triste realidad mediante el alcohol y su total dependencia de los hombres, con los que intenta suplir sus carencias afectivas.




El tramo final en las vidas de Eddie y Sarah llegará cuando el jugador encuentre una nueva oportunidad en el manipulador Bert Gordon (George C. Scott, quien rechazó su nominación a los Oscar debido a su pobre opinión de dicha ceremonia), un experto jugador de cartas y apoderado de jugadores, aunque sus métodos resulten algo mafiosillos.




El sobrio carácter del blanco y negro, la sólida dirección y el perfecto ritmo de la cinta convierten al film en una obra a redescubrir, siendo sin duda uno de los mejores títulos de aquellos años, más teniendo en cuenta que en aquella década el viejo sistema hollywoodiense había entrado definitivamente en crisis. El encanto de la película también juega su importancia: una banda sonora de jazz crepuscular, whiskey J. T. S. Brown en manos de Newman (diríase que la fábrica ha patrocinado el rodaje) y un pequeño papel para el viejo Toro Salvaje, Jake Lamotta.




El film tuvo su continuación (aunque es una especie de extraño remake basado ligeramente en la segunda novela del autor que inspiró El buscavidas) en los 80 con El color del dinero, dirigida por Martin Scorsese. Aunque desde luego no alcanza el nivel de la primera parte, es interesante seguir las andanzas de Eddie Felson y disfrutar con la actuación de Newman, y olvidarse de que Tom Cruise está allí.

Es mejor el 25% de una buena tajada que el 100% de nada.

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