ZEPPELIN ROCK: Crítica de la película "Jo, ¡qué noche!" (Martin Scorsese, 1985)

jueves, 9 de julio de 2015

Crítica de la película "Jo, ¡qué noche!" (Martin Scorsese, 1985)


Möbius el Crononauta




En primer lugar, quisiera lanzar una pregunta al viento: ¿es Jo, ¡qué noche! la peor traducción cienmatográfica española de todos los tiempos? Según mi opinión, sin duda alguna. De hecho querría haber titulado a la entrada con el título original After Hours, pero soy un animal de costumbres.



De pronto alguna tarde, (...) los bulevares arden, la piel recibe un telegrama urgente. Una introducción del señor Sabina que podría resumir el inicio de las aventuras y desventuras de Paul Hackett cuando entabla conversación con una chica inquieta, misteriosa y de buen ver en alguno de los muchos "delis" de Nueva York. Creo que todos hemos conocido alguna vez a algún chico o chica con el que un simple cruce de miradas nos ha bastado para vernos irresistiblemente atraídos por una ruleta de incertidumbre. El sujeto en cuestión resultará ser un huracán de emociones; alguien a quien en circunstancias normales evitaríamos. Una persona tan over the top que nos abruma pero al mismo tiempo nos atrae. Y, sin embargo, en el fondo algo nos dice que en realidad es todo algo tan básico y ancestral como el sexo. Paul Hackett conoció a una de esas personas. Una chica que le habló de Henry James en una cafetería. Cuando Paul conoció a Marcy, entró en un mundo nocturno tan extraño y paranoico como nunca podría haber soñado. Fue aquella una noche que nunca olvidará. Una noche de pesadilla en las calles del SoHo.




After Hours es un particular y dantesco descenso a los infiernos de un oficinista enclaustrado en la rutina que tras conocer a una chica distinta e interesante tan sólo quiere pasar un buen rato y olvidarse del mundo por una noche. Pero no todo será tan fácil. Cuando a uno se le vuela su dinero mientras viaja en taxi, debería saber que eso es una señal de mal augurio.




Marcy resultará ser un cúmulo de sorpresas, y su compañera de piso Kiki, supuesta fabricante de pisapapeles con forma de merengue, una enigmática escultora tan sexy como avantgarde. Pero un pequeño trauma infantil de Paul y el torbellino emocional de Marcy, que no está tan dispuesta al yacimiento como Paul esperaba, llevarán a este a un estado nervioso que le llevará a un callejón cuya salida se tornará en retorno a la casa de Marcy. Entonces será cuando Paul cruce la primera de las siete puertas del Hades.




Me pregunto cuántos de nosotros (de aquellos a quienes les atraigan las féminas, claro) habríamos podido evitar llamar a Marcy (Rosanna Arquette) o dar un masaje a Kiki (cc). Cuántos no habríamos llegado a un trato con el barman.

Y es que lo cierto es que After Hours está llena de personajes curiosos y fascinantes, (¿qué me dicen de esos cacos llamados Cheech y Chong? que van sumiendo al pobre Paul en un círculo cada vez más opresivo y peligroso. Círculo que se irá reduciendo como una soga entorno a su cuello, y del cual parecerá que sea imposible salir.



After Hours es de nuevo una nueva muestra de la maestría con que el tándem Scorsese-Schoonmaker maneja el ritmo de un film, atrapándole a uno como si fuera una mosca en la melaza. Aunque figure entre las obras menores del director, es una película deliciosa con personajes interesantes envueltos en una extraña historia nocturna, de la cual además se podrían extraer muchas conclusiones y teorías. Por ejemplo, la metáfora de estatua como crisálida. Pero eso requería más tiempo, y en esta ocasión no hay tiempo para tal análisis. Además, siempre es mejor ver la película y que cada uno extraiga sus propias conclusiones, ¿no?

©Möbius el Crononauta

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